Partida Rol por web

¿S-solo eso?¿Que clase de trampa... ?

La situación era un tanto extraña. Sospechosa cuanto menos. ¿Pero que podía hacer Nathan? Estaba en esto hasta el cuello... 

Encorvado por el entumecimiento, y agarrando fuertemente el saco se acercó al  hombre de la ranchera... 

Aquí tiene...

David puso los ojos en blanco, mirando hacia el cielo pese a tener las manos en el volante, y resopló.

- ¡Joder, Thomas, haber empezado por ahí!- respondió con toda la confianza del mundo-. No entiendo para qué tantas sutilezas, pero bueno, vale, respeto sus costumbres como agente de la ley- había un deje de comedia en su voz, típico e insalvable, crónico-. Yo venía a informarle de lo del Lumiere- repitió por tercera vez, rallado cual disco-, pero gracias, como supongo que ya sabrá, soportar a la prensa no es lo mío.

Y es que otra cosa no, pero irreverencias, insultos y faltas de respeto le sobraban ante las cámaras, como para cuatro pleitos. Y "vete a grabar a tu puta madre" era sólo comparable a "el clítoris está aquí, ¿lo ves?, ¡aquí!". Un tipo francamente insoportable. Su hija perdida en vete a saber donde y él con una sonrisa en los labios y el cerebro aparentemente demasiado liso cual autopista directa al cáncer de pulmón y la cirrosis por alcoholismo. ETS aparte.

- Anda, cuelga tu primero, tontorrón- respondió con voz melosa, a sabiendas de que Thomas, ante una actitud tan insufrible, estaría tirándose de los pelos. Por suerte, el exceso de recarga lo hacía parecer irónico, como si se mofase del ritual de parejas al teléfono y a su vez lo comparase con la relación entre él y Jackson, pese a ser casi nula.

Al final iba a ser cierto que para ser famoso sólo tenías que liarla muy gorda y no pedir disculpas.

El policía tomó nota de que para informar a ese elemento las cosas tenían que estar escritas en piedra. Y tirar dicha piedra a su cabeza. Fuerte. Repetidas veces... en fin, a lo hecho pecho y ya no se podía hacer nada para cambiarlo

-Bien, si la próxima vez que pase por el bar es capaz de recordar algo...- no podía evitar el tono de reproche. Salvo que quisiera demostrar que era un sitio al que ir a ser drogado y perder la conciencia no había conseguido más. De todas maneras incluso aquello quedó apuntado-O si por algún extraño misterio se le aclara la cabeza y "recuerda" algo más-espera Thomas, sutileza cero-O descubre algo. Tiene mi número. Si prefiere decírmelo en persona también podría ser viable, pero avíseme antes, últimamente ando en movimiento perpetuo-

Ante la estupidez de la despedida Thomas se pasó el pulgar y el índice por el borde de los ojos, exasperado.

-Adió señor Stanford-le costaba un horror ser profesional con el escritor estrella portada de los diarios. Colgó sin mayor ceremonia y decidió que necesitaba un café. Y donuts. Posiblemente un perrito caliente también. Y luego ya vería.

- Venga, hasta luego- masculló para si el escritor, en voz baja, mientras volvía a pisar el puñetero acelerador y aporreaba el reproductor de música.

La música volvió a inundar el descapotado, haciéndole sentir que la sangre en las venas se movía por todo su cuerpo, haciendo especial recorrido en según qué zonas de mayor actividad y relevancia en circunstancias normales. Buscó algún tipo de estanco por el camino a su destino, rezando para que no tuviese que leer mucha mierda en el periódico antes de encontrarse con aquello que pudiera serle útil.

Pero, joder, ¿qué mierdas podía poner la prensa que no supiese ya toda la ciudad? ¿Eso era información útil? Que sí, que Jackson era ahora el último mono, eso le pillaba y no le valía para un carajo, salvo deprimirse más. Es que tenía huevos la cosa.

- Hay que joderse- dijo, nuevamente, para si, doblando la esquina mientras sacaba un dólares en forma de billete verde a través de la cartera, situada en su nalga izquierda-. Hay que joderse con Dios y con su prostituta virgen, en serio.

Al final tendría que acabar con las cosas de forma sencilla. Comprando una pistola, pagando a algún listillo para que hackease la cuenta de twitter de ese malfollado y poniéndole el cañón en el gaznate. Y luego el mundo dirá que por qué David Stanford se pasaba la vida a base de sexo, alcohol, y drogas. ¿Qué purísima mierda más había en el mundo que valiese la pena?

Pues, salvando a su familia y sus amigos, que no eran sino lo único que lo mantenía en movimiento, nada. Habría acabado en una clínica de desintoxicación hacía mucho de no ser por ellos.

¿Que llevas ahí hijo? dijo el hombre con un tono serio desde la ranchera. Ahora que estaba mas cerca podía verlo con claridad. Era bastante mayor, pero tenía aspecto imponente aun. El tipo se bajó del auto y tomó el saco con una sola mano para ponérselo suavemente en el hombro. Chico, no se que has hecho para acabar trayéndome este paquete, pero seguro que nada bueno. Siguió al tiempo que cargaba el saco en la parte de atrás sin mucho esfuerzo. Tampoco es que me importe. Y concluyó dándole la espalda y volviéndose a subir en su vehículo.

Al mismo tiempo un tipo bastante gordo aparecía por la espalda de Nathan cargado de bolsas que depositaba justo al lado del saco sin prestarle demasiada atención.

Siento haber tardado, era mucho lo que me pediste comprar y esas malditas tiendas están muy mal ordenadas. El tipo reparó en Nathan y se giró a él. Siempre he dicho que su colocación es parte de un plan del gobierno, o alguna organización. Cada vez ponen las cosas en un sitio y calculan cuanto tardamos en encontrarlas como si fuéramos ratones...

Un fuerte carraspeo de voz sono desde la ranchera. Nos vamos. el sonido del motor acabó la frase por él y el tipo gordo no perdió ni un segundo en subirse al coche. Bueno, un placer, hasta la próxima. Terminó ya con el coche en marcha alejándose de Nathan que se había quedado solo en la carretera.

-Esto ya está mucho mejor-pensó el veterano policía observando los restos "mortales" de media docena de donuts y un par de tanques de café.

La conversación con el escritor le había dejado exhausto mentalmente y necesitaba un alto nivel de azúcar en sangre para no mandar a la mierda al compañero al que estaba a punto de llamar -Bueno, allá vamos, una pena no tener las gafas de sol para el brillo de la justicia...-se dijo mientras buscaba el número en la agenda.

-¿Agente Black? ¿Richard?- siempre insistía en el trato profesional... era un poco capullo pero buen tipo-Soy el agente Jackson, ¿tiene un momento para hablar de un caso?- lo mejor era ir al grano. Tonterías las justas.

Y que no se le ocurriera darle un sermón sobre las nosecuantas virtudes del agente de la ley que vive por y para sus conciudadanos. Un buen motivo para llamarle y no ir a verle en persona era la imposibilidad de partirle la cara cuando se ponía así. Ganas daba.

- Buenos días, agente Jackson. Me encantaría decirle que si, pero...se veía que al hombre le costaba decir que no, a juzgar por el tono de su voz. Estoy pasando con mi madre sus últimos momentos. Estoy fuera de Nueva York, a decir verdad. 

- Salvo que sea algo muy concreto...acabo de puntualizar, con un suspiro ahogado.  Un hombre entregado a su trabajo.

Vaya por todo lo que era sagrado, aquel muchacho estaba por temas personales fuera de la ciudad... casi Thomas se iba a sentir mal por lo que iba a decirle...

-Bueno, puesto que quieres que vaya al grano... es del caso de las desapariciones.-se encogió de hombros aunque no le pudiera ver-Como tenía tiempo me dio por investigar unos dossieres que encontré por ahí... y bueno ahora se ha hecho público porque ha desaparecido la hija de un pez gordo del periódico y tengo gente con las comunicaciones interferidas porque sospecho que acabarán metidos en jaleos que pueden ayudar y...- respiró hondo-¿tú qué tienes chaval?- se acordó de su madre y titubeando murmuró-Y espero que no sea nada serio lo de su madre agente-

Esperaba que colaborase, sino sabían los vagabundos de Central Park que Thomas iba a hacer lo que fuera necesario para que le dijera lo que sabía. Total, ya nada tenía que perder.

El silencio inundó el otro lado de la línea antes las directas palabras de Thomas. Desde luego, o había pillado a Black con la guardia baja, cosa que según su experiencia era casi imposible, o no se esperaba desde luego nada de eso.

- Cáncer, Jackson. Me temo que no pasará de este mes. Se quedó otro par de segundos callado, como si fuera a decir algo más que no procedía, antes de añadir con rapidez.  Pero gracias por sus condolencias.

- En cuanto a el caso...un suspiro apareció al otro lado de la línea. Tengo información que recopilé y el alcalde no quiso escuchar en su momento. Supongo que pensarían que solo eran elucubraciones mías. La voz, totalmente correcta, ni siquiera insinuaba lo que Thomas tenía muy claro: habían pasado del puto culo de aquel hombre porque no les convenía. Sin embargo si ahora la policía puede proceder como debe, me gustaría pedirle que se encargase de ello. Yo mismo enviaré un mensaje al comisario pidiéndole personalmente que se lo ceda.

Cualquiera hubiera pedido que se tuviese en cuenta su nombre a la hora de resolverlo, y todo su trabajo. Pero Richard Black era, efectivamente, más recto que la puta ley. El caso se tenía que resolver, y sería preferible que se resolviese en su ausencia. Y aunque sus métodos no fueran lo más correctos, Thomas era un puto agente de verdad. Al contrario que el comisario.

- Si está dispuesto a hacerse cargo, puedo mandarle un mensaje con todo lo que tengo recopilado esta misma noche...

Bueno, en el fondo no iba a ser tan terrible. No iba a tener siquiera que mentir

-No, descuida Richard, la familia es lo primero-pausa dramática perfectamente medida-¿Sabes qué? Mándame eso en cuanto tengas un rato y ya aviso yo al comisario. Desentiéndete del tema y estate con tu madre, lo agradecerá-lo cierto era que Thomas lo pensaba de verdad.

Si bien el hecho de tener la oportunidad de controlar los tiempos era un añadido muy agradable. Esperaba que el bueno de Richard cooperase, así sólo tendría que esperar que el comisario estuviera en una rueda de prensa, o comiendo fuera para llamarle y dejar un maravilloso mensaje en el contestador. Que no se dijera que Thomas Jackson incumplía las reglas.

- Ya sabes que la información de los casos se reserva a aquellos que actúan en él. resumió el código con rapidez. Thomas lo sabía, por supuesto que lo sabía. Pero tener un tipo con líneas más rectas que una puto cartabón tenía esas pequeñas desventajas: que salía con protocolos que, a la hora de la verdad, no usaba ni Dios.

Pero si Richard Black.

- Mandaré ambos correos, no te preocupes. prefiero evitarte problemas y complicaciones. Se que tu relación con el comisario Wagner es...complicada.

Y precisamente por eso, mediar por el nombre de Thomas podría costarle varios problemas a Richard. Lo sorprendente es que no le hubiera pasado ya. Al parecer Black había intentado sacarle a Thomas de su puesto de funcionario aburrido alguna vez, pidiendo su ayuda en algún caso.  Obviamente, no había sido escuchado.

Lo raro es que siguiese en su puesto defendiéndole tanto.

Parecía que el bueno de Richard se había levantado especialmente recto en el día de hoy... puesto que veía que no iba a sacarle nada más Thomas gruñó su asentimiento por teléfono

-Lo sé, lo sé...-murmuró algo ininteligible-Gracias Richard, por ahora bastará-no le emocionaba en absoluto que el comisario supiera de sus andanzas, pero tampoco podía quedarse sin más información, y dejar el caso ni siquiera entraba en sus planes-Hazme un poco de caso para variar y dedícate a tu familia unos días; deja que los que estamos aquí sigamos con esto-

Lo sentía y como tal lo dijo. Aquella conversación no iba a seguir mucho más allá de unas despedidas correctas, por lo que el agente colgó. Quedó pensando unos momentos, ¿qué debía hacer a continuación? En principio tendría que esperar algo a que le llegara el correo de Black o alguna otra información de las comunicaciones que tenía vigiladas.

-Joder, cómo odio la espera-y sólo hacía media hora que había tomado el café...

Desafiando el consejo de Thomas de dedicarse a su familia, pronto apareció un correo de Richard en el buzón de Thomas. Junto con unos correctísimos aunque breves protocolos de saludo y demases, iba lo verdaderamente importante: un documento PDF que haría las delicias de cualquier investigador.

Mereció la pena los minutos que tardó en descargar el colosal archivo, con los ojos de Jackson clavados en la pantalla como un fumador observa con ansia la maquina de tabaco atascada.

Aquello no era una simple lista: era la madre de todas las listas. Adjuntando fichas policiales, fichas dentales y todo tipo de fichas que uno puede conseguir legalmente con una placa, allí había un fiel retrato numérico de los desaparecidos de Black. Alturas, trabajos, multas, altercados con la ley, cagaleras en el último año.

Como había dicho la periodista la lista era mucho más escandalosa: hasta treinta y un personas. Sin embargo el ojo crítico de Thomas superaba con mucho al sentido de deber de Richard. Allí había muchos vagabundos, adolescentes conflictivos, abuelos con alzheimer y gente que podría haber acabado hundido en el puerto por molestar a quién no debía. En resumen, gente con motivos para desaparecer. Cosas que no tenía la gente de su lista. Quitando a esa gente, la lista de Black se quedaba en un "modesto" veintitres, que seguía más que duplicando la suya. Por supuesto sus nombres aparecían también en la de Richard, quitando las más recientes.

En resumen, veintisiete desaparecidos en Nueva York, de los que nadie se había preocupado hasta la desaparición de la hija mona del dueño de un periódico local. No sabía si cagarse en el puto mundo o agradecer a la miseria humana su vuelta al ruedo a lo grande. Y esta vez, saldría triunfal.

Anonadado, volvió junto a su captor para completar la misión. 

¿que clase de trabajito es este?

Bien... no consigo comprender que clase de beneficio puede aportar lo que acabo de hacer...

Dime... que quiere la ley?? Quien son esos tipos? 

Por favor... si me pudieras revelar en que situación me encuentro... ¿que me va a pasar?