Partida Rol por web

Vuestros doloridos ojos se adaptan a la nueva luz… Estáis en un interior, un palacio de altos techos lleno de estandartes, banderas y escudos. Vidrieras de mil colores filtran la luz y aun así todo tiene un tono dorado, amarillo y ocre. Pisáis una alfombra amarilla con detalles negros y dorados, en ella hay iconografía de dragones y grifos y demás criaturas mágicas. Estáis en un gran pasillo o sala, flanqueada por columnas.

Arriba de una escalinata, un trono se yergue ante vosotros, y un murmullo os rodea. Poco a poco veis que la sala se va llenando de ojos, las columnas se abarrotan de criaturas, sobre todo elfos, goblins, trolls, no sabríais ponerle nombre a todo… Van vestidos con ropas ricas y lujosas, algunos con armaduras doradas con sus emblemas y sus símbolos, sus armas y sus riquezas.

El Duque Áureo sube la escalinata, sus ropajes han cambiado, ahora porta su armadura de oro y sombras, lleva un báculo y una espada. Camina majestuosamente hacia el trono, tan elegantemente que parece que flota y se sienta grácilmente en el trono. Una elfa vestida de oro y plata y un elfo de armadura roja y dorada lo flanquean, asienten respetuosamente mientras el Duque se sienta.

Los murmullos se silencian de inmediato cuando el duque se dirige a la corte.

– Pueblo Aúreo… Mi pueblo. Estos extranjeros han venido a mis tierras, recibidos por mis brazos, salvándolos de sus enemigos. Por ello, van a cumplir su deuda de vida y jurarán pleitesía a mi nombre, mi familia y mi sangre. Si se niegan, su deuda se pagará como esclavos para mis vasallos leales. Legisladora, ¿Tenéis a bien pronunciaros?

La elfa a su izquierda, vestida de plata y oro asiente y se coloca para hablar a la sala.

– Hijos de la Tierra de Lulmek… Estáis aquí para pagar vuestra deuda… Si creéis no ser dignos de vuestro destino o que vuestra valía no os pertenece o bien necesitáis consejo legal. ¿Hay alguien que os pueda representar o aconsejar en este lance?

Tras esta pregunta, el salón momentáneamente se silencia, después poco a poco vuelven los murmullos, estáis casi seguros que están apostando o repartiéndose ya los esclavos.

Nadie nos ha dado acceso a vuestro sistema legal y en nuestro mundo el sistema de honor funciona de un modo distinto al vuestro, con lo que en principio no tenemos ninguna base sobre la que apoyarnos para este lance, al menos por mi parte.

Estaba claro que este era un mundo en el que no se nos permitiría parlamentar. Así que solo puedo exponer la realidad.

¡La Corte Áurea, que maravilla! 

Mientras el Duque Áureo caminaba flotando hasta su podium para sentarse en su trono, Qimaera se limitó a mantener una respetuosa genuflexión ante él y los otros dos elfos que lo flanqueaban.  Ante la pregunta de la legisladora, cuando esta tomó la palabra, señaló la vitalista con un gesto claro hacia aquel alto hombre de ojos grises y pelo rubio y largo que había podido invocar el favor de Arcadia para salvarlos de la insana locura de aquel mentalista ruso y su barco.

A mi y a otros nos representa el bienaventurado Don Diego Guzmán Reales de Ulloa y Moncloa, -inclinó respetuosamente la cabeza hacia él, para luego proseguir-  líder indiscutible y honorable nuestro en estos trances, el que es noble compañía y seguidor de la digna Orden de San Jorge, quien es protector de las libertades y saberes ocultistas de la Alianza Latina, el que es uno de los cuatrocientos de cuatrocientos pilares de la gente que se necesita para acompañar el renacer de nuestro mundo después del sismo y abismo del Cataclismo, el que es comprensivo escucha de nuestros pesares, quien es digno al servir mandando, y mandar sirviendo.

¿Nosotros?   

Somos nada, ya ve, o lodo o dolo, Eva y Adán somos.

Líder o redil, 

somos.

Esperó la vitalista a que después de la presentación, el propio Don Diego hablara para interceder a favor de todos. 

No tenía claro que habíamos hecho mal o quién había hecho mal para que el elfo se enfadara de esa manera. Ya me olía que algo iba a pasar, esta vez no me tomó por sorpresa el transito a la nueva posición. Así que me dejé llevar a donde quiera que fuese ese sitio.

El lugar me impone, nunca hubiese imaginado un emplazamiento como aquel, he leído sobre esto, pero no se puede comparar con la imagen real. El esplendor del lugar y de la corte hace que me sumerja en este ambiente que rompe con la realidad de mi mundo y entienda su necesidad imperiosa de que expresemos con un juramento nuestra lealtad. Aunque ya había manifestado mi intención de seguir a Don Diego entiendo que la única opción que tenemos es hacer lo que nos dice, así que me arrodillo y con una leve inclinación de cabeza realizo mi juramento.

--Juro ante el señor de estas tierras, el Duque Áureo y su corte, mi más profunda lealtad. Respetaré sus leyes y costumbre, también atenderé a sus requerimiento cuando sea necesario. Seguiré las directrices de Don Diego ya que tiene el conocimiento necesario para tratar con su magnánima persona y en el que todavía me tengo que instruir.-- espero que mi juramento sea apropiado para el elfo así que me incorporo y doy un paso atrás dando a entender que había terminado de hablar.

Disculpad, Señor Duque Áureo -exclamo tras oír a mis compañeros Disculpad a Qimaera, jinete de titanes, por sus palabras, pues sólo buscaba defenderme
Hago una pausa, imposible no sentirse intimidada por el entorno, la presencia del Duque y su corte. ¿Cómo ser terriblemente sincera pero, al mismo tiempo, mantenerse dentro de los límites del respeto absoluta y la más completa deferencia ?
Suspiro, nerviosa, antes de soltar con voz lo más firme posible mientras alzo mi mano en la consabida postura juramental
Serviré a Don Diego Guzmán con amistad y honor. Ofreceré consejo y tomaré las armas libremente, siempre buscando el bien de mi Señor y sus otros vasallos
Me inclino hacia el elfo, haciendo una reverencia.
Entiendo,Mi Señor, que debo honrar a la palabra ya dada y no añadir ni restar ni una coma a mi anterior juramento. Comprendo, asimismo..o eso creo -Miro en dirección a la ella vestida en plata y oro, apenas un segundo, para volver a enfocarme en los ojos brillantes del elfo que el vasallaje de Don Diego a vuestra persona me obliga, indirectamente, a ser vasalla vuestra.

Si no lo estuviese viendo no lo creería, aquel lugar parecía de fantasia con aquellos techos altos, vidrieras de preciosos colores, trabajadas con perfección y luego se mantenía aquella paleta de colores dorados en paredes, techos, estandartes...incluso el trono que se alzaba antre nosotros era precioso. Mis ojos no paraban de moverse observando cada detalle, todas aquellas personas que aquel "rey" llamaba su pueblo nos miraba con curiosidad, eran intimidantes de cierta manera.

En aquella tierra extraña, con gente extraña y un "rey" que parecía soportar con dificultad nuestras maneras, pero ¿qué podíamos hacer? nos habíamos topado con aquella situación de golpe y porrazo e intentar mostrar nuestra gratitud estaba resultando más complicado de lo que esperaba, si cediendo ante él nuestro servicio conseguíamos volver a nuestro lugar, había que hincar la rodilla. Desde luego mis formas de hablar y expresarme no se acercaban ni por asomo a las de Diego, pero intenté hacer lo mejor que sabía. Si con ello volvíamos a nuestra realidad, que así fuese.

-Excelentísimo Duque, usted respondió a nuestra llamada y por eso os estaré eternamente agradecido al igual que mis amigos y como tal, hombre de palabra que soy os juro lealtad a usted, a su familia y a su sangre-incliné mi cabeza de modo respetuoso y esperé a su respuesta.

La majestuosidad del lugar podía ser una fatal distracción. Lo que para nosotros podía ser algo extremadamente bello, deslumbrante, exquisito, era mucho más normal para los seres de Arcadia, los cuales solían trabajar con un arte sin parangón, muchos materiales, creando sublimes bellezas. Pero consciente del momento, y aferrándome a la voluntad de no dejarme envolver de toda esa fría belleza, me propuse estar concentrado en las palabras pronunciadas y las que yo mismo iba a verbalizar.

Excelencia, Duque de Arcadia, Señor de estas Tierras, cierto es que invoqué vuestra presencia para solicitar favor, y lo obtuve. Por ello como ya os dije anteriormente os estaré eternamente en deuda. Quizás este hecho me convierta en vasallo vuestro de forma tácita, pues que hace un Señor por sus Vasallos? ir en su ayuda cuando lo requieren, a cambio de rendirle pleitesía. Pero mi honor, lealtad y gratitud, hacen que sienta la necesidad de querer ser vuestro vasallo, más allá de las obligaciones contraídas. Así pues, Yo Don Diego Guzmán Reales de Ulloa y Moncloa, juro pleitesía a vuestro nombre, familia y sangre.

No se de nadie que pueda representarme ni darme consejo legal como nos informa la noble Legisladora, y por Alexander, que aun sin ello he de luchar para seguir adelante... por mi, por mis compañeros, por los de mi raza que esperan noticias, y ahora por Vos, pues un vínculo nos une.

Alguien me a elegido a mi como portavoz, como representante de su persona, intentaré desempeñar lo mejor posible esa función Quimaera.

Ferro, Eva, Aamale, agradezco que me sigáis, ahora no puedo fallaros, pues fallaros a vosotros es fallar a mi Señor Sidhe y errar en los preceptos Alexandritas.

Cuando me dirijo a Raven, lo hago desde una postura relajada, con voz casi susurrada, pero clara. Cierto aire intimidatorio pero, sin nerviosismo y extrema seguridad.

Raven, deja de lado tu razocínio y lógica, pues puedes morir aplastado por ella. Debes decidir entre pedir consejo que deberá darte un desconocido, rendir pleitesía al Duque Áureo, que ha tenido a bien permitirnos entrar en su Reino, o te revelas ante todo hecho e intentas racionalizar un mundo que no funciona según tus principios, lo cual acabara con tus huesos como esclavo de algún Sidhe. Has de tomar una decisión, cierto es que hablas poco y dices menos, pero ahora has de decir una sola cosa y no admite demora. Tu deuda con el Duque ha de ser pagada y ya sabes que hay 2 formas, y me temo que negociar como el que vende su cosecha no es lo que aquí se estila.

Al acabar me giro hacia las tres figuras principales. Realizo una reverencia, y sin levantarme digo:

Dicho esto, cual es vuestro veredicto y que esperáis de nosotros, Mi Señor?

Toda la corte os escucha expectante, ha estado silenciosa con respeto mientras hablabais cada uno de vosotros. Tras las palabras de cada uno, han dirigido miradas al Duque esperando su reacción. Así mismo, el Duque parece más tranquilo, la ira ha desaparecido de su rostro, traspasada de algún modo al del Elfo Rojo y oro a su lado. La dama de oro y plata asiente con algunos discursos y niega levemente con otros sin mediar palabra.

Cuando parece que habéis terminado, la dama habla.

- Las palabras de Don Diego y su juramento han sido perfectas. Los seguidores de Alexander nunca defraudan, palabra y responsabilidad.

Mira a Eva y después a Raven.

- Dama Roja, el juramento ahora es al Duque, vasallaje, nada de amistad ni de libertad, Caballero Azul… no vamos a reiterarnos tras las acertadas palabras de Don Diego sobre vos que ya os ha dicho lo que debía ser dicho.

La dama baja un escalón hacia el grupo. Mira al Duque y este asiente.

– Para los demás, como faérica apruebo el corazón detrás de vuestras palabras, sin embargo, como Legisladora del Duque Áureo os debo pedir ciertas formalidades. Estamos ante la corte y aquí se requieren unas formas. Nadie va a reprocharos en este caso vuestra ignorancia. Como él, debéis usar vuestro nombre en el juramento. Como guardiana de la verdad atestiguaré si ese nombre os representa y es vinculante. Además debéis besar la espada del Duque tras hacer el juramento.

El Duque muestra su espada.

– Yo, el Duque Áureo, señor del Palacio Áureo. Acepto el vasallaje de aquellos que me rindan pleitesía y besen esta mi arma, Vengadora Dorada, mi brazo de la ley. Juro amarlos, protegerlos y asistirlos. Juro Juzgarlos con justicia, defenderlos de la injusticia y no dañarlos sin castigo merecido.

El Caballero Rojo y Oro se acerca al Duque, este le cede su dorada espada, el caballero la recoge ceremonialmente haciendo una reverencia a su señor y se acerca a Don Diego ofreciéndosela, después irá uno por uno.

Os juro pleitesía que solo el mismo Alexander podría prohibirme, y en tal desempeño beso vuestra arma.

Seré vuestro heraldo alla donde vos querais enviarme, vuestro abanderado en el campo de batalla, el defensor de vuestro linaje, y sabre ganarme vuestro aprecio y el de vuestra gente, por distintos que seamos.

La Legisladora se encargó de indicarnos cómo comportarnos ante el Duque y el resto de personas que allí se encontraban así que siguiendo la petición del Duque y la Legisladora me acerqué hasta él y su espada.

-Yo, Daniel Ferro os juro pleitesía Duque Aúreo, defendiendo vuestra estirpe ante los enemigos que se presenten cuando sea necesarió-dicho eso besé la espada con delicadeza y me retiré unos pasos atrás con la cabeza inclinada volviendo a la posición donde se encontraba mi grupo. Desconocía totalmente cúanto nos afectaría tal juramento que hacíamos, pero no iba a ser fácil. Y aún seguía preguntándome dónde se abría ido ella ¿estaría viva, en otro mundo paralelo, en nuestra realidad quizás? ni puñetera idea, pero lo descubriríamos pronto si el Duque cumplía su promesa de devolvernos a nuestro lugar.

Atendiendo a las palabras de la legisladora y siguiendo los paso de Ferro, me dispongo a realizar mi juramento de nuevo, sé que el tono tiene que ser más formal, y desde luego, después de repetirlo, lo tendré grabado en mi cabeza para siempre, me acerco al elfo y me arrodillo -- yo Aamale juro lealtad al Duque Aureo y su corte, respetaré sus leyes y costumbres; y atenderé a sus requerimientos cuando sea necesario-- a continuación beso la espada. Me levanto y doy unos pasos atrás esperando que el resto de los compañeros cumplan con el protocolo requerido en este mundo tan extraño.

Yo, Qimaera do Sul Guimaraês, juro que seré leal vasalla del Duque Aureo de Arcadia, siguiendo su consejo y guía, y poniendo todas mis habilidades al servicio de sus bondadosa y faéricas tareas. 

Besó la espada dorada, como correspondía, tocando al mismo tiempo la tierra y una planta, para mostrar a si misma que no sería sólo la fuerza del arma a la que respetaba, sino a la tierra misma y a la vida en ella. 

Dudo, paralizada por la incertidumbre un rato, hasta que, poco a poco, los ojos se van posando en Carah, Maryah y yo, expectantes. Señora...-exclamo mirando a la legisladora Hay muchas cosas que no comprendo
Mi voz tiembla al principio, ronca y fatigada, pero poco a poco mi tono se eleva.
No comprendo por qué parece que mi juramento anterior, aceptado quizás no en forma, sí en el fondo, parece que ya no sirve. Sin embargo creo que debe ser tan respetado como un juramento solemne y ceremonial .
Miro a Diego, buscando rechazo o enfado. Aprecio su esfuerzo y su sacrificio enormemente, pero las injusticias me encienden
No comprendo por qué el acuerdo entre el Duque y Don Diego, que nos permitió escapar, de repente exige obediencia no solo a Diego, si no a todos los demás. A mi entender, equiparando un acto de altruismo y generosidad a una vulgar tasa de rescate
Miro ahora al Duque, a esos ojos brillantes y atemporales
Decis, Legisladora, que preferís el vasallaje a la amistad y la libertad. Como bien dijo el Duque, para vosotros inmortales, la palabra permanece y las emociones se las lleva el viento. Para mí, quizás por ser bruta, de corta vida e ignorante, la amistad, la confianza y el amor estan por encima de las imposiciones y los contratos.
Me arrodillo entonces, pero en dirección a Diego.
Yo Eva Corralejo, juro que serviré con lealtad a Don Diego Guzmán. Ofreceré consejo y tomaré las armas libremente, para defender a mi señor, sus vasallos y aquellos, como el Duque Áureo, a los cuales rinde pleitesía mi señor.
Esta mejor así? Parece que dice mi lenguaje corporal, desafiante, agresivo

Igual ocurre que considerais que no podeis jurar algo, cuando ya habeis jurado lo mismo a otra persona antes, es así Eva? es que como me habeis jurado lealtad a mi, no creeis oportuno hacer lo mismo con el Duque? para no incurrir en un doble juramento que pudiera contradecirse en algun momento?

Si es así, puedo liberaros de vuestro juramento hacia mi persona, para que podais realizarlo al Duque, y besar su espada (es como el báculo de un Alcalde, un simbolo de poder). Yo por mi condición, puedo aceptar vuestra amistad y amor, sin juramento explícito, de que me ayudaras en cuanto esté en tu mano.

Creo que deberias rendir Vasallaje a quien lo requiere. Pues estos son sus Dominios, y su favor, y no el mio. 

Si realmente me "amais", aceptadle en sus condiciones, que yo os acepto como sois.

Esto no lo digo telepaticamente, ya que no sirve de nada. Tampoco me importa que  lo oigan realmente, pues tengo fuertes convicciones como seguidor de Alexander que el camino tomado es el correcto.

Luego me acerco a Eva, y le doy un beso, sencillo y tierno, que supongo no espera (no se trata de robarle un beso), luego me aparto con dos pasos atras

El caballero elfo de armadura Roja y Dorada avanza hacia Eva, sus ojos refulgen Rojos. Porta la espada del Duque en la mano izquierda en alto para que sea besada, pero desenfunda con la diestra su propia espada y la arrastra violentamente por el suelo haciendo que haga un chirrido infernal y salten chispas rojas.

– Hermana Roja, invitada y endeudada, Eva Corralejo… Sois despreciable, ruin y os escondéis en palabras vanas e insultos como si fuerais un despreciable azul… Mi señor os salvó a TODOS. Mi señor accedió a vuestros ruegos sin ninguna obligación, pues ningún trato anterior lo ataba… ESO ES GENEROSIDAD. Os rescató de un poderoso mentalista ruso, ESO ES ALTRUISMO… Pero TODO TIENE UN PRECIO EN EL MUNDO. En el tuyo también, lo sé muy bien… Pero aquí cuando la palabra es dada, cuando se hacen los votos, cuando se promete, se CUMPLE.

El caballero levanta su espada y la pone en el cuello de Eva.

– Mi señor os prometió curación cuando jurarais el vasallaje, os prometió paso hasta el mundo de vuestro señor… Ni una sola palabra de agradecimiento… reproches… insultos… Aquí el VASALLAJE es amistad, los VOTOS son amor, las PROMESAS son libertad. Porque estas palabras deben darse de libre acuerdo… Os parecerá chantaje… Os parecerá que os estamos obligando… No, sólo pedimos lo que es LEY. El duque os rescató… Aquel que lo pidió DEBE CUMPLIR. Y lo está haciendo… Es un hombre de palabra y honor. Y YO LO LLAMO AMIGO por ello. Los demás debéis vasallaje porque el señor considera que fue insultado, toreado y menospreciado en el bosque… Ninguno es testigo de lo que pasó más que él… Y aunque su palabra no fuera ley aquí… Le creeríamos porque hay votos y juramentos entre nosotros y es un padre, un amigo, un amante… Y vosotros sois extraños, vuestra palabra no vale hasta que no la hayáis dado, vuestros votos no existen hasta que no los pronunciéis y no hay juramentos entre nosotros… Luego no hay amistad, ni amor, ni libertad hasta que no demostréis que sois amigos.

El caballero mira a Eva directamente a los ojos…

- ¿Quién no daría su palabra a un Señor en su reino? Un enemigo… Tan solo aquel que nos desea el mal o quien espera traicionar en el futuro o quien ya es vasallo de nuestros enemigos… ¿Es esto lo que sois? Tan solo por los insultos que habéis proferido aquí… Como EJECUTOR del reino tengo derecho a Juzgaros y mataros… Mis votos me respaldan y no tendría ninguna repercusión… ¿Eso queréis? O por el contrario deseáis que os cure de esa herida en vuestra alma… Herida que no se hizo aquí sino por vuestros enemigos rusos… Decid, pronto… ¿La espada de Mi Duque en mi mano izquierda o mi espada en mi mano derecha?.

Miro con simpatía, casi cariño, a Diego mientras intenta quedar bien con todos, intentando salvarme de mi propia insolencia. Dejar sin efecto mi primer juramento elimina parte del problema pero no todo
Acepto su beso sin problemas, con una sonrisa cordial. Ya llegará el momento de hablar de nosotros, pero no será ahora.
Gracias, Diego. Realmente pareces salido de un cuento, de un libro de caballería o algo así..

El elfo de armadura roja baja amenazante, podría haberle disparado mientras bajaba, pero evito hacer un movimiento hostil. . Escucho todo lo que dice y no apartó la mirada ni retrocedo mientras pone su acero en mi cuello. Miro al ornamentado techo, mi voz un susurro.
Entiendo que améis a vuestro señor..y entiendo que os sentáis ofendidos por nuestro escepticismo, pero por muy ofendido que estéis, no tenéis más cerca la verdad de vuestro lado. Ruin, despreciable y cobarde...decís..elfo, tenéis la mecha sorprendentemente corta y la boca decepcionadamente grande
Acerco mi rostro al del elfo, casi tocándolo. Sonrío mientras mi mano se posa sobre una granada perforante. Su olor, flores secas, cálido hierro, me envuelve.
No deseo tener enemigos, ejecutor. Ni añadir los de vuestro señor a los míos. No estar de vuestro lado, Rojo, no significa ir contra vosotros.
Sonrío con tristeza, alejando la agresividad Como bien dices, quizás no sea digna de que vuestro señor me ofrezca ser también mi señor. No pretendo menospreciar su gesto ni los riesgos a los que se enfrentó para rescatarnos sin tener obligación alguna. Es cierto que no he dado las gracias, ahora caigo en mi error.
Me aparto del elfo para, lentamente, acercarme al trono.
Gracias por rescatarnos, Señor. No deseo que mis acciones perjudiquen a mis amigos.
Me arrodillo.
Acepto vuestra tutela, Duque. No por las amenazas proferidas por vuestro carnicero , ni por la promesa de curación. Por el bienestar mis amigos aquí presentes y de Enya y Ariadna yo, Eva Corrralejo, juro ser una aliada fiel, honorable súbdita del Duque Áureo. Acepto la protección el amor y la asistencia del Duque y su Justo castigo.
Beso la espada si se me ofrece

Apenas tocas la granada todo lo que piensas hacer en tu cabeza se desvanece… ves como el EJECUTOR se mueve como un rayo.
En tu estado, debilitada, casi adormecida, tus manos pesan como piedras, apenas puedes levantarlas, te das cuenta que mucho menos podrías haber levantado tu arma o disparado.

La espada del EJECUTOR silva el aire y con precisión letal veis como separa la mano de Eva de su muñeca, antes de que la mano caiga al suelo, la espada brilla con un flash rojo, mano y granada desaparecen en el aire mientras de una patada en el pecho, como un relámpago, el EJECUTOR derriba a Eva al suelo y le pone la espada en el pecho. Simultáneamente la LEGISLADORA mueve su mano y un aura blanca rodea a Eva.

El EJECUTOR habla para que toda la sala le oiga.

– Mi señor os dejo las armas como prueba de buena voluntad… de nuevo, vuestro desprecio se plasma en acciones, ya nunca sabremos que ibas a hacer… pero tocar una bomba tecnológica es como quien se acerca con la mano en la empuñadura de su arma. Y antes de que me hables y rebatas mis palabras con que yo también porto mi arma… YO SOY EL EJECUTOR DE ESTE REINO. Y como Ejecutor que soy… voy a dictar sentencia.

Lanza la espada del Duque al aire y ésta vuela a las manos de su señor mientras este asiente y sigue hablando.

– Por insultar al Gran Duque Áureo y menospreciar sus favores se os arrancaran los ojos. Por insultar al Ejecutor del Reino delante de toda la corte se os cortará la lengua. Por manipular amenazadoramente armas delante del Gran Duque amenazando al Ejecutor se os cortaran los brazos a la altura del hombro. Por faltar al decoro y la etiqueta en el gran salón de la corte estando ésta convocada ante el Gran Duque Áureo se os cortaran las piernas por donde empieza el muslo. Se os curarán estas heridas para que no muráis desangrada pero sufriendo el mayor dolor posible. No se os permitirá morir, seréis alimentada mágicamente si hace falta para servir de decoración al palacio del Duque y permaneceréis en este estado de gracia todo el tiempo que el Duque estime adecuado.

La LEGISLADORA asiente y habla.

– Toda la corte ha visto los agravios, los insultos al Duque y al Ejecutor, a todos nosotros. Ha insultado nuestro modo de vida, nuestras leyes, nuestros corazones. Y ha tenido la osadía de tocar un arma como amenaza ante nuestro Ejecutor. Como legisladora, apruebo los cargos y la condena si nuestra excelencia no dicta lo contrario.,

El Duque os mira.

Quizas por su insolencia y brabura incontrolada, Eva Corralejo, deba ser castigada. Si el castigo es justo, no creará odio, solo dolor. En cualquier caso, Yo Diego Guzmán, recibiré el mismo castigo que se le imponga a Eva, ciñendome a mis palabras anteriores. Yo soy responsable y pagare las deudas de mi gente. Y así a de ser, pues soy hombre de honor y lealtad, y nada puede reprocharme querer cumplir con mi palabra, pués bien que ha sido tomada para otros menesteres. Esto lo digo en voz alta ante la sala, mirando fijamente a lo mas profundo de los ojos del Ejecutor.

Luego me giro al Duque y le digo:

Duque, lejos de querer ofenderos, y por muy vasallo suyo que sea, tengo el derecho de solicitar recibir el mismo castigo, porque se que será justo. De no permitirseme, sería un terrible agravio ya que se me vetaría el derecho de cumplir mi propia palabra. Eso atacaría mi honra, y mi honor estaria en juego. Y solo conozco una manera de limpiar las deudas de honor.

Gracias.

Encerrada en el campo que seguramente resista una explosión me intento levantar, agarrando mi brazo
Estoy demasiado débil para lanzar granadas, ejecutor. Jamás habría matado a nadie excepto a mi..
Miro a Diego
No. Diego. Te lo harán..o te obligarán a ti a castigarme. Dejame... solo prometen dolory humillación.