Partida Rol por web

Aventuras en el Imperio Esmeralda

Tierras Grulla

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28/10/2011, 23:41
Kakita Aoshi

Tierras Grulla, a unos días de camino de Shiro Kakita. Hora de Bayushi.

Las tierras del Clan de la Grulla son amplias, y el dolor de tus piernas así te lo hace saber. Tu padre, Kakita Aoshi, y tú habéis estado cabalgando durante días desde que salisteis en misión diplomática y aún os quedan algunos más hasta llegar al Castillo del cruce de caminos, donde las dos delegaciones diplomáticas (León y Escorpión) se reunirán para intentar arreglar sus diferencias y que la sangre no llegue al río.

Si bien un enfrentamiento entre dos de los enemigos tradicionales del Clan de la Grulla podría beneficiar a tu clan, debilitando a ambos, el propio Doji Hoturi ha dicho que era de máxima importancia evitar el derramamiento de sangre, lo cual a la larga podría depararnos aún mayores beneficios.

Si bien tu padre no es un hombre de gran influencia, es un hombre respetado como diplomático y puede que aprendas mucho de esta misión.

Hace horas que habéis comido vuestra última ración y el estómago comienza a rugirte. Un samurái no se queja, así que has intentado acallar tu estomago ocupando tu cabeza con los más diversos pensamientos, entre ellos tu venganza pendiente. Un samurái nunca olvida.

A lo lejos, observas una pequeña aldea. El sol pronto comenzará a esconderse y quizás sea adecuado refugiarse para pasar la noche.

Si bien las tierras que estáis atravesando no son especialmente concurridas de bandidos, la cercanía a la frontera no las hace siempre seguras. Por lo que dormir en una casa siempre es una buena idea.

-Hijo, ¿ves la aldea del frente? -asientes con la cabeza, tu padre continúa- Pues allí dormiremos. Por la posición del sol, la Hora de Bayushi debe de estar por terminar y no quiero que la oscuridad nos encuentre en los caminos. Seguro que los buenos campesinos de la zona nos acogen.

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29/10/2011, 11:34
Director

Ciudad de la Orilla Solitaria. Hora de la Luna.

Te despiertas con el resto de tus compañeros en el barracón que compartes con ellos en la Ciudad de la Orilla Solitaria. Los últimos días han sido tensos, ya que un hábil ladrón ha entrado en las casas más importantes de la ciudad robando artículos de gran valor.

La facilidad de escapar de la ciudad, por ser un puerto, hace que desde los puestos superiores os atosiguen intentando meteros prisa en encontrar al ladrón antes de que escape o de que cause un mayor revuelo en la población.

Tras un contundente desayuno, te diriges a la pequeña capilla y pides a tus ancestros que te guíen en esta misión, como siempre han hecho. Unas katas tras el rezo y lavarte y ya estás lista. Te presentas ante tu superior que te insiste en la necesidad de encontrar al ladrón cuanto antes. Cada soldado irá por separado, preguntando y descubriendo pistas hasta encontrar al culpable. Asientes y sales de su despacho.

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01/11/2011, 11:59
Director

Kyuden Doji. Hora de Hantei.

El día ha comenzado bien. Soleado y con una agradable brisa marina, nada puede salir mal.

Hoy es un gran día para tí. Has sido invitado a una recepción en la casa de Doji Katsumoto, un anciano pero muy repetado cortesano. Gracias a esta invitación tu influencia dentro del Clan puede subir como la espuma.

Sabes que debes ir impecable, así que deberás ir a recoger el kimono que encargaste para la ocasión. Pero también se espera de ti que demuestres tus dotes como poeta. Tu habilidad con la pluma y el papel para escribir haikus ha sido conocida desde que saliste de la escuela. Si bien tu obra todavía no es perfecta, destacas como una promesa, y siendo Katsumoto un amante de la poesía se espera que le satisfagas.

Nervioso por todo lo que puede acontecer, piensas también en que deberías comprar un regalo adecuado también para la ocasión, aunque tienes claro que el mejor regalo que le puedes hacer a Doji Katsumoto es un buen poema.

Te diriges hacía los onsen donde tomas un agradable baño. El día será duro y quieres estar presentable y lozano. Aún te quedan muchas cosas por hacer.

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01/11/2011, 12:57
Daidoji Itsuko

Después de escuchar las insistencias y ordenes de mi superior, de que cada soldado marche solo para ampliar la búsqueda, me inclino respetuosamente ante él y salgo de la estancia, coloco mi daisho de manera que me siento cómoda y recojo mi Yari. Me acerco a mis compañeros antes de salir -¿Sabemos algo del ladrón o de la mercancía robada? -pregunto con algo de confianza esperando que alguno de mis compañeros sepa que buscamos.

Si al menos supiésemos la mercancía podríamos saber cómo pueden sacarla de la ciudad y podríamos buscarla. Si localizamos la mercancía tal vez localizaríamos al ladrón o al menos poder devolvérselas a sus propietarios. Si la mercancía ya ha sido vendida o sacada de la ciudad tal vez podríamos saber en qué caravana o barco salió.

Mientras me ajusto el casco y la armadura, miro a mis compañeros a ver si alguno me responde y observo por la ventana que tiempo hace.

 

 

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01/11/2011, 13:40
Director

Ciudad de la Orilla Solitaria. Hora de la Luna.

Preguntas a varios de tus compañeros, pero no saben más que tú. Sin embargo, crees que podrías lograr alguna pista yendo a las casas robadas. Sin duda sus dueños sabrán qué es lo que tienes que buscar. Quizás ese sea el camino a seguir. Piensas.

Lo lógico sería repartirse las casas robadas entre los compañeros, así como el vigilar las posibles salidas. Pero tu autoridad para dirigir a las tropas es nula.

El tiempo corre y cada minuto perdido es un minuto de ventaja para el ladrón.

Hace un día soleado, y eso te anima, pero debes ponerte en marcha cuanto antes.

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01/11/2011, 14:25
Kakita Ashitaka

 Observé con atención la aldea que mi padre me señalaba, mientras escuchaba con mucha atención sus palabras, como todo buen hijo que respete a su progenitor. Luego le respondí, de manera afectuosa y llena de respeto, como siempre hacia cada vez que hablaba con él:

 - Estoy de acuerdo con vos, padre. Además, será una buena ocasión de buscar información del estado del camino y si hay bandidos o otros peligros en la zona.

Aunque mi eterno rival no estaba lejos de mis pensamientos, centré toda mi atención en el ahora, como todo buen Samurái debe de hacer, ya sea para planificar con presteza o presentir cualquier amenaza que le pueda amenazar antes de que pueda ser demasiado tarde.

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01/11/2011, 15:37
Kakita Aoshi

Tierras Grulla, a unos días de camino de Shiro Kakita. Hora de Bayushi.

Os adentráis en el poblado, que parece silencioso. La casa más grande del pueblo, en el mismo centro de la misma, parece ser la elegida por tu padre para probar suerte.

Se acerca a la puerta y golpea la misma para hacer ver que hay gente en la misma. Al de un rato, un heimin de aspecto cansado, aunque algo arreglado aparece. Inmediatamente se postra.

-¿Qué deseáis, mi señor?

-Queremos pasar la noche y nos preguntábamos si seríais tan gentiles de proporcionarnos un lugar donde dormir, y si no es abusar algo de comer. -Dice tu padre con autoridad, pero amabilidad.

-Por supuesto, señor. Justamente nos disponiamos a cenar. Será un honor para nosotros que nos acompañen. O si lo desean, puedo llevarles la comida a la habitación. Mi mujer y yo dormiremos en la cocina. -Dice el campesino a la vez que os invita a entrar en la casa.

Os descalzais como marcan las tradiciones antes de entrar en la morada. Al avanzar, un agradable olor y el calor del fuego invaden tus sentidos. Una mujer de pelo negro, que comienza a clarear, está atendiendo la sopa que borbotea en la olla sobre el fuego. Con dulcura remueve el contenido de la olla. Tus tripas desean con todas sus fuerzas probar la sopa.

-No me habéis dicho vuestro nombre, campesino.

-Mi nombre es Yoshi, mi señor.

-Te agradezco en mi nombre y en el de mi hijo la agradable acogida, Yoshi. Cenaremos con vosotros.

Os sentáis cerca del fuego con ambos campesinos. Es la primera vez que comes al lado de alguien de tan baja condición. Los campesinos os seleccionan los mejores trozos de la sopa para vosotros. Aunque humilde, la sopa está deliciosa y, con el frío que comienza a hacer, tu cuerpo lo agradece sinceramente.

Tras la cena, Yoshi os indica la habitación donde dormiréis.

Dos futones, pobres, pero limpios os esperan. Yoshi cierra la puerta tras vosotros, después de haberos deseado una buena noche.

Tu padre se prepara para dormir, no sin antes dedicar una breve plegaria a los ancestros.

-¿Por qué has tratado con tanta amabilidad a esos heimin, padre? -Preguntas con curiosidad.

-Hijo, aunque por debajo de nosotros en el Orden Celestial, los heimin son quienes cultivan nuestros campos y quienes hacen que podamos comer cada día. Aunque no sean nuestros iguales, se merecen ser tratados con respeto. ¿Viste como reservaron los mejores trozos para nosotros? Cada cual debe saber cual es su lugar, pero también debe saber que el poder implica responsabilidad y saber cuidar de los más débiles. El Jin (La Compasión) es uno de los principios del Bushido que debes aprender a respetar. Buenas noches, hijo.

-Buenas noches, padre. -Contestas. Pensarías en cada palabra durante la noche.

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01/11/2011, 15:57
Kakita Ashitaka

 Mientras trato de dormir, medito sobre la velada y las palabras de mi padre. Veo la verdad en sus palabras y que todas las personas, sean cual sea su condición social, merecen el mismo respeto que se quiere para uno mismo. De echo, no podía evitar sentirme un poco culpable de lo que había pasado: Después de todo, esta buena gente nos había dado los mejores trozos de la comida, que sin ninguna duda les había conseguido mucho conseguir, o de el hecho de que ellos nos hubieran proporcionado su habitación, teniendo que dormir en cambio en su cocina.

 Llegué a una resolución, como Samurái, era mi deber proteger a todas las personas, no solo al emperador, inocentes, que no pudieran defenderse. Lo haría, no solo por esta hospitalaria gente, que nos habían abierto su hogar, si no por la memoria de aquella pobre niña campesina que no pude salvar en el pasado, y que no pensaba permitir que la historia volviera a repetirse: A partir de ahora, iba a poner mi poder y gloria al servicio del pueblo, no solo de nuestro señor.

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01/11/2011, 16:26
Daidoji Itsuko

Suspiro al ver mis opciones y salgo del Barracón, sonrió al notar la tibieza en mi rostro de la dama sol en el firmamento y marcho rauda a la vivienda más opulenta de las que fueron robadas. Al llegar a la vivienda tomo aire, relajándome mientras hago notar mi presencia a alguien de la casa tocando la puerta.

Sinceramente espero que el robo en esta vivienda fuera de la envergadura de la opulencia de la casa, eso ayudaría bastante a localizar al ladrón, aunque no tiene por qué ser así. Solo espero que me puedan ayudar a localizar con una pista al ladrón o a sus pertenecías.

Soy Daidoji Itsuko, guardia bushi de la ciudad, estoy investigando el suceso que ocurrió en esta casa si pudiera hablar con el dueño de la casa o su encargado, tal vez podría ayudarme.

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01/11/2011, 17:10
Daidoji Mitsuko

Ciudad de la Orilla Solitario. Hora de la Luna.

-Mi señora aún no se ha levantado. Pero si quiere puede esperar en la salita a que se despierte y bajará a hablar con usted. -Tras entrar y quitarte las sandalias, la sirviente te acompaña hasta una salita, donde te invita a sentarte. -¿Desea que le prepare un té? -Con un gesto de la cabeza asientes.

Hora de Hantei.

Una hora ha pasado mientras esperabas. Por fin la señora de la casa baja desde el piso superior al salón. Su kimono de una excelente seda azul deslumbra.

-¡Oh! ¿Qué tenemos aquí? ¿Una guardia? Ya puedes perdonar, querida, si llego a saber que la autoridad iba a venir a visitarme me hubiese puesto algo más vistoso. -Tras una breve pausa, pregunta- ¿Qué deseas saber?

 

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01/11/2011, 17:35
Kakita Aoshi

Aldea Grulla. Hora del Sol.

Al amanecer decidís que debéis continuar vuestro camino. Al abrir la puerta de la habitación, veis a la mujer de Yoshi, sonriente, que os ofrece un desayuno. A diferencia de vosotros, que desayunáis arroz, ella está desayunando mijo, el arroz de los pobres.

-¿Dónde está Yoshi, buena mujer?-Pregunta tu padre.

-Ha salido a trabajar, mi señor.

Tras le desayuno, os disponéis a marcharos, cuando tu padre saca una moneda y se la entrega a la mujer.

-Por las molestias. -Dice tu padre mientras le ofrece la moneda.

La mujer, de rodillas, le rechaza la moneda:

-No, mi señor. No podemos aceptar tu dinero. Nosotros, como siervos debemos serviros, sin esperar nada a cambio. Así lo dictaron los dioses y así lo haremos. Sois muy amable, no obstante.

-Insisto, buena mujer. ¿Qué clase de samuráis seríamos si no valoramos la entrega?-Finalmente, con miedo, la mujer acepta la moneda. Lágrimas caen por sus mejillas, mientras bendice a tu padre.

Abandonáis la casa y salís del poblado.

-¿Qué has aprendido, chico?

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01/11/2011, 17:48
Kakita Ashitaka

 Mi corazón desbordó de dicha al ver la generosidad de mi progenitor y también al ver la gratitud de la mujer al aceptar el dinero, como si le diéramos el mayor regalo del mundo... Supongo que yo reaccionaría de igual manera si estuviera en su mismo lugar.

 Cuando mi padre me pregunta que he aprendido, medito muy bien antes de respondedle, no queriendo que mi padre malinterpretara lo que quería decirle:

 - Que todos nosotros, sea cual sea nuestra clase social, tenemos importancia. Los heimin nos proporcionan el sustento que necesitamos, mientras que nuestro deber es protegerlos de cualquier mal, conviviendo en perfecto equilibrio. Además de que ellos, como nosotros, merecen reconocimiento por la labor que ejercen y por ser personas.

 La imagen del matrimonio que nos había ofrecido su hospitalidad y la niña cuyo recuerdo me viene a la mente cada día se dibujan en fuego en mi mente, mientras digo mis palabras.

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01/11/2011, 18:34
Kakita Aoshi

Aldea Grulla. Hora del Sol.

-Espero que no te confundas con esas palabras. Dices bien al decir que los heimin son importantes, pero no debes olvidar que ellos no son personas como nosotros. Un heimin, por muy valioso que sea, jamás tendrá el mismo valor que el peor de los samurái. Ellos son inferiores a nosotros. Nunca olvides eso. El Orden Celestial existe por algo, no cometas el error de pensar que todos somos iguales.

Por el tono de su voz, notaste que en cierto modo te estaba corrigiendo.

Continuastéis el camino sin mayores interrupciones, hasta que llegastéis a una nueva aldea. Esta vez algo mayor que la anterior. La aldea parecía estar de feria. Multitud de personas estaban reunidad en el centro del pueblo, donde al parecer había un orador.

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01/11/2011, 18:36
Daidoji Itsuko

Agradecida con el té y un tanto hastiada de la espera en aquella salita, noto como la impaciencia y la desazón de que pudiese escapar, invaden mi alma. Pues una hora llevo esperando. Más cuando veo a la señora entrar todo mi ser vuelve a su calma, como el protocolo marca me inclino levemente antes de hablar.

Discúlpeme, venir sin avisar pero os quería preguntar ¿Que hurtaron de la casa? Tal vez eso pueda ayudar para poder localizar al ladrón y poder recuperar sus pertenencias, pues tal vez si desea sacarlas de esta ciudad podamos encontrarle.

 

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01/11/2011, 18:43
Kakita Ashitaka

 Aunque no estoy completamente de acuerdo con lo que me ha respondido mi padre, no le contradigo, ya que no deseo disgustarle, en su lugar me limito a asentir con mi cabeza, mientras permanezco en completo silencio.

  Continuamos el viaje sin ningún tipo de interrupción, hasta que llegamos a otra aldea, que parece, por lo que puedo ver, que se encuentra de feria. Desde mi posición, puedo ver una gran multitud de personas que están reunidas en torno a quien parecía un orador. 

 Observo a mi padre y le pregunto curioso, tratando de ocultar mi entusiasmo por la idea de ir a la feria:

 - Padre, parece que en esa aldea hay una feria o algo parecido, ¿vamos a quedarnos o seguiremos con nuestro viaje?.

 Aunque esperaba que decidiera que nos quedáramos, decidí que aceptaría sin replicar su decisión, fuera cual fuera.

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02/11/2011, 08:24
Daidoji Mitsuko

Ciudad de la Orilla Solitaria. Hora de Hantei.

La señora te mira de arriba a abajo, como analizándote. Parece que lo que ve le gusta. Sorbe un poco de té de la taza de porcelana que sostiene con delicadeza, como con miedo a poder romperla, antes de decir:

-Quien entrase en mi casa para robar se llevó un gran collar de perlas traído desde los Reinos de Marfil que me compró mi difunto marido. Ni que decir tiene que su valor emocional es muy grande para mí. El collar consta de multitud de perlas blancas nacaradas con tres más en la parte central de mayor tamaño, siendo la situada entre las otras dos aún más grande y de color negro. Su valor es muy alto. Si pudieséis encontrarla, soldado, me sentiría muy agradecida.

Una vez sabes qué buscar, piensas en alguna otra pregunta que puedas hacer antes de salir de la casa, hacia la siguiente.

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02/11/2011, 08:29
Kakita Aoshi

Segunda Aldea. Hora de Doji.

Tu padre te mira con esa mirada seria que le caracteriza, pero sonríe.

-Veo que a pesar de todo, aún sigues teniendo algo de niño en tu interior... jajaja. A mi también me gustan las ferias. -Con cara de nuevo seria, aunque esta vez fingida. -Pero será nuestro secreto, ¿eh?.

Os dirigís hacia el poblado en el que entráis.

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02/11/2011, 09:39
Kakita Ashitaka

 Mi corazón da un salto de alegría cuando mi padre dice que nos quedaremos en la feria, aunque, como todo buen Samurái, procuro mantener la compostura. Le miro a los ojos y le dedico una sonrisa cortés, mientras le respondo:

 - Te doy mi palabra.

 Entonces nos dirigimos al poblado en cuestión, dispuesto a disfrutar de la feria, preguntándome que espectáculos nos esperan en ella.

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02/11/2011, 13:44
Kakita Aoshi

Segunda Aldea. Hora de Doji.

Al entrar en el poblado veis a una multitud haciendo un círculo, alrededor de alguien o algo. Tienes una gran curiosidad, pero también hambre. Al parecer, tu padre siente lo mismo, y para cuando quieres darte cuenta, un yakisoba está en tu mano. Degustas la comida con gran entusiasmo. Los yakisoba apenas os duran en la mano.

-Ahora que tenemos el estómago lleno, veremos qué ocurre. -Dice Aoshi sonriente.

Os hacéis hueco entre los asistentes, cosa que no es difícil teniendo en cuenta vuestra condición. Cuando llegáis al límite del gran círculo de personas, veís a un hombre hablando. Parece un hombre santo. Habla de la bondad y la virtud, y de su eterna búsqueda de las personas más virtuosas.

A su alrededor, varios hombres y alguna mujer se dedican a demostrar, a su manera, que son los más virtuosos. Mientras uno levanta pesos con gran pretreza, otro baile o una mujer canta. Todos intentan sorprender al sacerdote, pero no parece realmente sorprendido y sigue con su sermón.

En ese momento, se fija en ti y se dirige a ti:

-Habitantes de la Aldea del Arce Rojo, he aquí a dos gloriosos samuráis que nos acompañan. ¿Desean quizás los señores demostrar su virtud?

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02/11/2011, 14:01
Kakita Ashitaka

 Miro sorprendido como la gente hace sus números, maravillado de lo que mis ojos veían, pensando en las muchas horas dedicación destinadas a perfeccionar sus talentos. En cambio, el sacerdote no parece nada por lo que ve, por lo que deduzco que ha debido de ver muchas cosas parecidas o mejores; en ese momento centra su vista en nosotros dos y entonces nos pide si queremos mostrar nuestra virtud:

 - ¿Podemos?. - Le pregunto a mi padre con la mirada, dejando que sea mi rostro quien muestre mi pregunta, sin tener que pronunciar nada y no comprometer nada.

 Como no quiero hacer nada indebido a mi condición, debido a mi ignorancia en estos lares, dejo que sea mi padre quien hable y el que decida lo que hacemos.

Notas de juego

 No se si sería indigno de un Samurái hacer una demostración al populacho, así que me decanto por una solución Salomónica ;) .