Partida Rol por web

Os encontrais en un claro en algún punto d elos bosques sureños, frontera natural entre Brolia y el Imperio. Por algún motivo, aún habiendo salido de la aldea con objetivos muy distintos, vuestros caminos se han reencontrado en este punto. Es hora de compartir aquello que habeis averiguado y tratar de desdcubrir qué está pasando.

-Vaya, vaya, vaya -comenté al verles- una manada de traidores ruidosa como un circo en verano.

- Oh - Vehexa les mira sorprendida un momento - ¿Qué hacéis aquí? Loranda y yo nos preparamos para emboscada y Kilder hace pis.

Observo confundida a las dos personas que veo aparecer. 

-Eso digo yo!- exclamo sin alzar mucho la voz- Sois vosotros quienes nos estabais espiando?  

Tras unos segundos logró recobrarme de mi sorpresa y cerrar la boca.

- ¿Traidores? ¿Espiando? -logro articular atropelladamente- ¡Estábamos buscando a un grupo de exploradores del Ejército Lunar que han masacrado a unos aldryanis ahí atrás!

De repente una idea atraviesa mi mente y les lanzo una mirada astuta.

- Un momento... ¿los matasteis vosotros? ¿os atacaron? ¿os habéis encontrado con la patrulla lunar?

El inesperado reencuentro me trae una sonrisa al rostro al comprobar los otros tres miembros del grupo están bien. Sin embargo, rápidamente se impone la incomprensión:

-¿Pero vosotros no habíais ido al campamento lunar? -pregunto a Loranda, Kilder y Vehexa mientras envaino la espada.

-Como siempre, puedes resultar decepcionante, estimado Aldar. Según nuestro modus operandi, si hubiésemos matado a esas criaturas, ya no existiría bosque, sino un buen puñado de cenizas.

Le contesto de mala gana, un poco molesto.

-Las chicas encontraron a un prisionero y lo liberamos, el cual se convirtió en un arbusto, pero antes nos dio información acerca de un pozo, el cual guarda la maldad o algo así -comenté haciendo movimientos de molinillo con la mano.

-Shhh..., bajad la voz. Esos exploradores deben andar por aqui, presentimos algo hace poco, como si alguien nos estuviera espiando o algo parecido, deben ser ellos- miro a mi alrededor con atencion, y continuo hablando en voz  mucho mas baja- Tenemos que matarlos, no hay otra opcion. Cuanto antes mejor- asiento convencida de lo que digo. 

Estoy demasiado sorprendido como para notar las pullas de Kinder. Simplemente me levanto y hago un ademán para alejarle, distraído, como quien espanta una mosca. Miro a Loranda con los ojos como platos y le susurro:

- ¿Un arbusto? ¿Un pozo? ¿Se ha vuelto definitivamente loco? -asimilo las palabras de la mujer y continúo- Nosotros buscábamos a esos exploradores... al veros con esos uniformes por poco cometemos un error ¡Incluso he temido que nos hubierais traicionado! ¿por qué vais vestidos así? ¿Para atraparles y engañarles?

Mi cerebro se sobrepone a la sorpresa y empiezo a pensar con rapidez.

- Ya veo... ¿queréis emboscarlos? Podríamos escondernos por aquí y vosotros atraerlos aprovechando vuestros disfraces ¿es eso lo que pensáis?

Escucho las palabras de mis compañeros con atención y luego miro alrededor con desconfianza antes de hablar:

-Sí, debe tratarse de ese grupo de exploradores extraños del que nos hablaron -comento con un susurro-. Si por estos bosques hay un pozo de maldad, seguro que los lunares andan buscándolo. Ya se sabe que la luna roja es aliada de todos los males del mundo -añado, y escupo al suelo con asco-. Me parece bien tratar de emboscarlos, si estáis de acuerdo -digo mirando sobre todo a Vehexa, Loranda y Kilder.

- Nosotros vestidos así porque entramos en campamento lunar. - explica Vehexa - Allí encontrar un árbol que habla, torturado, que nos dijo que pozo es de maldad y lunares lo buscan. Lo mejor es emboscarlos y matarlos antes de que lo encuentren, sí. Nosotros podemos acercarnos a ellos porque llevamos uniforme lunar, vosotros escondidos rodeáis.

Me escandalizaba profundamente, que a mi uniforme de Vexilla le llamasen disfraz...

-Nosotros deberíamos seguir buscando el pozo, y no juntarnos demasiado con los enemigos -comenté removiendo una mano- al final, con tanta  cháchara los emboscados seremos nosotros, y no me hace mucha ilusión tener que mataros simplemente por el hecho de que estáis en mal sitio y en mal momento, en especial, no me gustaría tomar acciones bélicas contra Kenvent o Erikand -pensé un instante- e incluso Swen.

Rumié un momento:

-Yo seguiría buscando el pozo, que es a lo que hemos venido, y si los artistas circenses quieren seguirnos, esta vez sin hacer ruido, y si la diosa Lunar decide que topemos con la patrulla aliada, que hagan lo que quieran. -comenté al tiempo que miraba a mis alrededores- No me gusta estar parado, y menos con vosotros. -sentencié-

Swen se mantiene en silencio mientras vosotros discutís, hasta que sin mediar palabra comienza a caminar a través del bosque. Le seguís durante unos minutos y notais como el entorno cambia radicalmente; los árboles centenarios cubiertos de líquenes y lianas son cada vez más escasos hasta que dejan paso a una vegetación baja, cada vez más reseca y que finalmente os dejan caminando a través de una maraña de espinos secos que crujen bajo vuestras botas.
Da la sensación de que un incendio especialmente violento hubiera asolado esta zona todos los años durante décadas, hasta dejar la tierra completamente yerma.
Swen se detiene de pronto. -Lo siento, amigos, pero no puedo continuar. Aquí hay algo que me supera y ofusca todas mis percepciones. Mis amigos también se niegan a seguir adelante. -El chamán señala a una depresión del terreno, algo más adelante.
Notais cómo todo signo de vida parece haber desaparecido.

El cambio en el paisaje me resulta curioso. Al oir a Swen me detengo, parece que hemos llegado al lugar donde se encuentra el pozo, de no ser asi algo hay que inquieta al chaman. Solo deseo no haber llegado demasiado tarde. 

-Ahi delante creo que esta el pozo que buscamos. Lo mejor sera que conozcais toda la historia que nos conto el aldryani- cojo aire comienzo mi relato tal y como nos lo conto el ser que encontramos en el campamento- Cuando los antiguos dioses lucharon contra el caos que trataba de corromper y devorar el mundo entero, muchos fueron los que murieron. Finalmente las bestias del caos, llegadas de los confines del cósmos murieron, pero dejaron un rastro de destrucción tras de si. Los espíritus de Aldrya deben velar por que los restos de esa maldad sigan ocultos... Pero ellos lo han encontrado. Un pozo de insondable caos hierve en el corazón de este bosque. Si llegan hasta él, se harán con un poder capaz de arrasar esta tierra y estaremos perdidos. Los lunares tratan de interrumpir la cancion, saben en que lugar esta el pozo. Si la cancion se interrumpe, el caos reinara de nuevo. Debemos encontrar ese pozo y evitar que la cancion se acabe. Ojala no sea demasiado tarde- los miro preocupada- Tal vez los lunares ya lo hayan encontrado. Debemos estar preparados y pensar como acercarnos alli para pillarlos por sorpresa. La cancion no debe ser interrumpida. 

Me quedo callado un rato, intentando digerir las palabras de Lorana ¿podría ser ésa la razón oculta tras la invasión de Brolia? ¿cómo encaja Arrhya en todo esto?

- Yo puedo adelantarme. Si ese Pozo no está lejos, conozco un rezo que apaga el sonido de mis pasos. Antes me he quedado al descubierto, pero creo que debería poder aprovechar estos matorrales y las ondulaciones del terreno para avanzar -miro hacia la copa de los árboles- Y también puedo intentar preguntar a los pájaros. Tal vez ellos puedan decirnos si hay humanos delante nuestro o si han pasado por aquí. Aunque... no veo ninguno.

Meneo la cabeza con tristeza mientras observo la desolación que me rodea. Me cuesta pensar que los lunares quieran algo así para todo el mundo. Soy carmaniano, y por tanto he nacido en el Imperio, y sé que la mayor parte de la gente que reside en él sólo quiere cumplir su tiempo de vida en paz.

Aprieto los puños con rabia. Ellos, los dirigentes, los nobles, los generales... ellos son el enemigo. Y los exploradores que han enviado son su brazo armado. Los reclutas que dejamos en la aldea no sabían lo que hacían. Los que tenemos delante son otro cantar.

Apresto mi arco y espero una señal de los demás para avanzar mientras recuerdo las palabras que me cubrirán con un velo de Silencio.

- Grrrr... - Vehexa coge su hacha con fuerza - Ésto no gusta. Es raro. Muerto... Yo no conozco ningún paraje muerto, ni siquiera desierto lo está. Hay mal aquí, pero yo pediré a dioses que protejan y den fuerza a mi hacha. Acto seguida planta su enorme hacha frente a ella, recitando un cántico en un extraño idioma. Tras unos minutos abre los ojos, algo sorprendida - Ni siquiera Dios Caballo tiene poder aquí....

Erikand se había quedado sorprendido al ver a sus compañeros ahí delante en vez de a quienes buscaban. Al igual que los demás, pensó por un momento que eran ellos a quienes buscaban, pero la rápida explicación de Kilder y Loranda disiparon toda duda.

Ese pozo era el foco de los problemas y Swen se había tenido que quedar atrás. Ahora nuestro mejor explorador debería hacer su trabajo. Miró a Aldar y sonrió mientras sacaba su maza y escudo lentamente esperando a los demás. Iría en la retaguardia, como ya era costumbre, su armadura le serviría de buena protección si los sorprendían por detrás. Y a pesar que no era Aldar, su oído y su vista estaban entrenados tras tantas sorpresas como habían pasado.

Le doy un coscorrón a Vehexa con el bastón en la cabeza, y le comento entre susurros:

-No culpes a los dioses de tu falta de concentración, y ahora, estate atenta.

Me coloco en medio del grupo a la espera de los acontecimientos... sería muy hondo el pozo, y si cayese alguien, ¿qué le pasaria?

¿A qué canción te refieres, Loranda? -pegunto en un susurro mientras miro a los alrededores con desconfianza. Con la mano derecha preparada en la el pomo de la espada, me llevo la izquierda hacia el colgante que llevo al cuello y rezo al Atronador para que me revele la presencia de enemigos. Sin embargo, la magia no surte efecto. Entonces me pongo el casco, desenvaino la espada y me preparo el escudo. Entonces intento despertar el alma de la espada, invocando la ayuda de Orlanth, pero sin éxito. Maldigo por lo bajo mi poca destreza con la magia y aferro con fuerza la espada y el escudo.