Partida Rol por web

No estaba asustado, solo asqueado. Sentía curiosidad por saber lo que ocurría en aquel lugar, pero lo que más le molestaba de todo es que el tipo se andase con tantos rodeos y florituras.

-¿Quieres ver mi verdadera forma?- apenas unos cuantas vueltas y poses culturistas después, Heracles mostraba su verdadera apariencia. -Muy bien- hizo crujir sus nudillos, -aquí me tienes.

Observó el nuevo escenario que se abría ante él. La luna ayudaba a diferenciar algunas formas dentro de ese oscuro templo. Podía ver una figura que parecía un pájaro o un ángel, no estaba del todo seguro. Por si acaso, trató de agudizar la vista para tratar de diferenciar algo más. -¿Y qué es lo que quieres?

Escuchaste una risa al fondo de la estancia y luego la voz grave de nuevo - Me agrada como piensas. Un hombre de acción, no de palabras. Digo que hagamos esto entonces a tu manera. Me agrada -. Las alas se extendieron mientras unos pasos resonaban. La figura se paró justo en el claro de luna, por lo cual pudiste identificarla mejor. Podías sentir una oscura energía emanar de este, pero venía entremezclada con algo más, algo realmente oscuro. Aún conservaba la marca en su mano derecha y por su marca energética, sabías que se trataba del mismo hombre que venías persiguiendo.

Dio un par de pasos más e hizo una reverencia al mejor estilo de la nobleza europea, algo muy diferente a lo que habías visto que hacía los japoneses de donde vivías - Mi nombre es Yami no Oni. Soy un titán al servicio de la Reina oscura de Kal'Ahd, aunque la reina me asesinó por haberle fallado y Heleth-sama me dio una segunda oportunidad. Por eso estoy aquí y por eso te he traído hasta mí - volvió a reír. Se enderezó y te miró de arriba a abajo sin tratar de ocultarlo.

- Creo que es claro, debo llevar tu cabeza a Heleth-sama - rió más fuertemente -. ¿Algún último deseo? -.

Me agrada

Era la segunda vez que lo decía.

-Uis, no me digas esas cosas- se tapó la cara con la palma de la mano para que no viese que se había sonrojado.

Miró con una ceja alzada al ser que se dejó ver por fin bajo los rayos de la luna. -Entonces ya no estás al servicio de tu reina- aunque esa mujer le hubiese asesinado por no haber cumplido, eso no significaba que él tuviese que incumplir su juramento. No era un hombre de honor.

-¿Y cuál es tu cometido ahora? Además de llevarle mi cabeza a tu nuevo amo, claro. Porque es tu nuevo amo, ¿verdad?- esa gente que cambiaba de señores como de calcetines no merecían su tiempo. -Está claro que no te vas a llevar mi cabeza, querido. Eres tú quien vendrá conmigo y nos dirá como encontrar a Heleth- hizo chocar sonoramente sus nudillos con los guanteletes metálicos.

Después de esta presentación de fuerza, dio un poderoso salto y golpeó con sus puños el suelo, del que emergieron puntiagudas rocas que iban creciendo en dirección hacia Yami. Pretendería apresarlo, pero si le hería primero sería más fácil.

Yami rió y dijo - Eso no pasará - agitó sus alas mientras extendía su brazo izquierdo, dispuesto a atacar igualmente. Tu golpe hizo temblar la tierra, mientras que multitudes de estalagmitas emergían y se abrían paso hacia tu enemigo. Este concentraba su energía mientras una bola de energía de color negro se hacía cada vez más grande. Con una expresión decidida, la lanzó.

En parte de su recorrido, aquella esfera destrozó algunos de tus picos, pero no fue suficiente para frenar tu enorme fuerza y se vio atravesado por varias de ellas. Se quejó de dolor, pero seguía en pie.

Tal vez notaste a tiempo la esfera como para golpearla con uno de tus enormes guantes, pero al hacerlo, esta explotó inundando la estancia. Como si de petróleo hirviendo se tratara, saltó sobre tu piel quemándola. La luz se transformó en humo y después de parpadear unas cuantas veces, la oscuridad total te rodeó.

En medio de la incertidumbre, escuchaste la voz de tu rival - Soy Yami no Oni. Nací de la oscuridad misma. Yo puedo verte con claridad, pero ¿puedes tú hacer lo mismo? Juguemos un juego. Quien gane, sobrevivirá. Te estoy esperando. ¡Ven por mí! - y su voz se desvaneció, dejándote envuelto por una profunda oscuridad.

Aunque uno de sus poderosos puñetazos había conseguido impactar de lleno en el ataque de su enemigo, no había conseguido rechazarlo. En su lugar, la bola había explotado en una sustancia oscura que parecía corrosiva. Agitó su brazo para tratar de aliviar el escozor. Todo se había vuelto oscuro a su alrededor. -Jugando sucio, ¿eh?

Detestaba las trampas. Los tipos como ese solo eran fieles a sí mismos y harían lo que fuera por un poco de reconocimiento. Despreciable.

-¿Te crees especial?- con su fuerza inquebrantable le demostraría de lo que era capaz uno de los mejores soldados reales de Sonoe. Solo tenía que concentrarse en la energía que emanaba ese ser oscuro.

- No debo creerme lo que soy. La oscuridad es mi territorio, guerrero de tierra. ¿Qué harás cuando te encuentras fuera de tu elemento? - su risa hacía eco por todas partes y entonces lo percibiste, se encontraba detrás de ti, volando cerca al suelo para no hacer ruido con sus pisadas. Podía engañar a tus sentidos, pero su energía seguía siendo fácil de detectar, y más cuando ya se había mostrado ante ti.

- ¿Qué harás, Heracles? - reía mientras seguía acercándose a ti con despacio.

-¿Qué haré?- había estado dándole la espalda al demonio para que se sintiera confiado. Para que realmente creyera que no había dado con él todavía.

Apenas un par de segundos después de formular la pregunta giró sobre sus talones. Aprovechando la velocidad del giro, preparó un puñetazo que iría directo a su objetivo. -Ponerte en tu lugar- respondió con tranquilidad.

Yami seguía avanzando hacia ti, pero ya podías percibir su energía, así que no era difícil seguirlo. Justo en el momento en que se disponía a atacarte, te giraste aprovechando la potencia del giro para golpearlo, pero Yami fue lo suficientemente rápido como para bloquear tu ataque con otro y detuvo tu puño con un golpe igual, solo que este llevaba su mano desnuda, solo unas garras que protuberaban.

Yami se echó hacia atrás con un impulso de alas y rió suavemente - Vaya, esto será más interesante de lo que pensé. Es hora de ponernos serios - y con esto dicho, se dispuso a preparar un ataque, algo que envolvía magia, por lo que podías percibir de él.

A pesar de haber encontrado su rastro mágico, la oscuridad no diezmaba. Había más objetos a tu alrededor con los que tal vez luego podrías tropezar.

-Estoy de acuerdo- si decía que era hora de ponerse serios, habría que ponerse serios, ¿verdad?

Heracles posó las manos en el suelo, hundiéndolas parcialmente y cerrando los puños. Como si cogiera una alfombra que hay que sacudir, movió los brazos con energía, obligando a la tierra a su alrededor a expandirse. Así conseguiría alejar los objetos de sí mismo. Además, sabiendo aproximadamente dónde se encontraba Yami, comenzó a hacer poses de culturista para minar su moral y que lo contemplase con envidia. -¿Has visto qué cuerpo se consigue con proteínas y una buena dieta?- igual se animaba a pedirle que fuera su entrenador personal o algo así.

Yami se disponía a atacarte cuando empezaste a hacer poses, una tras otra, luciendo tu musculoso cuerpo. A pesar de la oscuridad total, sentías cómo la poca luz que podría estar entrando por la ventana iluminaba tu enorme musculatura. O tal vez era solo tu imaginación y te admirabas con tu propia figura. Incluso la imagen de Yami rendirse, pedirte que fueras su instructor personal y entrenar juntos, llorar juntos hasta volverse ambos igual de musculosos y celebrar haciendo poses llegó a tu mente.

Tal vez todo era tu imaginación, pero parecía un escenario divertido. El solo pensar en eso llevaba tu entusiasmo a un nivel cósmico, el cual se vio reflejado a la final en lo asertivo de tus poses, sacando a relucir las mejores que tenías. Escuchaste que el mismo Yami se sorprendió y se detuvo de golpe. Se escuchaba confundido.

- ¿Q-qué crees que haces? No es un juego. Aunque debo admitir que sabes cómo ejercitarte... ¡No! ¡Agh! - parecía luchar consigo mismo para centrarse, pero sencillamente no podía.

-Así me gusta. Que te intereses por la salud de tu cuerpo. Que sepas lo que te pide. Que quieras mejorar- siguió dándole bola un poco más antes de su siguiente movimiento.

Heracles posó las manos en el suelo, hundiéndolas parcialmente y cerrando los puños. Como si cogiera una alfombra que hay que sacudir, movió los brazos con energía, obligando a la tierra a su alrededor a expandirse. Así conseguiría alejar los objetos de sí mismo.

Yami parecía tener dificultades en dejar de mirar cómo exhibías tus músculos con tanta experticia. Realmente era un trabajo admirable el haber llegado a tener un físico tan privilegiado como el que exponías. ¿Sería solo ejercicio? ¿Proteínas? Todo era un misterio para el oscuro guerrero alado.

- Hermosa figura... Eso sin duda - decía entre sonrisas y gruñidos. Hacía todo lo posible por no mirar, pero se encontraba cautivado por las poses, como si se preguntara qué seguiría de allí. Entonces, clavaste tus puños en el suelo, haciendo la tierra tronar con el impacto, pero lastimosamente no fue lo suficientemente fuerte como para generar ese efecto de oleaje que deseabas. Yami parecía recuperar la compostura y encontrarse listo para atacar.

- Bien jugado, Heracles. Ahora volvemos a la batalla real - sonaba enojado. Muy enojado. ¿Tal vez consigo mismo?

-¿Después de ver mi escultural cuerpo no te entran ganas de unirte a nuestro bando contra el mal?- soltó una potente y breve carcajada. -Jojojojo, ¡eres más necio de lo que creía!

Aunque su plan no funcionó como esperaba, no se rindió. Se lanzó de nuevo al ataque, cargando un derechazo que buscaba el pecho de su rival para dejarle sin aliento mientras que con el izquierdo encajaría un gancho en su barbilla.