Partida Rol por web

“Recuerdo a este bastardo perfectamente. La ultima vez que pasamos por aquí tambien nos ofrecio su ayuda. Nos mostro un lugar para cruzar la muralla, recuerdas? Nos guio hasta un barranco y entonces aparecio un gran oso. Cuando logramos escapar del oso aparecio Felkenna. Este malnacido nos vendio a la Vexilla a cambio de unas monedas. Nos acompañaba Arryha, tenian nuestra descripción y el trampero nos delato porque sabia que eramos fugitivos. Recuerdo que lo llamaste chivato. Propongo llevarlo a los establos con la excusa de regalarle tambien los caballos y la carreta y darle un buen escarmiento. Si le cortamos la lengua no podra traicionarnos de nuevo, aunque yo lo mataria, la verdad” -Sonrio con dulzura

La necesidad de comer en condiciones me impide saborear los alimentos como es debido. Acostumbrada a las comodidades del imperio echo de menos un buen baño y ropa limpia. De pronto una voz a mi espalda me obliga a volver la mirada hacia el. Cuando lo miro su cara me resulta familiar. Tranquilamente me acerco a Kilder y le susurro algo al oido sonriendo amigablemente. 

Luego cruzo los brazos y me quedo observando al trampero. Sin dirigirme a nadie en concreto pregunto sobre todo a Kilder y a Aldar. 

-Que decis vosotros?

Le lanzo una mirada divertida a Loranda. Creo que ha reconocido a nuestro "amigo", algo que a todas luces él no ha hecho. 

- Pues... no sé -cojo ostensiblemente un trozo del ave que me estoy comiendo y miro a mis compañeros- ¿Muslo o pechuga? Yo me encargo de trincharle la pechuga. Lo haré sin que me tiemble el pulso. Aunque ahora mismo y aquí no lo veo prudente.

Y luego suelto una leve risilla, pensando en hasta qué punto debemos haber cambiado durante todo este tiempo.

Me siento algo extraño en esta parte del muro, tan cerca de Brolia y de los míos. Ya falta muy poco, pienso para mí. De pronto, un mequetrefe que dice ser cazador interrumpe mis pensamientos bruscamente y me giro hacia él con una mirada asesina.

-Creo que no le necesitamos, pero haré lo que digáis vosotros -respondo a Loranda, claramente ajeno al historial de este tipo. Veo a Aldar reírse por lo bajo y no entiendo nada, así que me limito a esperar a que me cuenten de qué va todo esto.

Cuando Loranda me dice algo entre susurros, lanzo una mirada suspicaz a Aldar, y le contesto:

-Si, al parecer e conejillo se ha dado cuenta y recuerda a este tipo.

Comienzo a enrojecerme de ira mientras aprieto el puño y sigo encapuchado escuchando a los otros compañeros sin mostrar mi faz al trampero.

-Bien- digo sin dejar de sonreir y manteniendo los brazos cruzados- Creo que mis amigos no se acaban de decidir, creo que lo mas sensato seria aceptar su oferta, pagar mas de la cuenta por cruzar la muralla seria absurdo. Tenemos una carreta y un par de caballos tambien, tal vez si los vende pueda sacar algo mas que un pequeño beneficio, a nosotros ya no nos hacen falta. Me gustaria que les echara un vistazo, estan en el establo, yo misma y un par de mis compañeros se los podemos enseñar. Siempre y cuando, desde luego, les parezca bien a ellos, que me dice?

Aprieto los dientes intentando que mi sonrisa no se desvanezca. Los recuerdos son tan nitidos que podria matarlo alli mismo. Como nos ofrecio su ayuda igual que ahora, como nos condujo hasta el otro lado de la muralla y como nos vendio a la vexilla que lideraba la mujer cuya cabeza guardo en mi bolsa. Controlandome todo lo que puedo respiro lentamente, como me llamo Loranda que este tipo no traicionara a nadie nunca mas. 

Swen observa inquieto la escena. Conoce suficiente a sus compañeros como para saber que algo pasa pero, a un mismo tiempo, ese algo se le escapa. ¿Por qué ese mensaje encubierto de Aldar? Cuando el hombre no le mira -pendiente de otro interlocutor- una fugaz mirada interroga al conocido explorador.

Loranda parece llevar la voz cantante. Siempre fue una líder, la fuerza de Vinga forma parte de su personalidad. Ni tan siquiera el negociante del grupo se opone a ella cuando le ofrece sus pertenencias al recién llegado.

Su cabeza niega sutílmente como hablando con alguien y sus ojos muestran la exasperación del que desea que le dejen tranquilo. Todo ello dura un instante antes de que en sus labios se dibuje una sonrisa que delata un nuevo conocimiento. Su mirada se cruza con la de Aldar, le pregunta está contestada.

Noto los ojos del Hombre Santo fijos en mí. Aprovecho un momento en que estoy seguro de que el extraño no me mira y endurezco mi expresión mientras muevo la cabeza de manera casi imperceptible hacia el trampero y asiento a lo que dice Loranda. 

Veo como cambia la expresión de Swen y sonrío. Creo que ha entendido que se trata de un viejo conocido que nos la jugó en el pasado. No tengo muy claro qué es lo que quiero hacerle, pero sospecho que la reencontrada Loranda no es la misma pacífica mujer que se enroló en el Ejército Lunar. Empiezo a pensar que es la más de temer de todos nosotros. 

Illwraith sonríe ampliamente y tiende la mano a Loranda de forma galán.

-Será un placer que me acompañe a ver esos caballos y podamos hablar de un trato justo para las dos partes.

El hombre parece dispuesto a cerrar el trato cuanto antes.

Cuando apareció el rufián ese, Erikand se mantuvo callado, Loranda había iniciado la conversación, y creía preveer muy bien sus intenciones. No quiso hablar más, por temor a que aquél hombre reconociese alguna de sus voces, así que esperó nuevamente a que Loranda llevase la voz del grupo.

Asiento al trampero y le tiendo a su vez mi mano. Respondo con una sonrisa mas amplia que la suya y viendo que mis compañeros no se oponen le indico con un gesto la puerta. 

-Estoy segura de que llegaremos a un acuerdo. Esos caballos aunque cansados aun pueden ser utiles, el resto de la mercancia tambien tiene valor, sigame por favor y le mostrare todo lo que tenemos- con paso decidido me dirijo a la puerta asegurandome de que el cazador me sigue. La confianza del hombre es un punto a mi favor, no sera necesario que nadie me acompañe. 

-Regresamos enseguida, esperadme aqui- cierro la puerta tras de mi y tomo el camino que lleva al establo. 

- Randan, acompañala. Pero no actúes si no es necesario.

En cuanto Loranda sale por la puerta, me levanto tirando la silla al suelo y rojo de furia me encamino dando zancadas hacia esta.

Al pasar por el lado de Vehexa le doy un golpe en el hombro, y salgo hacia la puerta sin decir nada a nadie mientras voy haciendo movimientos con las manos y dando vueltas a mi bastón como si fuese el cabeza de un desfile.

Me detengo en una ventana, y cuando me aseguro que no me van a ver salgo por la puerta directo hacia ellos dos, haciendo el mínimo ruido posible.

Llevas a Illwraith hasta los establos. La noche ya ha caído y no hay nadie más en el patio. Le enseñas qué hay debajo de la lona para que vea las mercancías y su siempre radiante sonrisa se tuerce al reconocer los emblemas de la luna roja en las armaduras y armas. De pronto parece recordar algo, abre los ojos como platos y balbucea.
-Vosotros... vosotros sois...
Cuando se da la vuelta, ya tienes tus dagas en las manos.

Cruzas tus dagas en torno a su cuello y con un movimiento seco, seccionas su cuello de lado a lado. El trampero no deja de mirarte, asustado, mientras trata en vanod e detener la vida que se le escapa entre los dedos. En pocos segundos yace muerto a tus pies. Su sangre empapa la paja del suelo del almacén.