Partida Rol por web

Jack observó a su alrededor antes de entrar en la sala durante los instantes suficientes como para percatarse de algo: Rafael lanzó una mirada al señor Soprano como si lo reconociera, pero no dijo nada. Tony, sin embargo, no pareció percatarse de quién era él, o lo disimuló muy bien. 

Finalmente, el joven entró en la sala, pero permaneció disimuladamente atento a los murmullos exteriores. Escuchó cómo Azara presentaba a ambos y la sorpresa de Tony cuando ella mencionó un nombre que hasta ahora no habían escuchado: "Ashriel". Ambos se saludaron formalmente y no hubo mucha más conversación, pero en ese momento la puerta se abrió, casi llevándose a Jack por delante y un frío Rafael entró en la salita. Jack pudo percibir que la mente del hombre estaba aún en otra cosa mientras comenzaba a hablar, aunque fue volviendo poco a poco...

-¡Señor Soprano! ¡Qué c... curiosa sorpresa! -dijo entonces el Nosferatu, en un tono algo más elevado de lo que era habitual en él, pero sin perder en ningún momento la compostura; se acercó a él y le estrechó calurosamente la mano-. Lo creía perdido irremediablemente, ¿sabe? Tiene que... tiene que contarme su historia, p... pero después. Ahora hay a... asuntos urgentes que atender. 

Entonces, se dio la vuelta y se dirigió hacia la sala, llamando con un gesto de la mano a Isaac. 

-¿Cobertura? Claro que deberías tenerla aquí dentro, el sistema lo instalé yo, es imposible que te quedes sin ella... Me gustaría echar un vistazo... ¿Puedo? -cuando el hombre le tendió el teléfono, marcó el último número-. No responde, pero está encendido... ¿Es importante? ¿Es raro que no responda? -preguntó mientras entraban en la salita. 

Una vez dentro, los tres neonatos descubrieron una cámara bastante más pequeña que la anterior, parecida a aquélla en la que Jack e Isaac entraron el primer día para organizarse, cosa que les parecía haber ocurrido hacía eones... Había una mesa ovalada de madera en el centro, con unas cuantas sillas alrededor y algunas más apiladas en un rincón, contra la pared. 

Yamir se sentó directamente en una de ellas, enchufó su portátil y comenzó a teclear. 

-Si quieres, p... puedo localizar su posición -ofreció en voz queda, mirando al vástago. 

Entre tanto, Jack, que se había quedado rezagado y aún estaba cerca de la puerta, casi fue arrollado por ésta cuando un bastante serio Rafael entró en el lugar. 

-Bien -comenzó el Justicar, haciendo un gesto con la mano para que se colocaran alrededor de la mesa-; anoche, durante la pelea, Álex, el Senescar de este Elíseo -aclaró para el nuevo Nosferatu-, desapareció sin dejar rastro. Helena, Aarón, Maeve y yo nos hemos pasado todo el día fuera, refugiados, porque salimos a buscarlo y no nos dio tiempo a volver. No lo hemos encontrado, así que ahora más que nunca debemos averiguar dónde están los cabecillas del Sabbat y rescatarlo... 

Tomó aire unos segundos y luego continuó. 

-El problema es que perdimos a muchos y otros tantos se están dedicando a labores de búsqueda de rezagados y al mantemiento de la Mascarada... Así que me quedáis vosotros. Tendremos el apoyo de Maeve (o Eyleen, aún no lo tengo muy claro), Azara, puede que alguno de los magos y Yamir controlará todo desde aquí... Pero nada más. Ahora es cuando tendréis que demostrar a la Príncipe que realmente valéis lo que habéis costado.

Terminó con rotundidad el Malkavian, tomándose su tiempo para mirar a cada uno de ellos fijamente a los ojos. 

-¿Y bien? ¿Qué habéis averiguado hasta ahora?

Isaác miró su móvil preocupado, pensaba que era problema de su terminal, no del de Lucy... era raro que no contestase, pero no conocía (o no quería llamar) a ningún otro amigo de Lucy. No sabía que hacer, Lucy era lo primero, siempre...

- Sí, por favor, dame su posición si puedes... - no pudo ocultar su rostro serio a Yamir.

Intentó centrarse en el grupo y dar información a Rafael, pero su mente estaba en otro lado... distraido.

- Nos atacamos, nos defendimos y John ha muerto... y ahora, de pronto, aparece un nuevo invitado - no señaló, pero la insinuación era suficiente para refereirse a Tony. - La verdad, he averiguado muy poco.

Azara Doe... Parece alguien importante, así que mejor quedarme con su nombre. - Perdona mi ignorancia, ¿pero qué es un arconte? - No sé si es porque daban por sentado que yo lo sabría todo o porque no les había quedado claro que llevaba nada y menos siendo uno de ellos, pero la verdad es que no tenía ni puta idea de la mayoría de cosas de las que podrían hablarme.

Mientras esperaba la respuesta de la chica apareció el mismo tío que me había mordido en aquel callejón cerca de mi casa. - ¿Ese es mi Sire? Joder así de feo soy ahora mismo...

El tío tan tranquilo se disculpaba por haberme convertido, según él porque "era lo único que había por ahí". - Será desgraciado el tío... Ya hablaré con él adecuadamente cuando tengamos tiempo. - Simplemente mientras Yamir me hablaba me dediqué a mirarlo fija y seriamente sin abrir la boca.

Antes de que Yamir pudiese terminar de hablar una "señora" le interrumpió venía acompañada de otros dos hombres y tenía bastantes aires de superioridad. - ¿Quién será esta tía? ¿Puede permitirse hablarle así a los demás? Tiene que ser alguien importante.

Demasiada información cruzada y no conseguía asimilarla del todo, peleas, gente desaparecida... Todo era bastante confuso y nadie me explicaba nada. Fue cuando escuché "la príncipe" cuando toda mi atención se centró en aquel hombre que hablaba.

Espera, espera, ¿la príncipe, no sería la princesa? ¿Y qué es eso de una pelea, alguien me explica un poco todo lo que está pasando por favor?

Si es que no me entero de nada de lo que hablan...

Mientras estaban fuera, la conversación siguió unos instantes... 

Azara miró al joven Nosferatu, advirtiendo su ignorancia de los términos utilizados.

—Perdona. Los Príncipes, que gobiernan esta sociedad nuestra, tienen bajo su mando varios Justicar, son los encargados de mantener un poco el orden en todo esto. Y si los Justicar son las manos de los Príncipes, no sotros somos... digamos, sus "dedos". Nos encargamos de mantener el orden bajo el mando de los Justicar. ¿Mejor así? —trató de aclarar—. No te preocupes, lo irás aprendiendo todo poco a poco... no te queda otra —terminó, poniendo una mano en el hombro del joven. 

Entonces llegó la Príncipe y entraron en la habitación, seguidos de cerca por Rafael, finalmente. Yamir ya había establecido todo su puesto de trabajo y, una vez tuvo confirmación de Isaac, comenzó a rastrear el teléfono de Lucy, con sus manos y dedos moviéndose sobre las teclas frenéticamente... Después de la conversación anterior con Azara, el empresario, al fijar su atención en las manos del Nosferatu, casi pudo imaginarse a la Malkavian dando saltos y haciendo piruetas junto con Eileen —o Maeve, depende—, mientras eran vigiladas ambas de cerca por el perspicaz Rafael.

—Dame unos minutos —dijo Yamir—, esto puede tomarse su tiempo, pero si está encendido, lo localizaré, lo prometo. 

Entonces Rafael hizo una pregunta y el mismo Isaac se apresuró a contestar. El Justicar abrió la boca de nuevo, sin embargo la voz de Roberto interrumpió la conversación con otra duda, propia de un neonato recién abrazado. Rafael lo entendió y por eso se dio la vuelta, dispuesto a contestarle. 

—"Príncipe" es un título genérico. Lo usamos tanto para hombres como para mujeres, no hacemos distinciones, todos somos cainitas, al fin y al cabo. Y una príncipe puede hacerlo igual o mejor que un príncipe, así que... 

Cuando consideró que lo había explicado lo suficientemente bien, se volvió de nuevo hacia Isaac.

—Me refiero a antes —se explicó mejor—, antes de que nos atacaran... El Uróboros, Jordi Hurtado, todo eso... ¿Averiguasteis algo?

Isaac estaba un poco molesto con la reunión, estaba claro que había algo que personalmente le parecía más importante y todo lo demás le parecía una pérdida de tiempo.

- Yo no estaba aquí cuando atacaron el Elíseo, tengo mi propio refugio. Recibí un mensaje en el móvil en cuanto desperté. - Isaac apenas podía disimular su impaciencia - John cometió Diablerie y está muerto, Lola está muerta al igual que muchos compañeros. Fue un ataque muy coordinado de un grupo del Sabbat que se ha hecho fuerte aquí, en Madrid, pero todo eso ya lo sabéis. - al final no pudo reprimirse - ¿Qué estáis haciendo para proteger a los nuestros?

Por muy nervioso que estuviera, tenía que esperar a que Yamir localizase la posición del móvil de Lucy.

—Bien, veamos —comenzó Rafael aclarándose la garganta y tratando de aclarar también su cabeza—. La Tzimisce a la que algunos perseguimos —miró a Isaac— tenía el símbolo del Uróboros, la serpiente que se muerde la cola, tatuado en el hombro derecho. Por lo que nos dijo Lola… ¿recuerdas, Jack? …la sociedad Uróboros fue disuelta hace milenios, pero sus integrantes siguen emergiendo allí y aquí... de vez en cuando. Que hayan vuelto sólo significa una cosa: que quieren reinstaurar de nuevo el ciclo. Que quieren que todo vuelva a comenzar. Y para eso... hay que purgar. Eso es lo que pretende el Sabbat, empezando por aquí.

Inspiró hondo, más por costumbre que porque realmente necesitara respirar, mirando fijamente a cada uno de ellos con gravedad. Luego continuó:

—Hay un grupo, aquí en Madrid... bueno, en España, realmente. Un grupo de cainitas renegados, al principio Caitiff, después de diversa índole, que solía marcar sus propiedades con ese mismo dibujo exacto... Fuimos a preguntar a El Inmortal y él nos amplió esta información: Hay... o había, un grupo de Sabbaticos que solía rondar por Madrid años atrás, cuando el caos vagaba a sus anchas por esta ciudad y el Principado español aún no había encontrado a nadie lo suficientemente fuerte como para mandarlo a recuperar Madrid. El grupo se disolvió hace tiempo, pero puede que hubiera en él alguien que corresponde con la descripción de la Tzimisce. Su símbolo era el Uróboros negro y todos lo llevaban tatuado en algún lugar del cuerpo. El Inmortal no recordaba los nombres de los integrantes, pero nos dijo que se reunían en un lugar siempre, un sitio en construcción. Ahora es una vieja estación subterránea… *

Rafael puso los brazos a la espalda y comenzó a caminar por la sala, dando vueltas a la mesa mientras hablaba, inquieto.

—Azara y Erika fueron con Rafa a las tiendas de tatuajes de Malasaña y estuvieron deambulando por allí un tiempo, haciendo preguntas, indagando… Al final encontraron a un hombre, un tatuador anciano, que no olvidaba nunca ninguno de sus diseños. Se acordó del Uróboros. Recordaba habérselo hecho en el hombro a varias personas, todas miembros del mismo grupo; algún tipo de banda o así, les dijo. Recordaba haberle llamado mucho la atención pues casi todos tenían la piel fría al comenzar a tatuarlos, cuando normalmente suele calenterse y enrojecerse. Y sólo en algunos dejó de ser pálida y se enrojeció ligeramente, pero todos ellos sanaron mucho más rápido que cualquier otra persona normal. Al parecer, la explicación que le dieron fue que eran sujetos de estudio de un experimento para una nueva crema anestésica. La prueba del tatuaje había sido la prueba definitiva para sacar el producto. No recordaba mucho más, salvo que una de ellos, una joven muy amigable, se llamaba Ellie y fue la que más habló con él y la que le explicó aquello del estudio. La describió. Estamos casi seguros de que es nuestra Tzimisce. Y eso es todo lo que tenemos.

En ese momento el ordenador de Yamir emitió un pitido y el Nosferatu se sobresaltó, agachándose sobre el mismo y comenzando a teclear de nuevo, frenéticamente.

—He localizado la señal, la tengo registrada… —le dijo a Isaac—. Se está moviendo. 

Entonces, de pronto, el móvil de Isaac también pitó. El empresario se sobresaltó al notarlo, y no fue el único, pues todos allí se habían quedado en un silencio sepulcral al terminar Rafael su explicación. Isaac sacó el móvil corriendo, pensando que podría ser Lucy, pero no. Era un mensaje, un aviso de la empresa de telefonía para que llamase a su contestador, donde al parecer tenía guardado un mensaje del amanecer del día anterior. 

El hombre empezó a escucharlo y al momento le dio a un botón y dejó el teléfono encima de la mesa, para que el mensaje que volvía a empezar pudiese escucharse a través del altavoz. 

"Isaac, soy Verónica. Anoche terminé el cuadro de Jordi Hurtado. Me dio más información. Al parecer, uno de ellos, de los de la banda de esa cainita, me refiero, era Toreador. No he podido hablar con Carlos, no me responde, así que he ido corriendo a buscar esa estación subterránea, la que nos dijo El Inmortal, no estaba lejos de aquí. Había unos nombres grabados en una pared, junto a ese símbolo de la serpiente que se muerde la cola: Toño, Elly, Faki, T. J., Sonia. Siento no haber podido hacer más... —su voz, que desde el principio había sonado rasgada, se escuchaba en ese instante entrecortada— ... ayer, al venir aquí, no llegué a tiempo... me pillaron los primeros rayos del sol y me encuentro muy débil... el dolor... es horroroso, peor... peor de lo que nunca habría imaginado. Pero... pero... —entonces su tono cambió y todos en la sala se dieron cuenta de que de pronto, sonaba diferente, aunque no sabrían determinar bien cómo— ...pero me he dado cuenta de lo mucho que lo echo de menos... el sol. No puedo seguir con esto... No me gusta esta vida. Lo siento, Isaac. Diles a los demás que lo siento... Dile a mi Sire... que lo siento... Necesito verlo. Quiero ver el amanecer. Quiero verlo una vez más... Adiós. 

Entonces se escuchó un ruido metálico, como un descorrer de cortinas. Luego un grito, un golpe y el mensaje se cortó. 

Isaac escuchó la explicación de Rafael, la mayoría de los datos ya los conocía pero no lo del tatuador.

Pero Isaac estaba más pendiente de otra cosa. En cuanto Yamir le confirmó que había localizado el móvil no pudo evitar levantarse e ir a su lado.

- ¿Dónde está? ¿Hacía dónde se mueve? ¿Por qué no contesta?

Mientras no tuviera noticias de Lucy, Isaac estaba como en shock.

Al escuchar la escalofriante grabación de la joven neonata muriendo, todos en la sala quedaron sobrecogidos. Todos, menos Isaac, en cuya cabeza sólo cabía en aquellos instantes la posibilidad de que le hubiese sucedido algo a Lucy. Sus palabras cortaron el silencio sepulcral que reinaba en la sala como un cuchillo. 

Aquello hizo que Rafael saliera de los pensamientos en los que andaba sumido. Miró a Isaac con una expresión de gravedad y asintió con la cabeza:

-Ella es importante para ti, ve. Yamir, puedes acompañarlo si quieres, pero no puedo enviar a nadie más con vosotros, necesito al resto. Estáis solos. 

Yamir asintió, tecleó frenéticamente en varios de los aparatos que tenía delante y de pronto cerró uno de ellos, lo desconectó, se lo colocó bajo el brazo y se dirigió a la puerta. 

-¿Tienes coche? -le preguntó a Isaac. 

El empresario agradeció a Rafael la concesión con un gesto, que éste respondió asintiendo con la cabeza de nuevo, y salió de la habitación tras Yamir. 

Yamir salió a la calle y se giró, a la espera de que Isaac le contestara a lo del coche. De no tenerlo, deberían pedir un taxi o algo así, sería la manera más rápida de llegar a donde el teléfono de Lucy daba la señal y así se lo hizo saber a Isaac. 

- Tengo el coche muy cerca, he podido aparcarlo sin problemas. - Una suerte, pensó Isaac, ya que su compañero no era precisamente discreto aunque suponía que seguramente los mortales no lo verían como realmente era.

El camino al coche fue muy corto, subieron enseguida e Isaac se puso a conducir. Aunque se le notaba la ansiedad que le causaba el que posiblemente Lucy estuviera en problemas, Isaac conducía con precaución.

- Tu dirás... 

Isaac seguía las indicaciones de su acompañante entre el tráfico de la gran ciudad.

Yamir se subió rápidamente al coche del empresario, tapándose con el cuello de la gabardina y el sombrero lo mejor que podía.

-Aunque no lo creas, los humanos me ven exactamente igual que tú... Así que me tengo que tapar o los alertaría -explicó- ...y destaparía la Mascarada. 

Una vez en el asiento del copiloto, el hombre volvió a abrir el ordenador y comenzó a dar instrucciones. El coche de Isaac quemó neumático, pero siempre con cuidado, cosa que Yamir agradeció sobremanera, ya que su mayor temor era llamar demasiado la atención. Siguiendo sus instrucciones, el Tremere condujo atravesando varias manzanas, hasta una no muy lejos del lugar donde se encontraban. Allí, Yamir le hizo aparcar en un lateral (suerte que a esas horas ya no había que pagar el parkímetro y existían más huecos libres que a pleno día) y ambos bajaron corriendo del coche.

-El último lugar de donde proviene la señal es este callejón. 

A Isaac, si tuviera corazón palpitante, éste le estaría latiendo a mil por hora. Allí, frente a ellos, se abría una estrecha calleja, de paredes de ladrillo elevadas al cielo y rincones oscuros tras los cubos de basura y junto a las portezuelas bajas de los sótanos. La calle estaba cortada al final por un muro de maderos altos, ajados y desvencijados. Buen escondite para la entrada de un Refugio...

El joven empresario no puede más que pensar continuamente en Lucy. Siempre delante de él y siempre tan oculta. Hasta ahora, y ahora que por fin se había dado cuenta, podría ser tarde... Isaac suspira, más por la mera costumbre que por la necesidad fisiológica de hacerlo. 

-La señal sigue mandándose desde aquí -vuelve a repetir el Nosferatu, tras comprobar que sus cálculos no son erróneos por enésima vez-, desde este callejón.

Dicho lo cual, pliega el portátil y comienza a mirar por el suelo, casi esperando encontrar por allí algún rastro, alguna prueba, quizás -con mucha suerte- el propio teléfono de la joven Lucy. 

Isaac había conducido todo lo prudentemente que podía teniendo en cuenta las circunstancias. Yamir al final le había guiado hasta un callejón no demasiado lejos del Elíseo.

Ante las palabras del nesferatu se sintió desfallecer. No seguían a Lucy, sino a su móvil... si por cualquier cosa la chica se separaba del mismo sería muy difícil poder seguir la pista.

Aún así mantenía las esperanza mientras observaba el callejón buscando el móvil o alguna puerta oculta o en la que no hubieran reparado tras la cual pudiera estar Lucy.

Vale, vale, entiendo. Príncipe se usa para cualquier género, no lo decía porque no creyese que fuese capaz, sino porque es "raro" ese cambio de género, al menos para mí. Pero me acostumbraré sin problemas.

Seguí escuchando atentamente el resto de conversación, pero no me enteraba de mucho de lo que decían los presentes. De todo lo que hablaban podía deducir que el Uróboros era un grupo de gente mala que quería hacernos daño, por lo menos a nosotros.

Eso me lo apunto por si me encuentro a alguien con el tatuaje de una serpiente así.

La historia que contaba el tal Rafael era algo confusa para mí, no sabía de qué iba la historia, pero parecía que a los Uroboros podían tenerlos localizados gracias al tal Jordi Hurtado, ¿será el mismo que el presentador? Se llama igual y parece que ese tío no envejece nunca... Pero no creo, sería raro... ¿o no? Mejor no hablar la boca para decir tonterías, no vaya a ser que me busque un problema...

Estaba en perdido en mi profunda reflexión sobre Jordi Hurtado cuando mi compi dejó el móvil encima de la mesa con el altavoz puesto y todos pudimos escuchar lo que decía la mujer al otro lado del teléfono. - ¿Pero qué...?

A medida que hablaba mi cara iba cambiando, desfigurándose un poco más a cada segundo. ¿Eso era una nota de suicidio? - LA escalofriante nota me había dejado sin palabras, sin palabras y sin saber qué hacer o decir, simplemente estaba ahí, de pie y congelado.

¿Y ahora qué? ¿Qué  hacer cuando escuchas algo así? ¿Todo esto realmente vale algo la pena sabiendo que algún día puedo acabar así, como esa mujer?

-Allí -Yamir, qeu caminaba siguiendo el pitido de la pantalla de su portátil, señaló a una esquina del callejón.

Inmediatamente, Isaac corrió hacia allí y descubrió, bajo unos tablones, un teléfono móvil que, efectivamente, al cogerlo, descubrió que era el de Lucy. 

Y, sin embargo... 

Era como si alguien lo hubiera puesto allí... No podía haber caído bajo esos tablones por casualidad. Era un giro muy raro el que tendría que haber hecho. Para acabar en aquella posición tendrían que haber caído los tablones encima después (y eso lo habría partido), o quizás... si alguien lo hubiera dejado escondido adrede, debería de haber sido tumbado en el suelo, muy agachado, o... 

Isaac levantó rápidamente los palés amontonados y, como sospechaba, descubrió una trampilla en el suelo. Algo más grande que una tapa de alcantarilla convencional, pero que daba bastante el pego. Ahora todo cuadraba en la mente de Isaac, para quien alguien siendo empujado por es trampilla escaleras abajo, podría haber deslizado el móvil, ahora sí, bajo aquellos tablones sin ningún problema. Y, con los maderos encima, aquella entrada se volvía completamente invisible. Oxidada y roñosa como estaba, nadie habría reparado en la trampilla de no ser porque la estuviese buscando explícitamente. 

-Ocultación a simple vista -comentó Yamir-, es todo un arte. Enhorabuena, Isaac. Acabas de descubrir dónde tienen a Lucy... 

Entonces se quedó mirando al joven, dubitativo. Él no estaba hecho para la pelea, pero si el empresario, que se había ganado su respeto después del ataque al Elíseo, quería entrar, lo acompañaría, definitivamente. No iba a dejar a aquel valiente neonato a su suerte*, después de todo.