Partida Rol por web

Con un tajo directo a las rodillas, Kenvent derriba definitivamente a su rival antes de que éste pudiera golpearle de nuevo con su escudo.
Loranda, a pesar de su herida, se agacha para evitar los ataques de su rival y clava la daga en la pierna de éste, justo a tiempo para que Erikand lo embista con su escudo; el impacto es tal que el enemigo pierde el equilibrio y cae varios metros más adelande perdiendo sus armas por el camino.
Vehexa aprovecha de nuevo su envergadura para golpear primero y ésta vez el golpe resulta ser mortal; el hacha se clava justo en el esternón.
En el último instante, Aldar se gira para descubrir a su perseguidor muy cerca de él y solo tiene tiempo de disparar una flecha, la cual se introduce por un ojo y sale por la parte trasera del cráneo arrastrando tras de sí partes de cerebro y hueso, al parecer imprescindibles para seguir viviendo, tal como demuestra su perseguidor al caer a plomo sobre el suelo.
Un fogonazo de luz y la visión de uno de los atacantes de pié frente a Kilder echando humo por la boca y las orejas, da por concluido el ataque.
El único superviviente, indefenso y herido os mira desafiante y pronuncia unas palabras con una voz grave y profunda y en un idioma gutural que no sois capaces de identificar. Acto seguido se muerde la lengua con rabia y comienza a ahogarse con su propia sangre.

- ¡Enemigo habla como brujas malas! - Grita Vehexa mientras le da un enorme patadón que termina con su sufrimiento - ¡Quería maldecir nosotros!. Se agacha para comprobar que ha muerto, y rebusca entre sus ropas para ver si hay algo interesante o de valor. Acto seguido, las usa para limpiar su hacha y vuelve junto a Loranda - ¿Loranda bien? Necesitas curar.

Golpeo la armadura incandescente con la base del bastón, y hago que esta caiga hacia atrás haciendo mucho ruido mientras el yelmo se desploma y chispas incandescentes brotan desde su interiorm

Camino muy erguido y orgulloso de mi proeza y coloco una mano sobre el brazo ahora doblado en una posición antinatural de Loranda mientras recito unas palabras:

-Sana, sanum, rana asino.

Me recuelgo luego sobre el bastón, y le digo a Vehexa:

-Asísteme, no se si he hecho demasiado esfuerzo de un golpe. Tendrás que ir a mi lado agarrándome hasta que me recupere un poco... no quiero que Aldar me vea agotado.

Vehexa mira a Kilder y sonríe asintiendo. - Yo un poco de daño en la pierna - dice señalando las heridas recibidas en el combate - No duele mucho pero molesto. Usar chico de bastón. - Acto seguido agarra a Kilder por un brazo, prácticamente levantándolo.

Observo con satisfacción como el hombre sale despedido, debido al impacto, desprovisto de su armamento. Pero Erikand se queda sorprendido de la acción que toma el superviviente. Decide morir, suicidarse, antes de dar información.

- Estos hombres.... - dice mientras se acerca a uno de ellos y lo empieza a inspeccionar en busca de alguna señal, o algo que pueda identificar.

Habían salido de la nada? Perseguían a Aldar con un fervor y fanatismo poco propio de las culturas a las que estaban acostumbrados. Si conseguía encontrar algún rastro indicativo...

Cuando se gira, no puede evitar soltar una sonrisa al ver a una gigantesca y musculada mujer apoyarse en un hombre tan escuálido.

Casi en volandas, estiro el brazo y recito el hechizo de curación sobre Vehexa:

-Crus sanavit...
 

-Ahora el detestable "conejo" saldrá orgulloso de su agujero después de guiar a un grupo de guerreros rabiosos contra nosotros a sus espaldas...

Crispo el puño mientras lo digo.

- Kilder no preocupar por lo que haga Aldar - dice Vehexa sonriendo mientras le ayuda a caminar - Nosotros fuertes sin él... ¡Matar muchos malos!

Una vez acaba el combate, soy consciente del dolor que me produce el brazo, con lagrimas en los ojos, mas de rabia que de otra cosa, grito enfurecida mirando los cadaveres. 

-Malditos hijos de perra!- con la mirada vidriosa aun, busco a Kilder y lo veo acercarse a mi, sentir su magia sobre mi cuerpo me reconforta y me tranquilizo- Gracias..., te debo tantas que ya he perdido la cuenta. Quisiera saber quienes son estos malnacidos- compruebo desde mi posicion que nadie esta mal herido y fijo la mirada en el ultimo que ha caido pensando.  

Ni siquiera me molesto en recuperar la flecha del yelmo de mi enemigo. Intento recuperar el resuello mientras avanzo hacia mis compañeros. Ha sido una batalla breve pero intensa.

- No podemos quedarnos aquí -asevero, intentando recuperar el aliento tras la larga carrera- Están realizando algún tipo de ritual allá adelante. Hay al menos el mismo número de estos... tipos allí, en el pozo.

Hago una pausa, masticando las palabras antes de pronunciarlas.

- Huele a Caos.

Limpio el filo ensangrentado de la espada blandiendo la espada contra el aire y repasando el resto con el borde de la túnica. Luego miro al grupo y compruebo con orgullo que todos seguimos en pie.

-Vamos, guíanos hacia ellos, Aldar. Hay que interrumpir ese ritual.

Siguiendo un extraño impulso, me agacho y examino la boca de uno de los agresores ¿Podría su extraordinaria fuerza tener una explicación más allá de la magia o el fanatismo?

Sí. Me levanto y le escupo mientras me limpio la mano en un costado.

- Ogros. De pequeño me contaban historias sobre ellos, pero nunca me había encontrado con ninguno. Es tiempo de leyendas y pesadillas. No me he equivocado con el Caos ¡Vamos!

Y me lanzo hacia el Pozo, preparando otra flecha para atravesar al primero de esos monstruos con el que me tope.

-Acechar? Debemos cortar ese ritual ya. Opino que ataquemos ahora nosotros sin reservas. Preparémonos para el ataque. Cómo estáis?- dice mirando sobretodo a Loranda, pero dirigiéndose a todos los heridos.

Erikand se agacha y empuja un buen puñado de tierra hacia dentro del escudo para que haga de cesto provisional. Tras esto, se levanta y pasa junto a Kenvent.

- Que la Tierra te proteja como lo hace conmigo.- dice mientras coge  un poco de tierra y se la tira al pecho.

Se encamina a Vehexa.

- Que el espíritu de la Tierra también esté contigo.- volviendo a repetir el ritual.

Tras esto mira a Loranda y a Aldar. Se acerca a Loranda y vuelve a repetir el proceso.

- Que esta vez la madre Tierra te proteja de los daños.

Se acerca a Aldar, repitiendo una vez más.

- Mantente alejado, pero si os atacan... - dice mirando a Kilder- Con la Tierra te bendigo para que lo protejas.

Finalmente, se hecha la arena por encima. Él no iba a ser menos.

-Cof, cof -toso por le polvo que me sacude Erikand, y sin comprender para que sirve le doy las gracias con un movimiento de mi cabeza:

-Bueno, yo no voy a atacar a esas bestias, prefiero reservar mi magia para curaros, el último que he eliminado prefería asegurarme de que iba a caer sin problemas para nosotros.

Me agarré mas fuerte a Vehexa:

-Tendreis que hacer un buen plan donde ataquéis rápido y certeramente. Loranda tampoco debería acercarse mucho por esa zona, es la que menos armadura lleva y sus armas no son muy contundentes contra una armadura, pero puede ir lanzando conjuros de filo a todos.

Golpeo el casco de vehexa, y le digo:

-Recuerda para que sirve en caso de problemas. Igual si atacáis todos a la vez por sorpresa caigan de golpe sin ver por donde han venido las ostias.

- Sí - dice Vehexa recolocándose el casco tras el golpecito de Kilder - Mejor guerreros delante y gente con magia detrás. Si hacemos rápido entonces igual no se enteran... ¿Cuántos son?

Hago un rápido cálculo, evocando la imagen que me encontré al asomarme al borde del Pozo. 

- Si no han recibido refuerzos, cuatro o cinco más de estos monstruos. Herí a uno de ellos, pero continuó con el ritual a pesar de tener mi flecha clavada en el muslo hasta las plumas -no puedo evitar un leve escalofrío al recordar su desdén ante el dolor- Alrededor del Pozo hay algo parecido a un cráter de un par de metros de profundidad, así que no deberíamos tener problemas para acercarnos e incluso para atacar a distancia desde su borde. Pero démonos prisa... tengo un mal presentimiento ¡no sé qué horrores pueden estar invocando en este preciso momento!

-¡Rápido, Vehexa, Erikand y yo delante! ¡Los otros detrás y a cubierto! ¡Golpeemos por el mismo frente! -grito con prisas, y empiezo a correr en la dirección por la que ha llegado Aldar antes.