Entiendo, quizás a un heimin no, pero... ¿Y a Mirumoto Kiyomi? ¿la oyó quejarse o estaba bien atendida por su difunto esposo?
Mientras formula la segunda pregunta se reclina hacia su interlocutora acercando un poco su rostro al de ella y bajando el volumen.
Mansión del Gorrión Cantarín. Hora de Fu Leng.
Cuando pronuncias el nombre de Kiyomi, la cara de Aiki casi se vuelve carmesí. Roja de ira escupe:
- No tengo nada que decir sobre Kiyomi. Sólo es una música. Mediocre, además.
Sin embargo parece ser que su difunto esposo la tenía en alta estima, bastante más que al resto de heimin. ¿Cree usted que podría albergar algún sentimiento más allá del que pudieran producirle sus canciones?
Mansión del Gorrión Cantarín. Hora de Fu Leng.
-Eso no es de mi incumbencia, Takao era mi marido y sólo mío. Y Mirumoto Kiyomi no es una heimin, aunque se comporte como la más vulgar de ellos.
¿Cree que Mirumoto Kiyomi tendría alguna intención de dañar a Takao sama?
Mansión del Gorrión Cantarín. Hora de Fu Leng.
-Lo desconozco, Tatsunabe-san. Ella vivía suficientemente bien aquí como para no tener demasiadas quejas...
Sobre la firma del testamente, ¿qué opinión tiene? ¿cree que su marido fué demasiado generoso con alguno de los beneficiarios?
El investigador empieza a cansarse de la sequedad en las respuestas de su interlocutora y teme que esta se sienta ofendida en algún momento. Decide dar un descanso bajando la intensidad de las preguntas.
Mansión del Gorrión Cantarín. Hora de Fu Leng.
-Mi marido siempre fue un hombre agradecido, a pesar de su carácter. Supongo que él creería que mantener a haraganes y demás ralea era su obligación. Pero al fin y al cabo, yo sólo soy su mujer y no soy quien manejaba su fortuna.
A pesar de tu bajada de intensidad, sientes que la amargura adorna cada una de las palabras de la viuda. No tienes duda que la mujer amaba a su marido, aunque empiezas a tener claro que quizás no fuese algo bidireccional. No obstante, no es algo que te sorprenda. Al fin y al cabo, la mayoría de matrimonios en Rokugan se hacen con fines políticos y no amorosos.
Hábleme de Hyobe, ¿le considera un fiel sirviente, un hombre honrado y trabajador?
Mansión del Gorrión Cantarín. Hora de Fu Leng.
Una risa escandalosa sale de la boca de Mirumoto Aiki, que intenta taparla con la mano.
-¿Hyobe? Hyobe es un borracho y era el bufón de mi marido. Las pocas veces que está sereno se le podría llegar a considerar un buen jardinero, pero eso pocas veces ocurre. Estoy segura de que ya lo ha podido comprobar.
¿Tiene conocimiento de algún conflicto de Hyobe con pudiese tener con alguno de los miembros del servicio o con algún samurai de la casa?
Mansión del Gorrión Cantarín. Hora de Fu Leng.
-Lo cierto es que no. Aparte de sus habituales rupturas de la etiqueta, pero ese borracho nunca se avergüenza.
Hábleme ahora de Togashi Masao, ¿qué suele hacer en la mansión?, ¿a qué dedica su tiempo y cómo es su relación con los demás?
Mansión del Gorrión Cantarín. Hora de Fu Leng.
- ¿Masao? Masao no hace nada. Vive de la caridad de mi marido. Desde que llegó no ha dado palo al agua, aunque admito que es un huésped agradable, con buena conversación y no es problemático. Al menos que le saca el dinero a mi marido, no da problemas.
Hábleme de usted, a qué se dedicaba antes de desposarse, ¿fué bushi también, como su marido?
Mansión del Gorrión Cantarín. Hora de Fu Leng.
-¿Yo? -sonríe. -No, no. Yo fui una cortesana, pero me casé joven y no he ejercido más que como dueña de la casa desde entonces.
Es que verá, Señora, tenía la esperanza de que tuviera cierta experiencia con armas y así pudiera ayudarme en una cuestión: Siendo su difunto marido un bushi, que superó la dura prueba de la guerra, gallardo y fuerte, aquel que lo asesinase debía ser también alguien fuerte y hábil. ¿Quién cree tendría tal destreza? ¿Togashi Masao, quizás?
Mansión del Gorrión Cantarín. Hora de Fu Leng.
-Mi marido fue un gran guerrero. Pero por desgracia, la clave en esa frase sea el "fue". Takao ya estaba mayor. La mayoría de hombres jóvenes podrían con él ahora mismo. Comenzaba a sufrir de problemas con sus huesos. ¿Sabía? Además, estábamos en una recepción. Takao iba algo bebido.
Tras una leve pausa en la que bajó la mirada, volvió a mirar a Mirumoto Aiki:
-"Creo que ya la he entretenido demasiado tiempo. No quisiera demorar más esta conversación, por más placer que me cause hablar con usted."
Mientras decía esto, se levantó y ofreció su mano a la viuda, para ayudarla a incorporarse también. Mientras ella se ajustaba el kimono, continuó diciendo:
-"Sólo una cosa más antes de marcharse. Cuando llegó al patio y vió el cuerpo insidiosamente apuñalado de su marido y la sangre saliendo de él, debió pensar en una causa y un causante. ¿En quién pensó?"
Mansión del Gorrión Cantarín. Hora de Fu Leng.
Mientras se levanta, con tu ayuda, Mirumoto Aiki te agradece tu ayuda. Piensa durante unos segundos, pero termina diciendo:
-Bueno, hay tres personas en las que pensé: Mirumoto Kiyomi. Pero ella no pudo ser, al menos directamente, ya que estaba conmigo en una habitación.
Hyobe. Sin duda es un borracho, poseído por el demonio de la bebida. No me extrañaría que tuviese algo que ver. Insistí varias veces a mi marido para que le echase, pero parece ser que estaba encariñado con él.
Agasha Mamoru. No creo que sea casual que la muerte de mi marido haya sido de la misma forma en la que murió uno de sus personajes en su último escrito.
Si no necesita más de mi, saldré al jardín a tomar un poco el aire y volveré al salón.