Partida Rol por web

La domus de Primus Decius Curio, en una urbe atestada como Glamour, era la propia de uno de los hombres mas ricos e influyentes del estado. Esto es, de un senador. Nada más llegar a la domus, la comitiva atravesó las fauces

La esclava se limitaba a seguirte con gesto derrotado y falto de ánimo, ni siquiera parecía fijarse en el magnifico lugar que le rodeaba o su nuevo domine. 

La domus era grande, aunque mas pequeña que la finca que tenía a unos días de viaje hacia el centro de Carmania. En todo caso respetaba el interior propio de una domus lunar.

Tras atravesar las fauces dejaron atrás el atrium, tras saludar Primus con un gesto a amigos, clientes y parientes. Finalmente entraron en el peristilium y el senador, algo cansado por el viaje, se tendió en el triclinium, y ordenó a la esclava pentana que trajera fruta y vino para él. 

Solo entonces miró a su nueva esclava, observando como se encontraba, como se movía, cuales eran sus reacciones

Si algo estaba claro era que temia siquiera mirarte, ya debía haber pertenecido a alguien y haber probado la disciplina que se le da a los esclavos rebeldes. 

Se limitaba a permanecer allí hasta que ordenaras lo contrario.

El senador no hace ningun gesto para que la chica se siente. Tampoco se dirije a ella hasta que la otra esclava llega con comida y bebida. Tras beber del vino y tomar varias frutas mira a la nueva esclava.

- ¿Sabes hablar? ¿has comido o bebido algo? ¿de donde vienes y qué eras cuando eras persona? -el tono de las preguntas no es despectivo ni cruel, pero tampoco es cariñoso en absoluto

Responde en común, aunque parece conocer (al menos entender) el idioma imperial.

- Comí y bebí esta mañana - responde - y nací en una aldea en Ralios - responde breve y concisa a tus pregunta, sin extenderse - domine - añade al final

El senador suspiró e hizo un gesto para que la esclava pentana (que era su favorita en las ultimas semanas) le quitara las sandalias. Entonces tomó una uva y se la puso en los labios a la esclava de pelo rojo, antes de volver a mirar a su nueva adquisición

- Mi nombre es Primus Decius Curio. Pero como has hecho te diriguirás a mi como Dominus. No quiero ir sacándote las palabras una a una como si estuviera usando unas tenazas. Ahora eres de mi propiedad. Y me gusta conocer mis propiedades. Quiero saber quienes eran tus padres, y cual era tu puesto en tu aldea. Quiero saber si sigues adorando a tus minúsculos dioses bárbaros del clima. Quiero saber tu nombre. Quiero saber como has terminado aqui, y cuales son tus habilidades. Y es conveniente que hagas y expliques todo eso de forma que me complazca. - ordena el senador que, repentinamente, parece recordar algo- Y desnúdate

Empieza a desnudarse

- Me llaman Anhara, hija de Hyjlak, hermano de Olaff... el jefe de mi tribu - explica - mi padre era el mejor cazador y yo hacía las veces de sanadora tras la muerte de mi madre. A ella no llegué a conocerla. Mi tío me envió a dar apoyo a un clan aliado en guerra con el imperio y fui capturada - resume

Deja caer su ropa a un lado

- Todavía sigo adorando a mis dioses - confirma - pero se cual es mi posición ahora

- Mejor - afirma el senador medio incorporándose- ¿Sabes entender mi idioma, esclava?, ¿sabe hablarlo? Háblame sobre si has tenido algun amo antes, y sobre como han sido tus dias de esclava hasta ahora - mientras le informa le hace un gesto para que se acerque hacia el

- Lo entiendo bien, aunque todavía no lo hablo con corrección - informa

Lanza una última mirada a sus ropas y se acerca a ti tras tu gesto

- Solo uno... mi tarea era servir las comidas y era expuesta como trofeo de guerra, a los dos años dejé de complacerle y decidió venderme al esclavista que me trajo a hasta aquí, con el que he pasado el último medio año.

Con naturalidad palpo los músculos y compruebo la tersura de la piel de la esclava. Miro si tiene marcas, si ha sido golpeada recientemente, si tiene cicatrices. Compruebo su belleza con el ojo de alguien que, desde que tenía uso de razón, ha sido servido por esclavas.

- Y tu anterior amo era....

El senador levanta un momento la mirada para clavarla en los ojos de Anhara

- Es una pregunta sencilla. Me disgusta que me hagan esperar - advierte sin variar el tono de voz, hablando siempre en la lengua imperial

Te retira la mirada casi al momento

- Tiberio Barbato, dominus, un oficial de la novena legión

El senador desconfiaba por naturaleza. No se llegaba a ser senador del imperio lunar sin desconfiar. Tal vez tenía los nervios a flor de piel por haberse presentado a consul, o tal vez era el asunto del legado de la novena legión lo que le preocupaba. Miró otra vez a la esclava desnuda mientras dejaba que su dedo acariciase distraidamente el costado de la esclava. Era verdaderamente una buena compra. Aseada, bonita, inteligente, de buena familia, y con pocos amos previos. Si verdaderamente era una hija de lider podía ser una esclava adecuada para su casa.

Una buena compra, si. La cuestión era, ¿tal vez demasiado buena? Sólo un necio desconocía que los esclavos se usaban con frecuencia tanto para espiar como para conseguir información. O como para asesinar.

Miró nuevamente a la esclava y apuntó al suelo, delante suyo.

- Arrodíllate Anhara. Aun no se exactamente qué haré contigo. Pero te permito que me preguntes todo lo que te inquiete. De hecho quiero que lo hagas

Se arrodilló donde señalaste

- ¿Castiga a sus esclavos tan solo si le desobeceden, Dominus? - quizá fuera alguna de las cosas que más le preocuparan, o quizá lo que realmente le preocupara no tuviera valor para preguntarlo

- No. La desidia, la falta de aplicación, la vagancia, fallar en cumplir mis órdenes y deseos o ser irrespetuoso suponen también un castigo. Sin embargo no me produce, como a otros, placer el castigar a mis esclavos. Ni tampoco los castigo sin motivo alguno. - se queda un momento pensativo- Dijiste que habías actuado como sanadora. Supongo que eso significa que conocias alguno de los conjuros de magia primitiva para sanar. ¿Puedes seguir realizando esa magia? También supongo que significa que sabes como dar un masaje. Empieza a masaejar mis pies, y sigue preguntando

- Así es Dominus, mis dioses todavía me escuchan - confirma

Hace ademán de levantar la mirada aunque finalmente lo evita y se limita a tomar tu pie izquierdo entre sus manos para empezar a masajearlo de forma suave, sin atreverse a algo ligeramente más doloroso pese a que luego pudiera ser beneficioso, cohibida. 

- Si en presencia de un extraño hablases sin que yo lo autorizara, te azotaría con un látigo. Sin embargo, ahora estás en mi presencia y te he permitido que me preguntes. Hazlo sin miedo. Sería un hombre necio si te castigase porque me preguntaras tus dudas. Eres una bárbara que acaba de pasar a ser parte de mis propiedades. Cuanto más sepas mejor será para ti. Y como ya te dije no me gusta castigar innecesariamente. Noto que quieres hablar, hazlo - dijo el senador mientras observaba a la chica y pensaba

- Parece un hombre importante, Dominus, pero... ¿que es exactamente? - preguntando por tu rango - ¿vive solo? - continuando con otra pregunta sin esperar respuesta a la anterior 

Las preguntas cesaron de forma repentina, quizá dandose cuenta de que no te había dado tiempo a responderlas