Partida Rol por web

Vamos a ello entonces. Susurra

Mi señor se siente sumamente ofendido con algo... Algo que, por medios màgicos le hizo saber una adivina. Puedo decirles que, donde otrora un templo se alzò, hoy un insulto a su persona tiene lugar. Sòlo sabe que hoy ese lugar està enterrado, y que una mazmorra màs que un sitio de culto parece. Hay peligro, segùn le dijo la anciana, pero no mucho más que eso... Quiere en primera instancia que averiguen qué ocurre allí abajo. Luego de eso, negociaremos otro contrato. ¿Què opinan? Cincuenta dànteres a cada uno, es decir, cincuenta pequeñas perlas.

Cita:

Duerman bien esta noche, mientras cierro trato con los demàs auxiliares. Mañana temprano pueden encontrarme aquì mismo y partir rumbo al encargo.

"Me pregunto qué estará actuando en esa mazmorra..." - pienso, inevitablemente intrigado. Desde luego, aceptaré ese trabajo.

Me giro hacia Arshade, observo un momento su cayado y después vuelvo a mirarla a ella.

- ¿Queréis que os ayude a llevar el cayado hasta vuestros aposentos? Parece algo pesado...

Muchas cosas para resolver y algo me decía que eso no sería lo menos pero no importaba, estaba interesada y eso era lo único que debía importarme. Miré a Nathan a los ojos y sonreí.

-Mmmm, el cayado sólo podréis cargarlo si me cargáis a mí-dejé escapar una sonrisa,-pero en cambio-le tendí mi bolso,-podéis ayudarme con esto.

Le guiñé un ojo y me volví al desconocido.

-Dormiré como una reina. Buenas noches.

Sonrío a Arshade tras escuchar su respuesta.

- Podría cargar con vos sin ningún problema, pero seguramente ambos pasaríamos mucha vergüenza si nos vieran los demás... - bromeo en voz baja, ofreciéndome después a llevarle el bolso.

Me giro hacia el desconocido, y con una reverencia me despido.

- Hasta mañana, señor

Mejor asì contesta a sus palabras el contratista Mañana estarè aquì. Nos veremos para ultimar detalles y presentarle al resto del "equipo".

Con mucha educaciòn inclina la cabeza

Tengan buenas noches. Y gracias.

-No lo dudo, mi señor, no lo dudo.

Respondí a sus palabras en el mismo tono bajo y miré en derredor a nosotros, había algo que no estaba del todo en su lugar pero no sabía bien qué era. Quizás el cansancio hacía que pensara cosas que no eran. Comencé a subir las escaleras, sabiendo que Nathan estaba detrás mío y cuando por fin encontré la alcoba mercader, me volví al joven paladín.

-Seamos sinceros: Todo esto es muy extraño ¿o no? Pero claro-sonreí empujando la puerta y poniendo el cayado dentro.-La paga es buena, por demás sugerente. Bien, no voy a haceros sufrir más cargando mi bolso...

Hice una mueca traviesa y me despojé de la capa poniéndola en mi brazo derecho, extendiendo la útil para pedir mi bolso como una niña.

Sonrío a Arshade y le devuelvo su bolso cortésmente.

- No ha sido ninguna molestia, señorita - después me pongo serio, para tratar el asunto - Ciertamente es extraño, y me intriga. Pero, la verdad sea dicha, mi bolsillo empieza a estar muy ligero y no me gustaría tener que luchar en paños menores.

Suelto una carcajada, antes de hacer un ademán por retirarme a mis aposentos.

- Si no necesita usted nada más...

Sonreí, Nathan era agradable y para nada soberbio y eso siempre era de agradecerse, especialmente en algunas especies. Además, parecía que tenía las cosas muy claras.

-Tenéis razón, a mí tampoco me gustaría... Si vamos a hacer esto juntos, quizás algún día os deje llevar mi cayado.

Le guiñé un ojo y me aparté del umbral de la puerta sujetándola para que no se cerrara.

-Supongo que así como necesitar, no... No, soy una vieja maga y necesitamos pocas cosas realmente-dije con un tono jocoso apenas perceptible.-Tantas noches bajo el cielo, hacen que el encierro de pronto parezca más que un placer, un castigo...

Miré adentro de la habitación y luego pensé que le estaba haciendo perder su tiempo.

-Lo siento, debéis estar cansado para tanta charla. Gracias por subir el equipaje-le guiñé un ojo.

Me quedo extrañado al oir a Arshade.

- ¿Vieja maga? No lo aparentáis en absoluto, os veis joven y bella.

Cita:

- Esta habitación no me parecería una mala prisión, pues la mía es algo más pequeña e incómoda. Aunque es mejor que estar en la intemperie vigilando que no me embosquen un grupo de bandidos orcos - no puedo evitar soltar otra risotada - Y no hay nada que agradecer, es lo que un caballero debería hacer.

Esbozo una sonrisa y me dispongo a retirarme, pero por algún motivo percibo que ella podría querer hablar un rato. Y lo cierto es que no tengo sueño.

- ¿Le importa si me quedo un rato? Es que no tengo sueño y, o me pongo a rezar a Tyr, o tendré que dar vueltas sobre la piedra que me han puesto como colchón

Enarqué una ceja, divertida, en realidad no recibía muchos halagos o quizás era que no solía hablar tanto con nadie jamás pero lo cierto es que había conseguido agregar más rojo a mi rostro.

-Soy joven pero no os fiéis, a veces las apariencias engañan...-caminé hasta la cama, estaba tibio adentro.-¿Queréis pasar? Emmm, digo... La estancia es suficiente grande para los dos y esta noche he podido darme este lujo, quizás sea buena idea compartirla con un ¿amigo?

Esa palabra la había usado muy pocas veces, incluso cuando volví al pueblo para sepultar a mi madre, no había tenido oportunidad de hacerlo y se sentía raro usarla, especialmente con alguien a quien apenas conocía.

-No me hagáis caso, es la edad que me hace decir cosas tontas. Los viejos no deberíamos andar solos por la vida porque conversar es lo que mejor se nos da-bromeé ampliamente dejando la capa sobre la cama y me senté, invitándole con una mano a cerrar la puerta y sentarse a mi lado.-Venid, está agradable aquí, luego podréis decidir si mi invitación es demasiado o sólo una oportunidad para dormir en una cama de paja y sin que los orcos os molesten.

- Sí, seguro que es mejor que mi cama - rio, mientras entro en la habitación.

Al tomar asiento no puedo evitar sentirme un poco incómodo, ya que nunca había estado a solas en una ahbitación con una mujer, aunque tengo claro que Arshade no tiene ese tipo de intenciones, o al menos eso es lo que creo.

- Joven o vieja, eso es lo de menos - asevero, con un poco de nerviosismo.

-Tengo 19 años-dije de pronto con seriedad y me senté recargando la espalda en la pared.-Depende de con qué ojos me quiera ver el mundo, os aseguro que no me ven con los mejores.

Sonreí.

-Pero supongo que tampoco estoy muy preocupada por ello, cuando vivís sólo con vuestra madre hasta una cierta edad y luego marcháis con un mago enojón y barbudo, lo de menos es lo que piensen de uno los demás.

- ¿A qué edad os separásteis de vuestra madre? - pregunto con interés, sin darme cuenta de que igual estoy siendo demasiado atrevido

-Tenía 14 años entonces... Volví cuando tenía 16 pero fue tarde. Como sea, fue lo mejor.

Al menos el enano había puesto el fuego a crepitar antes que entraramos y eso me gustaba mucho, ver el fuego era como ver oro en movimiento.

-Si no, no estuviéramos esta noche aquí... ¿Y vos? ¿Qué hay de vuestra historia?

- Yo nunca conocí a mis verdaderos padres. Siendo un crío fui encontrado y adoptado por un paladín retirado a quien considero mi padre, me educó correctamente y terminé siguiendo la senda del paladín. Cuando me ordené, decidí viajar en busca de mi misión. No hay mucho más en mi vida, aparte de que nos costaba hacer entrar en razón a aquella mula terca. Mi padre se hizo granjero. Me temo que no hay demasiado misterio acerca de mí, aparte de mi verdadero origen, el cual hasta para mí me es desconocido - trato de sonreir, pero temo que mi respuesta no sacie la curiosidad de la joven muchacha

-Quizás fue lo mejor-dije sopesando lo que me había contado pues él no parecía entristecido de no conocer a sus verdaderos padres.-Digamos que todo en este mundo tiene una razón de ser, así que encontrar a vuestro padre tenía que suceder y que fue lo mejor para vos. Como no conocer al mío, fue lo mejor para mí... O eso quiero creer. No me importa, ya podría ser un enano que a mí no me importaría. ¡O un elfo! ¡Así tendría graciosas orejillas puntiagudas!

Estaba sonriendo pero no porque quisiera mentirle a él, creo que siempre me mentía en ese aspecto a mí misma y aunque no quería, la ironía de mis palabras se podía sentir siempre que versaba algo así.

Empecé a mostrar tristeza.

- Yo... muchas veces me he preguntado quiénes eran mis padres, por qué me abandonaron o qué les pasaron para que tuvieran que dejarme solo... por más que intento recordar, soy incapaz de... de... - empiezo a atormentarme, siento como si tuviese algún recuerdo oculto, pero era incapaz de acceder a él

-Genial, lo he vuelto a hacer...

Lo miré, sabía que no le gustaba hablar del tema o que quizás había metido demasiado las narices donde no debía.

-Bueno, no soy buena con esto porque yo realmente guardo un cierto rencor a cualquiera que fuera mi padre pero quizás y sólo quizás, no os abandonaron. Quizás les sucedió algo o tuvieron que entregaros para salvaros de algo... No sé, yo he visto muchas cosas en los caminos, creedme.

Hice un ademán de tocar su mano pero no llegué a hacerlo, no quería molestarlo.

- Lo sé - respondo, esforzándome en sonreir y tranquilizar a Arshade - Tranquilizaos, no es nada.

Dedico a Arshade un guiño. Estoy más sereno en ese momento. Posteriormente cojo un cojín, lo pongo en el suelo y me tumbo para seguir la conversación más cómodamente.

-¿Hace cuánto llegasteis?

Me acomodé en la cama, boca abajo para poder mirarlo y seguir la conversación. Había momentos en que me sentía con demasiada fuerza, como si hubiera otro cuerpo dentro de mí que no estuviera agotado o hambriento.

-Si en algún momento digo o pregunto algo fuera de lugar, no dudéis en callarme, suelo hablar demasiado. Poca consciencia de mago, diría mi maestro.