Partida Rol por web

El cielo se ha despejado y te acaricia suavemente la cara. Emieza a entrarte una modorra de la que no eres capaz de librarte hasta que te quedas dormido. Te sumes en un extraño sueño.

Estás en la sala del trono. A un lado ves unos hombres cubiertos de sombras, no menos de quince. Sentada en el trono hay una bella mujer pelirroja, con el Caliz de los shide entre sus manos. A su lado están Isabella y Ossian. De la mano de Ossian está el niño, con el mismo gesto serio y al lado de Isabella, estás tú.

En frente hay otro grupo de personas: Françoise, Lady Anna y el Rey de Castilla son visibles. El grupo que los redean tambien son sombras.

Te giras para ver a tu alrededor, y veas a lady Anna. Está en los dos bandos a la vez. Te despiertas en ese preciso instante.

Me desperezo extrañado por el sueño. Arreglo mis ropas

Marcho a comer algo, aunque la hora de comer ya ha pasado. Me muero de hambre.

Cuando llegas al comedor, el druida está comiendo solo, y la invitación de Françoise sigue en pié. Ossian podría aclararte partes de ese sueño, pero tambien es un buen momento para intimar con los montaigneses.

El sueño me inquieta más, sin cruzar la mirada con ningún montaignes, fingiendo estar absorto en mis pensamientos, me acerco a mi viejo amigo.

Le cuento el sueño, y que me inquieta especialmente el hecho de que todos estan divididos, como en dos frentes de batalla, pero que Lady Anna esté en ambas partes.

Mientras lo hago devoro una apetitosa pierna de cordero, pues no me ha quitado el apetito.

-Si esa mujer tenía el Grial, es la legítima reina de Avalon. Espero que nuestras plegarias sean escuchadas y llegue pronto a su destino. Si tu sueño se cumple, todos seremos piezas importantes de una forma u otra. Y Lady Anna... estará en los dos bandos, pero es difícil saber a cual será fiel. Lo que no entiendo es lo del Rey de Castilla, nunca ha intentado invadirnos. Extraño.- dice pensativo, mientras se acaba su guiso de conejo.

-No es tan extraño, al fin y al cabo la hechicería en castilla no esta bien vista, para nada. Y Avalon es conocida por la magia inherente a ella. Con seguridad apoyaría a Montaigne si se lo piden, pese a sus diferencias. Debemos tener cuidado.-

-¿Cómo evoluciona el chaval? Te vi enseñarle antes.-

-Pero Montaigne amenaza constantemente ocn invadirlos, y la sede del Vaticano sigue en Castilla.- valora.

-Es un chico extraño, muy serio para su edad. Con cinco años, actua como uno mucho mayor. Muy inteligente. En una pena que no sea sangre pura como tú. Podría llegar mucho más lejos. Lo que no consigo ver es su lugar en tu sueño, todas las piezas paracen relaccionadas de alguna forma, menos el. Algo impide mi visión, otra vez.- dice con la frente arrugada.

-Bueno viejo amigo, te dejo que lo pienses. Tu sabes mucho más del muchacho que yo.-

Me levanto tras terminar de comer y me marcho, ojeando la sala de baile, retomando el proposito que tenía antes de hablar con Anna.

Te coge por la mano, mantaniéndote a su lado un poco más.

-Tan vago como cuando eras niño. Ponte a pensar, tarugo. El sueño es tuya, alguna conexión deberias encontrar.- dice en tono condescendiente. Deja que te marches después del rapapolvo.

Te encuentas a Lady Anna por los pasillos, abanicándose camino de los jardines.Te saluda con una graciosa inclinación de cabeza. -Buenas tardes, sir John.-

Le devuelvo la reverencia.

-Ruego disculpe mi abrupta partida. ¿Podemos hablar ahora?-

Beso su mano a modo de disculpa y le tiendo mi brazo para pasear.

Su mano es pálida y su piel tan suave y fina como recordabas. Es una delicia. La pena es que tus labios no puedan ir más allá. Lady Anna se coge de tu brazo, perdonándote el comportamiento brusco de antes.

-Y bien, Sir John, ¿de qué desea hablar un hombre de mundo como usted con una chiquilla como yo?. De arte, de jardines...- notas cierta ironía muy sutil en su voz.

-¿Qué edad tenéis Anna? No parecéis una chiquilla. Oh, disculpad el trato familiar señora, ha sido un desliz. No puede evitar fijarme anoche en que no sois una mujer superficial, obsesionada con la moda o los peinados. Por eso acudo a vos a pediros consejo. Estoy en una competición, con el señor Françoise, una competición amistosa, por supuesto, en la cual va ganando él. El siguiente paso es, y me temo que eso no mejorará mi fama a sus ojos, mi señora, seducir a una mujer a elección del otro. No me malinterpretéis, no quiero proponeros a vos, sino que me ayudéis a elegir a una afortunada dama, para ser el objetivo de Françoise. Una dama sin compromisos, libre, pero tampoco una mujer fácil, pues Françoise es bello. ¿Se ocurre algún nombre, Lady anna?-

Acompaño mi diatriba con ademanes y gestos suaves y armoniosos. expreso emoción por la competición, pero no en exceso, así como preocupación por escoger a la mujer adecuada, no para vencer, sino para que sea justo.

Sonríe ante tus alabanzas hasta que sacas el tema de la competición.

-Tengo diecisiete años. Sir John. Y me temo que esta vulgar apuesta no hará mas que afianzar su fama.- dice con desagrado -una de mis doncellas, Silian. Es una chica sencilla que rara vez se deja llevar por la lujuria. Lo cual no quiere decir que no lo haya hecho ya. Y es libre.-

Se sube de un salto al columpio, balamceándose suavemente. Al estar más baja que tu, puedes ver sin problema parte de sus pecho.

-Oh, no. Debe ser una dama noble. Pues una doncella puede verse obligada por la posición de un noble. Veo que te desagrada, y lo siento. Ya os conté el por qué de mi fama, mejor dicho, de mis actos. La fama la crean los envidiosos. Sois libre de juzgarme como deseeis. Es una competición como cualquier otra, de esgrima...cetrería...arco....Yo no haré promesas de amor para incumplirlas, eso nunca lo he hecho, ni nunca lo haré. Disfruto yaciendo con una mujer hermosa, así como ellas disfrutan conmigo, pero jamás he roto un corazón, pues de antemano saben que no las amo, solo las deseo. Si alguna vez supiera que una mujer me ama, y yo no la correspondo, no compartiría su lecho, puedes creerme.-

Le entrego una bella flor que crecía junto al árbol.

-Así pues, si no os desagrado, ¿Me concederéis este baile?-

-¿Una dama noble?. Busque en el baile, esta noche. Las damas solteras protagonizarán una pequeña obra. Puede que sea de su agrado. Yo tambien participaré pero, desde luego, ni se le ocurra incluirme en su jueguecito.-

Se baja de un salto del asiento,como ayer.

-Y no me desagrada, Sir John. Al menos usted es sincero. Bailemos, pues.- dice con una misteriosa mirada.

Su rechazo completo a vuestro juego y su integridad hacen que te preguntes como será cuando la pierda.

-Veréis, Anna. Oh, de nuevo, lo siento ¿Le importaría si prescindimos de los títulos? Siempre me ha resultado un engorro que me traten de sir. Este último año se ha puesto de moda en als cortes de Montaigne, muy recientemente, esta baile, no creo que lo conozcáis aún.-

Bailo con ella guiándola en un baile muy subido de tono, el cual solo bailan los jóvenes devido a el esfuerzo que requiere.

-Por supuesto, no pensaba incluiros, me revelasteis vuestra virginidad, así pues no soltaré a un lobo tras un cordero.-

Al terminar el baile, recojo la flor caida, y la coloco en su pelo, besando su mano a continuación.

El baile es atrevido y su cuerpo, con su sutil aroma, está demasiado cerca. Tu cuerpo empieza a reaccionar con la cercanía del suyo. Cuando acabais de bailar, los colores se han subido a la cara de Lady Anna, que parece feliz. Deja que le pongas la flor en el pelo.

- Aunque lo soltaseis tras de mi, no conseguiría nada. Lo haré con la persona que yo desee, no con un engreido montaignes pagado de si mismo.- dice con decisión -y eso si será elección mía. Y me temo que, al menos de cara a la corte, me seguirá llamando Lady Anna. Y yo a usted Sir John. Pero puede llamarme Anna cuando estemos a solas.-

-Por supuesto, Anna. ¿Que te ha parecido el baile? ¿Crees ser capaz de ponerlo de moda en Avalon?-

Le ofrezco mi brazo para regresar a los salones.

Una vez allí trato de seleccionar una dama adecuada para Françoise.

-Lady anna, que problema tenéis con los "Montaigneses engreidos"?-

-Ya se que a vos os gustan, sir John, pero no tengo un problema con ese tipo de personas, tengo dos. Son montaigneses y son egreídos. Me temo que vuestro querido amigo Françoise me desagrada. El y su séquito de palurdos deberían volverse a su pais. Si, se que tambien es mi  pais por ley, pero me he criado en Avalon. Montaigne no significa nada para mi.- dice de forma atrevida.

Son una confesiones muy osadas viniendo de una joven que está pronta a desposarse.

-También hay cerdo arrogantes en Avalon o Vodaccio. ¿Por qué ese odio hacia Montaign? No me malinterpretéis, no defiendo a nadie, solo es pura curiosidad.-

-Sabed, Lady Anna, que si alguien os ofende, Rey o plebeyo, hayaréis en mi a un ferreo defensor. ¿Alguno de ellos os ha ofendido?-