Partida Rol por web

Justo cuando Kilder iba a salir tras Loranda, ésta regresa y se sienta de nuevo en la mesa, tranquila y satisfecha, como si acabara de cerrar un trato beneficioso.

Randan te dice haber visto como la mujer degollaba al trampero con un golpe seco, de improviso. Ha ocultado el cuerpo bajo un montón de paja junto al carro.

Al ver que la chica está bien, vuelvo a mi sitio reocgiendo la silla, y me siento plácidamente a seguir bebiendo de mi copa de vino mientras espero a que vaya quemándose la noche. No pregunto nada, hay cosas que es mejor no saber, aunque tam,poco veo manchas de sangre.

Sentada en la mesa me sirvo un vaso de agua. Con total naturalidad me dirijo al resto del grupo. 

-Me temo que el trampero no nos acompañara al cruzar la muralla, de todos modos no lo necesitamos, sabemos perfectamente donde esta el punto por donde debemos salir. Hace algun tiempo, Kilder, Erikand, Aldar y yo misma, pasamos por alli. Huiamos de los lunares, iba con nosotros Arryha y llegamos perfectamente a Brolia. Pasaremos por el mismo lugar sin problemas. 

Miro como se desarrollan los acontecimientos sin decir palabra. La nueva Loranda me empieza a inquietar. Parece tan... despiadada... me pregunto que habrá vivido durante todo este tiempo en el Ejército Lunar. Deshecho mis pensamientos consolándome con que está de nuestra parte.

Cuando regresa con nosotros bajo la voz y le pregunto con tono cauto:

- No es que esté preocupado ni nada por el estilo, pero... ¿debemos marcharnos ahora? No sabemos a quién conocía ese tipo en este pueblo.

Los ojos de Swen traspasan a Loranda mientras sonríe como si conociera sus más íntimos sentimientos en este momento. Aún así, como a otros, le sigue sorprendiendo la nueva dureza de la antaño frágil mujer. Siempre le ha maravillado su sensatez y cordura pero ahora... hay algo más.

Sus pensamientos se disipan rápidamente ante la intervención de Aldar.

- Estoy contigo, cuanto antes estemos al otro lado antes nos sentiremos libres de miradas escrutadoras y oídos curiosos.

Por primera vez en mucho tiempo me siento libre, soy dueña de mis actos y se que es posible hacer justicia. No siempre sale todo como una se lo imagina pero poco a poco me doy cuenta de que la vida te ofrece oportunidades que no hay que despreciar. Cada cual paga sus pecados cuando menos se lo espera. 

-Por supuesto que debemos marcharnos cuanto antes- respondo sin alzar demasiado la voz - Hemos matado a una docena de soldados lunares, eso sin mencionar a la lider de una Vexilla. Felkenna era una mujer importante, ahora mismo la mitad del imperio debe estar buscandonos y aun estamos en su territorio, no olvideis que algunos de esos soldados huyeron y saben quienes somos​- alzo una ceja y endurezco levemente mi tono- Seamos realistas, eso es lo que deberia preocuparnos, lo demas....digamos que -elevo la voz a proposito-  el trampero vio lo que tenia que ver y fue en busca de un comprador. No nos queda mas que descansar un poco y continuar nuestro viaje.    

Me encojo de hombros sin entender nada. Miro a Aldar y luego fijamente a Loranda. Es evidente que ocultan algo, pero tal vez no sea de mi incumbencia.

-¿Qué le habéis hecho a ese pobre trampero? -pregunto por lo bajo con cierta sorna sin esperar respuesta-. Bueno, yo me voy a dormir, sería mejor partir antes del alba -añado con impaciencia.

La noche transcurre con calma, aunque no os resulta fácil conciliar el sueño; las habitaciones parecen seguras y el pueblo tranquilo, pero a cada ruido os sobresaltais y la idea de estar tan cerca de vuestro destino no os deja descansar debidamente. Pero a pesar de ello, a primera hora de la mañana estais todos listos para continuar el viaje.
Avanzais junto a la muralla guiados por Kilder, Erikand, aldar y Loranda hasta un punto donde el terreno sufre una importante depresión y en el fondo de la misma, una reja metálica sirve de desague; la reja está rota y permite el paso de un hombre a pié, pero debeis dejar aquí el carro y los dos sufridos caballos. Con las armas y armaduras, único botín que os queda, atadas en fardos a vuestras espaldas, cruzais dificultosamente la muralla y comenzais el ascenso hacia las colinas de Brolia. Éste es el punto por donde la niña cruzó la primera vez, deseosa de ir a la feria y ver mundo, por donde vosotros lo hicisteis después y tuvisteis vuestro primer encuentro con Felkenna y que ahora cruzais de nuevo, huyendo de un imperio que misteriosamente, no parece haber tomado represalias por vuestros crímenes.
Una vez en el otro lado, os encontrais ante la magnífica visiónd e Brolia; una tierra de suaves colinas cubiertas de hierba interrumpidas por repentinos riscos verticales y barrancos profundos donde el viento frío que desciende de los picos más altos silba dandoos la bienvenida. Éste es el lugar que vió nacer a Kenvent y a Swen, y donde los demás fueron aceptados por su ayuda en la recuperación de Ahrrya, hija del khan de los Cuervos Rojos.
Caminais durante todo el dia. Vuestro equipaje es pesado pero apenas os deteneis para comer. Estais demasiado cerca. Lentamente, comenzais a distinguir lugares que ya conoceis bien; Estais en las tierras del clan. Pero en ese momento os asalta una duda: La última vez que estuvisteis aquí el pueblo era atacado por un puñado de bestias caóticas, algunas de ellas enormes y terribles; Quizás el pueblo haya dejado de existir, o simplemente haya quedado reducido al hogar de unos pocos supervivientes... Pero al alcanzar lo alto de una colina lo veis. El pueblo sigue igual que lo recordabais, rodeado por una recia empalizada de madera, rodeado de pequeños bosques donde los cazadores deambulan y con sus campos de cultivo y granjas funcionando. Parece ser que la fuerza de los orlanthis pudo rechazar el ataque.
Descendeis por la pendiente con paso firme, cada vez estais más cerca y casi podeis oler la comida cocinandose, las pieles curtidas colgadas al sol, el ganado que come hierba en los alrededores... Hasta que cuatro figuras os rodean de repente.
Son cuatro cazadores que aparecen desde la maleza arco en mano; Llevan la cara cubierta con un barro oscuro y verdoso que les da un aspecto fiero y a la vez les ayuda a camuflarse.
-¡Alto!-Grita uno de ellos. -Estais en tierras de los Cuervos Rojos. ¿A qué habeis venido, forasteros?
Algunos de vosotros reconoceis al hombre que habla. Se trata de Oren Piesdepluma, uno de los maestros cazadores de la aldea. Obviamente no os ha reconocido.

Sonrío para mi mientras reconozco al cazador. Debemos haber cambiado mucho para que no sepan quienes somos. De repente, una sospecha cruza mi mente... ¿no habrá sido la aldea ocupada por soldados lunares? La última vez que estuvimos aquí parecían haber sido superados por sus fuerzas. Eso explicaría la ausencia de problemas.

Le lanzo una mirada intranquila a Swen. Confío en la perspicacia del Hombre Santo. De todas formas y preveyendo que sea Kenvent el que tome la palabra, me muevo lentamente hasta el chamán para susurrarle mis sospechas. Tal vez sus fantasmales amigos puedan explorar la aldea...

Al ver al cazador como nos asalta, me cruzo de brazos y espero que Kenvent hable por todos, ya que es el representante de la tribu...

Todo parece estar igual. Me mantengo a distancia observando lo que pasa a mi alrededor. De pronto algo en lo que no habia pensado viene a mi mente. Arryha. Cabe la posibilidad de que haya vuelto adelantandose a nuestra llegada. De ser asi podria haber contado cualquier historia creible sobre nosotros y sobre ella misma engañando a todos los de la aldea. Yo misma lo hago cuando me interesa. Sin abrir la boca espero que sea Kenvent quien tantee la situacion, espero que actue con cautela y no se deje llevar por el entusiasmo de estar de nuevo en su hogar. 

-¡Ja ja ja ja! -la carcajada brota de mi garganta sin poderla ni quererla refrenar-. Vamos, aparta esos arcos de ahí, Oren Piesdepluma -digo tras avanzar unos pasos-, sí, sí, sé que olemos a ciudad y a forasteros, pero si como dices estas aún son las tierras de los Cuervos Rojos, eso es que por fin estamos de vuelta a nuestro hogar -exclamo con los brazos extendidos y una sonrisa-. Vamos, no pongas esa cara de pasmarote -bromeo-, y envía a alguien por delante a avisar a Garnath de que su hermano y sus amigos han vuelto finalmente. ¡Me muero de ganas de ver la cara que pone mi hermano cuando nos vea vivitos y coleando! ¡Vamos! -apremio al maestro cazador al ver que tarda en reaccionar.

Vehexa mira el paisaje, sorprendida por lo diferente que le resulta a su tierra natal. Lleva el hacha en la mano, preparada para usarla si alguien hostil se acerca, pero al ver que Kenvent conoce al rastreador y le trata con familiaridad, parece relajarse.

Oren abre tanto los ojos y la boca que por un instante parece que su cara vaya a desaparecer; los otros arqueros bajan sus armas y os miran asombrados hasta que Oren se acerca a Kenvent y le toca la cara para cerciorarse de que es real.
-¡Kenvent, eres tu... sois vosotros! Por los eruptos destructores de Urox, estàis vivos. Hace tiempo llegaron noticias de que habíais sido esclavizados por el imperio y que habiais muerto muy lejos de aquí. ¡Por Orlanth si hasta os hicimos un funeral en la aldea!
Oren da una órden a sus compañeros y dos de ellos salen a toda velocidad hacia la aldea a anunciar vuestra llegada mientras este sigue perplejo ante vuestra inesperada aparición.
-Fué una noche difícil la que desaparecisteis. Luchamos contra monstruos más allá de cualquier cosa que hubieramos imaginado, pero los vientos estuvieron de nuestro lado y logramos expulsarlos de la aldea. Salimos a buscaros pero solo encontramos a ese jóven... Crixus creo que se llamaba, completamente destrozado. No quedaba ni rastro de vosotros o la niña.
Al nombrar a Ahrrya, Oren mira de reojo a vuestro grupo. Es obvio que no la habeis traído con vosotros y su alegre rostro se tiñe de pesar y deja de hablar para limitarse a acompañaros a la aldea.

Swen asiente ante el gesto de Aldar. Nunca está de más ser precavido. Sus paseos nocturnos los ha dedicado a congraciarse con los espíritus, prepararse contra sus enemigo y a revisar los alrededores del grupo tratando de anticipar cualquier problema.

Por lo demás, como el resto del grupo, deja hablar a Kenvent. Él es el lider respetado del clan y el debe guiar el reencuentro.

- Randan, acompáñalos, sólo eso, y observa como se toman la noticia en el pueblo. Luego busca al hermano de Kenvent, Garnath, y cuéntame de él.