Partida Rol por web

Se encogió de hombros al ver que Notah tampoco sabía mucho más, pero lo que dijo era lo más cercano a lo que podía estar sucediendo. Conque energías oscuras, ¿eh? Estaba claro que la nieve de los últimos días no era por nada... bueno. No era un fenómeno natural.

―Probablemente sí. Si no, ¿qué más podría ser? Por ahora, supongo que no podemos hacer más que descubrirlo.

A medida que transcurría el día, podían notar que había algo extraño en el ambiente. El cielo se iba oscureciendo poco a poco, a pesar de que aún no pasaba el medio día. Era bastante extraño, en verdad, por lo cual lo mejor era agruparse. Los Einar se habían reunido tras cierto incidente con la Espada esmeralda, la cual había regresado a la normalidad después de unos minutos de pasado el incidente. Mike e Isabella estaban con su rey cuando este habló con Mariko y le dijo que creía saber dónde se encontraba Heleth. O al menos una aproximación. Poco después, fue Irisu quien recibió el aviso. La presidenta se encontraba junto con Koichi en casa de Tenma cuando llegaron Mamoru y Notah. Los dragones notaron el deplorable estado del campeón de la Tierra, quien no despertaba, mas gritaba presa de las pesadillas y de un profundo dolor. Koichi decía que sin él, sus poderes eran inútiles. Además, el recién despertado guardián parecía estarse agotando también. Esto iba acompañado de ciertos temblores que sacudieron todo el globo. Y a pesar de todo, nadie parecía salir a las calles.

Irisu atendió la llamada del rey y sus compañeros para comentarle al grupo aquello. Koichi prometió quedarse con Tenma cuidándolo, así que podrían partir al encuentro de los otros Einar. Eso no quería decir que Irisu se viera más cómoda por ello. Una parte de sí quería quedarse con Tenma, pero comprendía su misión. Solo esperaba que esa no fuera su última vez.

Katherine, Edward, Haruka, Hikari y Shiro se reunieron en la casa de Mariko, quien al recibir la llamada del rey, indicó a los guardianes que se reunieran y poco después de eso, se marcharon. Los guardianes sincronizaron su magia y lograron transportarlos al punto de encuentro pactado. No había tiempo que perder si ya el lugar había sido designado. Para los dragones e Irisu fue más sencillo, ya que tenían a Hunter, así que bastaba con entrar a su madriguera y partir. También para los einar, quienes transportados por la Espada esmeralda, no tardaron en llegar.

Para sorpresa de varios, no era un lugar desconocido. De hecho, era todo lo contrario. El punto de encuentro destinado por Mariko y el rey no era otro que aquel hotel en la playa donde habían desaparecido varios de sus compañeros. El collar de Walker vibraba con fuerza en ese lugar. Sin duda, era el sitio adecuado.

La que antes era una playa vivaz y llena de alegría ahora era un lugar árido y solitario. El océano empezaba a congelarse y los temblores se hacían más fuertes. Mientras se reunían los grupos, el frío del ambiente crecía.

Junto a un Notah, Ñyankuro y Hunter, Mamoru llegó a su forma humana al lugar gracias a Hunter. Venía vistiendo ropa limpia y un abrigo bastante gordo, luciendo bastante desgastado. Aunque lucía mal, había mejorado con respecto a los últimos días desde lo sucedido en el concierto, días en los que casi no había salido de casa, y en los que se había descuidado por completo. Siendo delgado de por sí, era bastante notable que también había perdido un poco de peso.

De forma algo más cálida, saludó a todos sus compañeros. Su personalidad... en esencia era la de siempre. Si bien no se mostraba extremadamente alegre, estaba lejos de estar deprimido... al menos en esos momentos. Sí se le podía ver algo desprovisto de la chispa... pero la chispa seguía allí.

Esa playa traía algunos malos recuerdos a Mamoru, y se le podía ver algo retraído por eso. Sin embargo, eso no era lo único. Ver lo que estaba sucediendo con el rey de la Tierra y con todo el lugar... Absolutamente nada de eso le daba buena espina.

Mientras todo se oscurecía y el mar se congelaba, Mamoru se mantuvo junto a los demás, hasta que alguien le explicara bien lo que sucedía, aunque... eso al final no era tan necesario. Era bastante probable que tuviesen que luchar de nuevo. Todo indicaba que algo muy malo estaba a punto de pasar.

Cuando me enteré de lo mal que estaba el guardián de la tierra, una idea cruzó por mi mente.

-¿Creen que los fenómenos que estamos viendo estén relacionados con la enfermedad del guardián de la tierra? -pregunté al resto del grupo.

Si mis sospechas eran ciertas y el guardián empeoraba, eso significaría que el planeta entero podría colapsar. No podíamos permitir eso. Debíamos encontrar una solución y debíamos hacerlo pronto.

Afortunadamente, logramos transportarnos casi al instante al lugar del encuentro. Para mi sorpresa, era el mismo hotel de aquel viaje infame.

-Aquí es donde todo comenzó -reflexioné- Supongo que es el lugar apropiado para terminarlo.

Al llegar al punto de encuentro, miró a Alioth y se mantuvo callada, tan sólo hizo algunos gestos de cabeza para saludar a sus compañeros y aliados. Tras eso, se encogió dentro de su sudadera y sólo dejó sus ojos a la vista. Incluso sus manos estaban dentro de la sudadera, resguardándose del frío invernal. Odiaba aquel tiempo, demasiado frío para su gusto. Con paso lento se aproximó hasta el borde que daba a la playa y miró con tristeza lo que estaba ocurriendo con el mar... Si aquello seguía así, muchos animales acabarían muriendo. Una punzada atravesó su corazón, tenían que acabar con aquello. Estaba harta de ver sufrir ¿Por qué había seres tan crueles? Preguntas que nunca tenían respuesta, pero siempre se paseaban por la mente de la joven.

Cuando Hikari habló, Isabella se giró con suavidad. Dejó que terminase, incluso su silencio se alargó, cómo si realmente meditase lo que iba a decir o cómo si quisiera hilar todo aquello dentro de su mente.- Quizás... -Le costaba hablar, no sólo por el frío, si no porque hasta sus propias palabras le creaban cierto temor. Tomó valor, respiró y miró al resto, ahora su rostro se podía ver sin dificultad.- Todo esto tenga algo que ver con el árbol que Heleth está creando en la Tierra. Cómo todos sabéis, Heleth intenta crear una replica de Umthil...-Alzó la mirada al cielo, cómo buscando ver su hogar, cómo intentando sentir la presencia del árbol.-  No sé si realmente esta es la causa, pero... Podría ser. En Sonoe, Umthil nutre al planeta y a su vez toma esa energía que necesita del propio lugar. Hay un balance, algo que permite que vivamos en armonía.-Con suavidad subió la montura de las gafas, colocándolas perfectamente.- Aquí en la Tierra, no se cumplen dichas condiciones... El árbol es algo antinatural para este planeta y el mismo necesita de un gran aporte de energía. Quizás eso sea lo que está desestabilizando el clima y lo que provoca los desastres naturales. El árbol podría estar absorviendo la vitalidad de vuestro planeta y con ello... La del Guardián de la Tierra.

Tan sólo era una teoría. Algo que le rondaba la mente desde hacía días.- No sé si estoy en lo cierto. Realmente es algo a lo que llegué... Al notar que incluso para nosotros.-Miró al Rey Alioth y sus compañeros Einar.- La presencia de eso nos afecta.-Juntó sus manos a la altura de los labios para darse calor en las mismas.- Jamás haría daño a ningún ser vivo... Ni humano, ni animal, ni planta. Pero ese árbol debe ser destruido, de no ser así.-Miró el mar con tristeza.- Quizás todo lo que amamos, desaparezca...

No sabía si alguno la tomaría en cuenta, ni siquiera sabía si estaba en lo cierto. Sólo tenía algo claro, y era que quería vivir un día más. Ver un atardecer y disfrutar del roce de la arena en sus pies mientras las olas la acariciaban.

Poco después de su llegada a ese lugar, Alioth tomó su forma verdadera. El anillo en su mano brilló. Este era la funda de la espada esmeralda y tras unos segundos de verse cubierto por el resplandor esmeralda, desveló su verdaderaforma. Para los demás era extraño, ya que hacían lo opuesto, pero su porte era claramente real. Era un hombre de mirada gentil, pero con una imponente aura. Ese era el rey de Sonoe, brillando en toda su magnanimidad.

Asintió a las palabras de Isabella - En efecto. Esa copia de Umhti está consumiendo la vida de su planeta. Pero a su vez... - y levantó su mano para mirar el anillo - él también sufre. Es una existencia corrupta, así que le debe resultar agónico solo vivir - miró a Mariko y a todos por un momento.

- Debemos acabar con Heleth y hacer desaparecer a ese Umhti. Él es un árbol sabio y lo sabe. Si no lo hacemos, no sabemos qué puede llegar a hacer Heleth. Y más ahora que se ha reencontrado con Kyloh - cerró los ojos por un momento y la espada esmeralda se materializó en su mano.

- Junto con la espada y el verdadero Umhti, podré detener el detrimento del planeta, pero la magia que usaré no es eterna. No podré acompañarlos a luchar, pero si ellos están de acuerdo, Onírica y Heracles los acompañarán en su misión. Es lo menos que podemos hacer para reivindicar el daño que Heleth ha hecho a su planeta. Además, debemos encargarnos de Shado. De seguro los estará esperando - sonrió y miró a Isabella un momento mientras ponía la mano sobre su cabeza. Poco después, una veloz figura se acercaba.

Calíope se acercaba corriendo desde el hotel. No parecía preocupada porque se le viera así en la playa. Llegó agitada recuperando el aliento. Mientras tanto, Edward se le acercó a abrazarla.

- Lo siento. Estuve inspeccionando algunas zonas de la ciudad y por eso me tardé tanto. También revisé el hotel y... Todos parecen estar dormidos. Cuando estuve caminando por la ciudad, pude notar que mientras más aumentaba la nieve, era como si las personas se quedaran dormidas una a una - aún se le dificultaba respirar, pero por lo demás, parecía estar bien.

- Esto quiere decir que Heleth está repitiendo lo que hizo en el concierto. No solo está robando la fuerza vital del planeta, sino de los humanos. Debemos detenerla - dijo con un rostro algo triste.

Mariko asintió a las palabras de la rubia y miró a Notah - Bueno, creo que el indicado para mostrarnos el camino ahora eres tú, ¿no crees? - sonrió confiada y tranquila. Parecía muy segura de su propuesta y dejándole la decisión al chico, miró a los demás.

- Si nos va a ocurrir algo parecido a la anterior batalla, tratarán de separarnos. Así que es mejor que nos organicemos en parejas al menos. Debe ser alguien en quien confíen ciegamente. Heleth tiene todavía a algunos de nuestros amigos y tiene a Scarlet Bat consigo - miró un momento afligida a Mamoru -. Y además de eso, tiene a Leticia y a Shado. Lo menos que debemos hacer ahora es darles la oportunidad de separarnos. Por eso, les pido que escojan sabiamente - y esperó.

Al contrario que todos los demás, aquel sitio no significaba nada para mí. Era sólo una playa más o menos bonita, pero a judgar por las caras y las miradas parecía que había sido algo malo para la mayoría de los presentes.

Para poder mantener los objetos tuve que mantener el aspecto de dragón, lo cual no era precisamente discreto. Pero en un momento con tantas vidas en juego la discreción me importaba entre nada y menos. El pendiente que tenía en el colgante emitía un leve calor que indicaba que el lugar era exactamente todo lo que decían. La intervención de Calíope nos daba vía libre, era casi como si el propio universo nos dijera que hiciéramos algo. Y llevar la contra al universo no suena como algo sabio, ni siquiera para mí.

Hasta que me dijeron básicamente que tenía que guiar... por algún motivo me sentía un poco fuera de lugar en aquello. Normalmente era del tipo que actuaba, pero tenía un objeto que podría ayudarnos a encontrar la fuente, así que asentí.

No tenemos mucho tiempo para elegir. Sea lo que sea que sucede aquí debemos detenerlo. Se han hecho muchos sacrificios como para caer ahora.

Apreté los dientes y el puño, que abría y cerraba la mano con fuerza. Lo que seguía era algo que no me gustaba, pero el tiempo corría en nuestra contra.

Irisu, Isabella, Katherine, Mamoru y Mariko. En vosotras confío, así que si alguna tiene dudas que se venga conmigo. También será bueno que los que mejor saben combatir acompañen a los que menos. Mamoru y yo sabemos defendernos con soltura.

Miré a mi compañero dragón con una ligera sonrisa, en realidad el decir aquello era decir a la vez que no era buena idea ir juntos y que confiaba en él lo suficiente para saber que podía confiarle la vida de otra persona que mae importaba. Aunque claro, aquello era algo que no pretendía reconocer abiertamente, ya había hablado de más sobre en quienes confiaba. Y para decirlo había tirado mucho de lo que mi parte más humana sentía.

"No, no estoy de acuerdo... Pero jamás desobedecería la palabra de Mi Rey" Pensó con cierta amargura. Con un ligero suspiro alzó la mirada y mostrando una sonrisa asintió.- Nosotros les acompañaremos.-Miró de un lado a otro mientras iban hablando, aunque su mirada se posó en Walker cuando este fue el primero en ofrecerse cómo compañero. Onírica sabía perfectamente que ella debía ir con alguien de ataque, pues sus habilidades estaban más enfocadas en el apoyo. Aún así no dijo nada, parecía debatirse consigo misma ¿Debía? Con un suave paso al frente y una cálida mirada a Walker.- Yo iré contigo. Mi especialidad en el combate es el apoyo.-Estaba viendo a Walker, pero sabía que detrás de aquello estaba Notah, era de las personas en quien más confiaba. No sólo eso, si no que era su mejor amigo en la tierra. Con otros tenía buenas relaciones, les preocupaba e incluso les quería, pero con ese chico... Era diferente simplemente.

Miró a Alioth, miradas que decían muchas cosas que no necesitaban palabras. Acarició el brazo de él, incluso le dio un apretón.- Ten cuidado, por favor. Sé que Umthil te acompañará y protegerá en mi lugar.-¿Un abrazo? No, no había hueco para eso. Con paso calmado fue hasta dónde estaba Walker y le dio un suave empujón amistoso.- Seré tu luz en la oscuridad. Espero que...Tú seas mi espada.-Aquello lo dijo con un tono animado.

-¿El Umti falso esta... sufriendo?

No podía soportar imaginarme le experiencia por la que estaría pasando ese ser.

-Si es así, debemos poner fin a su sufrimiento. No puedo creer que Heleth haya llegado tan lejos como para hacer algo tan desalmado. ¡Debemos detenerla!

Luego continuamos hablando de la situación actual, de cómo se parecía a aquella pelea en el estadio. Cuando Mariko sugirió dividirnos en parejas, instintivamente miré a Katherine.

Las palabras de Isabella hicieron que el aire despreocupado que tenía Mamoru consigo se fuese por completo. Tal como Hikari, miró todo el lugar. Era verdad. Allí era donde todo había comenzado, al menos esta ocasión. Una vez más, todo estaba en peligro. Y, aunque así fuese, no pudo sentir siquiera una profunda pena. Todo lo que él amaba estaba prácticamente perdido ya.

Escuchando a Alioth, habían muchas cosas a tener en cuenta. No sería una batalla... y con lo que diría Calíope, nada mejoraría. Bueno, no es que esperaba que pasase en primer lugar. A esas alturas, esperar un milagro era algo tonto.

Ante las palabras de Mariko, asintió. No obstante, cuando mencionó a Scarlet, el rubio apartó por un momento la mirada, apretando las manos por dentro de los bolsillos de su abrigo. Enfrentarse de nuevo a ella era casi una tortura; el simple hecho de tener que volver a escuchar su voz...

―Oye... ―cuando Walker lo metió en el grupo de "vosotras". Ya lo hacía de forma intencional, ¿verdad? No era un despiste. Al menos lo compensó con las últimas palabras. Eso inflaba un poco el ego de Mamoru, y el de Dawn, que seguía por allí, en algún lugar. Suspiró al ver la sonrisa de Walker y le sonrió un poco también, aunque solo un poco.

Vio que Isabella decidía irse con Walker, y por la mirada de Hikari que este tenía en cuenta a Katherine. De los que quedaban en el grupo, Mamoru no consideraba provechoso ir con alguno de ellos. Aquellos a los que tenía alguna confianza eran considerablemente más fuertes que él. No iba a aportar nada. Decidió no ser él quien escogiera. Tener que escoger... era algo incómodo. Ese tipo de cosas le traían no muy gratos recuerdos de la escuela.

El chico rubio que todos habían conocido durante el concierto, miró al rey con cierto reproche, expresión muy similar a la de Isabella, pero solo guardó silencio cuando este dijo que les acompañarían. Katherine aceptó de buena gana la compañía de Hikari, aunque Edward lo miró extrañada - Si eso quieres, está bien. Pero tal vez lo mejor sea ir más parejos - y miró a Calíope con rostro arrepentido. Ambos sabían que ir "equilibrados" implicaba ir separados.

Edward se acercó a Mamoru y puso una mano en su hombro. Era una especie de deuda de honor. A continuación, Mike se acercó a Katherine y Hikari - Creo que es mejor si los acompaño. Falta algo de músculo aquí - y les guiñó un ojo a sus autodesignados compañeros.

Haruka no parecía muy dispuesto a alejarse de Shiro Kasumi, y así lo demostró. Mariko se acercó a Notah y a Isabella para unirse a su grupo. Por último, Irisu se fue con Calíope. Y así, se podía decir que tenían grupos lo suficientemente equilibrados para entrar a encontrar lo que Heleth les había preparado. Sin más, el ritual daría comienzo.

El cielo empezaba a oscurecerse poco a poco y la nieve empezaba a entremezclarse con la arena de la playa. El tiempo sin duda no estaba a su favor, así que lo mejor sería moverse. Debían hacer algo y pronto. Con los grupos definidos, solo restaba cruzar el porta.

Alioth invocó la espada, la cual empezó a vibrar con fuerza, casi como resonando con la energía de su portador, pero también con la de ese Umhti falso. Era una sensación abrumadora. La espada zumbaba tan fuertemente que lo intenso de aquel chirrido podía llevarles a perder el equilibrio fácilmente. ¿Qué pasaba? ¿Acaso la espada se resistiría? Entonces, Alioth se cortó la palma de la mano, bañando la hoja de esta con su sangre y luego dejándola rodar. Como si la espada estuviera aceptando la ofrenda, brilló con intensidad absorbiendo la sangre. El rey empezó a murmurar la magia de la creación de la vida, esa magia antigua a la cual solo unos cuantos tenían acceso, y que era desconocida para todos, pero que habían visto actuar en el momento en que Tenma despertó a Quetkueni.

Un círculo de luz esmeralda se dibujó bajo sus pies, formando una circunferencia perfecta. El aire se agitó alrededor, despejando la nieve de la playa y descongelando levemente las aguas para responder a los deseos del rey. Este clavó con fuerza la espada escarlata en todo el centro del círculo y la fuerza del impacto generó una onda expansiva que los hizo retroceder varios pasos, mas no los derribo. El rey seguía sosteniendo la espada y la soltó solo segundos después para dar paso a una visión hermosa. Del círculo salía la forma de un árbol, cuyo tallo era la espada para luego expandir sus ramas y sus hojas y, por último, sus raíces. Las raíces zurcaban la superficie a gran velocidad. No podían verlo, pero estaban casi seguros que se extendían por toda la Tierra como vendajes para curar sus heridas o costuras para mantenerla unida. Umhti, el verdadero Umhti, estaba compartiendo su energía con la Tierra.

El rey soltó la espada jadeando, luciendo agotado por el esfuerzo, pero sonriente ante la realización de su logro - Umhti ha aceptado resguardar la Tierra. A partir de ahora, dependemos de ustedes - y miró a Isabella. No era como que hubieran intentado entrar al círculo, pero estaban muy seguros que de hacerlo, serían lanzados lejos por esa magia. Un campo de fuerza invisible los protegía tanto a el como a Alioth - Es hora de irse. Dejo a Heleth en sus manos y regresen con vida - y con esas palabras, Mariko tomó la cabeza del grupo y los guió hacia la cueva donde todo había comenzado.

Una vez dentro, pudieron percibir que la temperatura bajaba otra vez. Estaban cerca sin duda.

En algún punto, entre todo su silencio, Mamoru pensó que tendría que ir solo. Por una parte, eso lo hacía sentir más cómodo. No obstante, estaba claro que nadie iría solo en ese punto, y quien decidió acompañarlo fue Edward. Mamoru no consideraba que pudiese serle de demasiada ayuda al pelinegro, pero no se negó. Al sentir la mano del chico en su hombro, simplemente le asintió.

Todo lo que hizo Alioth fue... impresionante. Mamoru se mantuvo todo el rato con los ojos abiertos, observando con atención cada detalle de lo que sucedía. No estaba seguro de comprender en realidad la majestuosidad de lo que pasaba, pero desde luego era algo increíble. Ahora lo que pasase después de eso dependería de ellos, ¿eh? Volver con vida era una imagen demasiado optimista.

Al ser guiados por Mariko a la cueva, Mamoru se puso más sombrío. Si no hubiese dejado esa vez que Ruka fuese a la cueva; si no hubiese estado distanciado de ella entonces... quizá Heleth no habría conseguido que Scarlet despertase. Apretó los puños. Al mismo tiempo, con una llamarada de fuego que cubrió todo su cuerpo, el pequeño y enclenque Mamoru, se convirtió en Dawn.

―Si no llego a salir de esta, será mejor que cuides bien de la Sacerdotisa, Notah ―dijo Dawn, con su usual tono tosco. Prefería decir eso por si debían separarse en cualquier momento. Estando dentro de la cueva, el peligro ya era latente―. En el peor de los casos, fue un placer luchar con ustedes ―dijo la dragona a todos los demás. 

No era la primera vez que estaba en una situación así, sabía lo delicada que era. No se hacía ilusiones de salir viva de ese lugar, aunque tampoco tenía intenciones de morir. Y si lo haría, no lo haría sin antes estar seguro de que Scarlet se iría con él.

El ritual había sido impresionante: No sabía que el verdadero umthi era capaz de tal demostración de poder. Mi corazón se tranquilizó. Mientras el umthi estuviera protegiendo a la tierra, no tendríamos que preocuparnos por otra cosa que no fuera la batalla.

Con esa determinación, seguimos a Mariko hacia las cuevas. Una vez más, entraba en aquellos túneles, pero esta vez, estaba preparado, o eso creía.

La incorporación de Mariko a nuestro grupo fue respondida con un asentimiento de cabeza. Comprendía que quisiera venir con nosotros y sólo me ponía cumplir mi palabra un poco más fácil. Después volví a asentir ante las palabras del Rey, teníamos una oportunidad y un cronómetro sobre nuestras cabezas. Quizá, pensé en aquel momento mientras avanzábamos, alguien debería haberse quedado con el Rey, quizá todo aquello sólo era un cebo para acceder al verdadero Umti. Pero decidí confiar.

No fue hasta que ya habíamos avanzados algunos pasos que decidí girarme hacia mis compañeras, Isabella y Mariko.

Seré la dulce muerte sobre nuestros enemigos, seré el aliento que os alce cuando todo parezca perdido.

Entonces me permití una leve sonrisa, sutil y difícil de percibir. Después mi atención fue hacia Cursed Dawn, alzando ligeramente la nariz y casi evaluando o midiendo mis palabras, y es que en realidad una parte de mí deseaba aterrorizarla, decirle que si moría yo acabaría con Mariko. Darle una razón para no confiar en mí y que se obligara a sobrevivir. Y sin embargo a esa parte asquerosamente sentimental y humana de mí no le gustaba tratar así a una compañera y, quizá, una amiga. Cerré los ojos y asentí.

Si mueres, Mariko se pondrá muy triste, y me obligarás a luchar contra la muerte para traerte. Así que mejor intenta no morir sin un gran motivo ¿sí?

Una parte de mí quería sólo avanzar, no decir nada. Encontrar y actuar, aquello sí iba más conmigo, pero esta gente me estaba volviendo un poco más blando de lo que me gustaba. Sólo un poco. Gruñí un poco en voz baja mientras avanzábamos aunque no podía evitar sentir cierto orgullo por cómo mi compañera dragón confiaba en mí para cumplir una tarea de varios guardianes.

La presencia de el verdadero Umthil provocó que Isabella se quedara paralizada durante unos segundos. Sentir su energía cerca era cómo si el sol acariciase su piel una tarde de verano. Sonrió, Alioth estaba haciendo un gran esfuerzo, pero Umthil también. Ella sabía que jamás se habría negado a proteger a nadie, y menos habiendo gente inocente. Onírica hizo desaparecer su apariencia humana, del centro de su pecho salió un brillo blanco y azulado, lentamente su yo humana desapareció, dejando paso a la verdadera. El cabello azul de la Einar ondeaba con el viento, incluso sus largo vestido. Casi cómo un rito la joven comprobó de tener el colgante en su cuello y la pulsera en su muñeca dominante, que alguno de ellos desapareciese sería un gran choque para ella. 

Con suavidad se agachó y acarició el suelo, no estaba tocando el árbol directamente, pero sabía que él podía sentirla.- Gracias, gracias por protegerle a él y a los demás. No te fallaremos.-Quería pensar que era así. Tras aquello se levantó de dónde estaba y miró a sus compañeros ¿Ya debían partir? Algo en su interior le decía que aquella sería la última vez que estaría allí, aunque una parte más fuerte le instaba a luchar hasta el último aliento.- Ahora os sigo, darme un momento.

Con paso lento se encaminó hasta el "límite", aquel que sabía que no podía atravesar ya. Miró a Alioth unos segundos.- No puedo prometerte que volver, pero si no lo hago, búscame en tus sueños. Prometo estar esperándote, da igual si son 500 o 1000 años, te esperaré.-Alzó la mano cómo queriéndola acercar al hombre, pero la dejó en el aire. Se giró para irse, pero lo miró por encima del hombro con una sonrisa.- Te amé, te amo y amaré. No lo olvides.-El corazón se le había desbocado, pero debía decírselo. Con una sonrisa corrió para reunirse con los demás, tenía las manos frías por los nervios. 

- Demos todo y acabemos esta pesadilla.-Dijo al grupo, daba igual el final... Debían dar fin a la réplica.
 

Mariko miró a Walker con algo de extrañeza cuando le dijo aquello a Cursed Dawn, por lo que soltó un bufido - Es mejor que seas honesto y ya - y entró a la cueva.

Cuando Isabella se acercó al límite del portal que los separaba de la cúpula de energía que había formado Umhti, el rey se giró hacia esta. Le sonrió, mas se quedó congelado al escuchar las últimas palabras de ella. No era que se viera incómodo, solo altamente sorprendido. De hecho, cualquiera que se girara a mirar podría ver que el rey se había quedando mirándoles partir, además de haber dicho algo con un tono ya ineludible por la distancia que los separaba.

A medida que se adentraban en la cueva, el frío se hacía más fuerte, pero también el aire se hacía más pesado. Una extraña desesperación se podía palpar en las paredes y en el aire. Entonces, llegaron a lo que parecía un portal formado por raíces que se entrelazaban. Un patrón similar se formaba en el aire con una luz tenue de color verde. Si se acercaban lo suficiente, podrían ver una forma definida en ese resplandor:

Era un sello de algún tipo, que tal vez solo dos personas de los allí presentes podrían saber qué significaba. Se acercaron al portal y un grito desgarrador los aturdió, obligándoles a cubrir sus oídos. Lo agudo inestabilizó su equilibrio y se vieron atacados por un fuerte mareo. A pesar de esto, se siguieron acercando hasta llegar a esa barrera de tenue luz esmeralda.

Apenas pisaron el rango de esta, unas enormes raíces les dieron la bienvenida de una manera un tanto brusca, pues las raíces en las que se habían parado sin notarlo, emergieron de la tierra haciendo temblar todo a su alrededor. Era un espacio muy pequeño para que los dragones pudieran extender sus alas, pero lo suficientemente grande para caminar.

Mariko se giró hacia ustedes - ¡No se separen! - y como si hubiera servido de advertencia, las raíces les arrastraron dentro a una velocidad tan alta que el recorrido pudo haberles ocasionado vértigo. Cualquiera que hubiera intentado escapar se encontró atado por las enormes raíces de madera que habían tomado consciencia de su existencia, dejándolos caer por un enorme abismo del cual ya no habría salida. Sea cual fuere el destino que los esperara, ya no había vuelta atrás.

El sonido de aquel grito se intensificaba, haciéndoles perder la noción de su espacio y, como un llamado de auxilio de sus cerebros, una pérdida de consciencia.

Todo aún era confuso, borroso y frío. Muy frío. Tardaron unos segundos en reaccionar y darse cuenta que estaban tendidos en el frío suelo, pero no era solo una superficie plana en donde reposaban. Era un extenso pastizal bañado del rocío matutino. El viento frío soplaba con fuerza, pero más allá de considerarse amenazador, era reconfortante. Todo en ese lugar expresaba una enorme paz.

El aroma de las flores se levantaba cada que el viento las acariciaba, llenando el paisaje de sensaciones que podrían considerarse nuevas: colores nunca antes vistos, flores nuevas... ¿En verdad habían entrado a territorio enemigo?

Todo ese despliegue mágico de sensaciones hizo que no notaran hasta este momento que estaban de vuelta en su forma humana. Aunque intentaran transformarse de vuelta, no lo conseguían. ¿Por qué? Y a pesar de eso, había algo diferente: podían sentir su poder en control.