Partida Rol por web

Caminó sin mas que decir hacia los comercios.

Muchas gracias, samurai-sama - responde Guren al desconocido - esperaré gustoso a que podáis consultar con vuestros compañeros. Estaré allí mismo, conversando con Ichiro Ryuken-sama - dice, señalando al Tejón.

Había pensado visitar alguna biblioteca en busca de historias de folclore. Supongo que en la Capital Imperial se encontrará recopilado todas las tradiciones del Imperio al respecto - parece visiblemente alegre al respecto.

Tampoco he de descuidar mis ejercicios y he pensado que quizás querríais entrenar conmigo. Mi sensei siempre dice que se aprende más de lo que es distinto que de repetir los mismos errores.

- He de reconocer - dijo Ryuken rascandose su cabeza - que mi habilidad con la espada no es tan buena como quisiera, aunque siempre estoy dispuesto a entrenar.

Hubiese querido golpear la cara del Suzume. No por rabia ni por orgullo. Él era mejor con los puños, en un mundo donde la espada era más honorable. Rió en su mente ante ese pensamiento. El honor no salvó a su clan.

- Creo que daré una vuelta por la ciudad ¿quieres que nos encontremos en la posada dentro de dos horas?

Allí estaré, Ichiro Ryuken-san. Que vuestra visita resulte agradable y vuestro espíritu quede satisfecho - dice Guren con una sonrisa sincera mientras realiza una reverencia.

El bushi Gorrión observa cómo se marcha el musculoso Tejón mientras espera por si los compañeros del samurai al que ha preguntado saben algo acerca de Daidoji Noriko. Al observar al resto de samurais de la Casa de Guía, no puede dejar de pensar en cuan distintos son los Clanes Menores, su aparente único denominador común es carecer de importancia en el Imperio. Pero quizás esa dificultad añadida que no tienen los Grandes Clanes hace que sus samurai tengan el potencial de una mayor grandeza...

Otosan Uchi. Hora de la Luna.

Al poco de irse el Tejón, el cortesano de la Mantis vuelve con rápidos y silenciosos pasos. Por un segundo, casi te sobresaltas, pero mantienes la compostura. Tras ello, en voz baja, dice que uno de sus compañeros había oído algo acerca de lo ocurrido en las tierras de la Dama Noriko. Al parecer, nadie sobrevivió al ataque, a excepción de unos pocos samuráis, aunque tampoco se sabe mucho del atacante. Se oye desde que fue un señor pequeño del León, hasta una venganza entre Grullas o incluso agentes de las Tierras Sombrías. De los samuráis que escaparon sólo uno parece haber sobrevivido. Un hombre medio tullido, que renunció a su nombre. Según te cuenta, se le vió en la ciudad hace un par de noches. En una taberna del puerto donde solía emborracharse hasta perder la consciencia, aunque anoche no debió de aparecer.

Otosan Uchi. Hora de la Luna.

Marchas de la casa de los clanes menores sin mirar si alguno de los tuyos está en la ciudad. Tampoco te importa mucho, al final cada cual debe aportar su granito de arena como pueda.

Te planteas si podrías volver a pelear al garito de la última vez. Aunque lo cierto es que aún te duelen los golpes de aquella ocasión.

Ante la disyuntiva de hacia dónde ir, te paras en medio de una tumultuosa calle. Por un segundo, casi te atropellan dos palanquines.

Otosan Uchi. Hora de la Luna.

Os dirigís con las damas hacia el mercado. Cada paso que dáis más y más gente aparece. Tanta gente es realmente agobiante, aunque por el porte de la Dama Noriko, en general podéis andar sin muchos problemas. A lo lejos, los primeros puestos aparecen, lo cual parece animar el espíritu de vuestras dos protegidas. Miráis de lado a lado de la calle. Las persecuciones, la espada que pende sobre vuestras cabezas y todos los sinsabores de vuestros últimos años os han hecho ser especialmente cuidadosos.

Mientras camináis, uno al lado del otro, os miráis con disimulo. Por el rabillo del ojo. Aunque seáis ronins no podéis evitar el pensar en la extraña pareja que formáis, ya que vuestros Clanes han sido tradicionalmente enemigos. ¿Podríais confiar en el otro si el momento llegase?

Por fin, los puestos os rodean por ambos lados de la calzada. Los tenderetes, llenos a rebosar, ofrecen todo tipo de productos, muchos de ellos totalmente desconocidos para vosotros.

Con la multitud, apenas os da tiempo a ver a un joven que se avalanza sobre la Dama Noriko. Antes de que pase un latido de corazón, ya estáis los dos con vuestras armas en las manos. El hombre, se arrodilla de forma respetuosa ante la Dama. La gente más cercana grita o huye, algunos tenderos se ponen nerviosos... sin embargo, nada pasa. El hombre, con una voz poco audible, dice que el señor Yoshi tiene algo que decirle a su señora. En seguida oís la voz de Noriko decir un poco más alto, aturdida:

-¿Yoshi-sama sigue vivo? -El corazón de Jin da un vuelco. ¿Yoshi sigue vivo?

De forma impulsiva, Nobunaga exclama:

-Yoshi, no conozco ese nombre, ¿Quien es?, Jin-san.

Despues de una pequeña pausa y ahora mas comedido y en un susurro le comenta a Jin:

-Si lo creias muerto, podria ser una trampa, hemos de proceder con precaucion.

Domo arigato, Mantis-sama. Su ayuda ha sido inestimable - dice el joven Gorrión mientras hace una reverencia. Tras despedirse del samurai, emprendió la marcha hacia la taberna que le habían mencionado.

Parece que mi estudio de mitos y leyendas tendrá que esperar - pensó con resignación. Pero la perspectiva de contar con un testigo que pudiera relatar de primera mano lo ocurrido no era algo que se pudiera dejar escapar. Que no hubiera aparecido la noche anterior no era buena señal, pero quizás alguien en la tarberna supieran dónde se alojaba o conocieran la manera de ponerse en contacto con él.

Mientras caminaba por las atestadas calles de la ciudad se percató de que era muy pronto para que estuvieran los clientes habituales del establecimiento, pero no podía esperar a la noche. Con renovada determinación, apretó el paso. Pronto, el olor a una combinación de agua salada y pescado le hizo saber que estaba cerca de su destino.

¿Como?...está vivo?un hombre sobrevivió a aquel desastre?pero...como?¨

Jin mantuvo la compostura y enfundó la espada con delicadeza y clavó la mirada en el mensajero.-Lo que tenga que tenga que ser pasará por mi,yo soy la voz de la Dama y su escudo.-Jin tragó saliva y su corazón latió con fuerza.-Creo recordar que era otro servidor del señor y de mi padre.-Jin cruzó palabras con Nobunaga en un tono neutro...aunque cargado de cierta preocupación.-Yo iré a hablar con el señor Yoshi-sama.-Jin anunció sus palabras a Noriko,no era una pregunta si no una afirmación y cuanto menos algo arriesgado,pero prometió protegerla y dejarla acudir a una trampa era algo que prometió no permitir.

Su mano bajó hacia el obi y su palma se apoyó sobre sus espadas.-Nobunaga-san...seguid el camino con Noriko,visitad el mercado y comprad lo que ella desee y lo mismo digo de akiko.-le tendió una bolsa cargada de kokus al ronin león.-os veré en el distrito central de la ciudad,si al atardecer no he vuelto marchaos de aqui.-hizo una escueta reverencia hacia el ronin y la pequeña Akiko y miró a Noriko¨tanto que decirle...pero este no es lugar para ello¨.-prometo que volveré señora.-y clavó sus ojos dispares de color en el siervo.-vamos,llevadme ante vuestro señor.

-Las protegere, dadlo por hecho. Que los cami os sean favorables y nos traigais buenas noticias.

Señoras, empecemos a movernos, si alguien nos siguiere, lo tendra mas dificil cuanto menos quietos nos estemos.

Otosan Uchi. Hora del Sol.

Por fin encuentras la taberna a la que te dirigías tras tener que preguntar a un par de transeúntes. La taberna, algo escondida entre el gran conglomerado de casas apretujadas que es el barrio portuario, es difícil de encontrar.

Por fin entras y ves que apenas hay unos pocos parroquianos. Normal por la hora. A pesar de todo, puedes distinguir que algunos parecen ser buenos madrugadores para entregarse a sus vicios. Pero no es el momento de descubrir qué hacen esos vagos.

Te acercas a la barra. El tabernero, un hombre curtido, con varias cicatrices que le cruzan la cara, te sonríe con una desagradable mueca. Sus ojos te dicen que es un hombre de confianza a pesar de su aspecto demacrado, incluso fiero.

Te pregunta que qué deseas.

Otosan Uchi. Hora de la Luna.

Ves como Jin se aleja con el sirviente. No te da buena espina, pero lo cierto es que si el tal Yoshi está vivo puede ser de gran utilidad. Mientras tanto, tu cara parece una máscara. Tratas de hacer como que no pasa nada, intentando que las mujeres se sientan seguras.

Por sus gestos, ansiosos por encontrar la tela más hermosa o algún collar, que se prueban y no dudan en preguntarte cómo los ves, deduces que no están preocupadas, pero Noriko no es estúpida, lo sabes. No descartas que como tú, se haya puesto una máscara de despreocupación con la que controlar sus miedos.

En numerosas ocasiones sientes el deseo de poder comprarte alguna cosa, pero lo cierto es que no posees mucho dinero y prefieres ahorrarlo para "imprevistos".

Poco más adelante, ves como un grupo de hombres están apaleando a un hombre, que se debate en el suelo. Por los gritos de la gente sabes que es un ladrón. Antes de que llegues al grupo que rodea a los apaleadores, la guardia de la ciudad llega, dispersa con energía a estos y a los curiosos más cercanos y se llevan al hombre que sangra profusamente por toda la cara. Pobre diablo. Éste no verá el sol mañana.

Otosan Uchi. Hora de la Luna.

Sigues al muchacho hasta una casa, no demasiado lejana. Tras callejear por varios cantones y callejuelas estrechas, llegas hasta una choza humilde, que en algunos sitios parece incluso que se va a caer.

El joven te invita a entrar. Tus sentidos están alerta.

Tras cruzar el umbral de la puerta, la oscuridad interior hace que te cueste ver nada. Por unos segundos, en los que estás cegado por la falta de luz, temes por un posible ataque. Apenas unos segundos después, tus ojos por fin comienzan a acostumbrarse a la oscuridad y puedes ver que de una pequeña habitación, lo que deduces que es la luz de alguna vela, sale. Te diriges hacia ella. Poco antes de llegar una voz familiar te saluda.

El viejo Yoshi, decrépito y con una pierna menos de lo que recordabas te sonríe al verte entrar. A su lado, un hombre de cara fiera y larga melena te mira fijamente.

Ichiro, al verse avasallado por los palanquines decide echar un vistazo sobre ellos, para ver a que clan pertenecen, o quien va en ellos. Si bien dispone de poco tiempo antes de volver a reunirse con el grupo, no está con confianza cómo para luchar, aunque en su mente se forma la excusa de que no vuelve a luchar para no entorpecer al grupo comenzando su aventura malherido. 

De manera aparentemente involuntaria, Ryuken dirige su mirada hacia el interior del primero de los palanquines, esperando reconocer algún mon o colores de clan.

El asunto del ladron apaleado, despierta mi curiosidad, pero mi deber, pues asi lo he prometido, es quedarme con las damas, hacer que esten seguras y que se sientan seguras. Por ello, empiezas a mirar a tu alrrededor, a intervalos, un instante a las y otro al rededor, asegurandote que si alguien tratase de de acercarse con aviesas intenciones, no te pille desprevenido, que si alguin viene por las damas, se encuentre con mi dama de acero en su cuello.

Estimado tabernero - dice con respeto - soy Suzume Guren y estoy buscando a un samurai, ronin probablemente, que porta graves heridas de guerra y que me han dicho frecuenta este establecimiento aunque, según parece, ayer no vino. Necesito hablar con él de un asunto de la máxima importancia. Podría esperarle aquí hasta la noche, pero otros deberes me reclaman y me estaba preguntando si vos o alguno de vuestros clientes no sabría por un casual su actual residencia - sus palabras son casi tan respetuosas como las que dirige a un samurai. Desde pequeño ha aprendido que no se ha de menospreciar a un alma simplemente por la casta en la que nace.

Otosan Uchi. Hora del Sol.

El tabernero se mantiene callado durante unos segundos, mirándote. Por lo que deduces de su mirada, parece estar juzgándote, decidiendo si eres de confianza. Finalmente te dice que probablemente estés buscando a Yoshi, antiguo Daidoji Yoshi.

Te hace unas indicaciones, en susurros, de dónde se encuentra su casa. No está demasiado lejos de allí.

Ahora las preguntas te pasan a tu cabeza. ¿Es de confianza este hombre?

Jin intentaba mantener la compostura y la etiqueta ante el desconocido conocido,tanto tiempo y tanto había cambiado que Jin durante unos segundos dudó de conocer al tullido que ante el había.-Yoshi-sama...por lo que veo la vida no te ha tratado con demasiada justicia.-El joven apartó la mano de la empuñadura de su espada y la relajo en el obi cercano a esta¨aún no sé quien es el otro¨.-mi nombre es Jin...sama.-Dijo tras una pausa buscando un mon en sus ropas.

Otosan Uchi. Hora de la Luna.

El viejo Yoshi, sonríe con tristeza ante tus palabras, pero no dice nada.

En cambio, el hombre a su lado, ante tu presentación en seguida toma la palabra. Su voz es potente, aún es un hombre fuerte que, a diferencia de Yoshi, aún está en plenas condiciones físicas.

-Jin-san, mi nombre es Akodo Mitsurugi. Me siento orgulloso de poder llamar a Yoshi, mi amigo.