Partida Rol por web

-Pensé que nunca llegarías- le dijo a Efrain, y luego mirando a Comadreja, agregó- Ni bien empezamos la misión ya estamos improvisando?, vas a salir corriendo de nuevo?. Bueno, en fin, en marcha. Mientras tanto, dime todo lo que sepas de los espías, todo lo que cecil haya puesto en la carpeta esa que te dio. Mientras más los conozca, mas facil es torcerles la mente para sacarle información.-

Mientras hablaba, miraba fijamente el oscuro cristal de su bastón. El modo de expresarse de la hechicera preocupaba. La expresión "torcerles la mente" no sonaba a que les iba a preguntar amablemente, sino más bien todo lo contrario y su expresión severa no ayudaba a eliminar las preocupaciones.

Hasta Zev y Chafee que no la conocían podían darse cuenta el cambio de actitud, de un momento a otro, pasó de una actitud alegre después del aterrizaje, ha una frialdad que cortaba incluso más que el viento glacial del valle. Para los 2 viejos amigos (tres en realidad), esta actitud no les era ajena, ya la había mostrado incluso en Barovia. Sin embargo, ahora estaba acompañada de una lucidez mental que hacía que preocupara aún más. Quizás la diadema que consigió en la tienda de Stan, sea un arma de doble filo.

-Y bien, dime. Empieza por el nombre por supuesto. Familia, amantes, hijos. no escatímes en detalles, los detalles son la clave 

La joven estrechó la mano del paladín con fuerza. Cada vez le respetaba más. Era muy diferente al prejuicio que se había instalado en su mente sobre los caballeros juramentados desde su más tierna infancia.

-Lo recordaré, Capitán... Gracias. Gracias...-.

Rauda como el furioso viento de estribor que soplaba sacudiendo la Serendipia, se ajustó el arnés y se colocó la máscara con el respirador y echó un vistazo a B.B. y a la Leona, que la observaban con curiosidad.

-B., nos veremos ahí abajo cuando tu destino ordene-, dijo esbozando una sonrisa cómplice con el dracónido. Bam Bam mostró una sonrisa plagada de colmillos mientras se cruzaba de brazos en silencio.

-Señora...-, saludó a Lady Harrington con un gesto de cabeza por puro acto reflejo y saltó al vacío recordando su herencia. Donde sus compañeros debían superar sus miedos para surcar los cielos en mitad del vendaval que había desatado la tormenta, ella se sentía en su medio natural.

Ella era una hija de la tempestad. Una Caminante de la Tormenta.

* * * * *

Descendió con habilidad y posó las puntas de los pies, dando un par de pasos para evitar el castigo del aterrizaje en la espalda. El invento de Zigresky era excepcional y en su fuero interno auguró un fulgurante éxito al Profesor revolucionando el arte de la guerra en todo Faerûn. No sabía bien de dónde había sacado al gnomo Stedman, pero sin duda era hasta ahora el integrante del equipo más sorprendente.

Ni bien empezamos la misión ya estamos improvisando?, vas a salir corriendo de nuevo?.

Comadreja no terminaba de encajar el mal humor de la displicente hechicera, pero no estaba dispuesta a entrar en confrontaciones ahora, después de la oportunidad que le había dado Ser Autumnshield.

-No seré un estorbo, señora. Se lo prometo. Estoy aquí para ayudar-, dijo con tono firme, lo justo para no sonar desafiante.

En su fuero interno, se preguntó si la hechicera, una mujer a todas luces bastante más astuta que ella, saldría corriendo llegado el momento, cuando les viera aparecer. Porque si algo sabía Comadreja es que en aquel grupo de almas nobles -y Chafee- nadie había visto jamás un gigante de la escarcha.

Nadie... excepto ella.

El camino hacia Bowerstone fue durísimo.

El vendaval creció en intensidad y la lluvia, lejos de arreciar, cobró renovado ímpetu azotando los rostros del grupo con fiereza. La Serendipia desapareció en el cielo, ocultada por negruzcos nubarrones que destellaban con los primeros relámpagos. 

Chafee avanzaba moqueando por la trufa de su hocico al principio, lo que le obligó a hacer uso de la máscara de respiración del paracaídas de Zigresky. El roedor era un tipo muy práctico y no tardaba en encontrar soluciones a todo. Repartió a sus compañeros un aguardiente casero para sobrellevar el frío, admirando con desconcierto el gusto por el brebaje que mostró la monja Celestina.

 Mientras tanto, dime todo lo que sepas de los espías, todo lo que cecil haya puesto en la carpeta esa que te dio. Mientras más los conozca, mas facil es torcerles la mente para sacarle información.-

-¿Espías? Fantástico. Lidiar con espías es algo que me encanta de mi trabajo. Soy muy bueno olfateando sus mentiras. ¿Y sabe qué? Creo que Pallisade es un nido de ellos. Todos los reinos lo son. ¡Nunca falla!-, comentó el roedor, que había escuchado de pasada a Lady Edevane.

* * * * *

Al cabo de casi una hora de trayecto, el grupo intuía la proximidad de las puertas de Bowerstone. La tormenta no parecía dar muestras de agotamiento o fatiga. Los rayos apuñalaban el cielo y el viento ululaba con un silbido sobrenatural levantando la nieve que recorría el valle en toda su extensión. La visibilidad era reducida y cierto nerviosismo se instaló en la compañía, temiéndose que habían podido perderse. 

-Brrrrrrrrrrrr... ¡Menuda rasca! ¡Que alguien me diga que estamos cerca! ¡Se me están empañando las lentes con esta maldita nieve y no veo un pimiento!-.

Hacer descender a Comadreja se torna en un clamoroso acierto para el grupo, pues la joven no sólo se mueve con soltura entre la ventisca, sino que parece conocer el camino que conduce a Bowerstone y no pierde la pista a pesar de las inclemencias del tiempo, el primer antagonista real con el que se ha topado la compañía en su aventura.

Comadreja no parece ni esforzarse. Más que fatigada por el frío, parece alerta en todo momento, inquieta. Vigilante.

Tras las palabras de Chafee, la joven exploradora, adelantada al grupo varios pasos, se detiene en seco y alza el puño en el aire, reclamando quietud y silencio. Sólo los susurros del viento colman el aire en un tenso suspense mientras Comadreja, su rostro oculto tras la capucha de su capote y su bufanda, echa la vista atrás y advierte que ha visto algo.

Cuando el grupo se reúne, la exploradora no alberga duda y señala una tenue luz que emerge en la oscuridad. Fuego.

Las puertas de Bowerstone yacen hechas añicos, esparcidas en el nevado suelo del valle. Las murallas han sido destrozadas por lo que parecen ser máquinas de asedio. O quizás... Quizás haya sido algo mucho peor. 

El grupo se aventura tras el umbral de las puertas y contemplan desolados una masacre. Cadáveres desmembrados, la mayoría de gente desarmada. Las últimas llamas que han hecho de la aldea pasto del infierno se extinguen con el canto del viento y el goteo incesante y rabioso de la lluvia. Bowerstone ha sido destruida por algo que asemeja la fuerza de un alud y la crueldad del invierno.

-Han estado aquí...-, musita sombría la exploradora a oídos de Ser Autumnshield. Denso es el silencio que sobrecoge al grupo.

Es entonces cuando contemplan con desasosiego los restos de una casa hundida, literalmente, en el suelo. Sólo una profunda marca queda en el suelo con los escombros de la construcción.

La marca que deja la huella de un gigante.

-Capitán... Allí-. Comadreja demuestra tener el ojo de un halcón, señalando una pequeña luz danzarina que avanza hacia ellos.

Al parecer, no sólo Comadreja tiene buena visión en la oscuridad.

Un tabaxi que no dejaba de sonreír cuando abordó al grupo sosteniendo una lámpara de ojo de buey.

-Me temo que no es el mejor momento para presentacioneszzzzz, ¿verdad, Ser Autumnshield? ¡Ji, ji, ji!

Salido de la nada, como si la misma ventisca le hubiese depositado justo en el lugar que ocupaba, el hombre felino, encapuchado para evitar el rigor de la tormenta, contemplaba sonriente al grupo.

-Una lástima, sin duda. Esta era una buena aldea. Tranquila y felizzzzz...-. El tabaxi, ligeramente encorvado, echó una ojeada a lo que quedaba de Bowerstone. Luego volvió a mirar al grupo, centrando sus vivaces y joviales ojos en Efrain. -...pero nunca más lo será.

Manteniendo una distancia prudencial, el misterioso felino se presentó con solemnidad.

-Shaft. Killen Shaftzzzzz. Mr. Stedman me ofreció dos detalles particularmente significativos de su inminente llegada. El primero atañe a su parche en el ojo izquierdo. El segundo se refiere a que sólo un loco vendría en mitad de esta ventisca a Bowerstone. O un caballero juramentado que ha pactado con Mr. Stedman...-, dijo con audacia.

El tabaxi señaló una casa que, aunque destrozada en su fachada, aún se tenía en pie.

-¡Tardaremos poco en morir sepultados por la nieve! La tormenta va a empeorar... ¡Hablaremos con calma allí! ¡Síganme! ¡No tienen otra opción!

Sin dar pie a réplica, Shaft se movió con pasmosa agilidad entre el manto blanco que plagaba el suelo rumbo a la casa.

Al alcanzar el edificio, abrió una trampilla de madera que era perfectamente visible en el suelo de lo que hacía poco había sido un salón acogedor.

-Diría que las damas primero, pero empatizo con su lógica desconfianza-, concedió antes de desaparecer por el conducto subterráneo. -¡Vamoszzzz!

Bajo tierra, Shaft parecía disponer de un escondrijo bastante más cómodo de lo que uno esperaría encontrar en mitad de una ventisca. Oscuro, frío y con un penetrante olor a rancio, pero sonaba mejor que la muerte por congelación como alternativa.

El felino se frotó sus zarpas y empezó a coger leña para hacer una fogata.

-Aunque no planeo quedarme mucho tiempo aquí, consideradas las circunstancias y dado lo adverso del clima y lo poco recomendable que parece salir al exterior, ¿qué tal si aguardamos a que pase la tormenta juntoszzzz?-. Hablaba con un curioso siseo para rematar las palabras acabadas en S.

-Tenga, Ser Autumshield. Mis credenciales-. Tendió una carta al paladín. Llevaba el sello real de Pallisade, con la particularidad de que la acompañaba la firma inconfundible de un autómata.

La firma de Cécil Stedman.

Mientras Efrain asimilaba lo acontecido, el tabaxi reparó en Chafee. Sus sonrientes ojos se entornaron.

-Oh, jo, jo... Una ratita perdida en la tormenta... Ji, ji, ji-.

Chafee dio un respingo al verificar qué era Killen Shaft.

-¡YAIKS!

Maldita su suerte. El agente especial de Stedman era un felino.

"¡¡¡El humor de ese autómata es negro como el Infierno!!!", pensó el roedor mientras se ocultaba tras Zevran.

Como pude comprobar, el equipo estaba esperándole y dispuesto para avanzar. Incluso tenían algo de música para amenizar el viaje.

- En fin, ya sabes lo que dicen- respondió al saludo de Mikeala.- "Lo bueno se hace esperar"- sonrió. Sin embargo torció un poco el gesto al oír cómo se dirigía a Comadreja.

Tal y como la recordaba, en todos los aspectos…, pensó.

- ¡Deje en paz a la chica, milady! Tal vez se trate del miembro más noble que ha salido con vida jamás de los calabozos de Pallisade- defendió a Comadreja.

- ¿Torcerles la mente?- preguntó riendo al escuchar la expresión, como si hubiera interpretado el comentario como un chiste gracioso.- No va a ser necesario… en principio. El señor Stedman solo me habló de uno, un espía llamado Killen Shaft. No ponía mucho más en la ficha- confesó.- En cualquier caso, me gustaría tratarlo amablemente al principio pues, si bien es cierto que podría estar implicado (ya conocéis mis sospechas), también puede tratarse de un aliado con información útil para encontrar a la princesa. Así que dejaremos los retorcimientos mentales para cuando no nos quede otra opción, ¿de acuerdo?

Miró a su antigua amante a los ojos, esperando en vano que prometiera portarse bien. En realidad nunca había conseguido tal cosa de la hechicera, pero tampoco lo preocupaba: él sabía que en el fondo tenía un gran corazón, pues fue lo que le enamoró.

Sin embargo, las condiciones meteorológicas fuero empeorando a cada paso que daban. Tras unos pocos minutos se cortó la música y poco después de eso se acabó la conversación: se hacía necesario guardar el aliento para mantener el ritmo y no morir congelado. El brebaje de Chafee también ayudaba, ¡aunque sabía a rayos!* Su idea de utilizar la máscara de Zigresky como protección ante los elementos también fue bien recibida por todos, aunque lo que realmente les salvó a todos de morir conjelados y perdidos en medio de la tormenta fue el estoicismo y saber hacer de Comadreja quien, como si fuera totalmente ajena al viento y al frío que los atormentaba, los guiaba con paso seguro y a buen ritmo.

Así que una Caminante de la Tormenta…, recordó Efrain de su conversación una hora antes en el navío. Entonces no le prestó mucha atención pero ahora comenzaba a entender, mirando con nuevos ojos y renovado respeto a la experta rastreadora.

Y, por fin, una luz entre tanta negrura: las puertas de la ciudad de Bowerstone. Sin embargo, algo no estaba bien. Atenazado por un incipiente temor y una profunda certeza, el caballero se adelantó al grupo incrementando gradualmente su velocidad conforme la tormenta permitía ver con creciente claridad más imagenes de la ciudad…

¡¡Destrozada!! ¿Quién haría algo así?, pensó. Miró a su alrededor buscando al responsable del ataque, mas solo veía nieve por doquier. En condiciones normales diría que había debido de ocurrir hacía días, mas aún ardían varios fuegos entre las ruinas de la ciudad evidenciando que la destrucción no había debido ocurrir hacía mucho trempo.

Cuando el resto del grupo le da alcance, atraviesan  todos juntos las derruidas puertas para ver con más nitidez el efecto de la matanza allí ocurrida. Efrain apenas podía creer lo que sus ojos le contaban, aunque algo oscuro, frío y muy antiguo comenzaba a revolverse y tomar forma en su interior.

- Han estado aquí…

Las palabras de la rastreadora, un susurro apenas audible en medio de la ventisca, resuenan en el interior del caballero como tambores de guerra, guiando su voluntad hacia delante, afinando sus sentidos… 

- Todos muertos. Masacrados.- musitó mirando la devastación.- Yo os traeré justicia.

… y dando forma definitiva al agudo filo de su oscuridad interior.

Yo os traeré ¡¡Venganza!!

****

Una figura delgada y ágil salió a su encuentro. Su voz, susurrante, cargada de indiferencia.

… >¡¡Mátalo!!… Queremos su sangre…<

La oscuridad se revolvía anticipándose al festín. El caballero se llevó las manos a la empuñadura de su espada, pero no la desenvainó. Se conformó con apretar el pomo hasta volver sus nudillos más blancos que la nieve. ¡Qué fácil sería! Solo tenía que desenvainar la espada y dar un golpe certero y veloz…

Él no es un gigante, respondió a las voces. 

… >Pero sabe dónde están…<

Sí, sabe dónde están… ¡Y nos lo dirá!, sentenció, acallando en parte la sed.

En silencio, sin confirmar ni desmentir nada, siguió al extraño personajillo hasta lo que parecía su guarida.

O su tumba

El paladíl bajó las desvencijadas escaleras y miró el lugar, más por si había más gente dentro que por verdadero interés en su arquitectura. Tomó las credenciales que le ofrecían y las leyó. Luego se las pasó en silencio a Mikeala.

- Que oportuna cincidencia que nos estuviera esperando, señor Shaft- comentó mirando fijamente al hombrecillo en busca de falsedades. Sin embargo enseguida se lo pensó mejor. Miró un segundo a las escaleras, recordando lo que había dicho su anfitrión al bajar- Y le agradezco que nos resguarde del frío y la lluvia, así como su amable empatía hacia nuestra desconfianza. Con su permiso, voy a abusar un poco más de ella.

A continuación, llevó una mano a su símbolo sagrado y musitó el mismo conjuro que empleara en la "celda número cinco".

- Para que nos vayamos tomando confianza, señor Shaft, acabo de bendecir esta agradable guarida con un hechizo de sinceridad. Comprenda que el tiempo es oro en estas circunstancias.

>> Pero dígame si es tan amble, ¿Qué ha pasado aquí y cómo ha conseguido mantenerse con vida?- comenzó el interrogatorio.

Algo oscuro en su interior comenzó a frotarse las manos… metafóricamente hablando.

Mi travesía a través de la tormenta me llevó a varias conclusiones:

- No se puede tocar música cuando un viento gélido te atraviesa la piel como púas de alfiler.

- No me gusta el frío, no me gustan las montañas nevadas y no me gusta que el viento no me deje fumarme un cigarrillo para calmar la tensión.

- El maldito Cecil Stedman nos ha enviado a la muerte seguro, si no es por los dichosos gigantes será por el clima de mierda que hay aquí.

- Mikeala está más impulsiva que nunca y eso despierta en mí temor y excitación al mismo tiempo.

- Amo a Comadreja porque sin ella ya estaríamos muertos, me alivia ver que se encuentra resuelta y enfocada.

Poco mas tengo que añadir sobre nuestra travesía de mierda entre la nieve y la ventisca, sólamente que mis pelotas empezaban a congelarse porque tenía las ropas caladas hasta el fondo. Una extraña sensación de alivio me inundó cuando Comadreja nos dió el alto, pensando que ya llegábamos al cálido abrigo de Bowerstone; sensación que fué pisoteada cual cucaracha inmunda al revelarse el ataque en el pueblo. A la mierda el recital, la fogata y el público. Maldita sea.

Ese tal Killen Shaft, apareció de la nada. ¿De dónde coño ha salido este furro? Su postura complaciente, su condescendencia, su falta de apego y empatía con lo ocurrido en el pueblo no hacía que aflorar todas mis sospechas hacia el. Con mi sombrero bien enfundado y Harry dentro de el, mantenía la cabeza suficientemente caliente para no perder detalle, tanto de lo que decía cómo lo que hacía. Dejando que Efrain tomase la iniciativa de la conversación con él, siguiendo los pasos del grupo manteniendo el ala del sombrero bien baja para que no se notase mi penetrante mirada que no le sacaba ojo de encima al felino.

Al entrar en la choza, agradecí por un momento que el espía apareciese en nuestro encuentro. Pero no por ello dejaba de resultarme altamente sospechoso. Cuando, una vez a refugio, Efrain se dispuso a usar su ya conocida técnica del "no me mientas". Me recosté en una discreta esquina contemplando la escena. Le observaba, pero de vez en cuando, lanzaba un vistazo rápido a Comadreja para ver qué cara ponía ante la presencia de nuestro nuevo interlocutor.

Antes de empreder camino, Mikeala recitó unas breves palabras. un manto sobrío, como una ligera niebla negra comenzó a escurrir incesante desde sus hombros hacia sus pies. Las sombras se pegaban a su cuerpo y se tejían en una trama cerrada alrededor de su torso brazos y piernas. El manto resultante creaba una vestimenta notoriamente sobrenatural pero elegante, al mejor estilo Edevane

 -Diablos Stedman, nos estás pagando muy poco- fue todo lo que dijo Mikeala en el viaje. Agradeció el aguardiente de Chafee, aunque tomar de la misma petaca que la rata no le hizo gracia. "Morir del frío o de alguna enfermedad pff, el frío va a ser más inmediato" Pensaba para sí mismo.

La escena en Bowerstone le pareció cómica antes que tétrica y no dejó de soltar una carcajada un tanto siniestra. -Jajajaja, claro, preguntemos en bowerstone si alguien vio algo o sabe algo del secuestro de Megania. Pues claro que lo vieron, si la secuestraron aquí mismo y de paso arrasaron con todo el poblado, lastima que no quede nadie para contarlo. En serio fuimos tan inocentes de pensar que este lugar se mantendría al margen de lo que está pasando?.... El soldado de vanguardia siempre es el primero en caer.- Mikeala estaba molesta, no por la destrucción, sino por lo ilusa que había sido en no contemplar el pueblo quemado hasta los escombros.

La aparición del tabaxi la sorprendió pero por lo menos no morirían de frío. Aceptó de buen agrado el refugio, no creyó que fuera una trampa, sería muy tonto encerrarse con 7 hábiles combatientes y esperar salir vivo del enfrentamiento. A lo sumo, intentaría llevarlos luego a la trampa, pero no lo lograría.

Entró y se refugió en una esquina, se sentó en una silla y apoyó los pies en un taburete que había por ahí, opuso resistencia a la magia de Efraín y sonrió orgullosa al lograrlo, luego, Miró un tanto incrédula al paladín que parece que en nada había cambiado desde que lo conoció en Daggerfall. Siempre tan cortés.

Se llevó una mano a la boca y susurró un mensaje, que, gracias a su magia, solo el paladín pudo escuchar y responder.

"Sigues siendo blando, apresura esto" Pudo sentir Efraín.

Conclusión nº 6 de mi travesía a través de la tormenta:

- No aceptar bebidas de Chafee a no ser que necesite fuego dentro de mí para no morirme de frío.

- Para que nos vayamos tomando confianza, señor Shaft, acabo de bendecir esta agradable guarida con un hechizo de sinceridad. Comprenda que el tiempo es oro en estas circunstancias.

>> Pero dígame si es tan amble, ¿Qué ha pasado aquí y cómo ha conseguido mantenerse con vida?- comenzó el interrogatorio.

-¡ESO! Y permítame añadir otra cuestión no menos importante, señor McGato... ¿Va a asesinarme en mitad de la noche? ¿Eh? ¿Eh? ¿¡EH!?-, inquirió Chafee visiblemente nervioso aprovechando el efecto del conjuro Zona de Verdad lanzado por Ser Autumnshield. 

El roedor tenía la espalda contra la pared del sótano y miraba a todos lados con suspicacia.

-Colega, cálmate. Te va a dar una tortícolis salvaje como sigas girante el cuello como un búho. ¿Qué bicho te ha picado? ¿Quieres que te den la incapacidad permanente antes de empezar la faena, bribón?-. Zev rió ante el nerviosismo de Chafee y le soltó una palmada afectuosa en el hombro.

-Tranqui, tío. Está en mi punto de mira...-.

Y era cierto. El alien se había colocado de modo que su segunda diestra estaba muy próxima a su revólver enfundado en la cadera. Zevran no aguardaría orden alguna. Si intentaban cargarse a su Capi, tendrían que ser más rápidos que una bala.

Y Zevran Alhen Val Thaali no había conocido a nadie más rápido que una bala.

El tabaxi se frotó sus zarpas y acentuó su sonrisa. O era un gato muy feliz o tenía algún tipo de limitación expresivo-facial.

-Lo comprendo, lo comprendo. Un gato acorralado es un peligroso oponente, Ser Autumnshield. En vuestra posición, yo haría lo mismo que vos...-, advirtió sin perder esa mueca alegre.

-Si bien es cierto que esperaba que un notable caballero como voszzz, veterano de grandes batallas y superviviente de la terrorífica Barovia, reservase su magia para un momento mászzz... delicado-, dijo clavando sus ojos entrecerrados en Efrain. Su sonrisa se acentuó. -...Y sin embargo admiro a los que exhiben su poder. Si vamos a dialogar, hagámoslo con estilo, ¿no oszzz parece? Permita.

Shaft se acercó a una fresquera y extrajo una botella de lo que asemejaba un caro brandy de Luskan. Había sólo un juego de cuatro copas, que depositó en una mesa de madera de aspecto robusto. Llenó dos copas y dejó la botella en la mesa. Tendió una de las copas al paladín y sorbió la otra.

-La cortesía del envenenador... ¡Ji, ji, ji!-. Bebió de un trago el brandy y miró fijamente al paladín. -Aunque voszzz sois inmune a la ponzoña, ¿me equivoco?-. Se sumió en un silencio cortante sin que su sempiterna sonrisa abandonase su rostro. -Bebed tranquilo. Es un excelente reconstituyente. 

Shaft se sirvió otro trago y mostró la botella al resto de la compañía con un gesto elocuente.

-Contestaré sus preguntaszzz, Ser. Lo que ha ocurrido es que los Moradores de la Niebla han creído conveniente visitar sin previo aviso Bowerstone. Y, al parecer, la discrepancia sobre el diezmo previamente estipulado ha concluido con la devastación de la ciudad y su posterior saqueo. Creo que si no estuviésemoszzz siendo azotados por una cruel ventisca, vos mismo podríais haber visto arder el asentamiento desde varios cientos de millas en el horizonte-. Dio un traguito al brandy y chasqueó con gusto su lengua.

-Aaaaaaah... Me encanta este sabor áspero. ¿Os gusta esta añada, Ser? A mí me encanta. Ahem. En lo relativo al cómo me mantuve vivo, la respuesta es simple: Suerte. Casi todo se reduce a eso en este valle. Soy rápido y eszzzquivo. Conocía este escondrijo y pude utilizarlo antes que el propietario. Pobre bastardo. Que la Rueda lleve su alma-.

Sus brillantes ojos fueron a posarse en Chafee tras su pregunta. Su sonrisa felina, que ya de por sí parecía esculpida en su gatuno rostro, se acentuó hasta límites inquietantes.

-Aún no lo he decidido... Por si acaso, mantente en vela, ratita-, dijo con un tono poco tranquilizador antes de reír con aire jocoso.

El tabaxi extrajo entonces un pergamino de su morral y lo tendió a Efrain.

-Tenga, Ser Autumnshield. Unas cuantas indicaciones para llegar a la Fortaleza de Hielo al norte del valle. Allí tienen su base de operaciones los Moradores de la Niebla. Muchos hombres han muerto para que esta información llegue a sus manos. Haga buen uso de ella-, sentenció de un modo tan vehemente como críptico.

Comadreja, hasta entonces en un discreto segundo plano, dio un paso al frente y observó la pieza de tela sobre la que había dibujados varios bosquejos del valle.

-Permiso, Capitán-, dijo ofreciéndose a estudiar el mapa. -¿Este es el paso más seguro, señor Shaft?-, inquirió frunciendo el ceño mientras se orientaba en el boceto.

Era difícil asegurarlo, pero Comadreja revisaba el mapa como si algo no encajase.

-Juraría...

El tabaxi, que parecía flotar cuando caminaba de la elegancia que le asistía en sus movimientos, se situó junto a Comadreja y la miró de soslayo con sus ojos entrecerrados.

-¿Es usted oriunda del Valle, señorita?-, inquirió mientras juntaba las yemas de sus largos dedos.