Partida Rol por web

Pasas al Gran Salón en cuanto se abren las puertas. Los demás caminan por ahí, hablando entre ellos, y la gente observa el Salón con admiración.

Una vez hace su entrada Lord Jurgen, Lucrecia te toma del hombro, sorpresivamente. Parece algo agitada, pero su rostro no denota preocupación alguna.

Estemos atentos para que todo salga perfectamente.

Te dedica una sonrisa apurada y continúa, a paso rápido, por entre los invitados, para ocupar su lugar al lado de Jurgen.

Te sorprende de sobremanera ver a tu Sire junto con Lord Jurgen, precediendo la ceremonia. No te había comentado sobre eso, y no crees que haya estado planeado tampoco.

Puedes reconocer el gran escudo sobre la pared, sintiendote sorprendida de que esos conocimientos por fin estén sirviendote, y orgullosa de ti misma. Es el escudo de la familia de Hardestadt, uno de los Ventrues más poderosos de la sociedad cainita. Supones que Lord Jurgen debe de ser de su familia.

Sonrio camuflando mi sorpresa al ver a mi sire junto al nuevo regente, cuando todo el mundo aplaude yo tambien lo hago de modo discreto. Rosamont no me dijo que su presencia fuera a tener tal notoriedad en el acto, de hecho no creo que resultara estar preparada.

Reconocco el simbolo, un poderoso vastago lo respalda sin duda.

Marcia afirma sin emitir sonido al comentario de Guillermo. Es verdad, es hora de prestar atención al comienzo de la ceremonia, puesto que el anfitrión ya se halla entre los presentes y hay que saber honrarlo, de la misma manera que él ha sabido agasajar a sus invitados.

La mujer no pierde detalle de nada en absoluto, su mirada aguda lo recorre todo y ya a esa altura ha auscultado casi de manera metódica a Lord Jurgen y su comitiva.

Me quedo atento a todos los acontecimientos que estan sucediendo ,viedo la ceremonia  lord Jurgen al detalle y expectante para poder presentarse como es debido y hacer lo que e venido a hacer aqui de una vez y no demorarme más de  lo debido en esta Corte.

Una vez el flautista termina su interpretación, me acerco a Barend, en silencio y desde fuera de su vista, apoyo suavemente una mano sobre su hombro esperando su atención y la de sus compañeros de conversación.

Al recibirla, sonrío y les dirijo una corta reverencia cortésmente, mirándolos directamente a los ojos en especial a quienes aun no me conocen. Buenas noches tengan ustedes, es un gusto tenerlos bajo el techo de nuestro Señor. Para que sean testigos de una nueva era para estas tierras.

Para quienes no me conocen, mi nombre es Aishe Lovara, no mucho mas que una hija de los caminos y de la Luna, una fiel asistenta de Lord Jurgen, espero poder ayudarlos de la mejor manera en lo que necesiten aquí, en nuestra casa.

Tras una pequeña pausa. Señores Barend, Guillermo y Sigfried, tengo algo de información acerca de los asistentes a esta celebración, me gustaría compartirla con ustedes. Les recomiendo que escuchen o indaguen las opiniones de nuestros huéspedes sobre el Señor Jurgen, para saber con quienes contamos y de quienes precavernos.

Eso he tratado de hacer, pero voy despacio.... hay uno que otro que se ve peligroso, pero puede haber lobos tras las ovejas

Sigfried continuaba deambulando por el gran salón. Desde que había terminado su labor recibiendo a los invitados en el exterior del castillo, el imponente caballero no se había mantenido quieto un solo segundo.  Tampoco había participado en las diversas conversaciones que surgían aquí y allá entre los presentes, pues esta noche tenía un único objetivo que lo obsesionaba. Debía proteger a Herr Jurgen y a Frau Lucrecia. Había muchos extraños en palacio, y debía concentrar sus sentidos en ellos. Por otro lado, nunca había sido muy afecto a estas reuniones sociales. Y hoy no era un buen momento para comenzar a perder el tiempo con charlas banales.

Observaba a los presentes con discreción, escuchando alguna que otra conversación y estudiando miradas y gestos. Si alguien intentaba algo, bien podía hacerlo aprovechando la hospitalidad de Herr Jurgen. Él estaba allí para impedirlo. Aunque debía reconocer que algunas cosas lo intranquilizaban. La presencia de Lady Islington, por ejemplo. Tan cercana a Herr Jurgen que incluso parecía rivalizar con la propia Lucrecia. Podía ser un peligro. Aunque ahora estaba fuera de su alcance, debía dejar que su Dama se encargara de ella. Y también estaba la extraña afinidad que parecía existir entre la hermosa representante del clan de la rosa y el servicio doméstico de Frau Lucrecia. Aún no había tenido oportunidad de indagar el asunto, pero era una de las pocas cosas que lo preocupaban realmente.

Sin más dilaciones, los diversos embajadores se presentan ante Jürgen Se acercan al Patricio y le ofrecen palabras de amis­tad o fidelidad. Es una ocasión perfecta para ponerse en acción. Además de varios aliados Ventrues, en la sala hay unos cuantos invitados ilustres. Pueden enterarse de la identidad de cual­quiera de los presentes fácilmente.

Varios Lasombra hacen sus presentaciones y le ofrecen a Jürgen varios tomos históricos. Jervais, un Tremere en representa­ción de Ceoris, hace su presentación acompañado de otros dos hechiceros Tremere, y ofrece un cetro de amistad. La sala murmu­ra ligeramente mientras el Tremere hace su presentación.

Otros infiltrados no hacen una presentación tan pública. Entre ellos se encuentra un inmóvil Nosferatu envuelto como una momia y rodeado de tinieblas; Myca Vykos, un Cainita bizantino que, se dice, es el favorito de un gran Matusalén; un Malkavian extrañamente manso; y una mujer de piel oscura llamada Kara que se dice que es la enviada de Rustovich. Los Cainitas más raros entre los pre­sentes son tres Ravnos brillantemente ataviados que contrastan radicalmente con la elegancia predominante de la sala. Los Char­latanes están aquí como artistas.

Todos los presentes estudian a los demás, sin duda intentan­do averiguar las tuerzas y las debilidades de sus compañeros. Cada uno se siente también objeto de miradas y susurros. Algunas perso­nas quieren saber "¿quiénes son esos extraños?". Como con los demás, empiezan a circular rápidamente rumores sobre el origen de cada uno de los presentes.

No se puede presentar a alguien que ya lo conoce, asi que en silencio seguire observando.

Bueno, mis nobles compañeros, si me disculpan, tratare de averiguar quienes nos visitan hoy y cuales son sus intenciones aquí.

En silencio, me acerco al grupo de Ravnos, intentando de no ser vista por la comitiva tzimisce, me quedo unos instantes con ellos charlando de trivialidades esperando a que Vykos me vea e identifique junto a los demás Ravnos (intento de que me suponga parte del grupo de artistas)

Permanecen parados, observando la procesión. Si obseran con ojo crítico, todo el mundo se comporta algo extraño. Corren extraños rumores, que, a la luz tenue del salón, tan lleno de gente extraña, parecen cuentos de terror contados por lo bajo. El grupo de gente alrededor de ustedes permanece bastante callado durante el principio de la procesión, y aun ninguno de los extraños se ha acercado a presentarse.

Aishe: Te acercas a los charlatanes y enseguida comienzan a hablarte. Su cabecilla, Silas, te saluda y parece que le agradas. Están hablando sobre Jervais el Tremere, y te preguntan sobre él.

Me acerco al grupo esperando escuchar que historia de terror estan transmitiendo.

Barend se acerca al grupo. Ambos escuchan lo que dice Silas, el cabecilla, a sus compañeros, mientras observan la presentación de Jervais a lo lejos.

Es un diabolista. Hace un gesto, como restandole importancia. Los mira uno a uno.

Está aquí para encantar a Lord Jurgen con sus artimañas. Asiente con la cabeza en señal de aprobación de sus palabras. Se dice que lo han enviado desde Ceoris, ahora que más que nunca necesitan una alianza...

Siempre esta el chismoso.... quien habra comenzado esto? sin embargo posiblemente Mi señor ya se ha sado cuenta de esto... a veces hasta a mi me sorprende.

No sabes nada sobre el tal Jevais, pero al ser Tremere, no es extraño que ande en cosas turbias. A los demás no los conoces, te aproximaste porque Aishe se encontraba con ellos.

Sigfried continuaba su vigilancia sobre los invitados. Seguía deambulando por el salón, deteniéndose de vez en cuando aquí y allá, solo lo suficiente para presentar sus respetos a algunos de los cainitas reunidos. Tras unos momentos, se dirigió con paso seguro al grupo liderado por Myka Vykos que dialogaba en voz baja cerca de un rincón.

- Buenas noches. Es uno honor para nosotros tenerlo por aquí. Mi nombre es Sigfried von Staufenberg, y la Orden que represento tiene gran interés en hacerle llegar nuestros mejores deseos. Si los comentarios que he oído son ciertos, sería para mí un gran placer compartir unos momentos con alguien proveniente de una de las ciudades más fascinantes de la Cristiandad. Se oyen toda clase de rumores, aunque imagino que algunos pueden estar deformados por la distancia y el tiempo. No obstante, estoy seguro de que debe ser una ciudad magnífica, rodeada de historia y fastuosidad. Imagino también que puede haber algún que otro problema… principalmente concerniente a las distintas creencias que profesan los mortales que habitan su zona de influencia.

- En cualquier caso, aunque nuestras instalaciones sean mucho más humildes, espero que se sienta cómodo entre nosotros… como en su casa. – después de unos segundos en silencio, Sigfried continuó, aunque en un tono más bajo, casi como deslizando algún secreto – Confieso que también desearía conocer algo más de tan gloriosa ciudad y de quienes la gobiernan, siempre ha despertado mi imaginación, incluso antes de mi Abrazo. Pero no quisiera molestarlo con estas cuestiones ahora. Tal vez cuando se sienta más a gusto entre nosotros podamos tener alguna charla más profunda.

El Ventrue no terminó de alejarse del todo, como esperando la decisión de Vykos de dar por terminada la charla o de continuarla.

Vykos hace una mueca extraña, que interpretas como una sonrisa. Sus ojos son punzantes, y parece estudiarte por un momento antes de contestar. Luego, como atento a sus pensamientos, sonríe más ampliamente, casi riendo.

Estoy muy agradecido por su bienvenida, señor von Staufenberg. Es cierto que mi amada Constantinopla... Bizancio está grande y hermosa. Aun hay mucha chusma en sus calles, pero la comunidad se encarga de ellos...

En cuanto a las creencias... Todos tenemos esos gusanos, en todas las ciudades... Pero bueno, el responsable ya pagó el precio, ahora solo queda limpiar.

Se distrae un segundo para mirar alrededor.

No esperaba mejores preparativos por parte de... Lord... Jurgen, y de Hardestadt... Cuando quieras, querido, puedo hablarte de mi amada cuna. Desde su caída estoy trabajando incesantemente para que regrese mejor que nunca a su opulencia.

Ahora, si me disculpas... Tengo algunas palabras que cruzar con tu señor.

- Estoy seguro de que no faltará ocasión para que departamos sobre todo ello. Por favor, continúe disfrutando de la reunión. Es un halago poder contar con su presencia.

Sigfried no estaba acostumbrado a llevar adelante charlas tan rebuscadas, pues prefería la simpleza de los encuentros entre guerreros y la jerarquía que dan los rangos. Sin embargo, no ignoraba el lugar que este sujeto Vykos ocupaba en el gran mapa político de la Estirpe y debía estudiarlo personalmente.

Llegó a la conclusión de que Vykos, haciendo honor a los rumores que corrían sobre él, parecía muy seguro de si mismo. Lo suficiente como para no dejar que un mero recadero lo interrumpiera demasiado en sus tratos con Lord Jurgen. En fin, al menos se había mostrado cortés… e incluso ofreció algunos atisbos de información que Sigfried desconocía por completo. Ahora era cuestión de profundizar esas noticias.

Sumido en sus pensamientos, aunque sin dejar de observar a los presentes, Sigfried continuó deambulando por el salón. Seguía ensimismado en sus propios asuntos cuando se encontró de frente con la comitiva Tremere. Saludó con un gesto cortés, aunque seco.

- Caballeros, espero que estén disfrutando su estancia en palacio. Nuestra Orden ha recibido con gran alegría su presencia entre nosotros. Nuestro señor también debe estar feliz. Es un ser de gran inteligencia y sagacidad. Por otro lado, ha recibido por parte de ustede un reglo muy particular. Aunque no creo ser el más indicado para este tipo de conjeturas, no puedo dejar de notar el gran simbolismo que puede entrañar un objeto como ese. Un cetro, precisamente... En las circunstancias adecuadas, bueno... en cualquier caso, cual es la historia de tan bello presente… si puede saberse, claro.

Los Tremere no se dan a la conversación tan facilmente como Vykos, y tratan de deshacerse de vos rápidamente.

No hay historia. No hay simbolismos más que el que su clan le dio desde siempre. No quieras tirarme la lengua, chico, porque ninguna verdad ha de salir de esta boca, porque no las hay.