Partida Rol por web

Permanecías flotando en la inmensidad y el tiempo parecía haber perdido sentido. Pudieron haber pasado milenios, eones, o incluso solo unos cuantos segundos, pero la paz de ese lugar era tan eterna como su extensión.

De pronto, escuchaste un cascabel, eso llamó tu atención y al girarte a mirar de qué se trataba, viste que parecía que algo se formaba más adelante. Tal vez... ¿Una ciudad? 

Aún estabas muy lejos para identificarlo, pero seguro si lograbas acercarte... Tenías más posibilidades de verlo.

La mente de Mamoru volvió a quedar el blanco durante unos instantes. La inmensidad era imponente; hermosa al mismo tiempo. Por un momento perdió el sentido del tiempo; por un momento, despreocupado de lo que él era; despreocupado de todo lo que había sucedido, simplemente contemplaba, con la boca abierta, todo aquello que sus ojos podían registrar e, incluso, todo aquello que no. No obstante, el sonido de un cascabel le sacó de su ensimismamiento.

Recordó una vez más quien era. Su corazón volvió a agitarse con fuerza. Aquella paz; esa soledad que había en el espacio no era del todo desagradable. Sin embargo, chocaba directamente con la preocupación latente en lo más profundo de su ser. Más había algo mucho más fuerte que la paz o aquella preocupación: Curiosidad. Un llamado irrevocable. Algo que lo halaba. Al voltearse en dirección al sonido de donde provenía el cascabel, se topó con algo borroso que empezaba a materializarse. Su mente quedó una vez más despejada de cualquier preocupación externa a eso que tenía en frente. Quería saber qué era. Quería ver más, por alguna razón.

Empezó a hacer un esfuerzo, casi inconsciente, para empezar a moverse hacia el sitio. Las articulaciones no ayudaban, el movimiento era más que limitado. Aún no podía hablar... pero tenía que acercarse más. Tenía que ver, sea lo que sea estuviese allí, qué era todo aquello que lo llamaba.

Hacías todo tu esfuerzo para hacer lo que creías que era nadar hacia eso, pero parecía alejarse de ti. Era como si te huyera, como si no quisiera que le alcanzaras. Se convertía en algo un tanto frustrante.

De repente, surgió una voz que te sonaba muy familiar, pero que no lograbas ubicar de dónde se trataba.

¿De verdad lo quieres?... Fue todo lo que dijo.

Reconocer aquella voz dejó totalmente fuera de base a Mamoru. No sabía quién era, pero la nostalgia golpeó su pecho con intensidad. Abrió su boca, en un vago intento de contestar. Siguió intentando acercarse, con algo más de premura. Quería acercarse, quería ver aquello... y, como un susurro, sus pensamientos expresaron lo que su voz no pudo gritar:

"Lo quiero", pensó, luego de tragar saliva.

Le hablabas a la nada, esperando una respuesta de un ser desconocido. ¿El universo? ¿Un fantasma tal vez? ¿Qué era lo que te hablaba?

Notaste que la ciudad parecía acercarse, pero mientras más cerca estaba aquel espejismo, más se asemejaba a algo mayor. Un microcosmos en toda su extensión que contenía ciudades, países, planetas, galaxias, universos en sí mismo. Poco a poco, ese microcosmos parecía cambiar de forma, contrayéndose y expandiéndose en cuestión de milésimas de segundo; todo ese movimiento te hacía sentir un tanto desorientada en tu postura y si estuvieras con los pies sobre la tierra, tal vez te habrías tropezado, pero aquí solo implicaba estar mirando para otra parte. Cerraste los ojos para lidiar con el mareo por un momento mientras tratabas de recuperarte.

Entonces, el cascabel sonó otra vez. Abriste los ojos y pudiste ver aquel espejismo tomar la forma de una silueta humana, una silueta que parecías reconocer de algún lugar, pero el detalle escapaba a tu memoria. Estaba allí, brillando frente a ti. No tenía ojos, pero sabías que te miraba. Extendió su brazo hacia ti esperando que tomaras su mano.

Lo que sucedía era tan irreal. ¿Pero qué era lo real y lo irreal en aquel momento? Toda ley de la física era rota. No, o quizá no era así. Quizás las leyes de la física aún no habían podido descifrar aquellos fenómenos majestuosos. Y nunca lo harían. No al menos la ciencia que los humanos llamaban física.

Luego de abrir sus ojos, luchando contra el mareo, se giró hacia donde sonaba el cascabel. Buscaba ese sonido con ansias, sin saber ni siquiera por qué lo hacía en primer lugar. La silueta humana con la que se encontró le hizo abrir la boca. Todo sucedía de forma espontánea. Su cuerpo reaccionaba solo. Él era solo un espectador. Su brazo empezó a estirarse, con ansias de tomar aquella mano tendida hacia él. Tenía que hacerlo, no sabía por qué, pero necesitaba hacerlo.

Al momento en que lo tocaste, sentiste su calor impregnar tu mano. Era una sensación tan agradable que, al inicio, querías acercarte más y más a esa figura. Su sensación era envolvente y poco a poco, te le acercaste cada vez más hasta que ella te rodeó con sus brazos y se aferró a ti.

La figura empezó a brillar y aquel agradable calor se convirtió en una sensación calcinante que hacía hervir cada parte de tu cuerpo. El dolor era indescriptible e insoportable. Tratabas de gritar, pero no escuchabas nada, era como antes, no lograbas hablar, solo sentías el dolor en tu garganta, pero no eras capaz de escuchar tu agonía. Tu piel absorbía aquel ente con dificultad mientras sentías que algo pasaba en tu cabeza. Era como si esa luz se comenzara a dirigir a la parte interior de tu mente e hiciera que todo explotara. En vez de volar tu cabeza, una luz salió de tus ojos y boca, haciendo que, más que un grito, lo que salía de ti se volvía una onda explosiva.

Al igual que el sello de tu mente se había roto, el de tu memoria también. Comenzaste a recordar todos y cada uno de los eventos de hace seis meses: el concierto de los Red Stones, la aparición de la Mariko corrupta, cómo salvaste a Ruka de aquellos zorros oscuros, el secuestro de Chidori y Hikaru, el laberinto en el museo, la reaparición de Chidori, la herida de muerte de Arjimae, Ruka persiguiéndote a todas partes, la visita al hospital, Reimu como Titiritera, tu propia transformación, Ruka siendo la reencarnación de Scarlet Bat, cómo te topaste con una Ruka malherida después de llegar a Kal'Ahd y cómo te engañó atacándote con humanos y haciéndote creer que la Sacerdotisa estaba bajo su control, tu muerte en sus manos y cómo habías regresado como Dark Eclipse. También cómo habías luchado contra tus amigos junto a Scarlet y cómo la vencieron. También recordaste encontrar a Ñyankuro muerto, luchar allí contra la Reina oscura a pensar de aún tener su poder y cómo le diste tu poder a Animae para que ella siguiera luchando con tu último aliento. Recordaste regresar sin idea de lo que había pasado y todo lo acontecido. Todo había regresado.

La luz cesó cuando todos los recuerdos volvieron a tu cabeza y caíste hacia atrás cansado y somnoliento. ¿Acaso te quedarías flotando en el vacío del infinito? Tus ojos se cerraban sin que pudieras evitarlo por el agotamiento y aunque recordabas, Cursed Dawn no estaba contigo, tampoco tus poderes.

La curiosidad le había consumido, Mamoru había sido víctima de sus instintos. Quería estar cada vez más cerca de aquella figura que le hacía anhelar su calor, su contacto. Sin embargo, esa cercanía fue dolorosa. Se dejó abrazar, luego de un par de segundos de alivio Mamoru sintió que quería morir.

Mamoru se movía con todas sus energías, en un intento inútil de desprenderse de la figura brillante. Sus articulaciones no se movían lo suficiente para ello y, mientras intentaba desprenderse, se daba cuenta de lo inútil que era todo eso; el ente parecía estarse metiendo en su piel, haciendo de aquel dolor que azotaba a todo su ser algo agonizante. Toda la sangre subió a su cabeza, mientras las venas de su cuello y cabeza se marcaban de manera dolorosa. Su vista se nublo dando paso a un cosmos tintado de rojo. Sus ojos se llenaron de lágrimas. Debido a la carente gravedad, aquellas lágrimas se quedaron en sus ojos en forma de gotas, sin desprenderse. ¡Ni siquiera podía llorar ante aquel infernal dolor! Entonces, gritó, gritó con todas sus fuerzas, pero lo que salió de él no fue un grito, sino algo más espectacular.

A su memoria empezaron a regresar recuerdos que habían sido sellados en lo más profundo de su alma. Mientras convulsionaba en la nada, Mamoru recordó su verdadero pasado, quién era y qué había sucedido. Una cantidad indigesta de sentimientos le arroparon al atormentado chico. Eran cosas que una parte de él hubiesen preferido no recordar. Su corazón dolía aún más que su piel. "¡RUKA, CHICOS! ¡ÑYANKURO, NO!", las imágenes pasaban en frente de su nublada vista, tan nítidamente que le daban la impresión de estar viviendo todas aquellas situaciones una vez más. 

Las lágrimas seguían pegadas a su rostro. La nula gravedad no le dejaban desprenderse de los ojos de Mamoru. Él solo quería que las lágrimas fluyeran. Lo había recordado todo; estaba todo de vuelta.

Dawn... Dawn no estaba. Mamoru cerró los ojos y se dejó caer en el vacío infinito. El dolor de su piel había cesado, pero no el de su alma. No importaba si se quedaba flotando en el vacío infinito; quería que aquel vacío se comiese aquellos sentimientos tan fuertes que azotaban su alma. Pero poco a poco Mamoru sintió que esas reflexiones tampoco importaban, ya que poco a poco empezaba a perder la razón una vez más y, tal como cuando había despertado en el medio de la nada, toda su vista se volvió a nublar en un negro tranquilizador.

Sentías tu consciencia desvanecerse mientras perdías toda sensación sobre tus alrededores. Era como si tu cuerpo se durmiera desde la punta de tus pies hasta la coronilla y te preguntabas si esto sería el fin.

Entonces, Ruka volvió a tu cabeza. Si tu habías recordado todo, ¿ella también lo haría? ¿Tendrías que luchar contra ella una vez más? ¿Qué pasaría con todas esas experiencias que ya habían vivido? Esas dudas te abordaron mientras seguías fundiéndote en la oscuridad.