Partida Rol por web

Entonces Lola lo miró, entre culpable y esperanzada. Levantó la cabeza del punto fijo en el suelo y la clavó en él; y comenzó a hablar como si no hubiera nadie más en la sala. 

-No pude evitarlo... estaba sola, en el peor de los momentos de mi peor etapa... y tú... me entendiste tan bien... y yo podía darte lo que necesitabas y... lo siento...

No habló más. Volvió a quedarse con la mirada fija en un punto cualquiera de la pared. 

-En fin -el de pelo corto, que no había intervenido hasta el momento, habló entonces- esto se está poniendo muy melancólico y yo tengo trabajo que hacer. Volveré en un par de horas, más te vale haber decidido, Lola -entonces se volvió hacia los otros tres- Rafael, Azara, Eileen... ¿seguimos?

-Vamos.

Rafael salió por la puerta, precedido por el otro hombre. La muchacha de pelo teñido los siguió y la pelirroja fue a hacer lo mismo, pero se detuvo un instante en la puerta y miró hacia atrás, como esperando por si el hombre que acababa de ser abrazado y se encontraba en aquellos momentos tan perdido quería preguntar algo más. 

John solo se dedica a escuchar a lo que dicen cada uno de los que se encuentran en la sala, hasta el momento todos menos Azara habían reaccionado de manera "normal" más ella al parecer intentaba pasarse de lista... tras escuchar sus intenciones de retirarse nota como de uno en uno van saliendo hasta que la pelirroja voltea, sus miradas se cruzan y este puede captar ciertas intenciones de ella, ciertamente no malas, tras eso libera una sonrisa a esta y le dice, gracias, ten cuidado...

Por ahora solo le interesaba hablar con Lola, y tras escuchar el argumento de esta le pregunta Que consideras que necesito? Y acaso ya no puedes darme eso? reflejando mucha intriga en su rostro.

Abrió los ojos y se encontró en el mismo sitio en el que los había cerrado: estaba sentado en el cómodo sofá del apartamento de Linda. Frente a él había una mujer; era exactamente igual que Linda, pero no era ella, ésta tenía el pelo más corto. La mujer lo miraba fijamente, sin decir palabra. En aquel momento alguien se le acercó por detrás; ésa sí era Linda, traía en sus brazos el cuerpo de una mujer de mediana edad, desmayada. 

-Bebe, mi chiquillo -dijo Linda.

-Debes de tener mucha sed -añadió la otra mujer. 

Sólo entonces Isaac se dio cuenta de que realmente tenía mucha sed. Y entonces se percató de que, por instinto, se había dado cuenta de que la fuente que saciaría su sed era aquella mujer desmayada... Sin que él pudiese impedirlo, notó cómo sus colmillos empezaron a crecer y algo en su interior, una bestia informe, inconsciente y siempre sedienta, trataba de tomar el control de sí mismo. Sabía que tenía que beber para alimentarse, así que, como movido por un resorte, casi autómata, se levantó y se acercó a la mujer desmayada. De forma inconsciente, sus colmillos se clavaron en el lugar correcto y el dulce néctar comenzó a fluir por su boca, saciándolo sobremanera. 

-No se lo tengas en cuenta -dijo entonces Eileen a modo de despedida- Azara es... bueno, ha vivido momentos duros, pero es alguien digno de admirar, ya la conocerás -sonrió- siempre es así al principio, con todo el mundo. 

Entonces la muchacha se volvió hacia Lola y la llamó, ésta levantó la cabeza.

-Confía en nosotros -le dijo a ella- es tu mejor opción, en el fondo lo sabes...

-Ella tiene razón -le dijo Lola cuando se hubieron quedado solos, omitiendo sus preguntas- esos tres eran Malkavian. El de pelo largo, Rafael, es el sire de las otras dos. Él y Azara no lo han pasado especialmente bien y han atravesado mucho, por eso ella es así, la ironía es su forma de protegerse del mundo -parecía que su sire los conocía bastante bien-  Él es un justicar, un cainita muy poderoso en nuestra sociedad y ellas son sus arcontes... algo así como sus manos ejecutoras, aunque en realidad siempre lo hacen todo entre los tres. Tenemos suerte de que no nos hayan matado a todos, la verdad...

Entonces se volvió a afligir, bajó la cabeza y en sus ojos se reflejó miedo y desesperación.

-Te debo una explicación, temo que te he involucrado en algo que quizá no iba contigo... te conocí en una mala noche y tú también dijiste cosas que... yo puedo darte ese poder que necesitas y en realidad te lo he dado... pero a lo mejor no era lo que querías...  -saltaba de una frase a otra, sin terminar ninguna- ...y yo necesitaba a alguien que pensara igual, cuando te ofreciste a ayudarme... necesitaba... estaba tan sola... y Victoria... -entonces cerró los ojos un momento; se serenó y después los volvió a abrir y los clavó en él- Cuando me abrazaron tenía una hija; era lo que más quería en el mundo. Por desgracia para mí, el que me abrazó fue un cainita del Sabbat, la facción de los vampiros que no quiere mantener la Mascarada. Yo nunca he tenido mucho apego a estas ideas y además, me obligaba a vigilar a mi hija desde las sombras para que ellos no le hicieran daño. No respetan nada, no siguen ninguna regla... pero al menos mi hija tenía un padre humano que la cuidó y la guió así que yo, llorando en el alma, la vigilé desde las sombras, desde la oscuridad de la noche velaba sus sueños y en el día confiaba en su padre. Creció y tuvo una hija y ésta tuvo otra y ésta otra... Victoria. Soy su tatarabuela, pero esta vez, Victoria no tiene a nadie que la pueda cuidar debidamente. Se ha quedado huérfana y yo, con una identidad falsa, he conseguido adoptarla, pero no puedo cuidarla yo sola. La niña necesita cosas que yo no le puedo dar, como por ejemplo luz del sol. De momento tengo una aliada, una criada humana que la protege cuando yo no estoy pero mi manada cada vez se vuelve más fuerte y hace poco descubrieron su existencia... tuve un desliz, uno solo después de tantos años... -en sus ojos había miedo e incertidumbre- ...ellos siempre han sabido que no me gustan sus prácticas, pero ahora tienen una forma de obligarme, de chantajearme... y ella no está a salvo. Tengo que protegerla, como sea. Por eso te metí en esto... algo dentro me dijo... pensé que... que quizás tú podrías...

La voz se le quebró y volvió a mirar fijamente al vacío. 

-Me siento tan... estúpida... jamás, me prometí que jamás mostraría esta debilidad ante nadie y... y sin embargo, si tuviera lágrimas, ahora mismo estaría llorando...

Apretó un puño inconscientemente, enfadada consigo misma, pero no dijo nada más. Sólo continuó pensando.

Abrió los ojos. Se encontraba en una esquina del parque, recostada suavemente sobre el rugoso tronco de un árbol. Frente a ella, el joven aprendiz de pintor la observaba, con media sonrisa en los labios, como quien observa satisfecho una obra de arte casi acabada. 

Entonces, cuando la vio abrir los ojos, señaló con la cabeza a un lado. Allí, inconsciente en el suelo, había un hombre de mediana edad, corpulento. 

-Bebe, mi chiquilla -dijo entonces el joven- bebe y sáciate. 

Sólo entonces Verónica se dio cuenta de que realmente tenía mucha sed. Y así se percató de que, por instinto, se había dado cuenta de que la fuente que saciaría su sed era aquel hombre desmayado... Sin que ella pudiese impedirlo, notó cómo sus colmillos empezaban a crecer y algo en su interior, una bestia informe, inconsciente y siempre sedienta, trataba de tomar el control de sí misma. Sabía que tenía que beber para alimentarse, así que, como movida por un resorte, casi autómata, se levantó y se acercó al hombre desmayado. De forma inconsciente, sus colmillos se clavaron en el lugar correcto y el dulce néctar comenzó a fluir por su boca, saciándola sobremanera. 

Tras lo sucedido John se toma algo de tiempo para asimilar lo que Lola le ha dicho, de lo unico que estaba seguro es de que estaba en un terreno desconocido y que dependía de Lola y quizás de esos sujetos para poder sobrevivir ahora.

Sin duda Lola era alguien que por muy fuerte que se vea estaba en una posición de suma desventaja si alguien cercana a ella estaba tan expuesta así, una vez que esta culmina de hablar John dice, no debes sentir pena alguna, lo que en algunos momentos puede interpretarse como debilidad puede terminar siendo el mayor impulso hacia un objetivo... tras una breve pausa... esos sujetos no los conozco pero si son así de fuertes como dices y no nos hicieron nada más por el contrario tienen intención de ayudar es una oportunidad que en tu posición no puedes negarte a aceptar, juntos somos mayoría y más fuertes, si necesitas ayuda puedes contar conmigo, donde esta esa niña y que puedo hacer para ayudarte, por que no vamos a buscarla ya?.

John no comprendía nada de lo que estaba pasando, parecía que le había colocado en la cabeza un milenio de cosas pero su determinación a ayudar siempre había formado parte de su forma de ser, una vez culmina de hablar se coloca de rodillas ante Lola y la toma con sus manos para decirle, no te preocupes no estas sola en esto, con ellos o sin ellos todo va a salir bien.

Lola lo miró, algo sorprendida, pero en sus ojos había gratitud. 

-Gracias...

Sabía que estaba siendo egoísta, pero en aquellos momentos, la situación la superaba y por ello, no dijo más.

En aquel momento la puerta se abrió. Lola se levantó, decidida, esperando encontrar tras ella a los mismos de antes. Sin embargo, la única figura que apareció fue una niña, con cara dulce y sonriente, que dejó la puerta abierta mientras se acercaba.

Lola la miró como si supiera quién era pues parecía que no le sorprendía que entrara una niña que aparentaba unos trece o catorce años. La muchacha los miró a ambos un momento.

-¿Y bien, Lola? -dijo; entonces se percató de algo y añadió- perdón por mi descortesía; tú me conoces pero tu chiquillo no. Hola, me llamo Ángela; Ángela Sibilla Cipriani de los por desgracia ya extintos Cipriani de Venecia -le dijo a John- estás en mis dominios ahora mismo, en el Elíseo y aquí mis normas son ley. Síguelas y se te tratará como a un maravilloso invitado. 

"Desobedécelas" continuó la frase sonando en la mente del hombre, aunque la pequeña no había abierto la boca, pero su expresión había tornado en una seria, que daba incluso miedo "y yo misma seré quien te eche a la calle en un caluroso día despejado". 

Antes de que John pudiera responder, Lola se irguió, imponente. En sus ojos había desaparecido todo rastro de duda y su rostro sólo reflejaba determinación en aquel momento. Su figura, de pie, con la espalda erguida y la mirada ligeramente hacia abajo para poder mirar a la muchacha a los ojos, resaltaba su poder; un poder inconsciente, sutil, que poco a poco iba recuperando, de la mano de su habitual confianza. 

-He decidido, Ángela -respondió serena-; llévame a ver a tu Príncipe. 

Entonces dubitó un momento y miró a John. 

-Por supuesto me gustaría que mi primer chiquillo viniese conmigo -le dijo sonriendo-, pero eres libre de marcharte si quieres, de decidir por ti mismo, no voy a obligarte a rendir pleitesía a alguien que no te convence. Sin embargo, sería recomendable que vinieses... la verdad es que no tienes muchas posibilidades de sobrevivir si no acatas las normas de la Camarilla, estando aquí, en el Elíseo...

Miró a la niña pero ésta sólo se encogió de hombros y sonrió, enfatizando las palabras de Lola de una forma tan tierna que daba miedo, mucho miedo.

John se sorprende al ver a la niña en la puerta, mira hacia Lola y se da cuenta que esta esta inmutable después de haberse puesto de pie, mira a la joven nuevamente y luego decide hablar.

Una vez que esta se presenta e incluso demuestra cierto tipo de telepatía o comunicación extrasensorial John queda más desconcertado aún, esta criaturas no son solamente veloces y fuertes también pueden comunicarse sin emitir un sonido, sin duda estaba ahora un poco tenso, cuantas habilidades más podían existir fue lo que pensó.

Disculpe, no fue mi intención invadir su dominio, la verdad no tenía idea, dijo con algo de ingenuidad, recoró un pasaje de la biblia el cual mencionó que decía a donde fueres haced lo que vieres, cuales son tus leyes pues no pretendo desobedecerlas...

Tras las palabras de Lola, John no necesito pensar mucho, sabía que estaba más seguro si Lola estaba cerca, al menos por el momento y dijo, Ire contigo por supuesto.

-Maravilloso -respondió por ambas la niña, ampliando más aún su sonrisa- seguidme ambos pues; desde este momento sois mis invitados en el Elíseo.

Frank, acomodo su ropa, vio que estuviera bien presentado pues creía que la primera impresión era la más importante, vaya es la primera vez que conoceré a un príncipe, era lo que esperaba, mi salto a la realeza, se que algo grande me espera fue lo que pensó, una vez listo se dedica a seguir los pasos de Lola. 

La situación es surrealista, me siento extraño, mareado, perdido. Veo a Linda con el pelo corto. No... No es Linda, LInda está al lado.

Tengo hambre y sed, mucha sed, pero no es la sensación que recuerdo de sed, esto es distinto.

En cuanto veo el cuerpo de la mujer me entra un impulso incontrolable, algo en mí despierta, algo feroz. Mis dientes han crecido, los noto. Veo el cuello de la mujer, es irresistible. Muerdo. Noto la sangre caliente y bebo, bebo...

Me dejo llevar y bebo cada vez más rápido cuando de pronto algo en mí se enciende.

- ¡¡ No !!

Me retiro de su cuello haciéndome atrás. El esfuerzo es notable, quiero seguir bebiendo, me atrae.

Me siento saciado. La sensación de sed ahora es mucho más ligera. He podido parar aunque aún no se ni como lo he hecho. Contemplo ahora a la chica de cuyo cuello cae un ligero hilillo de sangre de dos profundas marcas.

- ¿Qué he hecho? ¿Qué ha pasado? - Pregunto a Linda, volviendo hacia su bello rostro mi mirada. En cuanto veo esos profundos ojos azules me relajo. Poco a poco la idea que mi instinto se niega a reconocer va abriéndose camino poco a poco en mi cerebro.

Miro a mi alrededor, observando el apartamento y la ¿hermana? de Linda

Su instinto le decía que continuase bebiendo, pero su mente racional, aún fuerte en él, le decía que se detuviese, que no matase a aquella mujer, no le había hecho nada malo. Sin embargo, la bestia trataba de tomar el control y sus instintos fueron más fuertes que su tenacidad y, por una vez, la mente racional de Isaac se vio sometida a los designios de su inconsciente más profundo. 

Por un momento consiguió separarse, lo suficiente como para preguntar. Pero entonces, el olor de su nuevo alimento recién descubierto volvió a él y, sin poderlo evitar, la bestia controló sus impulsos y se lanzó de nuevo al cuello de la mujer. 

-¡Detente! -Linda se acercó a él y, con una fuerza admirable, pero con la suavidad que la caracterizaba, lo detuvo y lo separó del cuerpo yacente de la mujer- no sigas, Isaac; no lo mates. Nunca los mates. 

Entonces le sonrió y lo obligó a mirarla a los ojos. Mientras tanto, la otra mujer se echaba a la que estaba inconsciente al hombro y desaparecía de su visión, en dirección a la puerta del apartamento. 

-No es fácil las primeras veces, lo sé -le dijo, sin apartar su enigmática mirada de la de Isaac- pero yo estaré a tu lado para ayudarte, para guiarte y para hacerte crecer, no te preocupes. Lo que te ha ocurrido es normal, eres un cainita, un vampiro; a partir de ahora has entrado en una sociedad diferente, una sociedad en la que estaré a tu lado y en la que, si sigues mi consejo, podrás llegar muy alto y conseguir el poder suficiente como para recuperar tu empresa... si es que aún quieres recuperar esa anodina vida después de ver todas las posibilidades que yo te ofrezco. Pero, por ahora, tienes que aprender a controlarte. Tienes nuevos instintos, nuevas habilidades y aptitudes, pero sobretodo, tienes en tu interior un monstruo, como todos nosotros, una bestia que siempre tratará de controlarte. Mientras la mantengas a raya, todo irá bien. Yo puedo ayudarte al principio, pero habrás de aprender, mi chiquillo.