Partida Rol por web

Le hablabas a la nada, esperando una respuesta de un ser desconocido. ¿El universo? ¿Un fantasma tal vez? ¿Qué era lo que te hablaba?

Notaste que la ciudad parecía acercarse, pero mientras más cerca estaba aquel espejismo, más se asemejaba a algo mayor. Un microcosmos en toda su extensión que contenía ciudades, países, planetas, galaxias, universos en sí mismo. Poco a poco, ese microcosmos parecía cambiar de forma, contrayéndose y expandiéndose en cuestión de milésimas de segundo; todo ese movimiento te hacía sentir un tanto desorientada en tu postura y si estuvieras con los pies sobre la tierra, tal vez te habrías tropezado, pero aquí solo implicaba estar mirando para otra parte. Cerraste los ojos para lidiar con el mareo por un momento mientras tratabas de recuperarte.

Entonces, el cascabel sonó otra vez. Abriste los ojos y pudiste ver aquel espejismo tomar la forma de una silueta humana, una silueta que parecías reconocer de algún lugar, pero el detalle escapaba a tu memoria. Estaba allí, brillando frente a ti. No tenía ojos, pero sabías que te miraba. Extendió su brazo hacia ti esperando que tomaras su mano.

Le hablabas a la nada, esperando una respuesta de un ser desconocido. ¿El universo? ¿Un fantasma tal vez? ¿Qué era lo que te hablaba?

Notaste que la ciudad parecía acercarse, pero mientras más cerca estaba aquel espejismo, más se asemejaba a algo mayor. Un microcosmos en toda su extensión que contenía ciudades, países, planetas, galaxias, universos en sí mismo. Poco a poco, ese microcosmos parecía cambiar de forma, contrayéndose y expandiéndose en cuestión de milésimas de segundo; todo ese movimiento te hacía sentir un tanto desorientada en tu postura y si estuvieras con los pies sobre la tierra, tal vez te habrías tropezado, pero aquí solo implicaba estar mirando para otra parte. Cerraste los ojos para lidiar con el mareo por un momento mientras tratabas de recuperarte.

Entonces, el cascabel sonó otra vez. Abriste los ojos y pudiste ver aquel espejismo tomar la forma de una silueta humana, una silueta que parecías reconocer de algún lugar, pero el detalle escapaba a tu memoria. Estaba allí, brillando frente a ti. No tenía ojos, pero sabías que te miraba. Extendió su brazo hacia ti esperando que tomaras su mano.

Le hablabas a la nada, esperando una respuesta de un ser desconocido. ¿El universo? ¿Un fantasma tal vez? ¿Qué era lo que te hablaba?

Notaste que la ciudad parecía acercarse, pero mientras más cerca estaba aquel espejismo, más se asemejaba a algo mayor. Un microcosmos en toda su extensión que contenía ciudades, países, planetas, galaxias, universos en sí mismo. Poco a poco, ese microcosmos parecía cambiar de forma, contrayéndose y expandiéndose en cuestión de milésimas de segundo; todo ese movimiento te hacía sentir un tanto desorientada en tu postura y si estuvieras con los pies sobre la tierra, tal vez te habrías tropezado, pero aquí solo implicaba estar mirando para otra parte. Cerraste los ojos para lidiar con el mareo por un momento mientras tratabas de recuperarte.

Entonces, el cascabel sonó otra vez. Abriste los ojos y pudiste ver aquel espejismo tomar la forma de una silueta humana, una silueta que parecías reconocer de algún lugar, pero el detalle escapaba a tu memoria. Estaba allí, brillando frente a ti. No tenía ojos, pero sabías que te miraba. Extendió su brazo hacia ti esperando que tomaras su mano.

Intentar impulsarme, nadar o lo que me permitiera avanzar se tornaba frustrante, flotar en esa inmensidad aferrada a nada, atada a nada, era como no pertenecerle a nadie y a ningún sitio, el sentido de carencia se hacia cada vez mayor en mi y mi ansias por alcanzar aquel lugar que comenzaba a alejarse dejándome una angustia horrible.

Al escuchar esa voz, sin pensarlo y con los ojos llenos de lagrimas respondí por inercia -¡SI LO QUIERO!...¡LOS QUIERO!... ¡NO TE LOS LLEVES!... ¡NO!- gritándole a quien fuera que me hablara, mientras con mis brazos continuaba luchando por alcanzar ese lugar.

Le hablabas a la nada, esperando una respuesta de un ser desconocido. ¿El universo? ¿Un fantasma tal vez? ¿Qué era lo que te hablaba?

Notaste que la ciudad parecía acercarse, pero mientras más cerca estaba aquel espejismo, más se asemejaba a algo mayor. Un microcosmos en toda su extensión que contenía ciudades, países, planetas, galaxias, universos en sí mismo. Poco a poco, ese microcosmos parecía cambiar de forma, contrayéndose y expandiéndose en cuestión de milésimas de segundo; todo ese movimiento te hacía sentir un tanto desorientada en tu postura y si estuvieras con los pies sobre la tierra, tal vez te habrías tropezado, pero aquí solo implicaba estar mirando para otra parte. Cerraste los ojos para lidiar con el mareo por un momento mientras tratabas de recuperarte.

Entonces, el cascabel sonó otra vez. Abriste los ojos y pudiste ver aquel espejismo tomar la forma de una silueta humana, una silueta que parecías reconocer de algún lugar, pero el detalle escapaba a tu memoria. Estaba allí, brillando frente a ti. No tenía ojos, pero sabías que te miraba. Extendió su brazo hacia ti esperando que tomaras su mano.

-Tu...

Irisu extendio su mano sin vacilación, estaba decidida a saber que era aquel lugar, ente o lo que fuese.

Los secretos del cosmo eran atrayentes, pero se sentía como Aladdin, todos los tesoros a su alrededor eran insignificantes si lograba conocer solo lo que tenia al frente.

La sensación de que pudiera llenar parte de ese famoso vacio existencial que existe en todos era una intensa luz y ella como una hermosa polilla, trataba de alcanzar ese secreto siendo capaz este quemarla o llevarla al nirvana.

Estaba nerviosa... iba a actuar de forma hostil... tal vez a apretarle el pescuezo y gritarle hasta que me dijera de que venia todo ésto... pero en vez de éso...

Tome la mano de esa criatura sin ojos...  -¿Eres Chidori?...- dije vacilando... -No debo ir con extraños a ninguna parte...- pero me dejé llevar... -Espero no arrepentirme...-

Sin cuestionamiento alguno y cegada por ese anhelo de reencontrarse con sus padres, Eiren estiro su mano alcanzando la de aquella silueta, en cierta forma sentía alivio y su racionalidad solo se centraba en ese único deseo, en el interior de su alma un estallido de alegría comenzaba a iluminarla, incluso a cesar las lagrimas que de sus ojos brotaban.

-Al fin... al fin...- decía en su interior

No sabía si mis palabras habían infundado esperanzas en mi o es que habían tenido un inesperado efecto en mi situación, pero la ciudad parecía cada vez más cercana. Esperanzada, aceleré el paso. Al acercarme, me di cuenta sólo una ciudad, sino algo más grande. Mientras aquel microcosmos se contraía y expandía sin parar cada vez me sentía más mareada. Con todo lo que me rodeaba ya apenas distinguía dónde estaba el suelo y dónde el cielo.

Incapaz de lidiar con mi cambiante entorno, cerré los ojos para tratar de recuperarme un poco del mareo. Entonces, el cascabel volvió a sonar. Abrí los ojos de golpe. Ante mi se formó una figura humana, una figura conocida, sentía como si estuviera olvidando algo importante, pero ¿qué? Casi como hipnotizada, sin temor alguno, alargué el brazo para tomar la mano que extendía hacia mi. 

Al momento en que lo tocaste, sentiste su calor impregnar su mano. Era una sensación tan agradable que, al inicio, querías acercarte más y más a esa figura. Su sensación era envolvente y poco a poco, te le acercaste cada vez más hasta que ella te rodeó con sus brazos y se aferró a ti.

La figura empezó a brillar y aquel agradable calor se convirtió en una sensación calcinante que hacía hervir cada parte de tu cuerpo. El dolor era indescriptible e insoportable. Tratabas de gritar, pero no escuchabas nada, era como antes, no lograbas hablar, solo sentías el dolor en tu garganta, pero no eras capaz de escuchar tu agonía. Tu piel absorbía aquel ente con dificultad mientras sentías que algo pasaba en tu cabeza. Era como si esaluz se comenzara a dirigir a la parte interior de tu mente e hiciera que todo explotara. En vez de volar tu cabeza, una luz salió de tus ojos y boca, haciendo que, más que un grito, lo que salía de ti se volvía una onda explosiva.

Al igual que el sello de tu mente se había roto, el de tu memoria también. Comenzaste a recordar todos y cada uno de los eventos de hace seis meses: el concierto de los Red Stones, la aparición de la Mariko corrupta, el secuestro de Chidori y Hikaru, el laberinto en el museo, la reaparición de Chidori, la herida de muerte de Arjimae, la visita al hospital, Reimu como Titiritera, tu propia transformación, Lety..., el anillo y su muerte. Tu pelea contra Mariko en Kal'Ahd y tu muerte en combate. Todo había regresado.

La luz cesó cuando todos los recuerdos volvieron a tu cabeza y caíste hacia atrás cansada y somnolienta. ¿Acaso te quedarías flotando en el vacío del infinito? Tus ojos se cerraban sin que pudieras evitarlo por el agotamiento y aunque recordabas, Enola no estaba contigo, tampoco tus poderes.

Al momento en que lo tocaste, sentiste su calor impregnar su mano. Era una sensación tan agradable que, al inicio, querías acercarte más y más a esa figura. Su sensación era envolvente y poco a poco, te le acercaste cada vez más hasta que ella te rodeó con sus brazos y se aferró a ti.

La figura empezó a brillar y aquel agradable calor se convirtió en una sensación calcinante que hacía hervir cada parte de tu cuerpo. El dolor era indescriptible e insoportable. Tratabas de gritar, pero no escuchabas nada, era como antes, no lograbas hablar, solo sentías el dolor en tu garganta, pero no eras capaz de escuchar tu agonía. Tu piel absorbía aquel ente con dificultad mientras sentías que algo pasaba en tu cabeza. Era como si esa luz se comenzara a dirigir a la parte interior de tu mente e hiciera que todo explotara. En vez de volar tu cabeza, una luz salió de tus ojos y boca, haciendo que, más que un grito, lo que salía de ti se volvía una onda explosiva.

Al igual que el sello de tu mente se había roto, el de tu memoria también. Comenzaste a recordar todos y cada uno de los eventos de hace seis meses: la llamada "Clase maldita", la interrupción de Scarlet Bat en el instituto, tu tentación y despertar, al igual que el de Nereida, tu huida con Scarlet Bat, tu enamoramiento con Enola, el anillo de compromiso, tu amistad con Ilify y Animae, tu amistad con Titiritera, el mundo que habías creado para refugiar algunas personas en la Gran Guerra que resultó ser una ilusión, la Reina Oscura, tu traición y tu juicio a manos de Scarlet, tu esclavitud y muerte. Todo había regresado.

La luz cesó cuando todos los recuerdos volvieron a tu cabeza y caíste hacia atrás cansada y somnolienta. ¿Acaso te quedarías flotando en el vacío del infinito? Tus ojos se cerraban sin que pudieras evitarlo por el agotamiento y aunque recordabas, Aberrant no estaba contigo, tampoco tus poderes.

Al momento en que lo tocaste, sentiste su calor impregnar su mano. Era una sensación tan agradable que, al inicio, querías acercarte más y más a esa figura. Su sensación era envolvente y poco a poco, te le acercaste cada vez más hasta que ella te rodeó con sus brazos y se aferró a ti.

La figura empezó a brillar y aquel agradable calor se convirtió en una sensación calcinante que hacía hervir cada parte de tu cuerpo. El dolor era indescriptible e insoportable. Tratabas de gritar, pero no escuchabas nada, era como antes, no lograbas hablar, solo sentías el dolor en tu garganta, pero no eras capaz de escuchar tu agonía. Tu piel absorbía aquel ente con dificultad mientras sentías que algo pasaba en tu cabeza. Era como si esa luz se comenzara a dirigir a la parte interior de tu mente e hiciera que todo explotara. En vez de volar tu cabeza, una luz salió de tus ojos y boca, haciendo que, más que un grito, lo que salía de ti se volvía una onda explosiva.

Al igual que el sello de tu mente se había roto, el de tu memoria también. Comenzaste a recordar todos y cada uno de los eventos de hace seis meses: el concierto de los Red Stones, la aparición de la Mariko corrupta, el secuestro de Chidori y Hikaru, el laberinto en el museo, la reaparición de Chidori, la herida de muerte de Arjimae, la visita al hospital, la muerte de Arjimae a manos de Storm Angel, la muerte de Scarlet Light, el viaje a Kal'Ahd y la trampa de Enola contra ti y Nereida, tu muerte y resurrección como marioneta. Tu muerte definitiva... Todo había regresado. Incluso el recuerdo de Allan Hawk, el mercader de Andelivian, aquel con el que habías soñado y que, por alguna razón era idéntico a Haruka.

La luz cesó cuando todos los recuerdos volvieron a tu cabeza y caíste hacia atrás cansada y somnolienta. ¿Acaso te quedarías flotando en el vacío del infinito? Tus ojos se cerraban sin que pudieras evitarlo por el agotamiento y aunque recordabas, Lightning no estaba contigo, tampoco tus poderes.

Al momento en que lo tocaste, sentiste su calor impregnar su mano. Era una sensación tan agradable que, al inicio, querías acercarte más y más a esa figura. Su sensación era envolvente y poco a poco, te le acercaste cada vez más hasta que ella te rodeó con sus brazos y se aferró a ti.

La figura empezó a brillar y aquel agradable calor se convirtió en una sensación calcinante que hacía hervir cada parte de tu cuerpo. El dolor era indescriptible e insoportable. Tratabas de gritar, pero no escuchabas nada, era como antes, no lograbas hablar, solo sentías el dolor en tu garganta, pero no eras capaz de escuchar tu agonía. Tu piel absorbía aquel ente con dificultad mientras sentías que algo pasaba en tu cabeza. Era como si esa luz se comenzara a dirigir a la parte interior de tu mente e hiciera que todo explotara. En vez de volar tu cabeza, una luz salió de tus ojos y boca, haciendo que, más que un grito, lo que salía de ti se volvía una onda explosiva.

Al igual que el sello de tu mente se había roto, el de tu memoria también. Comenzaste a recordar todos y cada uno de los eventos de tu vida anterior...

Ezra era una guerrera de élite en Andelivian que, si bien no era parte de la guardia que la protegía, sí había sido designada por órdenes de Arjimae, el guardián de la Reina de Cristal, como su acompañante y guardaespaldas. Decía que la reina debía ser protegida.

Ella nació en un hogar tranquilo y siempre soñó con ser una guerrera de élite. Descubrió poco a poco su poder de manejar el fuego, pero uno específico, el fuego azul. Su habilidad con el estoque y su control del fuego le llevaron a pasar los exámenes de la academia con facilidad y su entrenador y maestro se sentía muy satisfecho. Cuando a Lightning, Commutatus Animae, Scarlet Light, Storm Angel y Calíope las designaron como la guardia de la Reina, Ezra se sintió algo triste por no haber sido elegida, pero Arjimae la citó un día por aparte porque quería discutir algo con ella. La chica fue con algo de tristeza, pero la noticia sería bastante inesperada. Sería nombrada la acompañante de la Reina de Cristal.

Servir como su guardia privada era un verdadero honor, pero eso se convertiría más que en su deber y se convertiría en amistad, una amistad real. Al pasar tanto tiempo con la reina, era más que natural que tuvieras que relacionarte constantemente con la guardia de palacio y esto llevó a que notaras que había uno de los miembros que se encontraba aparentemente enamorado de la monarca, un tal Johann. No prestabas mucha atención a ese tipo de cosas, hasta que fue tu turno. El capitán de la guardia de palacio, subordinado de Ephorus, comandante del ejército, Allen Grey, las recibía todos los días con una elegante reverencia y una amable sonrisa. Al inicio era fácil de ignorar, pero a medida que hablabas con él, podías notar que te atraía. El temor a no ser correspondida llevó a que guardaras silencio, pero el capitán no parecía serte indiferente, solo que nunca habló claro. Tuvieron oportunidades de hacer saber al otro sus sentimientos, pero les sobrepasó el temor.

El tiempo pasó y cuando los rumores del regreso de Kal'Ahd se intensificaban, pudiste ver que la angustia de la reina crecía y aunque tratabas de que ella te contara lo que sucedía, ella no compartía la verdad contigo, no parecía ser honesta de verdad. Poco después, declaró el ataque hacia Hardak y aunque trataste de persuadirla, no fue posible, no parecía escuchar a nadie. Sin embargo, tú la conocías y sabías que había algo muy fuera de lugar en todo aquello. Hablaste con Arjimae para persuadirla, pero fue imposible. Te viste obligada a pelear en la cruenta batalla que ganaron aparentemente fácil, lo cual era sospechoso y luego entendiste el porqué. Al llegar la pelea final contra Kal'Ahd en la cual morirían todos, pudiste ver que cuando la Reina Oscura llegó, se reía de la Reina de Cristal en la cara por haber caído a sus provocaciones, revelando que era ella quien había insertado en su mente la idea de robar el Orbe del dragón a Hardak, matando a la Sacerdotisa dragón y a toda su gente. Incluso, se llevó a Mariko, la hermana pequeña de Arjimae para hacerla su esclava. Todo parecía indicar que la Reina Oscura lo había planeado, incluso había infiltrado sus tropas en la batalla contra Hardak para que los dragones no tuvieran oportunidad.

Te le enfrentaste para proteger a tu reina, pero no había manera de rivalizar contra la gobernante del reino oscuro. Ella te atravesó extendiendo sus uñas y te dejó tendida en el suelo. No muy lejos de allí, pudiste ver que Allen compartía tu suerte, solo que su mirada vacía te indicaba que él había perecido antes que tú. Con dolor en tu corazón, cerraste tus ojos para no volverlos a abrir, con la esperanza de que tu reina pudiera enfrentarse a su enemiga y salvar Andelivian, tu tierra natal.  

La luz cesó cuando todos los recuerdos volvieron a tu cabeza y caíste hacia atrás cansada y somnolienta. ¿Acaso te quedarías flotando en el vacío del infinito? Tus ojos se cerraban sin que pudieras evitarlo por el agotamiento y aunque recordabas, Ezra no estaba contigo, tampoco tus poderes.

Los ojos de Irisu se cerraron mientras unas lágrimas se aventuraban al vacío ingrávido como estrellas diminutas de un lugar lejano que nunca más volvería.

Había cierto placer en dejarse llevar por ese cansancio, revivir tantas emociones había sido tan fuerte como ese dolor calcinante, odio, amor, venganza y resignación, un sinfín de emociones golpeaban su pecho con cada recuerdo y pensar “es solo un sueño” mitigaba el dolor de estar sola…

Enola había sido malvada, pero ambas se habían fusionado hasta cierto punto, por eso se sentía tan vacía, estaba lisiada en su alma, además empeoraba todo sabiendo lo que había ocurrido con Lety, se había marchado aquella persona que era su pilar emocional.

Sería tan sencillo flotar solo por la eternidad, dejándose llevar para siempre y dejar todo dolor de lado.

Pero… igual que había perdido parte de su ser con la partida de la titanide, algo de ella estaba dentro suyo, esa tenacidad…

Su cuerpo flotaba sin rumbo, sumergiéndose en la inconciencia, dejando que aquel manto oscuro cubriese todo, sus recuerdos, su vida, su existencia misma.

Pero… esa parte de su alma nunca se dejaría vencer, lucharía por todo lo que le quedaba por hacer y si es que no quedaba nada, crearía mas cosas…

Irisu abrió sus ojos sintiendo como su alma la empujaba, el legado de Enola estaba dentro suyo, todo lo bueno, su tenacidad, perseverancia y diligencia, eran una pequeña llama del gran fuego de la titanide, pero era cálida, sin ser salvaje.

-Aun… tengo que ver a mis padres.

Ella podía limpiar el nombre de Enola y todo su mundo, aun tenía ese apego al mundo oscuro, quizás… reconstruir ese lugar… podría ayudarla a sentirse mejor.

-Aún tengo cosas por hacer.

Uno de los deseos más grandes que tenía Eiren, era volver a reencontrarse con sus padres, desde el día de su muerte había sentido que algo inconcluso había quedado entre nosotros y era una herida que mantenía abierta, su infancia había sido rodeada de tanto amor y cuidados de ellos que imaginar un futuro como el de su realidad era difícil de asimilar.

Ante la expectativa y ansias de creer que finalmente podría abrazar a sus padres de nuevo, sintió como aquel ser la abraza envolviéndola, haciendo estallar las barreras que protegían los recuerdos de otra vida.

Escenas, destellos, rostros, voces, sonidos, aromas, demasiados recuerdos que de golpe se apoderaban de su cabeza, para cuando el ultimo recuerdo llego, sentía su cuerpo agotado y respiraba agitada casi jadeando, tirada en el piso del lugar intentaba ordenar su mente, pero no lo lograba, los recuerdos de Ezra, una vida pasada la había dejado por completo vulnerable a todo, tomo una postura fetal haciendo sé una bolita en el suelo, ahora por fin comprendía quien era la mujer del sueño tan particular que tuvo hace 2 noches, también volvió a ella  un deseo fuerte de proteger a su reina, buscarla, ¿Qué había sido de ella? No había cumplido con su deber, de protegerla, pero mas lagrimas comenzaron a brotar al recordar el rostro de Allen que había muerto sin poder decirle lo que sentía.

Era demasiada la información que tenia Eiren en su mente, confundiéndola por completo, Ezra quien era en el pasado tenia una vida muy distinta a la de ahora y no comprendía como asimilar todo lo que ocurría.

-Mi Reina…lo siento…- cerro los ojos _{-…Allen…-} dijo en un susurro al final.

Su calor se extendió por mi cuerpo cuando la toqué, una sensación agradable en medio de aquel lugar. Atraída hacia ella y ansiando que me envolviera en aquel cálido contacto, me acerqué más a ella hasta que me rodeó con sus brazos y me sentí abrigada y segura.

Pero de pronto, comenzó a brillar y el agradable calor se convirtió en ardiente fuego que me abrasaba y quemaba. Una vez más, no podía hablar ni gritar, lo que hacía que mi agonía fuera aún más intensa. Parecía como si mi cuerpo estuviera absorbiendo una intensa cantidad de energía y apenas pudiera albergarla toda. Me sentí desbordada y a punto de estallar, Y entonces...

Un torrente de recuerdos comenzó a inundar mi mente, recuerdos de seis meses antes, todo lo que había ocurrido uno detrás de otro acudían a mi y golpeaban mi corazón con dolorosa añoranza. Todo lo que había pasado, Mariko, Arjimae, mis compañeras, las dolorosas muertes, mi propia muerte... una lágrima resbaló por mi mejilla, y a esta le siguió otra que brotó solitaria y se perdió en la inmensidad del lugar. Animae, Nereida, chicas... Allan...

Todo se detuvo y caí hacia atrás sin poder mantenerme de pies. Me sentía cansada y somnolienta. Un recuerdo fugaz de un sueño con Haruka pidiéndome la mano en una playa pasó por mi mente. Haruka y Allan, eran tan parecidos. Mientras mis ojos se entrecerraban por el cansancio, miré mis manos, impotente. No podía hacer nada, Lightning no estaba conmigo, no podía hacer nada.

El fuego de Enola parecía aún arder en tu interior y aunque sentías el cansancio de la derrota anterior, también sentías el poder de su voluntad contigo, casi como si este hubiera permeado tu esencia en algún momento de todo lo ocurrido.

Tu cuerpo comenzó a brillar y un fuerte calor lo envolvió mientras la luz parecía explotar y expandirse en aquel extraño lugar. Por un momento, perdiste la consciencia de ti misma y la luz cegó tu vista.

Sentías tu consciencia desvanecerse mientras perdías toda sensación sobre tus alrededores. Era como si tu cuerpo se durmiera desde la punta de tus pies hasta la coronilla y te preguntabas si esto sería el fin.

Entonces, Haruka volvió a tu cabeza. Su parecido con Allan era tal que te llevó a cuestionarte si solo era parecido. ¿Y si eran el mismo? Incluso sus propias energías eran similares, ahora podías sentirlo. Esa duda te abordó mientras seguías fundiéndote en la oscuridad.

Cerraste los ojos exhausta ante todo lo que habías visto, pero con la certeza del conocimiento y de sentirlo como tuyo. El sueño que tuviste volvió a tu mente mientras tu cuerpo caía en la oscuridad de la inconsciencia, pero era casi doloroso todo aquello. La incertidumbre de lo que esto depararía te envolvió y el rostro de Allen vino a ti por último, deseando haberle podido decir la verdad, sin importar si era o no correspondido.

De un momento a otro los rubios cabellos de Mamoru flotaban en medio de aquella inmensidad abrumadora. Abrió los ojos, exaltado, sintiendo cómo su corazón golpeaba con fuerza su caja toráxica. La sangre que recorría su cuerpo fluía a toda velocidad por sus venas. A pesar de ello, y la adrenalina, no podía moverse.

"¿Qué hago aquí?", ese fue el primer pensamiento que se le vino a la mente. Darse cuenta de dónde estaba no lo tranquilizó, como tampoco el hecho de no poder moverse. 

"Qué demonios es esto...", ese fue el segundo pensamiento que asedió la mente de Mamoru. Verse allí, flotando en lo que parecía ser... el espacio exterior; el universo mismo, en su máximo esplendor; hizo que su corazón se acelerase aún más. Abrió su boca, en un fallido intento de gritar. Batalló consigo mismo para intentar moverse, pero...

Nada.

Entonces, lo recordó; quien era, que hacía unos momentos antes. Qué había sucedido y... dónde estaba. Eso solo hizo que un nudo presionase su garganta.

"¡¡¡Ruka!!!", quería gritar, quería moverse, pero todo era inútil. La inmensidad del cosmos lo engullía. La sensación de no ser más que una mota de polvo lo carcomió y, una vez más, como en los viejos tiempos, sintió miedo. Miedo de algo más grande que él. La impotencia de no poder... hacer nada, una vez más; de nuevo, estaba allí. El impotente espacio exterior lo miró fijamente y, Mamoru, con sus temblorosos ojos, no pudo hacerle frente.