Partida Rol por web

La batalla continuaba como si de un baile se tratara. Un golpe allí, otro por aquí... Era como una de las tantas prácticas que tuvieron a través de los años. Ningún golpe te dañaba y a pesar de eso, Shado hacía ver que tenía toda la intención de golpearte. Ante el comentario que hiciste, solo se rió con sarna.

- Qué molesto... Por eso no quería decirte nada. Eres demasiado sentimental, Oni - y con esa sonrisa burlona, dio una voltereta hacia atrás para lanzarte su centenar de cuchillos. Cerraste los ojos como reflejo, pero ninguno te tocó. Eran solo ilusiones de este. Poco después, sentiste que algo o alguien le hacía presión a tu lanza para luego escuchar un sonido líquido cercano. Abriste los ojos por la sorpresa y te encontraste a Shado muy cerca de ti. Su rostro temblaba mientras luchaba por mantener una sonrisa y un hilo de sangre se asomaba por la comisura de sus labios. Miraste un poco más abajo para ver que tenía sus manos en tu lanza y que la había usado para atravesar su corazón. Sus ojos temblaban mientras luchaba por mantenerse de pie.

Poco después, sus piernas cedieron y cayó sobre ti soltando leves gemidos de dolor y luchando por respirar, mas esforzándose por mantenerse firme y no mostrar demasiado el dolor que sentía - Rec... uér...dalo. No t... - y sin terminar de decir aquello, se deshizo en pequeños orbes de luz.

Todo a tu alrededor se desmoronaba mientras las paredes se caían y una luz blanca brillante se extendía por todo el lugar.

Se llevó una mano a la cintura mientras te miraba y reía ligeramente - ¿El cuello? No sabía que el corazón quedaba en el cuello - rió.

- Y ahora hablas de amor... ¿Acaso tu amor es ahora la Sacerdotisa? Pensé que la odiabas. Que de hecho la despreciabas por ser tan... "bendecida", ¿verdad? ¿Cuántas veces no me lo mencionaste cuando fuiste a buscarme por cobijo al ser rechazado por tu gente? - y se acercó ignorando tu actitud esquiva para levantar tu mentón con cuidado -. ¿A quién amas ahora, Walker? - y había un brillo extraño en sus ojos.

Al ver que seguías preguntando por su identidad, se alejó - Yo soy la misma oscuridad... La portadora del cristal oscuro y gobernante de Kal'Ahd. En el pasado se me conocía como Reina Ónix, pero ahora soy la Reina oscura. ¡Tiembla al contemplar el corazón de la mismísima maldad! - y una risa demencial se manifestó mientras la enorme mujer se convertía en una horda de murciélagos hasta desintegrarse por completo.

Todos ellos se dirigían a ti a gran velocidad, pero indiferente de lo que pudieras creer, se quedaban pegados a tu piel como si fueran alquitrán y tu peso aumentaba. Cada hueco disponible era ocupado por uno de ellos mientras el suelo parecía tragarte. Viste que algunos se habían estrellado alrededor de tus pies, generando lo que parecía un enorme charco oscuro sin fondo. Cada murciélago que chocaba contigo te hacía más pesado y te hundías poco a poco. La risa de la Reina oscura seguía llenando la estancia mientras luchabas por dar las últimas bocanadas de aire con aquella sustancia hasta el cuello. Tu rostro se hundió y el viscoso líquido se entró por sus fosas nasales y boca para luego sofocarte. Lo último que supiste de ti mismo fue que la oscuridad te había devorado. Una cruel treta del destino.

El sonido de cristal rompiéndose llegó a sus oídos desde alguna parte. No sabían de dónde con exactitud, pero podían identificarlo con claridad como si hubiera resonado a la distancia. Abrieron los ojos para buscar de dónde provenía y se vieron de vuelta en el pacífico lugar, justo en el mismo punto donde estaban de pie antes de que se desplegara la pesadilla. La única diferencia era que ahora las negras cadenas de Mariko atravesaban el cráneo brillante y este caía al suelo para hacerse pedazos. Mariko jadeaba y el sudor caía de su frente. A pesar de esto, sonrió.

- ¿Disfrutaron la siesta? - mientras las cadenas volvían a ella. Quienes delante de ustedes se encontraban eran los mismos enemigos excepto uno. Shado no estaba por ninguna parte. ¿Qué había pasado con él? Walker tenía sus manos en el cuello respirando agitado, mientras que Isabella parecía estarse abrazando a sí misma con lágrimas en los ojos. ¿Estuvieron de pie todo el tiempo? No estaban heridos, eso sí.

- Ahora, si ya despertaron, es hora de luchar - dijo la peliazul mirando amenazante a su enemiga que tanto trabajo le dio encontrar -. Edward, el hermano de Katherine, ha caído -.

Aquellas palabras... aquellas palabras dolieron. ¿La sacerdotisa? ¡No tenía ni idea de sus verdaderos sentimientos!

Pese a que me estaba ahogando, mi rostro se teñía con rabia. Me ponía en pie, listo para luchar. Creía en Mariko. Creía en Isabella. Y también creía en que seguían jugando con nuestros sentimientos. Estaba harto, cansado, cabreado.

No paras de jugar con nuestros sentimientos. Nos llevas de situación en situación buscando nuestra locura, destrozándonos por dentro, haciéndonos dudar sobre lo que es real y lo que no.

Agitaba mis alas, más no alzaba el vuelo, sólo levantaba una polvareda para cubrir nuestros movimientos.

Vas a soltarme. Ahora mismo. Vas a soltarme para que pueda reventarte la cara. Pero como no lo hagas... -una pausa dramática, completamente necesaria- ¡Seré yo quien juegue con tus sentimientos, maldito!

Señalé hacia el techo, como si supiese que estaban observándonos. Lo que no sabía era cuán cerca estaba de hacer el ridículo, pues la línea entre la locura y la realidad es realmente fina.

Ante cada caricia de su madre para consolarla, la mirada de Katherine perdía brillo hasta que cuando ésta se apagó, de sus labios emanaron un susurro que nubló su cabeza perdiéndole el piso de las dudas que había tenido acerca de su madre y de la situación que las rodeaba. Total...

-Es mi madre, ella debe saberlo-expresó con una voz vacía y sus ojos perdidos. El abrazo de su madre y el estar en el hogar la habían cautivado por completo, enredada en una sensación de placer y alivio que le hizo perder su voluntad porque si su madre estaba con ella todo estaría bien-.... sí, estás conmigo, no me dejarás...-repitió, perdiendo la fuerza de su cuerpo para caer por completo en los brazos de su madre.

Fue entonces que la voz de Jaycee se hizo presente, hundiéndola más en esa oscuridad que había comenzado a surgir en ella desde lo más profundo de su corazón como una enredadera que comenzaba a encadenarle todo su cuerpo para apretarla, manipularla a como quisiera. La voz de Notah resonando a lo lejos de que ella era un faro en una tormenta del mar se engulló, desapareciendo en las negruras que le devoraban; el abrazo de Isabella de que podía confiar en ella también se desvaneció como arena cayendo sobre las manos, las cuales no pudieron retener ese recuerdo; las risas compartidas con Kasumi cuando comieron helado juntas fueron devoradas por la presencia de Jaycee, quien en esa ocasión le había dado un apoyo que no pudo mantener; el consuelo de Chidori fue perdiendo existencia; el aliento de Kuroryuu y  su sacrificio comenzaron a perder sentido para ella; los recesos compartidos con Irisu caían al vacío; los abrazos de Aimi se derretían hasta perder su forma; la promesa de Mamoru de salir adelante fue olvidada porque entonces fue pisoteada por las palabras de Edward que le indicaban que nunca la abandonaría, para después...

-Y no te preocupes, incluso si Edward no quiere saber nada de mí, yo siempre estaré para él.

-Lo he perdido todo...-dijo como si fuera un robot. Sus ojos azules estaban ensombrecidos y su cabello negro caía dándole un aspecto caído, derrotado, consumido. Ya no había rastro alguno de la Katherine que buscaba luchar por salvar a sus amigos-. Mamá... tú nunca me dejes-suplicó, alzando su vista para mirar en la única persona en la que podía confiar-. Haré lo que me pidas, traeremos de vuelta a mi hermano... quiero tu ayuda-declaró, sintiendo que lo unico que importaba era la calidez de su madre. 

Las cosas no parecían mejorar, pero eso no desesperaba al einar, quien seguía firme luchando. A pesar de haber recibido un fuerte ataque, solo sonrió y lanzó un puñetazo al último de los sirvientes de sombra, el cual salió volando por el cielo mientras se desintegraba - Mi belleza es luz en la oscuridad. Jamás podrías ganarme - rió y miró a Yami para señalarlo con el dedo -. ¡El próximo serás tú! -.

El titán a su vez lo miraba con una sonrisa confiada - Ni lo sueñes - y extendió su mano derecha de la cual salió lo que parecía una serpiente oscura. Mike no notó a tiempo lo que era, por lo que esta lo alcanzó y lo envolvió. Frunció el ceño para luego ver a Yami ir hacia él y pegarle un puñetazo. El rubio rodó unos cuantos metros por el impacto y seguía atado por esa serpiente.

Por su parte, Mirari atacó a Storm con su espada, quien la evitó con gracilidad, lo mismo hizo con el ataque de Hikari, quien solo pudo ver cómo, con la velocidad de un rayo, Storm se ubicaba detrás de él para disparar otro pulso electromagnético. No tuvo posibilidad de esquivarlo y la ferocidad de los rayos consumieron lo último que quedaba de su vida. El tridente cayó al suelo rebotando un par de veces mientras se disolvía en agua. El peliazul había perdido la batalla.

Mirari vio la escena desconcertada y la hoja de su espada se llenó de energía oscura - ¡Triple golpe oscuro! - gritó, mientras desplegaba su furia contra la antes andeliviana. Su segundo ataque hizo que la chica gritara mientras atravesaba su pecho. Y aunque Hikari hubiera querido ver más, sus ojos se cerraron mientras sentía la caricia de la muerte.

Las caricias de tu madre eran más reconfortantes que nunca, brindándote la calidez que toda aquella situación te había quitado. Apenas la miraste, el rostro de tu madre fue la más hermosa de las sonrisas, iluminando su rostro con un hálito puro y sagrado que te hacía sentir que todo estaría bien mientras la llevaras contigo.

Como si fuera un ángel, besó tu frente, y fue cuando aquel símbolo que te había ayudado a despertar tu poder apareció:

Brilló con tanta intensidad que sentiste la vitalidad volver a tu cuerpo. Su luz te rodeó para luego escucharse el sonido de cadenas rompiéndose. De repente, una oleada de poder te invadió, sintiéndote fuerte, vital, libre... Y sobre todo, lista para volver a la batalla. Tu transformación vino a ti sin que siquiera la pidieras y tu arco se materializó. Tu madre te miró complacida y asintió sonriente.

- Ahora ve, mi pequeña. Reclama tu deseo de venganza y acaba con quien nos lo quitó todo - y así, el viento te rodeó, guiándote de vuelta.

El remolino era violento, más fuerte que cualquiera que antes hubieras conjurado. Viste el lugar en donde la batalla proseguía y avanzaste con más velocidad. El viento estalló y fue entonces cuando lo viste todo: Mike estaba atrapado en lo que parecía una cuerda de un profundo negro mientras Yami sonreía. Los sirvientes de este ya no estaban y tampoco la einar que te había atacado antes. Miraste un poco más lejos de tu posición y viste que justo en el suelo había tres cuerpos: Storm Angel atravesada por una espada, la einar despedazada por una hoja y desangrándose también y Hikari... Con humo aún brotando de su blanca piel... seguramente derrotado por un ataque de Storm Angel.

Notaste que Irisu estaba cerca del cuerpo de Storm con la espada llena de sangre. Te miró y se acercó a ti - ¿Estás bien, Kathy? - preguntó mientras te miraba sorprendida -. ¿Cómo es que...? - y su sorpresa era comprensible. Estabas transformada, no te veías como Katherine y tu arco estaba contigo -. No importa. Me alegro que estés bien - y se veía un tanto abatida. Al parecer, no le había sentado nada bien acabar con Storm con sus propias manos. Ese era el panorama de la batalla y era el momento de decidir.

El confort de la sonrisa de su madre y el beso en su frente le hizo sentir que todo estaría bien siempre y cuando su madre no la abandonara, ya era la única que quedaba para que Katherine pudiese seguir en todo este desastre y luchar... ¿Para qué? Ah, sí, para vengarse de la muerte de su hermano.

Con esa nueva determinación depositándose en su corazón, sintió su poder emerger de su interior dotándole de las fuerzas que había perdido al sentir cómo la esencia de su hermano se desvaneció; además, solo se dio cuenta de su transformación al percatarse que sus ropas habían cambiado y en su mano reposaba el arco, su arma de batalla que la acompañaría hasta que cumpliera con sus objetivos. Sin embargo, aunque se sentía renovada, el brillo en sus ojos no volvía, por lo que sus ojos azules no poseían el porte habitual de alguien tranquila y amable, sino frialdad y determinación, una sed de justicia que iba más allá de sus deseos originales de proteger a sus amigos. Miró a su madre y solo asintió para después verse envuelta en sus vientos y reaparecer en donde había estado peleando.

Parecía ser que el einar rubio estaba en problemas, aunque su rostro no reflejó preocupación porque no lo sentía. ¿Por qué debería interesarle alguien que ni siquiera era humano o de Andelivian? Después se topó con los otros cuerpos y tampoco se inmutó, simplemente supo que el combate siguió sin ella y llegaba casi al final; sin embargo, al ver que Nereida había perecido...

Si no le importó que mi hermano muriese, ¿por qué debería interesarme?

No obstante, la voz de Irisu le hizo girarse a donde ella estaba, asintiendo a su primera pregunta sin cambiar siquiera su porte al toparse con alguien a quien considera... ¿Consideraba? Su amiga... No, solo una compañera con la que podía pelear mejor a comparación de la guerrera del agua que había caído.

-Storm era una enemiga, no deberías sentirte mal-expresó Animae en un tono bastante gélido y vacío. Pero cuando retomó su atención a Mike y Yami, su mirada se transformó en odio puro mientras asía el arco con demasiada fuerza y, sintiendo la sangre hervir, comenzó a caminar hacia esos dos a paso lento-. Yami, ¿lo sabías, verdad? ¿Por eso sonreíste? ¿Te alegró la muerte de mi hermano? Dímelo.

No parecía tener miedo y ni siquiera caminaba con precaución, tampoco veló por el estado de Mike y aunque quiso apuntar con su arco, la furia la tenía demasiado tensa.

-¿Te alegró la caída del Comandante? ¿Te sientes feliz por eso? 

Sentí como Haruka se acercaba a mi. No desvié mi atención de nuestros enemigos, pero su proximidad me hacía sentir más segura y confiada.

La respuesta de los recién llegados no me sorprendió, de hecho, era lo que se esperaba. Mi pregunta había sido más por costumbre que por necesitar que me contestaran. Me puse en posición de defensa, pero no conseguí esquivar el primer ataque. Me vi lanzada hacia atrás antes incluso de reaccionar. Aterrizando como pude y levantándome, apreté los dientes para contener el dolor.

- No te preocupes, puedo con ella - le dije tranquilizando a Haruka - ten cuidado, tu adversario también parece fuerte.

Y así era, ambos oponentes iban a ser huesos duros de roer. Conseguí acertar el primer ataque lo que me dio valor para intentar un segundo ataque. Sin embargo, fallo. No podía seguir así, temía poder fallar mis ataques más fuertes, pero si no hacíamos algo estaríamos perdidos. Haciendo acopio de toda mi voluntad, traté de invocar mis poderes de guerrera mágica y atacarla con mi ataque más poderoso.

No se sentía angustiada, pelear con él era cómo volver a un pasado nada lejano. Los movimientos de ambos estaban calculados al milímetro, era algo que llevaban siglos haciendo, por lo que... Casi salía de manera natural. Sólo cuando su lanza encontró el cuerpo de su amigo y esta lo atravesó, no pudo más que abrir por completo los ojos. En él se veían el miedo y el horror ¿Cómo había pasado? Ella no quería... Ella no deseaba... Soltó la lanza y agarró el cuerpo de Shado con fuerza. Sus ojos empezaron a anegarse de lágrimas que corrían por sus mejillas sin ningún tipo de control.- N-no.... N-no pued...e ser.... N-no po...por-...fav-vor...-Mientras suplicaba por que aguantase, sus manos lo sostenían temblorosas.

- ¡¡NO, NOO!! -Sus manos empezaron a intentar atrapar las pequeñas esferas de luz que salían del cuerpo de Shado hasta que este desapareció. Alzó ambas manos y atrapó entre ellas una de esas esferas que se alejaban, con lentitud se llevó las manos hasta su pecho y lentamente se fue "encogiendo" hasta hacerse bolita mientras lloraba en silencio. Sólo cuando las voces de sus compañeros rompieron ese silencio, esta alzó la mirada enrojecida por el llanto. Con suavidad apartó sus manos del pecho y las abrió, allí ya no había nada. Lo había matado...

Onírica no quería luchar, pero sabía que era su deber... Con gran esfuerzo se levantó de dónde estaba, aún las lágrimas caían por sus mejillas y ella no parecía querer hacer nada por frenar aquel dolor que se había apoderado de ella.- Toda guerra trae muerte...-Musitó mientras intentaba traer a ella su arma una vez más.

La concentración daba sus frutos. Apenas te escuchó, Haruka parecía relajarse un poco. Sonrió – No hemos pasado por tanto para perder ahora – y la batalla continuó.

Algo que pudiste notar era que los gemelos parecían empezar a imitar los movimientos de ambos, por lo cual parecía que realmente leían sus mentes. La mujer te acató cuando se dio cuenta que te concentrabas para tu ataque, pero lograste evitarlo por poco. La sonrisa demencial de la mujer era intimidante. Sin dificultad, la electricidad respondió a tu llamado y la tormenta salió disparada hacia la einar, quien no la pudo evitar y recibió el ataque de lleno. Su grito de dolor fue bastante sonoro, por lo cual su compañero se giró hacia ella y miró a Haruka con aún más odio. La mujer se levantó y decidió atacar de nuevo. Sus tonfas se cargaron con esa luz disparando de nuevo. La potencia de este ataque fue mayor que el anterior. Te cubriste para evitar el ataque, mas no pudiste evitarlo por completo. Sin embargo, el impacto habría sido mayor de no evitarlo.

El intercambio de ataques entre los dos hombres continuaba. Haruka atacó, mas el hombre logró evitarlo e imitando sus movimientos, los hilos del hombre trataron de apresar a Allan, pero este logró evitar el ataque. El segundo ataque de Haruka fue tan veloz como lo sería uno de tus relámpagos, pero el einar no hizo nada para defenderse. De hecho, lo recibió con una sonrisa para luego extender sus manos. Pudiste ver el cuerpo de Haruka estirarse sin control mientras diversos cortes aparecían en su piel. Su cara se contrajo por el dolor y cayó al suelo. No había sido derrotado, pero el ataque lo había tomado por sorpresa.

Irisu te miraba perpleja. ¿Era posible que la dulce Katherine se hubiera tornado en un ser tan oscuro? ¿Cómo? Parpadeaba sin poder creer lo que sus ojos veían mientras que la batalla continuaba - ¿Qué estás diciendo? ¿No darle importancia? Pero… - y aunque parecía querer decir más, se interrumpió cuando vio que te acercabas a Yami de esa manera “despreocupada. Mike también lo notó y se alarmó, poniéndose de pie sin poderse liberar, solo sus piernas.

Por eso, atacó a Yami, quien vio venir su torpe embestida y se hizo a un lado. El rubio dio una vuelta en el suelo para caer de rodillas por segunda vez. Por su parte, Mirari sí que atacó a Yami con su espada de hoja negra, pasando a más velocidad que tú. El ataque dio de lleno pues el titán no pudo esquivarlo. Al mirarlo, viste, que algo de magia se había reunido en sus manos, pero el ataque de Mirari logró pararlo.

- ¿Qué crees que haces, Animae? – dijo Mirari con tono de reproche.

La mirada de Yami era confiada y arrogante, como siempre había sido la de Edwin. Mientras reía sonoramente. Las palabras que le dedicaste solo hicieron que su risa se hiciera más sonora.

- Eres tan estúpida como te recuerdo. ¿Saberlo? Claro que lo sabía. Su destino es morir a manos de Heleth-sama – rió nuevamente mientras el aura oscura a su alrededor se aglomeraba. Mike se alarmó y gritó.

- ¡Va a conjurar su oscuridad! ¡No debemos permitirlo! – Mirari sí que atendió a la advertencia del rubio y le hizo un corte con su espada en una de sus alas, haciendo que la sangre del titán cayera al piso, pero eso no lo detuvo.

- ¡Soy Yami no Oni y mi reino es la oscuridad! ¡Contémplalo en todo su esplendor! – y con aquel tono demente, una oscuridad total cubrió toda el área. No podías ver ni siquiera las puntas de tus dedos de la mano, incluso poniéndolas frente a ti. La risa de Yami resonaba mientras unos ojos aparecían por todas partes -. Este será su sarcófago oscuro -.

Animae ignoró por completo a Irisu y las advertencias del propio Mike, centrándose únicamente en el titán que era atacado por los demás y le respondía. Su cara rebosaba de odio, pero con la risa y lo que dijo acerca de Edward, la ira de la joven no se contuvo y apretó tanto su arco que una gota carmesí comenzó a rodar por su arma.

-Vas a morir aquí mismo. ¡Te lo juro!-gritó poco antes de la advertencia del rubio para después verse rodeada de esa oscuridad que le impedía ver.

La guerrera del viento no parecía asustarse ni se perturbó por aquél poder. Alzó una mano para intentar verla y girarla, podía sentir que hacía tal cosa pero no verlo. Era como tener los ojos cerrados, aunque eso no impidió que continuara caminando sin temor a chocar o ser atacada. En estos momentos, a la andeliviana no le importaba su integridad o el de los demás, su instinto y su deseo de venganza superaba con creces esas preocupaciones futiles.

-¿Estás seguro de eso?-preguntó ante lo último que dijo Yami. Animae "miró" a todos lados usando su concentración espiritual y al sentir la presencia del enemigo, sus ojos azules se inyectaron de determinación cruel para sacar una flecha de su carcaj a gran velocidad, colocarlo en su arco para disparar al cielo apuntando el punto de origen de su ataque más poderoso para que cayera en dónde había sentido a su objetivo-. Este será tu sarcófago aunque los dos debamos compartir el féretro.

Mariko miraba perpleja a Walker mientras este parecía gritarle al cielo. Suspiró - En verdad no tienes remedio - y entonces se giró hacia la einar. Apretó la cadena que tenía en sus manos con firmeza y con un estallido, se dirigió a gran velocidad a la einar que los había puesto antes en esa ilusión. El despliegue de velocidad mostraba por qué ella era la guardiana suprema de Andelivian. A pesar de lo rápido que se movían sus cadenas, la einar pudo escapar del primer golpe, mas la peliazul solo sonrió confiada mientras otra cadena la perseguía desde atrás. La einar parecía estar usando ese cráneo para conjurar algún tipo de magia hacia la kitsune, pero cualquier intento fue infructuoso, ya que el segundo ataque de la kitsune fue más rápido que el de su rival. La enemiga fue agarrada con fuerza por esta y de repente, la cadena sacó unas púas que atravesaron la piel de la enemiga haciéndola sangrar. La cadena oscura se desmaterializó y volvió a su sitio, mientras Mariko sonreía con confianza.

Mientras Walker seguía con la mirada fija en el cielo, buscando quién sabe qué, un ataque de una energía que este podría recordar con claridad apareció. Al serle familiar, logró quitarse de la trayectoria. Unas llamas azules que por poco lo golpean estallaron formando a un hermoso dragón. Tras de sí, el causante llegó caminando sin  ninguna prisa y con rostro sereno. Sus manos en la espalda y una sonrisa burlona. Era un anciano, al parecer, quien tranquilamente fumaba una pipa mientras se acercaba.

- Veo que, a pesar de que han pasado quinientos años, sigues siendo un tonto, niño - bromeaba con cierta familiaridad mirando a Walker -. Tal vez deba darte una última lección -.

La distracción que este anciano pudo generar en Walker hizo que Crythra aprovechara la oportunidad para atacar. Tal vez estupefacto, Walker no pudo evitar el ataque de la guerrera mágica. El rayo rosa atravesó su hombro, haciéndolo sangrar. No era algo que derribara al dragón, pero sí que había sentido el impacto. Isabella logra materializar la lanza en su mano, pero por algún motivo, no se decidió a quién atacar. Solo observó lo que se desarrollaba con ojos ausentes. Aquellas palabras que había escuchado seguían resonando en su cabeza. Era un adiós que no estaba lista para dar.

El viejo, al ver que Walker no desistía de su intento de discutir con el cielo, suspiró y dio un pisotón al suelo. Sus ojos se encendieron con esas llamas azules que pronto se expandieron por todo su cuerpo. Hizo un círculo con las manos y al llegar a su corazón, estas se reunieron. Este parecía un ataque mucho más poderoso que el anterior. El cabello y la barba del anciano se agitaban mientras este hacía semejante muestra de su poder. Extendió sus manos hacia adelante marcando el camino al dragón de llamas azules que salió directo hacia Walker - ¡Dragón espiritual! - gritó con fiereza en su voz, pero serenidad en su rostro. El ataque golpearía directamente al distraído dragón, mas algo que tal vez ni el anciano se esperaba fue la velocidad de la andeliviana, que interceptó el ataque antes de que llegara al dragón. El grito de la que creían invencible se escuchó por todo el lugar. Se podía escuchar el crispar de su piel que era destruida por las llamas. Las llamas explotaron y aunque Mariko seguía de pie, miraba de frente a Walker jadeante. Su rostro temblaba y sus cadenas sostenían a su ama para que no desfalleciera.

- ¿Quieres... dejarte de tonterías ya? El... próximo lo... recibes tú - ¿trataba de bromear? Sus piernas temblaban y el anciano suspiró de nuevo.

Al ver aparecer a aquel viejo, no pude sino decir una única palabra.

Anciano...

En realidad no quería creer que estuviera allí. Era tanto un absurdo como una condena. Todo aquello debía ser una ilusión ¿verdad? Eso quería creer. Pero tal cual dije, sólo hice el ridículo. Y fue un ridículo que Mariko pagó, ella recibió el impacto por mí mientras me movía hacia ella a toda velocidad.

¡Mariko! -la preocupación era real tanto para Walker como para Notah, le tomé de la espalda para evitar que cayera- Tú... maldita insensata. ¿Por qué? ¿Por qué...?

Mis ojos dracónicos casi desbordaron lágrimas, sin embargo pronto fue una rabia fría la que la reemplazo. Solté a Mariko para dirigir mi mirada al anciano. Mi parte guerrera me gritaba que eliminase al Einar, era estratégicamente lo más sensato, sin embargo...

¿Por qué? ¿Por qué la has matado? Ella era mi amiga. Tú...

Sin dudarlo, mi mano izquierda se llenó de mariposas. Mis ojos seguían bañados en unas lágrimas que se negaban a salir. Puede que por ello el ataque fuese tan errado que impactó a más de tres metros del viejo.

¿Por qué estás con esa farsante oscura?

Inquirí nuevamente. Las mariposas no vinieron a mis manos, sin embargo sí lo hizo la espada de mi hermana. Me abalancé contra el hombre con la idea de acabar con él. Claramente mi mente estaba fuera de sí, pues de haberlo estado hubiese tratado de acabar con su energía, pues al igual que yo nuestros ataques drenaban rápidamente nuestra energía.

A pesar de la oscuridad que todo lo rodeaba, Yami no podría esconderse. Sentir su presencia había sido fácil y, al parecer, la experiencia de Mike contra Yami en el pasado le ayudó a poder batallar con tranquilidad. Parecía saber muy bien qué hacer para poder luchar, por lo cual pudiste escuchar el golpe contra Yami que le dio con la cabeza al parecer. Yami gruñó. Poco después, escuchaste una espada cortar el aire, lo más seguro es que fuera la espada de Irisu. El gemido de Yami se escuchó a través de la oscuridad para luego ver dos de esos enormes ojos acercarse a ti con gran velocidad. De lo que serían sus pupilas, se formaron dos enormes bocas con dientes filosos que se pegaron a tus hombros haciéndolos sangrar. No obstante, ya habías arrojado la flecha al cielo, por lo que el dolor que esto causó no fue suficiente para diezmar tu determinación.

Con tu piel sangrante, escuchaste el centenar de flechas caer y Yami quejarse de dolor. Poco a poco, la oscuridad empezó a desaparecer. Cuando lo hizo, te encontraste con un Mike cuyas ataduras empezaban a deshacerse y con una Irisu en guardia. Yami estaba en el suelo tosiendo sangre con todo su cuerpo cubierto de proyectiles. Te miró aún sonriendo en su forma humana, en forma de Edwin.

- Me... mataste a... mí. ¿Pero... y a... ellos? - rió mientras se ahogaba con su propia sangre y se quedaba inmóvil segundos después.

Como si se tratara de un terremoto, enormes raíces surgieron bajo tierra y se llevaron los cuerpos de todos los caídos, incluido el de Hikari. La tierra bajo sus pies se hizo ligeramente más suave y absorbieron a los cuerpos envueltos por las raíces. Poco después, escuchaste una voz en tu cabeza, era la voz de tu madre.

Lo hiciste bien, cariño. Ven a casa con mamá...

Y entonces, otro puñado de raíces salieron desde la tierra para cubrirte mientras un ardor insoportable en tu mano derecha te hacía doblarte del dolor. No sabías exactamente qué era, por lo que fuiste a mirar tu mano, y entonces la viste: la marca de obediencia. En ese segundo de consciencia, pudiste sentir la señal en tu frente brillar con más intensidad como si luchara por sobreponerse a esa nueva energía, pero el poder de la marca se extendía por tu torrente sanguíneo quemando cada centímetro de piel hasta que reemplazó toda tu energía vital por la suya propia. ¿Era eso lo que había pasado Aimi al ser derrotada por culpa de Jaycee?

Irisu trató de alcanzarte e incluso gritó algo, pero no la pudiste escuchar. Tu furioso viento la arrojó lejos, ya no tenías control sobre tu poder, era de alguien más ahora su potestad. Mientras sentías que perdías la consciencia por completo, las raíces terminaban de cubrirte y eras absorbida por el suelo como los demás. ¿Ese era el fin? ¿Haber aceptado el blasfemo poder de esa marca se castigaba con la muerte?

- Claro que no - dije sonriendo al comentario de Haruka. 

Estábamos recuperando terreno y eso se traducía e más confianza. Balanceando mi hoz ligeramente evalué la situación y analicé las mejores opciones. Después del éxito de mi último ataque sería buena idea volver a intentarlo, pero corría el riesgo de fallar. En aquel ambiente me costaba mucho concentrarme lo suficiente para poder usar mis poderes de guerrera mágica. 

El hecho de que nuestros adversarios estuvieran tratando de imitar nuestro movimientos resultaba algo problemático, si podían usar nuestros ataques contra nosotros o aprendían a esquivarlos al observarnos, nos encontraríamos en una serio aprieto. Sin embargo, no teníamos mucho tiempo para pensar. Recibí un nuevo ataque que no pude evitar por completo y recibí una buena cantidad de daño. Mirando con gesto de pocos amigos a la mujer me concentré en el siguiente ataque.

Por el rabillo del ojo pude ver cómo herían a Haruka y me mordí el labio. Debía acabar cuanto antes con ella. Traté de volver a atacarla con mis poderes de guerrera, pero como bien se dice, la presión no es buena aliada para los buenos resultados. Intenté varias veces invocar mis poderes pero nada sucedió. Maldiciendo por lo bajo, apreté mi hoz y me lancé al ataque.

La Einar intentaba por todos los medios hacer uso de sus poderes, pero estos se veían anulados por el lugar, cosa que de alguna manera parecía frustrarla y a la vez enfurecerla. No era capaz de mostrar su verdadera forma, cómo tampoco sacar su lanza para combatir. Cuanto más lo intentaba, más le costaba y eso a la larga parecía ser agotador mentalmente.

Pese a todo, su mirada seguía los movimientos de cada uno de los presentes y cuando aquel poderoso golpeó el cuerpo de Mariko las pupilas de Isy se dilataron completamente. En ese instante intentó invocar su poder de nuevo, pero... Lejos de conseguirlo simplemente hizo "pluf". Era tan patético todo. Ella era tan patética... ¿De qué estaba sirviendo? Sólo era una traba en el camino. Un lastre con el que tenían que cargar. Su mente se veía nublada por todos aquellos malos pensamientos.

- ¡Walker! ¡Déjate de idioteces, está viva! ¡¡VIVA!! -Isabella estaba tan frustrada por todo que incluso se había atrevido a gritar a su amigo.- ¡Sabes que juegan con nosotros, espabila! -La pelirroja intentó  golpear con su puño al enemigo más cercano a ella, pero nuevamente falló.- Ni un mísero puñetazo... Soy patética.