Partida Rol por web

Las palabras de Oren me traen a la memoria aquel día fatídico en el que mi vida tomó un rumbo muy diferente y abandonamos la aldea en medio del ataque de las criaturas del Caos¹. Crixus murió despedazado por aquel gusano monstruoso que surgió del suelo y luego recuerdo como si fuera ayer a mi hermano Garnath gritándonos que sacáramos a Arrhya de allí para ponerla a salvo. Sumido en esos pensamientos, la euforia inicial por haber vuelto a mi hogar deja paso de nuevo al pesar de no haber cumplido nuestra misión y la sonrisa se me borra lentamente de los labios.

-Sí, recuerdo muy bien esa noche -contesto al cazador con el ceño fruncido y la mirada en el horizonte-. El imperio nos hizo prisioneros y luego nos enviaron a las tierras del norte, casi al fin del mundo, para deshacerse de nosotros² -comento mientras me viene a la mente el rostro del conde de Jhor y de Jorandash-. Pero no pudieron con nosotros, logramos escapar y... -hago una pausa incómoda y luego decido poner fin al breve relato-: ...bueno, tenemos muchas cosas que contar.

Trago saliva, miro un momento a mis compañeros y luego al suelo, mientras pienso cómo vamos a contarle a Garnath todo lo que ha pasado con Arrhya.

Meto baza al ver que nadie se atreve a contar la realidad

-Arrhya es ahora parte del ejercito Lunar, y no me refiero a que esté allí secuestrada ni nada así, sino todo lo contrario. Al parecer está por voluntad propia.

Todo esto lo digo sin dudar ni un instante, ni con palabras temblorosas.

Si es así, ¿qué le vamos a hacer?

El chamán sigue con la mirada a los cazadores que se acercan a la tula mientras escucha las palabras de Kenvent. Su gesto de asentimiento denota reconocimiento y respeto.

Vehexa ha ido alejándose del grupo, mirando el extraño paisaje y yendo de aquí allá mirando flores y animales. Al rato reaparece por una arboleda, portando orgullosa una corona de flores decorando su hacha.

Erikand había permanecido impasible ante los cazadores, con una sonrisa en todo momento. Pues estaba claro que ya habían llegado a Brolia. Habían caminado demasiado. Y la velocidad quizá no había sido suficiente para recuperar a Arrhya, había permanecido demasiado tiempo en manos del ejército lunar y sus lealtades habían cambiado demasiado.

Con todos esos recuerdos, le vino a la cabeza la profecía. No sabía si la profecía se cumpliría, pero no decía nada de un ejército invencible, así que deberían prepararse para luchar. Esperaba que el hermano de Kenvent estuviese preparado, pero recibir semejantes noticias de su hija sería muy duro.

Me situo junto a Vehexa mientras camino siguiendo al grupo hacia la aldea. La reaccion de Oren me parece completamente normal, tambien la expresion de su rostro cuando comprueba que Arryha no nos acompaña. Escucho el comentario de Kilder y me mantengo en silencio, si el cuervo rojo necesita mas explicaciones las tendra. De momento me preocupo de que Vehexa no se sienta incomoda en un lugar que seguramente le parecera extraño. Es la unica que nunca ha estado aqui. 

-Bonita corona de flores- le comento en voz baja sonriendo- Que te parece este lugar? Apuesto a que nunca han visto a una mujer matar caballos con la cabeza. 

- Lugar es raro - dice Vehexa mirando a sus pies - Suelo de color verde. Pero bonito. Desierto es todo igual, todo marrón y rojo... a veces aburre. Además me gustan flores -dice sonriendo - ¿Dónde vamos ahora? ¿Qué hacemos?

-Vamos a la aldea. De momento no debemos hacer nada, somos invitados y supongo que el hermano de Kenvent nos recibira enseguida, el es el jefe de la aldea. Si no recuerdo mal se llama Garnath, Arryha es hija suya- sonrio de nuevo- Si nos aburrimos demasiado ire contigo a buscar flores.  

Una sombra de tristeza cruza mis ojos al escuchar a Kilder, así que sigo con la mirada a Vehexa y, al poco, suelto una risilla. Escucho a Loranda.

- Si vais a coger flores, os acompaño -les digo, sonriendo también- No me perdería esa imagen por nada del mundo.

Si las miradas fueran puñales Kilder tendría clavados dos ahora mismo.

- Siempre igual. Le gusta provocar el conflicto y, pese a su inteligencia, no espera al momento apropiado para contar lo que se ha de contar.

Afortunadamente la reacción de las mujeres apaga el fuego que su compañero ha logrado hacer prender en su interior -si es que lo suyo jugar con el fuego, sea del tipo que sea-. Aún así permanece a escasos pasos de Kenvent -el caudillo seguro que necesitará de su consejos-. Roza la cinta de su pelo murmura algo, maldice entre dientes, y vuelve a murmurar.

- Desde luego este loco no sabe lo que es la diplomacia... -gruñe en la cabeza de Kenvent-. Pero dejemos eso aparte, al menos los mensajeros no partieron con ese mensaje. Quiero que sepas que Randan ha partido con ellos y nos anticipará el ánimo de la tula y de tu hermano.

Cuando Kenvent se gira buscando al escuálido chamán su penetrante mirada le confirma sus palabras.

Noté como dos pinchazos en la espalda, que me hicieron comentar automáticamente, sin darle mucha importancia al tema:

-Aun mas, hemos sido atacados por orden de ella con la intención de eliminar todo rastro de su búsqueda y que nadie sepa su ubicación. -haciendo algún aspaviento con la mano termino de comentar en voz mas baja como si hablase para mi mismo, aunque audible para todos - Seguramente ya ni reconoce a su tío como su familia, ni a vosotros como su tribu.

Al poco de camionar regresa el espectro y te cuenta que en la aldea todo parece normal. Se está creando una gran expectación con vuestra legada y Garnath se prepara para recibiros.

Caminais en silencio hacia la aldea. Oren encabeza la marcha a modo de guia, aunque es obvio que no lo necesitais y no vuelve a hablar en todo el camino, aunque las duras palabras de Kilder hacen que su rostro pase de la preocupación al miedo y ladea la cabeza indignado cada vez que el mago habla.
Cuando llegais a la ladea podeis ver a practicamente toda su población esperandoos, murmurando entre ellos frases imposibles de descifrar, pero todos con una sonrisa en el rostro. Os saluda el carpintero loca, el carnicero os da una palmada en la espalda y granjeros y artesanos se maravillan al ver vuestras armaduras brillantes, vuestras armas y escudos de metal, ropas y adornos. Pero de pronto la muchedumbre se separa y aparece la figura de Garnath, caudillo del clan.

El enorme caudillo avanza hacia vosotros mostrando una leve cojera; os dais cuenta de que en su pierna izquierda luce unas terribles cicatrices que parecen la mordedura de algún ser enorme. A pesar de eso sigue teniendo el porte majestuoso del guerrero que siempre ha sido.
Garnath se para a pocos centímetros de su hermano Kenvent, le mira de arriba a abajo y abriendo sus poderosos brazos le da un abrazo con todas sus fuerzas. Por lo general, un abrazo de Garnath haría crujir los huesos de cualquiera, pero Kenvent ya no es cualquiera y aguanta estoicamente la presión.
-Veo que ya no sois los mismos que os marchasteis de aquí. Se nota que habeis viajado y os habeis hecho más fuertes. No quiero ni imaginar por lo que habreis tenido que pasar. También veo que... Ahrrya no está con vosotros. -Una sombra de pesar cruza el rostro del caudillo cuando se cruza su mirada con la de Oren, que agacha la cabeza al instante. -Decidmelo sin miedo. ¿La mataron esos cerdos lunares?

En ese momento doy un pequeño paso hacia delante, y cuando estoy a punto de hablar, me callo.

Que se lo expliquen ellos, que luego el malo soy yo... ¿mi choza como estará? igual hay alguien viviendo en ella, eso sin contar roedores varios. ¿Vehexa debería dormir con Loranda, o le asignarán una "nueva"? -doy un golpe seco con la mano en mi cuello- Diosss, los insectos me atacan de nuevo, me duelen los pies y tengo la nariz congestionada con tanto polen. Otra vez me toca ser el "trasgo "de la aldea... maldita sea mi suerte...

Miro hacia mis pies y me fijo:

Encima, para mas inri, tengo todos los bajos de la túnica nueva sucios, y las botas hechas un desastre -doy golpecitos con el tacón golpeando a la otra bota intentando que se caiga un poco de barro al suelo y queden mas presentables- y ya comienzo a oler, dios, a oler como toda la aldea...

Me acerco a Kenvent y le doy una palmadita en la espalda. 

-Vamos, tu hermano debe saber que ha pasado con su hija. Si necesitas ayuda para contarle lo sucedido dimelo- 

Se que contarle la verdad a Garnath no sera facil, pero debe ser su hermano quien le cuente lo que ha pasado. 

Miro a Loranda un segundo, con complicidad. Carraspeo un poco, luego inspiro aire profundamente y me dirijo a mi hermano:

-No, Arrhya sigue viva. Y no está con nosotros porque decidió no venir, prefirió quedarse con los lunares -inspiro aire profundamente antes de proseguir-. Verás, aquella noche, cuando nos dijiste que pusiéramos a Arrhya a salvo, los lunares nos tendieron una emboscada, nos rodearon y Arrhya decidió irse con ellos a cambio de que no nos mataran. Sin embargo, ese estúpido acto de valentía no sirvió de nada, porque los perros lunares se la llevaron pero a nosotros nos hicieron prisioneros igualmente y luego nos enviaron al norte helado, cerca del hogar de Valind, en una misión suicida. Cuando por fin logramos escapar, acordamos ir en busca de Arrhya, por diferentes caminos -lanzo una mirada fugaz a Loranda y Kilder-, y volver aquí con ella a toda costa. Finalmente, logramos encontrarla en una ciudad del imperio, donde llevaba tiempo siendo adiestrada por los lunares. Tu hija nos hizo creer que vendría con nosotros, pero, por increíble que parezca, nos traicionó y nos condujo de lleno a una emboscada con la intención de matarnos. Ahora... es uno de ellos -digo mirando al suelo. Hago una pausa para ver la reacción de Garnath. Aún falta la peor parte.

Me pongo la capucha para que no vean mi cara. El pesar y la vergüenza se suman a partes iguales. Desde que estuve en Brolia he deseado pertenecer a este lugar, tan diferente, tan igualitario, tan salvaje... Y ahora vuelvo con las manos vacías. Sé que no ha sido culpa mía, que hemos hecho mucho más de lo humanamente posible por devolver a la niña, pero aún así...