Partida Rol por web

Al parecer habíamos llegado al primer punto de descanso, y sin matarnos los unos a los otros. Eso en sí parecia todo un logro en vistas de cómo fue el inicio del camino.
Magnus había estado más bien silencioso, metido en sus asuntos. Resultaba curioso cómo por una simple carta había acabado en un grupo camino a un antiguo templo. Le recordaba a esas historias que le contaba Noa a la luz del fuego. Estaba viviendo su primera aventura propiamente dicha.
Desde luego el Caballero Rojo obraba a veces de manera misteriosa. Pero estaba seguro de que si se encontraba en este lugar era para algo bueno.

Al llegar al rio rellenó su odre de agua. Todavía no estaba ni por la mitad, pero siempre era mejor tenerlo a punto. Más vale prevenir que curar, como siempre le gusta decir a Nora.

Al parecer algunos integrante del grupo eran ya buenos amigos. Parecia ser  el caso del paladín y la maga. También la enana parecia entrar dentro del minigrupo. El barbaro y el semiorco también parecian hacer piña. Los únicos solitarios eran la semielfa y él.

Bueno, esperaba tener tiempo de acabar conociendoles a todos mejor. Esperó unos minutos a que recuperaran el resuello, los que lo necesitaran y despues se levantó de nuevo.

Bien gente. Deberíamos continuar un poco más antes de hacer una parada larga. Cuanto más avancemos con luz mejor.

Durbara resopló con mal humor ante el comentario de Arshade.

--Como si me importara un ardite vuestros cotorreos... --dijo levantando la nariz y marchándose al riachuelo cantarín a imitar a sus compañeros y rellenar el odre.

Durbara había bebido mucho agua durante el camino. Acostumbrada al gélido clima del norte este calor la aplastaba y la ponía de un humor terrible. Claro que Durbara vivía malhumorada.

Tras pegar refrescarse el gaznate y enjugarse el sudor de la frente, se dedicó a observar al clérigo del caballero rojo con mal disimulada curiosidad.

--Eh, sacerdote. Tengo curiosidad, ¿has estado en alguna guerra digna de recibir tal nombre?

Sorprendentemente la enana se alejó de Nathan y Arshade y se acercó a Magnus tratando de entablar una conversación. La cual era bienvenida por supuesto.

No obstante creyendo conocer la belicosidad de los enanos, o por lo menos lo que cuentan de ellos, no creía que le fuese a gustar su respuesta.

Lamento tener que decepcionaros Durbara. Pero lo más que he estado de una batalla real, ha sido un asalto a una carabana que acompañaba por parte de unos bandidos. No eran más de seis, y conmigo había buenos guerreros, apenas di un par de estocadas.
Aunque he sido entrenado en el arte de la batalla por sacerdotes guerreros de Tempus. Un dios con grandes vinculos al Caballero Rojo. De hecho se nos permite rezar en sus templos a nuestro dios.

No sabía cómo pero había llevado la conversación de una pelea al tema religioso. Desde luego Noa estaría orgulloso.

Viendo que Durbara se alejaba, creí que era buena idea que alguien supiera lo que me pasaba o quizás era por sentirme apegada a Nathan de una manera casi familiar que me agradaba mucho. Hice un gesto con la mano a la enana antes que se marchara.

-Mejor, no sé si quiero que todo el mundo sepa esto...

Hice una seña a Nathan para que se acercara a otra parte de la orilla para rellenar nuestros respectivos odres y comencé a hablar.

-Bien, seré breve antes que vuelva la pequeña. No es algo que me moleste, al contrario pero no por eso deja de ser perturbador de alguna manera...-tenía las manos dentro del agua llenando el pequeño objeto pero lo miraba a él.-Verás, cada día me siento más fuerte, pero no es sólo que me sienta; sé que está pasando. Ya lo irás notando conforme avancemos y pasemos tiempos juntos... También...,-toqué mi cabello-es cada vez más rojo y mi humor es inmejorable. Es algo que no puedo controlar pero tampoco tengo idea de a qué se deba y eso me desconcierta un poco. Eso es todo.

Durbara lanzó el profundo bufido de desaprobación que se esperaba de ella.

--Un líder sin experiencia real en combate. Pues estamos apañados --farfulló.

Después de colocar el odre de vuelta a la mochila, se cruzó de brazos y volvió a contemplar a Magnus.

--Pero esos tempurianos te habrán enseñado algo de historia militar ¿no? Por ejemplo, la Cruzada liderada por Azoun IV contra la Horda Teigana. ¿Cuál señalaríais que fue el factor táctico decisivo en esa batalla?

Durbara estaba poniendo a prueba a Magnus. Uno de los factores fundamentales que permitió derrotar a la Horda de Yamun Khahan fue el hecho de que los teiganos no estaban acostumbrados a combatir contra los enanos. Los batallones de infantería pesada enana fueron decisivos en aquella guerra. En el fondo la enana ansiaba que el clérigo del Caballero Rojo conociera la respuesta para poder oír de labios de un humano cómo la gestas de su pueblo habían llegado a sus oídos.

Escucho atentamente lo que me cuenta Arshade, pensativo e intrigado.

- Vaya... eso me intriga bastante... - sonrío ampliamente - y lo encuentro realmente interesante.

Compruebo que mi bolsa sigue igual de vacía, y vuelvo a mirar a Arshade.

- Puesto que me has contado algo tan privado, os puedo confiar un secreto mío: no empecé mi viaje únicamente por buscar mi misión... busco averiguar algo sobre mis orígenes. No nací en Noyvern ni el paladín que me crió es mi padre biológico... aunque siempre le veré como a un padre. Solo conozco mi verdadero apellido: Fenders.

A medida que relato aquello, mi mirada se vuelve triste y melancólica. Mi buen humor sólo se quiebra cuando recuerdo las incógnitas que rodean a mi pasado. Cuando me doy cuenta, me repongo y sonrío ampliamente.

- Huh... perdona, no sé qué me ha pasado... ¡jajajaja! Me intriga mi propio pasado, pero no soy infeliz por ello... al contrario. He tenido un buen padre, una buena educación y estoy haciendo algo que me gusta.

Me reincorporo, nuevamente animado y dedicando una mirada audaz a la maga.

- Bueno, parece que tenemos misterios para rato. Esto va a ser divertido...

El bufido de Durbara era esperado, por no hablar del comentario. Al parecer las historias que se contaban sobre los enanos eran ciertas.

Y además pretendia enseñarle tacticas. A un clérigo del Caballero Rojo.

Me temo que os confundis, mi querida Durbara. Los clérigos de Tempus te enseñan a pelear. No historia de la guerra.
Si lo que quereís son conocomientos de batallas y tácticas lo que necesitais es un sacerdote del Caballero Rojo. Los clérigos de Tempus sólo saben cargar al grueso del enemigo.

Al decir esto último sonreia.

En cuanto a la batalla que comentais. Es curioso que mencioneis una en la que los enanos tuviesen un papel tan fundamental en la victoria. Aunque yo creo que aquí contó más la astucia del Rey al saber elegir a sus aliados y el terreno en el que se luchaba. Azoun IV era un uen estratega.

Por cierto no es conveniente subestimar a alguien que no se conoce. Es un error típico de guerreros principiantes. Algo que no creo que seais. ¿Verdad?

-El pasado siempre intriga a uno, la verdad es que no tengo por qué disculparte-dije sonriendo.-Lo mejor será que yo no me preocupe tanto por esta repentina fortaleza, total, como decía mi sabio maestro: todo llega a su debido tiempo. Y mis respuestas también llegarán... En cuanto a ti, quizás cuando terminemos esta misión... Bueno, yo conozco a mucha gente, podríamos intentar dar con tus raíces.

Sonrío ante la propuesta de Arshade.

- Os lo agradezco, amiga mía... quién sabe, a lo mejor encontramos juntos las respuestas para ambos...

Me mantenia sola recargando el agua para el viaje, al parecer Arshade y el Paladin tenian una historia peculiar... pero el resto se mantenian distantes. La enana rompio el hielo al entablar conversacion con nuestro recientemente electo lider, pero nada muy profundo.

Segui absorta en mis pensamientos mientras contemplaba el horizonte hacia el cual estariamos partiendo en algunos momentos. Las posibilidades eran infinitas...

Durbara esbozó una sonrisa salvaje. Lo cierto es que le había gustado lo combativo de la respuesta del clérigo del Caballero Rojo. La enana respondió con lo más inaudito que se esperaba de ella en ese momento: una sonora carcajada.

--Vaya, parece que me equivocaba con vos --terminó concediendo la enana, con un gesto encantado que contradecía su comentario incisivo--. Quizá sí que podáis ser un buen líder después de todo. Tenéis agallas.

Sin responder a la pulla que había soltado a modo de réplica el clérigo del Caballero Rojo, Durbara lo palmeó en la espalda y dio por concluida la conversación. Le gustaba aquel tipo, vaya que sí.

El bárbaro no contempló ni siquiera rellenar el odre de agua, ya que apenas había bebido en el trayecto, era un hombre que estaba muy acostumbrado a racionar la comida y el agua, ya que en sus tierras era necesario, y aunque aquí podía descuidarse algo, el hábito era el hábito y ya estaba acostumbrado a vivir de esa manera... Mientras los compañeros que ahora tenía rellenaban los odres y entablaban conversación, el bárbaro decidió explorar un poco los alrededores, para nada en particular, pero le gustaba estar seguro en todo momento, y una pequeña exploración nunca venía mal.

Al regresar Magnus el reciente electo líder ya se estaba preparando para marchar y azuzaba a los demás, así que aprovechó un instante y bebió algo del mismo ría y enseguida se puso en marcha, aún les quedaba un buen caminar...

Tras charlar en privado con Arshade, me aprovisiono para el viaje, pues va a ser un poco largo. No tardo mucho en prepararme, y me acerco al líder de nuestro grupo- Escucha sorprendido a Durbara afirmando que parece que iba a ser un buen líder.

"Vaya, parece que Durbara le ha calado..."

Me acerco a Magnus, con todo lo mío en su sitio, dedicando una mirada breve y una sonrisa tanto a la semi-elfa como a Durbara y al clérigo.

- Yo ya estoy listo para el viaje... - afirmo, con ánimo

Observas  como Arshade le susurra al oído del paladin y escuchas

-Te lo contaré más tarde, lo prometo. En cuanto tengamos un momento, pero no te preocupes...
Dice. Esto llama tu atención y, cuando llega el momento, todos tus sentidos apuntan a enterarte de aquello que al parecer no es tu asunto.

Evidentemente la maga es tan poco ducha para no hacerse oir como el paladín, ya que sus cuchicheos te llegan fuertes y claros.

- Vaya... eso me intriga bastante... - sonríe ampliamente - y lo encuentro realmente interesante.

Comprueba algo en su bolsa, y vuelve a mirar a Arshade.

- Puesto que me has contado algo tan privado, os puedo confiar un secreto mío: no empecé mi viaje únicamente por buscar mi misión... busco averiguar algo sobre mis orígenes. No nací en Noyvern ni el paladín que me crió es mi padre biológico... aunque siempre le veré como a un padre. Solo conozco mi verdadero apellido: Fenders.

A medida que relata aquello, su mirada se vuelve triste y melancólica. Luego a todas luces se repone y sonríe ampliamente.

- Huh... perdona, no sé qué me ha pasado... ¡jajajaja! Me intriga mi propio pasado, pero no soy infeliz por ello... al contrario. He tenido un buen padre, una buena educación y estoy haciendo algo que me gusta.

Se reincorpora, nuevamente animado y dedicando una mirada audaz a la maga.

- Bueno, parece que tenemos misterios para rato. Esto va a ser divertido...

La maga parece interesada en la charla, y prosigue

A todo esto, te resulta interesante como una mujer puede influir en un hombre... Como lo hicieras horas atrás, obteniendo en una ciudad del país más comercial de Faerum, un descuento del cincuenta por ciento sobre todas tus compras, y una cantimplora de obsequio... Sí... Un pelo de... Semielfa, tira más que una yunta de Terraskes... Quizá un poco menos.

Termino de cargar mi cantimplora y me acerco a nuestro lider electo, con una seña de cabeza le hago entender que estoy lista para continuar pero por las dudas lo aclaro.

-Yo ya estoy lista para seguir, cuales son tus planes para el camino?

Mi pregunta era tranquila y solo era para hacer tiempo, ya que estabamos esperando que el resto termine sus preparativos.. o cuchicheos...