Partida Rol por web

Otosan Uchi. Hora de Doji.

Tras escoltar a un Cortesano Otomo hasta la capital imperial, te encuentras sólo y sin nada que hacer.

Si bien la capital ofrece múltiples diversiones, tu bolsa de kokus no es demasiado boyante y, además, sabes que el dinero que ganes debiera gastarse en cosas útiles como la reconstrucción de la tierra ancestral de tu Clan y no en tonterías. Sin embargo, uno no es de piedra...

El objetivo principal que tienes en mente es el de volver a encontrar un nuevo trabajo. Sabes que eres un buen defensor y no debiera de ser difícil de encontrar un nuevo cortesano al que escoltar, quizás llevar alguna mercancia "exótica" o cualquier otra cosa, pero lo cierto es que el tamaño de Otosan Uchi te abruma.

Tú eres un chico de campo, y las grandes ciudades, en cierto modo, te marean.

Y además, está el asunto de los Togashi... En buena hora te metiste en problemas, abuelo. Lo cierto es que aunque este lamento te viene a menudo a la cabeza, no puedes evitar pensar que en sueños tu abuelo se ríe de ti. Sabe de los problemas que has tenido desde que saliste de casa a buscarte la vida. Los Togashi tienen mucho poder y, a menudo, has tenido que arreglártelas para escaparte de ellos.

Eres un tipo fuerte, pero sabes que no tienes nada que hacer contra un grupo grande de Togashi, por lo que piensas en cómo podrías arreglar la situación con ellos. Ya desechaste entrenarte con ellos, por lo que es poco probable que vuelvan a ofrecértelo, pero quizás si les regalases algo de valor para ellos... ¿Pero el qué?

Así que así estás, en Otosan Uchi, con las tripas rugiéndote, en medio de una gran avenida, ensimismado como un pasmarote pensando en tus dos grandes problemas: el trabajo siguiente y arreglar el problema de los Togashi.

¿Y ahora qué? Te preguntas.

Al Norte de Otosan Uchi. Hora de Hida.

Habéis salido corriendo de la taberna, intentando huir de la pelea en la que os habéis involucrado. Por suerte, tu señora está ilesa, aunque inmensamente preocupada. Aunque joven, sabe a la perfección lo mucho que os estáis jugando.

Debo conseguir a 6 hombres más para que el tío de Noriko me apoye... ¿pero dónde encontraré gente tan loca? Te preguntas, pero la respuesta viene rápidamente a tu cabeza: ¡Claro! ¡La capital imperial está a unas horas al sur! Quizás allí encuentre a alguien que desee unirse a nosotros.

-Noriko-sama, debemos dirigirnos hacia Otosan Uchi, un poco más al sur, quizás allí encontremos a alguien que nos ayude en nuestra misión. - Le dices con decisión pero con dulcura a tu protegida.

-Como deséeis, Jin-kun. Quiero que todo esto termine pronto. -Noriko no puede evitar que las lágrimas perlen su hermosa cara.

-Así se hará mi señora. -Dices mientras te arrodillas ante ella, en posición de sagrado juramento.

Recorréis durante toda la noche el camino hacia la capital, sin mayores incidentes, al lado de la carretera imperial, a la cual no os atrevéis a pisar. Bastantes problemas tenéis como para atraer la ira de la Familia Imperial. Durante una parte del camino tienes que llevar a Noriko en brazos, ya que el cansancio ha hecho mella en su frágil cuerpo.

Al amanecer, las puertas de las ciudades son atravesadas y os encontráis en medio de Otosan Uchi. ¿Dónde comenzar a buscar?

Puerta sur de Otosan Uchi. Hora de Akodo.

Tal y como te insistió tu maestro, Hairo, os habéis dirigido hacia el norte, hasta la capital imperial para encontrar un buen trabajo. La vida de un samurái de un Clan Menor es dura, a veces sin saber si el día que comienza lo terminarás con el estómago vacío o lleno.

La capital imperial es un lugar fascinante. Enorme. Colorido. Acostumbrado a la sencillez de la vida en tu tierra natal, la fastuosidad de Otosan Uchi te abruma. Cientos de puestos de lo más diverso y miles de personas a tu alrededor hacen que esta ciudad parezca un enorme hormiguero donde cada uno tiene una tarea asignada. Es increible. Piensas.

-Bueno, Guren-san, ya estamos en la capital. Impresionante, ¿verdad? -Hairo, disfruta de tu cara ensimismada. Aunque un maestro estricto, Hairo te ha tomado rápidamente cariño. -Bien, pues dejémonos de tonterías y busquemos un lugar donde alojarnos y a alguien a quien podamos servir como mercenarios.

Con manos delicadas roza la manga del kimono de Noriko.-Un momento..-Jin toma aire durante unos segundos,Visiblemente cansado por el viaje,perlas de sudor brillaban en su pecho y tras unos segundos mas comienza a caminar de nuevo con una idea en mente una posada donde hospedarse durante un tiempo indefinido,un buen baño,un trabajo y un nuevo maestro para Noriko,No podía dejar de lado sus estudios y Jin tan solo podía inculcarle el arte de la espada..o al menos lo poco que el sabía del mismo,unas horas de descanso tan solo eso y entonces comenzaría a trabajar en la búsqueda ¨Pero,¿Quien ayudaría a un ronin?¨con esa duda en la mente Jin comenzó a caminar junto a Noriko en busca de una posada.

Otosan Uchi  inspiración de múltiples leyendas y relatos inmortales que perduraban por la eternidad.

Una ciudad sin igual.Sin duda la reputación no hacia de menos al lugar .Aquello era increíblemente hermoso e impresionante.

Escucho las palabras de su maestro mientras respondía.

-Hai sensei,no hay palabras para describir esta inmensidad.

Realmente impresionante.

Después escucho el comentario de donde alojarse.No conocía a nadie en la ciudad así que todo era dejarse llevar por Hairo.

-Si seria lo mejor.¿Conocéis alguna posada  en particular sensei?

Estaba muy ilusionado con el viaje,el sensei y el habían entrenado mucho y esperaba aprender mucho de el

Otosan Uchi. Hora de Akodo.

Hairo te mira y sonríe. Aún te ve como un niño por tus salidas de tiesto o tus reacciones infantiles, pero aún eres joven.

-Claro, Guren-kun, no es la primera vez que estoy en la capital. Sígueme.

Hairo comienza a andar, y tú le sigues, tras él, a una distancia respetuosa, pero no demasiado. La gente comienza a abundar y no quieres perderte. Tras unas calles bulliciosas, probablemente en algún barrio mercantil, llegáis a una posada llamada El Sapo con Suerte en la que entráis. Una vez dentro, Hairo saca de su obi unas monedas que te entrega y te dice que vayas a por algo de comer, mientras él se sienta en la mesa.

-Tabernero, denos algo de comer y beber. -Le dices a un hombre que hay tras la barra. Éste se gira y grita algo que no llegas a entender, sin duda algún dialecto capitalino. Al de unos minutos de espera de pie, el hombre te entrega dos sopas ramen humeantes y unas jarras de cerveza. Se cobra con todas las monedas que te había dado Hairo.

Te diriges a la mesa donde se encuentra tu sensei y le entregas su comida. Parece que el ramen de la capital le gusta mucho. Observas tu comida, con la pasta, trozos de verdura y pescado se mezclan. Es la primera vez que comes ramen con pescado, acostumbrado al ramen de ave. Está muy bueno. Piensas.

-¿Qué haremos ahora, maestro?

-Lo que te dije al entrar aquí. Deberemos buscar a alguien que nos quiera contratar como mercenarios.

Si bien Ryuken nunca había sentido aprecio por las tierras imperiales, era un hecho que allí encontraría mejores trabajos que en otros lugares. Decidió ir al Banco Imperial de Rokugan para enviar dinero a su tierra, y de paso preguntar por si necesitasen escoltas o guardianes. Al fin y al cabo era una época complicada.

Mientras caminaba por la calle, veía todo tipo de personas en multicolor variedad de clanes, tratando de alejarse todo lo que pudiera de los Dragones amarillos y verdes. Aunque sabía que no todos eran monjes, era posible que hubiera más de uno amistado con ellos. Fénix, Leon, Mantis y Grulla eran los clanes que parecían repetirse más por los alrededores, lo cual era normal teniendo en cuenta la cercanía de algunos y la capacidad de maniobra en todos los lugares de los antiguos miembros del clan menor.

Si no fuera por lo refinado de la influencia Grulla en la ciudad, podría haberle gustado, si bien él estaba acostumbrado a lugares más humildes y apreciaba el buen gusto, el lugar estaba demasiado recargado y con demasiado bullicio.

Otosan Uchi. Hora de Ryoshun.

Tras entrar en la ciudad, observáis como la ciudad va despertando de su letargo nocturno. Dado que es la primera vez que estáis en la capital imperial, decides preguntar a uno de los guardias de la ciudad acerca de una posada. Éste te contesta que la taberna de El Sapo con Suerte está cerca, por lo que os encamináis hacia ella.

Aunque el sol comienza a salir, alquilas una habitación para dormir algo. Depositas a Noriko con cuidado sobre el futón y la dejás seguir durmiendo. Es tan hermosa... Piensas mientras la ves dormir. Rápidamente tú también te quedas dormido.

Taberna de El Sapo con Suerte. Hora de Akodo.

Ya más descansados, bajáis al comedor donde esperáis conseguir algo de comida. Pedís al tabernero algo de comer y éste os ofrece un ramen de pescado que encuentras realmente sabroso. Ambos coméis con voracidad, si bien observas como Noriko, aún con todos sus pesares, se comporta como una dama e intenta comer con distinción.

Al sentarte observas a tu alrededor. Poca gente, la mayoría mercaderes y algún campesino. En ese momento, dos samuráis con kimonos marrones entran en la taberna. Uno le da al otro unas monedas, supones que es un sensei a su discípulo, y éste se acerca al tabernero y le pide comida.

El más mayor se ha sentado en una mesa cercana a la vuestra, y cuando ha pasado a vuestro lado os ha dicho una bendición para la comida. Cuando el joven vuelve con la comida, comienzan una conversación. Por la cercanía, intentas afinar el oído, aunque no sea algo muy cortés.

Otosan Uchi. Hora de Shiba.

Tras las negativas de los trabajadores del banco, deambulas por la calle. Compras algunos yakitori para saciar tu hambre, mientras te preguntas qué demonios hacer.

Otosan Uchi. Hora de Shinjo.

Tras horas de deambular por la calle sin tener éxito, entras en una taberna de la zona portuaria. Numerosos ronin y miembros de clanes menores se reunen allí, en especial de un Clan con lo que parece una tortuga en el mon. No los reconoces. Tampoco ves a gente de tu Clan.

Pides algo de beber, un sochi decente, con el que ahogar algo las penas. Afinas el oído para intentar oír algo. Nada importante. Hasta que oyes algo que puede ser interesante. Al parecer esa noche habrá un torneo de peleas desarmadas en las cuales se dice que se mueve bastante dinero. Quizás los kamis te han enviado una señal.

- Caballeros - Dice el Ichiro con una sonrisa acercandose a ellos - ¿Es posible que si les invito a una copa pueda participar en la conversación?

Enseña algo de dinero con una sonrisa cómplice.

- Verán, estoy interesado en participar en ese torneo de Luchadores Callejeros...

Realmente el sueño era un poderoso enemigo,Jin aún era joven y a veces sentía vergüenza al no estar al mismo nivel que su sensei Matsuda en lo que a resistencia se trataba,pero al igual que en esta ocasión las dudas duraban poco en su mente,lo que tardaba en llegar el poderoso sueño y dejarlo fuera de combate,cerca de la puerta casi sentado contra la pared.

Jin había aprendido alguna de las ventajas de su nueva vida y una de ellas era por mucho que te portaras con etiqueta se te tachaba de indigno de la misma forma,así que comió a gusto,manteniendo la etiqueta justa y necesaria.-Que la gracia de la dama sol os acompañe, Sama.-Jin hace una leve reverencia de agradecimiento al samurai que pasa junto a él y los colores tierra de sus kimonos no pasan desapercibidos para él que discretamente se inclina mas hacia el cuenco de comida para escuchar un poco mejor la conversación de esos dos samurais,mirar sería de demasiada mala educación,tensó la espalda y esperó no tener que saltar en otro combate.

Otosan Uchi. Hora de Shinjo.

Cuando te acercas a la mesa, los parroquianos te miran con desconfianza, pero al ver tus músculos y tu dinero, uno te dice rápidamente y en voz baja que te reunas con él en la parte trasera cuando la Hora de Shinjo haya terminado.

Con cierta satisfacción, te diriges a la barra donde pides algo más de beber y apuras el tiempo deleitándote no sabes si más con la bebida o con tu cambio de suerte.

Otosan Uchi. Hora de Hida.

La hora acordada ha llegado. Te levantas de tu asiento. Hace un rato que los hombres de la mesa de al lado se han ido.

Sales de la taberna y te diriges a la parte trasera. Ves al hombre con el que has hablado sólo. Te extraña. ¿Dónde están los otros? Te pones tenso y en guardia, para reaccionar en caso de peligro.

Te acercas al hombre y te presentas. El hombre te pide un koku para inscribirte. Lo haces y te dice que le sigas. Te lleva a un callejón y allí se dirige a una puerta. Golpea y una repisa se abre. No consigues escuchar lo que dice, pero sin duda alguna contraseña. El hombre de la puerta, un gigante, calvo y totalmente tatuado os abre. Entráis.

El interior está a revosar de gente. El humo de las pipas y el calor hacen el ambiente realmente caldeado. Ves el suelo pintado con pintura roja... y lo que parece sangre. El viejo al que has seguido te lleva a una habitación. Te dice que puedes usarla como vestuario. Dejas tus cosas y sales. El ring ya está ocupado por un hombretón mucho más alto que tú y sin duda muy fuerte. La noche se pone fea.

Otosan Uchi. Hora de Akodo.

Parece que tu intento de escuchar algo da resultado. Escuchas lo siguiente:

-¿Qué haremos ahora, maestro?

-Lo que te dije al entrar aquí. Deberemos buscar a alguien que nos quiera contratar como mercenarios.

Parece que quizás hayáis tenido suerte. ¿Debería presentarme y preguntarles si querrán unirse a nosotros o dejaré que se vayan por miedo al rechazo? No puedo fallarle a Noriko...

El pulso de Jin se acelera al escuchar las primeras palabras de los dos samurais y rápidamente sus ojos buscan un mon en las ropas de ambos samurais,un algo un distintivo de alguna familia ronin tal vez,sin saber ni como se levanta de la mesa y se acerca a la mesa de los desconocidos inclinando la cabeza para pedir permiso a Noriko.

Al final sus pasos le llevaron junto a la mesa de los desconocidos.-Sama...Disculpadme.-Jin toma asiento junto a los desconocidos en cuanto estos le dan permiso,agacha un poco la mirada y carraspea.-se que es de mala educación...Pero no he podido evitar  escuchar vuestra conversación señor,Mis diculpas.-Jin pone ambas manos sobre la mesa y se inclina pidiendo perdón.-Es verdad que buscáis trabajo?un señor tal vez?....-Jin los miraba con los ojos abiertos por la expectación,sorprendido y a la vez emocionado por el momento de la respuesta,su mirada recorrió un segundo la sala y miró a Noriko,debía vigilarla a toda costa

Una vez vestido, Ryuken salió al ring.

Su enemigo era mucho más grande que el. El Ichiro chasqueó los dedos y sonrió. Quería ganarse el dinero, no que se le fuera regalado.

Ni siquiera habla. Espera a que el ring suene y golpea con toda su fuerza.

Antes del golpe piensa en por que hace esto. Piensa en su familia, allá en tierras Tejón, tratando de reconstruir su pueblo. Piensa en su afición por la lucha y como se siente realizado por estar aquí. Y sobre todo, piensa en los Dragón que no merecen sino la furia de sus puños. La furia de sus puños.

Sin darse cuenta estos pensamientos le han añadido fuerza a este primer golpe...

Ring en el lugar apartado. Otosan Uchi. Hora de Shinjo.

Tras un rápido quiebro, Ryuken lanza un derechazo directo a la barbilla del gigante, que sorprendido, no puede más que escupir sangre y saliva por su boca, salpicando a quienes estaban tras él. Su cabeza se desplaza hacia atrás con violencia. La gente grita, animándote a ti o al otro, en función de sus apuestas.

Si bien el golpe ha sido monumental, tu contendiente no está acabado y decide devolvértela. Aunque algo conmocionado, te la devuelve por poco. Su impacto también te coge por sorpresa. Estáis los dos muy equilibrados. La multitud no puede más que aclamaros ante el gran combate que estáis realizando.

-Bien sensei ,entonces solo esperare a que mi acero este a la altura de nuestros benefactores-dije refiriéndome a los señores a los que nos venderíamos.

De repente un joven se acerco a nuestra mesa ,parecía que buscaba mercenarios.Al parecer el trabajo nos venia a la mesa.

Dirigí una mirada perpleja hacia mi sensei ,sorprendido, esperando  que este respondiera por los dos.

Taberna de El Sapo con Suerte. Hora de Akodo.

Hairo se encuentra también sorprendido por la aparente suerte que habéis tenido. El joven que se ha acercado a vuestra mesa viene acompañado de una bonita dama, que se mantiene algo detrás.

-Bien es cierto que necesitamos un trabajo, señor, pero antes quisieramos oir sus condiciones antes de decidirnos. Aún así, quiero que sea mi alumno quien lleve las conversaciones, esta puede ser una buena oportunidad para él para aprender cosas.

Es un hombre sabio mi sensei. Piensa Guren para sí mismo. Debo saber estar a la altura y no decepcionarle. Ambos esperan la respuesta del samurái contratador.

Tras el primer golpe, Ryuken quedó sorprendido por como su contrincante había mantenido la compostura y golpeó con fuerza su cara, haciéndole caer hacia atrás. Con media vuelta sobre el suelo se levantó e intentó golpear, pero la sangre le nubló la vista. Probablemente le habrían roto una ceja.

El golpe parecía que iba a fallar, así que se preparó para recibir la contra. Aunque la pelea no había durado mucho, ambos contrincantes parecían estar en las últimas.