Partida Rol por web

- Llegué ayer mismo, acompañando a un sacerdote de Tyr que encontré por la voluntad de mi dios, o por mera casualidad. Y no os preocupéis por las preguntas, salvo si son demasiado atrevidas - me encuentro extrañamente despierto, sin atisbo de sueño

-No, las preguntas atrevidas me las dejé en la otra capa. ¡Esperad, no, están en ésta!-sonreí con naturalidad.-¿Realmente creéis que encontremos algo interesante en esta nueva aventura? ¿Cómo serán los otros compañeros? ¿El enano os trata bien?

- "Parece que ha sido una buena idea quedarme con Arshade. Es divertida, inteligente, hermosa... ¿eh? ¡Espera!" - sacudo la cabeza bruscamente, como queriendo quitarme de encima algo - "¡Quieto, tiarrón! El deber es el primero, aparta las locuras de tu cabeza..."

- Perdone... - esbozo una sonrisa - Yo sólo espero poder hacer el bien cuando es necesario. Sobre los otros compañeros, no creo que puedan mejorar la presente compañía

No era difícil sentirse a gusto en su compañía, aunque los humanos normales jamás habían sido mi debilidad, Nathan empezaba a serlo por el hecho de que parecía ser uno de los buenos. Era obvio, su oficio lo decía todo.

-No me pidas perdón por distraerte, a mí también me gusta viajar algunas veces sin usar el cuerpo, sólo la mente y te sorprendería lo mucho que uno consigue en estos viajes-dije sin darme cuenta que había dejado de hablarle de usted.-Sé que harás el bien, tus ojos me lo dicen pero aún si alguien supera mi compañía, avísame, le convertiré en sapo o rana, según se preste.

Sonreí con malicia.

-Yo creo que ambos vamos a encontrar muchas cosas, quizás finalmente tú encuentres tu misión y cuando eso suceda, será un placer ser testigo.

- Créeme, a veces la realidad supera a la mente... una vez acompañé a mi padre para comprar unas semillas en Neverwinter, y nos cortó el avance un dragón dorado... resultó ser ese dragón un viejo amigo de mi padre de cuando él era joven. Estuve 2 horas largas escuchando las batallitas que se contaron ambos...

-¡Un dragón!-me incorporé en la cama.-¡Vaya, eso si es de lo que no he visto en mi vida! ¿Ves? Esa es una de las razones por las cuales me gustaría ser verdaderamente vieja.

Sonreí doblando ambas piernas sobre la cama.

-Debe haber sido divertido...

- No todos los dragones son buenos como era ese. Mi padre decía que los dragones suelen ser avariciosos, sedientos de poder y arrogantes, y que es preferible no encontrarse con ninguno a no ser que quieras morir chamuscado. No hace falta ser viejo para eso. Yo con 17 años conocí a uno.

Sonrío ampliamente, observando la cara de interés de su compañera.

Sonreí ante sus palabras, había algo en él que me gustaba y creo que era esa manera sencilla, amable y sin malicia que tenía de decir las cosas.

-Puede ser que tengas razón... Si alguna vez veo alguno siendo aún joven y fuerte, te lo contaré. ¿Qué edad tienes?-volví a acomodarme en la cama boca abajo y con el mentón sobre las manos.-Sé que viejo no eres pero... Eso de calcular no es lo que mejor hago...

- Tengo 20 - responde, acomodándose el cojín

-Si, se notaba que eres joven. Más que yo...-acoté con una sonrisa.-Nathan..., quizás esto sea más que una simple manera de ganar dinero.

- No lo sabemos con certeza, pero espero que mañana se desvele algo más - digo, mientras me pongo de lado mirando hacia la chica - Eh, me toca preguntar. ¿En vuestro viaje buscáis algo en concreto? Aparte de tener aventuras, conocer dragones...

Remarco lo de los dragones por la anécdota que conté antes, con una sonrisa traviesa.

Me quedé pensativa unos instantes, mirando a Nathan a los ojos pero pensando en otras cosas. Luego respiré profundo y me decidí a responderle.

-Mi maestro ha hecho todo lo que ha podido conmigo, ahora me toca a mí terminar de labrar mi fama y encontrar todo lo bueno que está dentro de mí y lo malo, así me deshago de ello. Pero no... No busco nada más... Supongo... Eso... Creo.

Bajé la mirada verde un momento y luego volví a mirarlo.

-Supongo que no es eso a lo que se refería el desconocido... Finalmente creo que equivoqué el oficio, debí haber sido duquesa, condesa o algo así, alguien aburrido que nunca saliera de casa pero que no tuviera ningún sobresalto-dije con una sonrisa irónica.-Suerte que para eso no se estudia, ¿eh?

- A mí me parecería una vida insustancial - maticé, serio - Ellos suelen no darse cuenta de las cosas verdaderamente importantes y que realmente llenan la vida de uno. Tú buscas vivir aventuras y enriquecerte con la experiencia. Buscas adquirir conocimientos. Me parece muy apropiado y acertado que seas una maga, sinceramente. Siendo una duquesa dudo que pudieras vivir ese tipo de cosas.

Vuelvo a sonreir posteriormente.

-Quizás tienes razón, no lo niego pero muchas veces me sorprendo a mí misma pensando qué sería de todo cuanto soy si hubiera vivido otra vida. Si hubiera sido la hija de un matrimonio consumado, si no hubiera tenido que huir prácticamente del lugar que me vio crecer-cerré los ojos unos instantes y luego volví a abrirlos, mucho más tranquila.-Pero como ya te he dicho antes, las cosas suceden por algo, sólo me arrepiento de no haber sido un poco más flexible con mi madre, ella... En fin, no, tristear no se me da bien.

Le guiñé un ojo y sonreí. Era un hombre interesante, con valores, total, un paladín y me agradaba, demasiado en realidad.

- Es normal que te lo preguntes, yo también lo hago - me recuesto en el cojín y bostezo. Empieza a aparecer el sueño - Vaya, parece que al fin me está entrando sueño.

"Parece que finalmente voy a dormir sobre algo duro... jajaja"

Noté que el cansancio hacía presencia en mi nuevo amigo.

-Hey, no es... Bueno, si vas a dormir en el suelo, mejor era dormir en tu propia habitación. Prometo que soy una mujer decente y puedes dormir a mi espalda. No molesto, duermo como un bebé.

Me recosté del otro lado de la cama y sonreí amable, era verdad, el ofrecimiento era raro pero sincero.

Lo cierto es que no caí en ese detalle, y ante la propuesta de mi compañera no he podido evitar sonrojarme.

- No sé si es... esto... lo... lo correcto... - empiezo a tartamudear torpemente. Nunca me había visto en una situación así.

-Hay muchas cosas en la vida que no son correctas y suceden, no va a pasar nada porque compartamos una cama completamente vestidos pero, no voy a tentar a la suerte y mucho menos a presionarte-le sonreí.-Si prefieres el duro piso...

Tras dudarlo un poco y mirar un momento el suelo, decido finalmente hacer caso a la sugerencia de la muchacha, no sin timidez. Se me escapa una risa nerviosa mientras me echo en un lado y me acomodo. Lo cierto es que el colchón es increíblemente confortable.

Acomodé mis dos manos bajo mi sien izquierda y sonreí al sentirle sobre la cama, sin tocarnos y sin pensar en mucho más, cerré los ojos y esa noche esperaba poder dormir sin pesadilla alguna.

-Buenas noches, Nathan.