Partida Rol por web

Os despedisteis de las Doncellas Oscuras y permitisteis que Aleera os guiara en dirección a la Colina Aullante. La exploradora se mantenía en cabeza, viajando con rapidez¹ y sigilo, adelantándose con los lobos para reconocer el terreno y volviendo de tanto en cuanto para asegurarse de que no habíais sido emboscados por los cazadores del Pueblo de la Sangre Negra. Tras dos horas de marcha hacia el sudeste viajó con vosotros un tramo.

—El poder de Colina Aullante, o Akai'ye Nar² como la llama nuestro pueblo, ha atraído a los licántropos desde hace siglos —explicó con voz queda—. Hay historias que cuentan que Selûne concedió aquí el poder de la licantropía a un grupo de niños que se habían perdido en el bosque, para que pudieran sobrevivir a la espesura. Otras que fue Malar, el Señor de las Bestias, quien dio aquí a las primeras comunidades primitivas el poder de convertirse en las fieras que tanto temían y envidiaban. Habiendo visto las pinturas rupestres en el interior de la caverna, yo me inclino por lo segundo.

Frunció los labios en un gesto de disgusto.

—Tal vez sea simplemente la obra de un poderoso mago experimentando con los poderes de la sangre y se le atribuyó un significado religioso que no tenía, pero el caso es que su poder es innegable. Su influjo nos vuelve más rápidas, más fuertes, nuestro olfato se agudiza —le dijo a Galatea, antes de dirigirse a Rya y a Berenice—. Y lo mismo se puede decir de los licántropos enemigos, así que tened cuidado. También es más difícil hacernos retroceder con los dones que os ha concedido Selûne.

»No me extraña, por tanto, que Vakennis haya escogido precisamente este sitio para asentarse con su manada, incluso aunque tuviera que enfrentarse a los adoradores de la luna. El poder que hay bajo Colina Aullante es antiguo, y fuerte como la sangre —declaró—, pero aún hay esperanza. Como han dicho las Doncellas Oscuras no vamos a encontrarnos a toda la manada aquí. De hecho sería bastante probable que sus mejores guerreros estén en otras partes del Valle, en el frente de batalla contra las Doncellas, y aquí quede una guarnición testimonial con los miembros más débiles de la manada. No creo que se esperen un ataque en su propio territorio.

»Bueno, hemos llegado. Preparaos³.

1: Aleera lanza Zancada forestal (4 horas).

2: Roca Primitiva.

3: ¿Buffs activos?

La silueta de Colilla Aullante sobresalía abruptamente en el claro como del bosque, empinada como un tronco de pirámide negra e irregular. Parecía más un meteorito de obsidiana que hubiera caído del cielo. Había docenas de agujeros tallados en la superficie pelada de la roca, sugiriendo la presencia de otras tantas estancias en el interior. A aquellos huecos se accedía a veces a través de largas escaleras de madera apoyadas en la pared rocosa y a otras a través de cuerdas aseguradas con pitones clavados en su superficie. Otras estancias carecían de manera de acceder a ellas, salvo que uno llegara volando. Uno de esos agujeros estaba ligeramente por debajo del nivel del suelo y parecía tener una importancia mayor que las demás. Habían tallado un acceso liso y rectangular, flanqueado por dos columnas y rematado por un dintel, y habían excavado una escalera en la propia roca. La parte superior de la colina parecía haber sido aplanada artificial o mágicamente, aunque desde vuestra posición no podíais ver qué podía haber ahí arriba.

Alrededor de la colina, a un centenar de metros de su base, zigzagueaba un riachuelo. En su día había regado las fértiles tierras alrededor de la colina a través de primitivas presas y canales como los que jalonaban el cauce seco del río que hoy conformaba el camino principal del valle. Esos campos de cultivo estaban ahora resecos, las presas rotas y los cursos de agua llenos de barro, hojas secas y porquería. En el centro de muchos de esos campos, podíais atisbar ídolos de piedra que representaban humanoides, con sus delgados brazos alzados en el aire, como una plegaria.

Todo parecía en calma... de momento.

Rya agradeció a la hermana de Galatea que guiara al grupo sin incidentes hasta la colina. La guardabosques lythari se movía con admirable gracia por el Bosque de Velar. No confiaba en contar con la sorpresa contra unos oponentes que podían escucharlas y olerlas a distancia, pero al menos, no estarían advertidos con suficiente antelación como para tenderles una emboscada o pedir refuerzos.

¿No hay forma de deshacer ese poder? preguntó a Aleera. El efecto de la colina sobre las dos elfas les ayudaría, pero también a sus enemigos, y ellos las superarían en número, tal vez varias veces.

La paladina contemplaba la colina con curiosidad. La llamaban colina, pero era una roca gigantesca clavada en la tierra, horadada por los elementos, tal vez, o por las manos y herramientas de quienes ocuparon esas tierras en algún momento. Supuso que el nombre de la colina tenía que ver con aquellos orificios y el sonido que emitía el viento al penetrar en ellos. A los pies de la inmensa roca, todavía se vislumbraban vestigios de la existencia de esas gentes que habían tratado de domeñar la tierra fértil a lo largo del arroyo.

¿Dónde creéis que estará Vakennis? preguntó. La hembra alfa podía estar en cualquiera de los agujeros, aunque entre ellos, uno que descendía estaba claramente tallado y lo flanqueaba un par de columnas. Incluso podía estar en el exterior, en lo alto de la colina, donde su mirada no alcanzaba a ver.

Rya lanza Greater mighty wallop (extendido con el cetro) sobre el garrote de plata. El resto de buffs son anteriores.

- Luminous armor (extendido). +7 armadura CA, -4 a ataques c/c de oponentes. 2 horas, 15 minutos.
- Greater mighty wallop (extendido)- Garrote +1. Daño de garrote +3 categorías de tamaño (daño 3d8). 2 horas, 15 minutos.
- Greater mighty wallop (extendido)- Garrote de plata. Daño de garrote +2 categorías de tamaño (daño 2d8-1). 14 horas.

Caminar por el bosque era muy complicado cuando tenías alas. Se golpeaba con ellas en cada rama y se dejaba un rastro de plumas que hasta el más ciego de los exploradores encontraría su rastro. Pero claro, tampoco podía ponerse a revolotear sobre el bosque porque la verían llegar cual paloma mensajera. Finalmente, acabó abrazándose las alas para no chocar y rodar por las laderas.

-Uf, menos mal -rezongó cuando llegaron al punto en cuestión, un trozo de roca oscura en mitad del claro-. Ahm, vaya, está muy apañado esto. Es curioso. ¿Esa parte de ahí -señaló la entrada aplanada y con columnas- estaba antes o la han hecho ahora?

n1 - rayo de esperanza (3), bendición, escudo de la fe, faerie fire (D)
n2 - cerrar heridas (2), elation (2), silencio, detectar pensamientos (D)
n3 - auxilio divino en grupo, convicción en masa, disipar magia, volar (D)

Cuando lleguemos a la Colina, lanzaré convicción en masa prolongado con el cetro, +3 moral TS, durante 120 minutos.

Por supuesto Aleera había dejado el decir aquello para el último momento. Su hermana jamás podría ocultar su gusto por los efectos teatrales, por más centurias que quisiera pasar negándolo. Quizá pudiera ocultarlo al resto del multiverso, pero no a Galatea.

—Aleera, ¿las eilsitreitas saben que... ?—hizo un gesto con la cabeza hacia un lado—. Ya sabes. Lo que los malaritas "no se esperaban".

Olfateaba el aire en busca de información de los alrededores por costumbre. Siempre que deambulaba por lugares que no le eran familiares hacía lo mismo ¿en verdad su olfato se agudizaba en aquel sitio? Era la primera vez que se encontraba en aquella parte de Velar pero la Colina se le antojó un lugar que contenía el aliento, "silenciado". Como si algo hubiera arrancado de allí cualquier sentimiento cálido o de bienvenida que pudiera inspirarle el saber que se encontraría en territorio de otros licántropos que adoraban a la luna.

Pensó no por primera vez en cómo estaría la manada, si aún podían salvarla. Y una incómoda sensación de malestar provocada por dicha incertidumbre se le instaló en la boca del estómago haciéndola aplanar las orejas con un gruñido.

—Donde más moleste—murmuró respondiendo a Rya—. Es una ley no escrita.

Miró a Savinian.

—¿Crees que es buen momento para enviar ese ojo tuyo a explorar? No si tiene más limitaciones aparte de no poder oír a través de él.

Galatea está en forma híbrida. Usar [Trufa] con [Entorno]

En cuanto lleguemos a la Colina, lanza Piel Robliza sobre si misma de modo que afecte también a Áscalon que va junto a ella (¿A nadie le sobra una carga de cetro prolongador? xD)

No hueles nada fuera de lo común.

Aleera le dedicó una mirada extrañada a Rya.

—Digámoslo así: si tuviéramos el suficiente poder para anular el poder primigenio de este sitio podríamos borrar de la faz de Faerûn a la manada de Vakennis con un chasquido de dedos —le contestó a la paladina, antes de seguir con la mirada a donde señalaba Berenice—. No, esa parte es tan antigua como este sitio. Quienquiera que lo utilizara hace siglos lo aplanó en la parte superior y talló una especie de disco en la piedra. Por lo que tengo entendido es una especie de mapa de constelaciones, con las fases de la luna o algo así. También hay varios monolitos de piedra con argollas y grilletes de una resistencia asombrosa. Dicen que era para encadenar a los nuevos licántropos durante su primera y problemática primera transformación.

Por último asintió con tranquilidad y se encogió de hombros.

—Así es. Las Doncellas conocen nuestro pequeño secreto. Aunque formalmente era parte del Círculo de los Cedros me he unido algunas veces a las cacerías en honor a Eilistraee y a nuestra Dama de Plata.

—Ah, ¿entonces eres de esas  que van clavando cabezas de monstruos en estacas? Ayer vimos uno de esos fetiches sagrados.

—Allá donde fueres haz lo que vieres —dijo en un tono de fingida inocencia.

—Ay pues cuando todo esto pase te tenemos que invitar a ciertos bailes ceremoniales a la luz de la luna.

Aleera puso los ojos en blanco. Savinian rio entre dientes y se frotó las manos como una mosquita tramando algo una travesura.

—Estoy listo cuando vosotras lo estéis porque, claro, juro solemnemente que nunca conjuraría el ojo espía cuando estuvierais... desprevenidas —dijo, y le guiñó un ojo a Galatea. Abandonó el gesto risueño y titubeó —. Aunque no tengo claro dónde enviarlo, exactamente. ¿Queréis que lo lleve arriba, donde el disco de piedra? ¿A la entrada con las columnas? ¿A los agujeros más pequeños excavados con columnas? Aleera, ¿qué podemos esperar?

-Bueno, tiene sentido que sea un mapa de constelaciones y fases de la luna -comentó la sacerdotisa ante la mención de la piedra tallada-. Si son licántropos o selunitas, digo. A lo mejor lo hizo un mago interesado en astrología y no tiene nada que ver con seguidores de Selûne o malaritas buscando estrellas. No puedo verlo desde aquí, tendría que volar y me pueden ver, así que mejor lo dejo para otro momento.

Se paseó de un lado a otro por detrás de Savinian y se rio cuando hizo el comentario de espiarlas con el ojo mágico. Luego se ruborizó, ¿cuántos magos en Faerûn harían esas cosas? Prefirió no pensarlo.

-Mejor en la entrada, por si hay algún guardia o algo así. Porque asumo que tenemos que entrar, ¿no? No van a salir a recibirnos así como así.

Galatea se alivió un poco de que no tener que estar en tensión con el secreto de la licantropía delante de las eilistreítas, aunque en principio sí que sintió una pequeña punzada de preocupación... pero se limitó a recordar quienes eran. Confiaba en ellas.

Cuando Savinian le hizo el comentario, giró la cabeza, tocó la punta de su nariz con la trufa y arrugó el hocico.

—Te recuerdo que puedo olerte por mucho que te escondas... —gruñó perdonándolo con la mirada.

Cualquier desconocido podría hacérselo encima de pasarle aquello pero por suerte el elfo oscuro podía tener la seguridad de que las intenciones de Galatea no eran comérselo para la cena, sólo una manifestación de su peculiar "humor serio". Se volvió a separar y sacudió la cabeza para retornar al tema.

—Lo que quería decir es que no sé si necesitas ver el ojo para que éste pueda moverse libremente o da igual que lo pierdas de vista—dijo—. Si es lo primero mejor esperar a estar dentro, pero si es lo segundo diría que a los agujeros pequeños y a la entrada. Es invisible a fin de cuentas, ¿no?

No hablo de hacerlo a lo bruto, replicó Rya. Ella no era una mujer sutil, pero conocía sus limitaciones; tales hazañas estaban más allá del alcance de humildes servidores de las diosas como ellos. A veces, una magia capaz de cubrir toda una región proviene de un solo objeto. Fuera como fuere, Aleera no había compartido los secretos íntimos de la manada de Colina Aullante, así que estaban ciegos al respecto.

Mientras unas y otros hablaban, Rya inspeccionaba la enorme roca con la mirada. Podía distinguir las bocas de algunos de los orificios a simple vista, y veía algunas más entornando los ojos.

¿Están conectadas? preguntó, señalando algunas de las aberturas. Les convenía que no lo estuviesen, que los licántropos estuviesen aislados y no pudiesen llegar fácilmente hasta ellos, una vez se diera la voz de alarma. Debemos buscar esas estancias sagradas, dijo. Vakennis no puede permitir que sigan consagradas a Selûne. Si no las ha sellado, apuesto a que las ha profanado para hacer de ellas su propio templo impío.

—¿Me estás diciendo que huelo? —dijo Savinian, aspirando dramáticamente su ropa a la altura de la axila—. ¡Juro solemnemente que me lavo todos los días!

El drow rio entre dientes.

—El ojo arcano tiene alcance ilimitado —aseguró el mago—. Podrá colarse donde sea necesario, mientras no haya obstáculos físicos como una puerta cerrada.

Aleera enarcó una ceja al ver a su hermana acercarse tanto al elfo drow como para juntar su trufa con la punta de la nariz. Sonrió imperceptiblemente, pero no dijo nada al respecto.

—La caverna en la que yo estuve no estaba conectada con el resto del complejo —le respondió a Rya—. A decir verdad, era bastante pequeña. Tenía un hueco excavado en el suelo en el que había una piedra con una runa tallada que desprendía un fuego azul que iluminaba la estancia. La magia de la piedra hacía moverse las pinturas rupestres que había en las paredes, imágenes de cacería todas ellas. Pero tengo entendido que la magia de esas piedras se desvanece si uno las saca de Colina Aullante.

»No creo que las viviendas estén conectadas de algún modo con las estancias sagradas —especuló la lythari—. Quizá las del alfa, o las del chamán. No estoy segura al respecto.

A Galatea le habría gustado conocer a aquella manada y ver todo lo que Aleera describía. Ahora ya no sabía si iba a poder hacerlo... en condiciones no-críticas al menos. Aquello la hacía sentir una especie de sensación fría y desagradable.

—Bueno pues diría que podemos buscarlas con el ojo desde aquí pero si se encuentra alguna puerta lo habremos malgastado. O entrar por algún sitio, esperar que la casualidad no logre que se entere todo el maldito túmulo de nuevo, y usarlo dentro para buscar en cuanto encontremos alguna zona sospechosa de esas que parezcan estar diciendo "no entrar como quien entra en su casa"—resumió—. Pero también podríamos inspeccionar primero las madrigueras exteriores por si encontramos algo o... o alguien.

Resopló por la nariz y aplanó las orejas.

—Es decir, si aún están reteniendo a alguien de la manada de la luna en algún lugar deben estar.

-¿Y por qué no buscamos la guarida de la Alfa? -sugirió Berenice, en su acostumbrada línea ingenua-. Quiero decir, nuestro objetivo es expulsar a Vakennis, ¿y si la buscamos a ella? Aunque nos tire a toda su manada encima, si vencemos, tendrán que rendirse... ¿no?

Se rascó la cabeza.

-Lo que dice Rya está bien, seguramente hayan profanado el culto a Selûne. Pero, ¿es posible que retengan a alguien en su propia madriguera? ¿Algún rebelde con el que quieran dar ejemplo? Porque en este lugar no hay entrada trasera, ¿verdad? Ni una despensita por la que colarse o un... eh... ¿sabes si conecta algún túnel inferior por aquí? Alguna cueva subterránea o algo similar.

Caminó de un lado a otro y sacudió las alas.

-Puedo ir hacia el disco de arriba, incluso Rya puede hacerlo, pero no quiero separarme de vosotros otra vez. Creo que podemos empezar por las cavernas pequeñas, a ver si encontramos algo, ¿os parece? A menos que entremos por la puerta principal, esa que tiene las columnas bonitas, pero creo que empezar con las pequeñas es mejor. No sé, solo es una idea.

Rya golpeó la plana de una mano con el puño.

A eso me refería, dijo. Creo que debemos buscar a Vakennis en las estancias sagradas, sin distracciones ni desvíos. Sojuzgarla en combate o matarla no asegura que los demás se rindan, pero les daremos un buen estacazo en la moral.

Rya miraba hacia la gran entrada excavada, rodeada de columnas. Era allí donde debía estar el templo, ¡dónde si no!, y donde esperaba encontrar a Vakennis. Ni siquiera habían visto al enemigo, pero ya sentía ese hormigueo familiar en las manos que no cedía hasta que la magia salía de sus dedos o su garrote golpeaba a un malhechor.

Galatea suspiró ligeramente, a veces tenía la sensación de que sólo Áscalon la oía. Bueno, no, Savinian le había respondido cuando le había hablado. Ya era algo.

Levantó ambas palmas como quien pide un momento.

—Estoy segura de que no soy la única que se acuerda de lo que pasó la última vez que entramos por la puerta principal de la guarida del villano de rigor armando barullo. O lo que pasó la última vez que Bere se fue revoloteando por ahí—concordó con la decisión de la oráculo de quedarse con ellas—. Kazok ya nos la lio bien grande en su momento, ahora ni si quiera sabemos si esa manada que nos pueda echar encima Vakennis son tres gatos o tres docenas. Y no quiero ser la de los memorandums incómodos, pero la Urdimbre está haciendo cosas raras con el peligro de sorpresa desagradable añadido que ello supone. Guardemos algo más de cuidado esta vez.

Señaló el túmulo con el pulgar.

—Es decir, la parte de querer ir a por Vakennis la entiendo. Lo que digo es que de nada nos sirve si alertamos a todo bicho viviente de nuevo al hacerlo. Ahora al menos podemos usar el ojo para explorar antes de entrar; aprovechemos las cartas que antes no teníamos.

Guardó un instante de silencio. Para ella la posibilidad de que retuvieran a alguien con vida era algo importante a tener en cuenta, quería inspeccionar aquellas madrigueras, pero eran unas cuantas y cuanto más tiempo estuvieran dando vueltas también aumentaban las posibilidades de que los descubriesen. Quizá iban a tener que lidiar primero con que fuera una zona hostil.