Partida Rol por web

Isaac sacó su pistola y comprobó que el cargador estaba al completo. Observó la trampilla intentando encontrar alguna trampa o mecanismo de alerta, pero no podía concentrarse al pensar que Lucy podía estar secuestrada allí abajo.

Observó de reojo a Yamir. No era un luchador y además de eso era un recurso importante para el Elíseo. No podía permitir que le acompañase, él era prescindible, pero Yamir no.

- Quédate aquí o regresa al Elíseo. - Isaac entregó su teléfono a Yamir -  Si puedes llámalos e indícales la situación de esta trampilla. Voy a entrar, no puedo esperarles sabiendo que Lucy puede estar ahí dentro y no quiero que te expongas más, sería un desastre perderte.

Yamir había cumplido su labor y le estaría siempre agradecido, pero ahora Isaac debía enfrentarse solo a su destino.

El cainita se quedó mirando unos momentos a Isaac, dudando de si hacerle caso o no. Finalmente negó con la cabeza y comenzó a teclear en su ordenador con rapidez durante unos segundos. 

-Quédate con el teléfono, quizá lo necesites. Te esperaré en el coche y avisaré al Elíseo. Voy a intentar además hackear los planos de este edificio, si necesitas cualquier cosa o huyes, habla en voz alta... he hackeado tu teléfono -se disculpó con un encogimiento de hombros-, te escucharé y podré ayudarte. Suerte.

Sin mediar más palabra, el Nosferatu se dio la vuelta y se dirigió al coche. Isaac accedió entonces rápidamente a la trampilla, que, como pudo suponer, no se abría tan fácilmente... Por fuera no había nada, parecía que algo la bloqueaba desde dentro...

Una vez Yamir se hubo retirado, Isaac quedó más tranquilo: había tomado la decisión correcta.

Abrir la trampilla no sería fácil. Seguramente estaba cerrada por dentro por lo que tendría que forzarla. Recorrió con la vista el lugar buscando algo que hiciera de palanca... no quería hacer demasiado ruido, pero parecía que no había otra forma de entrar.

Isaac comenzó a buscar frenéticamente una palanca para abrir la trampilla, sin embargo, en una revisión metódica de la plancha de metal, se dio cuenta de la luz que asomaba por el resquicio de un lateral; luz que, de pronto, se cortaba abruptamente en el centro, como si hubiese algo ahí que no la permitiera salir en una fina línea perfecta. Un pedazo de suciedad, una veta... o un pestillo. Si lograba encontrar algo lo suficientemente fino como para entrar por la diminuta abertura y lo suficientemente fuerte como para no romperse, quizás podría tratar de abrirlo sin hacer ruido.

Así que el joven empresario se puso manos a la obra, buscando cualquier alambre, hierro o artilugio similar que pudiera encontrar en la lúgubre oscuridad de una calleja secundaria...

...sin embargo, no le dio tiempo a buscar demasiado. De pronto un fuerte golpe metálico se oyó a su espalda y la trampilla reventó, con Isaac incapaz de encontrar un vocablo mejor para definir cómo una plancha de metal estallaba hacia arriba, haciéndose pedazos en el proceso. 

Del agujero recién abierto emergió una masa informe que, poco a poco, fue tomando la forma de una silueta de hombre que llevaba algo a cuestas, entre los brazos. Cuando al fin salió a la luz, el Tremere descubrió a Dane, el garou que había acudido a la reunión unos días atrás y con el que el malhadado John había trabado lo que podría considerarse como cierta amistad -teniendo en cuenta que aquel concepto no existía entre hombres lobo y cainitas más allá de un mutuo respeto-. 

El cambiante también lo había visto a él y, por lo que parecía, lo había reconocido. Se acercó con calma pero sin detenerse demasiado al joven y le enseñó lo que, con cierta delicadeza que podía sorprender en alguien de su especie, sostenía entre los brazos: era una pequeña Victoria, dormida, al parecer, con marcas de moretones y suciedad en su rostro y bracitos, pero ningún signo que pareciese más grave. Sin embargo, ver a la niña en aquel estado inspiró en Isaac un sentimiento de pena, mezclado con rabia, difícil de controlar...*

-Es la humana que protegía la mujer Lasombra. La habían cogido para negociar -explicó-; los vi cerca del Elíseo y los seguí hasta aquí. No le han hecho nada grave, creo, pero está exhausta y no dejaba de gritar que habían matado a su madre, hasta que la sedaron. Supongo que tendré que llevársela a John para que él la cuide -era la cantidad de palabras juntas más larga que le había escuchado decir Isaac a aquel callado y taciturno lupino-; porque él estará bien, ¿no? -preguntó.

Por un instante Isaac sintió como le entraba una rabia interior al ver el cuerpecillo de la niña en manos de tan temible bestia. Pudo controlarse ante el licántropo y mantuvo la compostura.

- ¿John? - Isaac no sabía que decir - No, algo terrible le sucedió. Al final la sombra pudo con él. - La cara de Isaac mostraba mucho dolor - Es mejor que vayas al Elíseo y que te informen allí mismo.

Señaló el hueco de la trampilla por el que había aparecido.

- ¿Sabes si hay alguien más ahí dentro? - De nuevo la ansiedad parecía hacerse cargo del empresario - Busco a Lucy, la chica que estaba junto ellas dos en el Elíseo, la otra humana. ¿La has visto?

Isaac miraba el agujero dispuesto a meterse en su interior.

Isaac estaba inquieto en un primer momento al ver a la pequeña en manos de aquel ser. Sin embargo, cuando lo miró a la cara se dio cuenta de la tranquilidad con que éste hablaba y, fijándose un poco más, de la delicadeza con que la cogía, tratando de que la niña no se hiciera el más mínimo rasguño. Aquello lo calmó bastante, pues parecía que el lupino sólo quería proteger a la cachorro de humano. 

-¿Algo terrible? -preguntó- ¿Eso significa que...? -se detuvo unos instantes-. Es igual. Si nadie puede hacerse cargo de ella, la llevaré conmigo. En mi parentela la cuidarán, no quiero que quede desamparada en las calles... -decidió, no dando pie a ningún atisbo de réplica. 

Luego escuchó la pregunta del Tremere.

-Sí, una mujer rubia. Está ahí abajo pero no podía sacarlas a las dos a la vez. Iba a volver, pero si ya estás tú aquí... Son poderosos... Ten cuidado. 

Y, sin mediar más palabra, flexionó las piernas, dio un salto y alcanzó el final de la escalera de incendios de uno de los edificios laterales que empezaba en el segundo piso del mismo. 

La confirmación de que Lucy estaba debajo preocupaba y tranquilizaba a la vez a Isaac. Por una parte, ya sabía donde estaba, y eso ya era algo. Por la otra, estaba con gente poderosa, según Dane.

Una vez más se encontraba solo, pero no tenía ninguna duda acerca de lo que iba a hacer. Sin pensárselo dos veces entró en el agujero.

El que Lucy estuviera en peligro le hacía ser cauto. Si podía, iba a intentar hablar con esta gente antes de atacar.

Tras ver cómo Dane se alejaba corriendo por los tejados, Isaac emprendió el descenso escaleras abajo. Descendió mostrándole las manos al aire de lo que, después, descubrió que era un corredor vacío. Tres corredores, para ser más exactos. Bajos techos de piedra daban cabida a tres idénticos corredores que se extendían hacia el frente de las escaleras, a la derecha y a la izquierda. Lo único que diferenciaba el de la izquierda, era que estaba algo peor iluminado que los otros dos, de los que venía una tenue luz, aunque el empresario no pudo descubrir la fuente de la misma...

"Por supuesto" pensó Isaac, dándose una palmada en la frente "Dane venía corriendo, evidentemente iba huyendo. Si le fueran pisando los talones, era lógico que hubieran salido tras él, puesto que es de noche. Si se ha detenido a conversar, es porque sabía que los había despistado y que no deberían andar muy cerca... mucho menos al pie de la escalera". 

Al menos el descenso había sido seguro. Algo de lo que un ser como Dane huía era algo muy a tener en cuenta. Solo la sensación de que Lucy estaba cerca le hacía continuar.

Tranquila, mi amor, ya llego... Se daba cuenta que ese sentimiento le hacía vulnerable, pero era algo que no podía (que no quería) resistir, era lo poco que le quedaba que le aferraba a la humanidad. Pasase lo que pasase, tenía que sacar a Lucy de allí.

No te mereces esto. Recordó sus palabras de hace apenas unos días.

Tres corredores. Isaac permaneció un rato en silencio mientras sus sentidos se agudizaban. Oído, olfato... buscaba cualquier sensación que le permitiera elegir uno de los tres pasadizos.

El olor de Dane parecía provenir de dos corredores. De uno de ellos, el peor iluminado, claramente más fuerte que del segundo, el del centro. En el tercero, sin embargo, no percibía olor alguno. Por otro lado, éste era el único en el que se escuchaban voces. Voces de hombre y alguna de mujer, incluso un poco más aguda... Esta última le resultaba un poco familiar, pero no tenía aún muy claro por qué. El caso era que, con sus sentidos más afinados, le venían sensaciones de todas partes. ¿Cuál elegir? Aquella era la pregunta correcta. En aquellos momentos, el tiempo podía ser crucial. 

Al final decidió que si Dane ya había pasado por los otros dos, el más prometedor era aquél que no tenía su olor pero por el que percibía voz de mujer. Estaba seguro que Dane hubiera rescatado a Lucy de haber podido.

Decidió internarse en el corredor por el que se oían las voces.

Isaac, habiendo tomado una decisión (sin saber muy bien si era la adecuada o no, pero sí sabiendo que era la que él creía mejor) se internó por el pasillo del que provenían las voces. Unos metros más adelante, el corredor doblaba un recodo; al otro lado de este, el pasillo continuaba adelante y, más allá, casi donde ya no alcanzaba la vista, se volvía a bifurcar. 

Las voces, retumbantes ecos de varias tonalidades dispares, siguen sin acercarse lo más mínimo, a pesar de que el empresario caminaba sin pausa hacia donde creía que procedía aquel lugar. 

Caminó durante lo que a él le parecieron horas, dando vueltas por un pasadizo y otro, tratando de encontrar el lugar del que provenían aquellas voces... 

...y entonces, cuando ya creía que no los iba a encontrar nunca, llegó a una esquina y, al detenerse a escuchar antes de girar un recodo, logró distinguir algo diferente, apenas un murmullo. Parecía una voz de hombre, que hablaba por lo bajo, como para sí mismo... casi como... ¿rezongando?

Isaac con máxima cautela se asomó por la esquina para encontrarse con...

-Debe ser por aquí sí...joder ¿y que coño hago yo aquí? Todo esto no me importa una mierda, si lo llego a saber, me quedo dormido donde estaba...

Entonces, el Setita se percató de una presencia que le observaba.

-¡Anda hola! Tú eres... -se quedo unos segundos pensando- Isaac, ¿no? Yo, esto... que me han enviado aquí para que te ayude a salvar a tu novia, creo.

Tony se estiró la gabardina larga de cuero que llevaba. Se notaba que le estaba costando acostumbrarse a ella, al igual que a las botas New Rock que le habían prestado.

-Bah, da igual. Me importa una mierda el Senescal, por eso estoy aquí. Vamos a buscar a los que sean, les zurramos y nos vamos. Que hay un mundo nuevo delante de mí y quiero conocerlo.

No iba a explicarle que Azara le había echado un rapapolvo, ni que con todo el mundo buscando al Senescal no quedaba nadie para ayudar a ese neonato. Nadie a excepción de Tony.

Mi novia... ojalá!!!!!

Isaac estaba sorprendido por la presencia de Tony, pero junto con Yamir era de los pocos a los que le preocupaba algo la suerte de Lucy.

- Gracias, toda ayuda es bienvenida. - La verdad es que Isaac no sabía el poder o la fuerza de su compañero pero al menos tenía voluntad. Esperaba que no se convirtiera en un estorbo.

- Hace un momento se oían voces de mujer, pero ahora ya no las oigo... esto es como un laberinto y no consigo orientarme ¿has visto algo que nos pueda servir como pista?

Tony negó con la cabeza y ambos estaban a punto de volver a ponerse en marcha y buscar a Lucy cuando, de pronto, el corredor en el que se encontraban comenzó a oscurecerse, tanto que ni siquiera los sentidos agudizados del joven pudieron percibir algo en aquella abrumadora oscuridad. 

Se hizo un silencio sepulcral.

Entonces, un golpe y un grito del señor Soprano, acompañados de un soplo de aire en su brazo hicieron descubrir a Isaac que el Setita había sido mandado por los aires, entre gruñidos y maldiciones. 

Y de pronto todo fue caos. Miles de imágenes comenzaron a sucederse en la mente de Isaac. Imágenes de muerte y destrucción, del Elíseo en ruinas, de cainitas peleando unos con otros, pero sobre todo, imágenes de Lucy, siendo secuestrada junto con Victoria en algún momento indeterminado, caminando con los ojos vendados por aquellos corredores, siendo arrojada a una oscura y sucia celda, todo intercalado con sangre y vísceras que se le aparecían frente a los ojos como si realmente estuviese inmerso en ellas. 

Al mismo tiempo, poco a poco, la oscuridad de aquel lugar comenzaba a desaparecer, retirándose hacia un lado, como la red de un pescador que se recoge en el sentido en el que está su dueño... Pero claro, de aquello Isaac aún no se había percatado. 

Aunque Isaac se sentía oprimido por la oscuridad que de pronto les había rodeado, fue capaz de mantener la templanza y observar hacia dónde se dirigía.

Isaac sacudió la cabeza, liberándose de aquellas horrendas visiones sin problema ninguno, y fue capaz de percibir por el rabillo del ojo la dirección en la que se retiraba la oscuridad. Entonces vio a Tony en el suelo, levantándose mientras se sujetaba las costillas por el duro golpe que acababa de recibir y trataba de contener una mueca de dolor. 

Sin dudarlo un momento, el joven empresario ayudó a su compañero y le señaló el lugar hacia el que, estaba seguro, debían ir. 

Avanzaron con presteza pero con cautela al mismo tiempo, atravesaron un corredor, haciendo caso omiso a un par de salas vacías a los lados, hasta dar con la puerta. Sabían que tras aquel umbral, de una forma u otra, acabaría todo. 

Se miraron un instante, sin saber muy bien cómo reaccionar y entonces escucharon un grito al otro lado de la puerta. Un grito que Isaac pudo reconocer muy bien: Lucy. 

Sin pensarlo dos veces, abrió la puerta de golpe.

Y la escena que se encontró lo hizo paralizarse al momento. Frente a él, al fondo de la sala, un ser bastante deformado (posiblemente Nosferatu) se encontraba de pie, sujetando por los hombros a una Lucy bastante asustada, amenazando con morderle el cuello en cuanto ellos hicieran el más mínimo movimiento. 

Entre aquella escena y ellos, dos cainitas más se hallaban de pie, con sonrisas aviesas en su rostro, esperándolos. El de la derecha, aún jugueteaba con unos jirones de sombra entre los dedos de su mano; el de la izquierda tenía un tic extraño en el cuello y vestía unas ropas bastante llamativas. 

Sólo tenían unos segundos para pensar y decidir qué hacer... tan sólo unos míseros segundos. 

O sería la perdición de Lucy.

Isaac intentó mantener la calma. No conocía hasta que punto Tony podía ayudarle, por lo que debía de pensar en que iba a enfrentarse a tres cainitas seguramente mucho más poderosos que él y seguramente solo.

Pensó en intentar meter una sugerencia en la mente del Nesferatu que sujetaba a Lucy, pero aún teniendo éxito quedaban dos más que podían acabar con la muchacha en un instante. Notaba el peso de la pistola en su bolsillo, pero comprendía la inutilidad de cualquier confrontación.

La vida de Lucy solo dependía de que pudiera llegar a algún tipo de acuerdo con ellos. Abrió los brazos enseñando las palmas lentamente en señal de paz.

- No le hagáis daño, ella es inocente. ¿Qué queréis a cambio de su libertad?

El Nosferatu esbozó lo que podría entenderse como una sonrisa en su rostro afeado por la deformidad. 

-Ahora empezamos a entendernos... El  Senescal, ¿dónde se ha escondido? Eso es lo que queremos saber -dijo, directamente, en respuesta a su pregunta-.  Dínoslo y dejaremos ir a la joven... Y más te vale que nos des la respuesta correcta, neonato... -advirtió, escupiendo la última palabra-, si no lo haces, lo sabremos -pasó una uña amarillento por el cuello de Lucy, que aguantaba estoica, sin quitar los ojos de Isaac, mientras decía la última frase. 

Al decir eso último, el cainita del tic y las ropas llamativas dejó escapar una carcajada de manera casi insana. 

A Isaac le dio una ligera impresión de nerviosismo aquel comportamiento. Parecía como si este último estuviera nervioso, quizás tuviera prisa, quizás escondiera algo más, quizás fuera por alguna reciente pelea con el Garou que acababa de salir de allí... Pero claramente, ahora que se fijaba, los tres parecían algo alterados, aunque los otros dos lo disimulaban mejor. ¿Sería eso lo único que querían? ¿Y por qué le preguntaban por el Senescal? ¿No se suponía que lo habían secuestrado? ¿Acaso ellos no formaban parte de la manada Sabbat que se lo había llevado? Demasiadas preguntas sin respuesta. 

En ese momento, una cosa más llamó la atención del joven empresario: al fondo, había una esquina en sombra. Aquello no sería raro, si no hubiera sido porque la sombra tenía algo curioso, diferente... antinatural. No debería caer en ese ángulo en aquella esquina y era tan densa, que Isaac no era capaz de ver la  pared de detrás...

En ese momento, el Nosferatu clavó una uña en el cuello de Lucy, provocando que una gota de sangre resbalara por él y ella emitiera un gemido ahogado que, aunque se escapó de sus labios, enseguida pudo controlar. Era una mujer fuerte.

El olor de la sangre llegó hasta Isaac rápidamente.

-No tenemos todo el día, neonato.