Partida Rol por web

Si bien apenas puedes verlo, no habría sido posible caer en tal detalle de no ser por la indicación que, discretamente les hiciera la enana... Por su parte, Nathan no parece haber visto nada, ni haber aprendido a manejarse con disimulo en su vida... Puesto que sus palabras son oídas por toda la concurrencia.

Puedes notar mirando al semiorco que, sus uñas estan cuarteadas... Recientemente cuarteadas... Y, bajo las de la mano izquierda, ademàs de la mugre esperable, ves fibras... Fibras como ¿pelos? y por si fuera poco rojizos rastros de... sangre?

Mi mirada se clavó en un sólo punto, no me distraje aún con la respuesta de Nathan y acto seguido, me acerqué más a ambos.

-Atentos, esto no me gusta nada... Podría equivocarme pero ya sabemos que los orcos no son de fiar. Y si me equivoco, sería la primera vez-no pude evitar bromear.-Creo que tiene rastros de sangre en las uñas, lo cual no sería raro pero...

La enana miró a Arshade con cara de haba. ¡Roca del amor hermoso! ¿Qué tenían los humanos en lugar de cerebro, piedras?

Durbara carraspeó.

--Sí. Eso es lo que acabo de decir --murmuró.

- En mi caso, una mente adormilada aún... - murmuro, a modo de excusa. Vuelvo a mirar al semiorco, y después me vuelvo a girar hacia Durbara - La cosa es que no tenemos pruebas de nada, no podemos sentenciarle sin más. No sería justo, e iría en contra de lo que defiende Tyr. Por mi experiencia, no todos los semiorcos son perversos.

- De todos modos - continúo, ya con semblante muy serio - si trabajamos con él, no le quitaré un ojo de encima, al igual que pensaba hacer con los demás. No voy a tolerar pillerías ni injusticias de ninguna clase a nadie, aunque seamos compañeros.

Tras dejar claro eso último, dedico una mirada al bárbaro, viendo cómo engulle.

"Madre mía, creo que me van a dar mucho trabajo..."

El semiorco, ajeno a la charla entre el paladín, la enana y la hermosa pelirroja, se rasca la cabeza ante la pregunta del clèrigo

¿Matar...cosas? Contesta, y mira al bàrbaro como sonriente por haber dicho algo inteligente.

La puerta se abre, dejando entrar nuevamente el sol matutino y es nada menos que su contratista quien ingresa por la misma.

El mismo, antes de cerrar la puerta, da un vistazo general al salón central... Hace una mueca con la boca, y luego un gesto con la cabeza a modo de saludo.

Camina rápido, sin perder la elegancia hasta la cabecera de la alargada mesa, y allí toma una silla para sentarse en la punta.

Buenos días. Me es grato saber que están casi todos los miembros del "equipo". Han hecho bien en comenzar el desayuno. Prosigan por favor...

Dice al tiempo que mira a cada uno con atención no disimulada.

   Durbara bufó. Lo cierto es que la presencia de semiorco la había quitado el apetito, y la había puesto de muy mal humor. Con una cara de completo desagrado le echó una mirada al representante de su patrón.

   --¿Aceptáis orcos en vuestras filas? --inquirió con un tono seco. Si ese pisaverde se pensaba que era una mercenaria sin escrúpulos, capaz de trabajar con la escoria de la ciudad, estaba muy equivocado.

Tras las palabras de Durbara, miro hacia el misterioso personaje, guardando silencio y esperando su respuesta. Tengo muchas dudas sobre la naturaleza del trabajo y, pese a que no me gusta juzgar previamente a nadie por su raza, las advertencias de mis compañeras me habían hecho despertar más dudas. Por ello es mejor que de momento guarde silencio y vea cómo transcurre la cosa.

Alexis estaba sonriendo ante la frase de su compañero el semiorco, no lo conocía hacía mucho, pero sin saber muy bien por que, empezaba  a apreciarlo...

 - Si amigo... Para eso estamos aquí...

La frase de Alexis se ve interrumpida por la aparición del contratista que por fin hace acto de presencia, desde su posición lo ve entrar y sentarse como si nada, después de mencionar que por lo visto aún falta gent por llegar, el bárbaro se preguntaba para que necesitaría a tanta gente si solo necesitaba información... Bien no era asunto suyo, haría lo que habían hablado sin preocuparse de nada mas, ese no era su trabajo...

Acto seguido escucha la desafortunada frase de la enana, y aunque era sabido que las dos razas apenas se podían ver, el bárbaro sabía que un insulto no podía quedar impune, y si el semiorco optaba por enfrentarse seguramente lo apoyaría, pero echó un vistazo para ver como reaccionaba este, mientras de reojo miraba con algo de reproche a la enana…

El semiorco ni siquiera presta atención al contratista cuando este les habla... Pero las palabras de la enana le hacen dejar su comida y mirarla con cara de asombro... Impropia de lo esperado... Parpadea y mira ahora sí al desconocido contratista

Y semiorcos? Crotar querer comida y oro...

Dice con inesperada preocupación

Y jarras con cerveza...

La curiosa reacción del bobina verdozo no hace más que romper el escudo de elegante frialdad del contratista HA HA HA HA Estalla en una portentosa carcajada, para luego carraspear y mirar a la indignada enana

Claro que se aceptan señora. Los escrúpulos de mi señor transitan por un camino distinto al de la intolerancia y el xenofobismo. Pero por favor, no os agiteis innecesariamente. Dice para romper el tenso momento generado Mi nombre es Ra´s. Sería de un pragmatismo interesante pasar a lo que importa... La misión.

Hace un pequeño impaz para comer un trozo de fruta con exquisitos modales

En una u otra medida les he informado a todos cual es el meollo del asunto. A cierta distancia de esta ciudad se encuentra bajo tierra una edificación que en el pasado fuera un templo... Mi señor ha sido informado por una adivina que en el mismo hay un insulto insoportable a su honorable persona, sin embargo, la naturaleza del mismo no le ha sido revelada! Y es eso lo que ustedes habrán de investigar. Pestañea repetidamente, como queriendo espantar algún insecto que, resulta invisible por el mero hecho de no existir. Se los ha contratado por estar...Impregnado de peligros según las revelaciones, la "casa de la afrenta"...¿Preguntas?

   --De modo que soy una intolerante por tener reservas para trabajar con criaturas crueles y mezquinas, y vuestro patrón es muy tolerante al sentirse insultado por algo bajo que sucede bajo tierra y que ni siquiera sabe lo que es. Interesante.

   Durbara negó con la cabeza y se cruzó de brazos, paseando la mirada por el resto de compañeros. Se preguntaba si sería la única que tenía la sensación de que el asunto empezaba a enturbiarse.

   --¿Por qué tengo la sensación de que no nos estáis contando todo? Nadie, por muy rico que sea, paga una expedición de aventureros armados a un lugar remoto basada en la charlatanería de una adivina de feria. Y si emplea conjuros de verdad, sabrá más detalles que los que nos habéis dispuesto aquí. Si pensabais que con lo que nos habéis contado nos pondríamos en marcha... bueno, deberíais haber reclutado más orcos descerebrados.

La pregunta de la enana crea un ambiente algo tenso en la mesa. Que aunque su contratista trata de quitar importancia, no lo logra del todo. Es de sobra bien conocido el odio entre los enanos y los orcos, al igual que entre los elfos y los drows. Pero el pobre infeliz que está ante ellos es un semiorco. Puede que fruto de alguna violación y que realmente no tiene la culpa de lo que es.

Lo cierto es que las circunstancias de los encuentros cambian mucho las cosas. Seguramente si se lo hubiesen encontrado en el bosque, junto a más parientes suyos, hubiese reaccionado de otra manera. Pero en la situación actual no podía menos que aceptarlo como a uno más de la expedición.

Expedición que por otro lado no acababa de convencerle.

Haya paz por favor. Mi estimada Durbara, no creo que en un lugar como el que nos encontramos sea aconsejable enfadarse con alguien sólo por ser de una raza que no suele ser bien vista en otros lugares. Si habeis visitado la ciudad habreis visto como incluso los guardias son semiorcos.

En cuanto a la misión. Sí que es cierto que exceptuando el "insulto" a la persona del barón no sabemos nada más. Al menos podríais decirnos cual ha sido ese "insulto" que ha causado tanto revuelo y por el que todos nosotros debamos ir a investigar.

Escucho atentamente las reacciones ante las palabras de Durbara, y los detalles poco aclaratorios sobre la naturaleza del trabajo. Reflexiono por un momento, pensativo, antes de responder.

- Estoy de acuerdo con el clérigo del Caballero Rojo. Necesitamos más detalles al menos para saber qué investigar con mayor precisión, y conocer la naturaleza de ese insulto. En caso contrario preferiría continuar buscando mi "misión".

Acto seguido dedico una mirada a Durbara. Es muy conocida la animaversión que sienten los enanos hacia los orcos, pero considera una injusticia tachar a alguien por su raza. Se pregunta si no habrá nada más detrás de ello... ¿la ciudadela de Felbarr? ¿O habrá perdido a alguien cercano a manos de los orcos?. Por ese motivo me arrimo un poco a la enana para hablar con ella en voz baja.

- No pretendo reprochar nada ni darte ningún sermón, pero déjame comentarte que yo no juzgaría prematuramente a nadie. Menos aún a alguien fruto seguramente de una violación de la que no tiene ninguna culpa. No debemos marcar a nadie como buena o mala solo por su apariencia. Y de eso sé un rato, que he conocido a un kóbold bardo hace unos meses, cuando inicié mi viaje.

Poco después pienso en ese kóbold.

"Me pregunto si no se habrá metido en más follones... espero que no se lo haya zampado su amo"

   No seas ingenuo --fue el primer pensamiento que le pasó a Durbara por la cabeza. Pero en realidad le había caído bien el paladín, y su padre era amigo de su familia. Aunque el tema en particular la crispaba los nervios, se esforzó todo lo que pudo por no pagar su malhumor con él.

   --Si parece un animal, se reproduce como un animal, huele como un animal y gruñe como un animal, es que ES un animal --siseó en voz baja pero en tono encendido--. ¡Por todos los dioses enanos en sus tronos relucientes, ni siquiera los animales matan de forma tan gratuita como ellos! Vivís en el Norte. Sabéis la plaga que son allí, y la amenaza continua para Silverymoon, Waterdeep, Noyvern y todas las demás ciudades. Que una sociedad los admita no habla de su progresismo, sino de su decadencia. ¿Es una sociedad mejor y más civilizada porque admita orcos, drow, contempladores o demonios?

   Hizo un gesto rotundo con los brazos.

   --Yo creo que no.

- Pero él no es un orco... es un semiorco, tiene una parte humana, y el cómo sea depende de como se haya educado. Los orcos no tienen una sociedad como la nuestra y por eso actúan así... la cuestión es si el semiorco se ha criado con humanos o con orcos, y el cómo le han criado... pero claro, ese debate puede hacerse eterno... - me quedo callado unos instantes, pensativo. Inmediatamente después me pongo serio - Perdóneme si soy entrometido, pero es que se me ocurren mil razones por las que podrías odiar a los orcos, excluyendo la xenofobia... ¿Es esto por lo de la ciudadela de Felbarr? ¿O alguna mala experiencia con ellos? Mire, Durbara, si no quiere hablar, no importa, lo entiendo. Lo personal debe ser personal...

   Por la manera en que Durbara tensó la mandíbula al escuchar nombrar "Felbarr", Nathan pudo notar que había dado en el clavo. Apretó los puños y los labios de tal manera que parecían sellados y nunca más iban a volver a abrirse.

   --A veces me pregunto hasta qué punto su herencia humana los redime o los condena --espetó con brusquedad. 

   Aunque inmediatamente supo que había metido la pata y que había acabado pagando su malhumor con el paladín no dijo nada más. Volvió su rostro hacia el contacto de su patrón y fingió que no le importaba.

Nada más mencionar Felbarr vi el gesto que hizo la enana y su respuesta brusca

"Creo que no debí preguntárselo..."

Finalmente decido dejarlo estar. Fue una metedura de pata por mi parte, para los enanos Fulbarr es muy importante y es normal que odien tanto a los orcos. Mi padre ya me lo contó poco después de encargar esa daga enjoyada al hermano de Durbara.

- Lamento haber sacado el tema... - le digo a la enana, cuando ésta se gira hacia los demás.

Después vuelvo a dirigirme a los demás, algo decaído

Pueden ver como el paladìn y la guerrera cuchichean entre si... Asimismo, el contratista niega con la cabeza Veamos, dice obviando las argumentaciones de Durbarà para seguir con las preguntas que tanto paladìn como clérigo hacen nadie está obligado a participar de la presente, y quién quiera retirarse puede hacerlo sin más... De hecho, espero que os caiga bien lo ingerido a costas de mi Señor. Sin embargo, he de explicarles que no se trata de una adivina de circo, sino de una poderosa driada que habita las cercanías del feudo de mi Señor, en Windspear... Sus poderes SON enormes, y si acaso nada màs puede informar, como ha informado en el pasado a mi señor, es porque otrora un lugar de culto era el mentado sitio, y es energìa divina la que impide mayores precisiones. Sobre el asunto de pagar a una partida de aventureros... Pues, sepan que, lo que se les paga  va un poco por sobre lo que se esperarìa acorde a vuestras "habilidades", puesto que se paga evidentemente reserva. Y cuanto les parezca mucho a ustedes, a mi señor le significa, lo justo... Pero es con todo, un individuo que respeta mucho su imagen, y que esta sea respetada... La imagen de un noble es casi tan importante como sus arcas... Credito, viene de credere... En fin. Vuelve a negar con la cabeza Veinticinco dánteres por adelantado, les indico la localización de la entrada al templo subterraneo, ingresan, investigan a fondo el sitio hasta encontrar què puede ser lo que importuna la imagen de mi señor, cuál es el insulto, y vuelven aquí... Acorde hagan uso de sus "capacidades" con criterio, veremos si a vuestra vuelta un plus os concede mi Señor por desempeño... Quiero decir, no duden en actuar como consideren oportuno... Los que finalmente vayan, claro está...