Partida Rol por web

-Ah... sois vosotros...- dice Mest, con un gesto que parece de decepción. -¿Qué créeis que haya sido ese sonido? ¿A lo mejor aplastaron a alguien? ¿Créeis que ha sido Errol? Seguro que ha sido ese imbécil de Errol...- dice, con sus ojos azules mirando hacia atrás. -Vaya imbécil, mira que... hacerse matar de un basilisco- mueve la cabeza negando de forma acongojada.

-Esto... ya que me quedé sin... mascota. ¿Queréis adoptarme? No tú, tú eres muy idiota- dice mirando en dirección a Leonore. -Tú, pareces listo y mucho más razonable que Errol. ¿Qué dices? Soy más útil de lo que parezco- comenta dándole la espalda al camino del que venís.

Cuando la pooka lo besó, Kyran dejó caer el arco para rodearla con sus brazos y atraerla hacia sí. Sus manos la sostuvieron de la cintura y respondió a sus labios con una pasión acicateada por la adrenalina. Le robó el aliento deleitándose con la calidez de su cuerpo y cuando se separó de él pudo ver de cerca sus pupilas dilatadas. 

Emitió una risa breve al ver cómo corría ella también en pos de los otros dos y se agachó para recoger el arco. Miró hacia el pelirrojo y asintió con la cabeza. Era un liante, pero un liante listo que había pillado al vuelo lo que tenía que hacer. Vale que había agregado el nombre de su mentor, pero el sátiro no iba a meterse en ello y si le odiaba tanto como para incluirlo en aquello, por algo sería. 

—Bien hecho, chaval —le dijo al pasar cerca de él—. Lo del espejo ha sido una idea de puta madre. Y lo de la sangre lo podemos hablar a la vuelta. Pero ahora vamos, puede ser peligroso que vayan ellos solos y tenemos que encontrar a Alice.

Dicho eso apretó el paso para seguir el eco de la carrera de Leonore y Neakail.

—¡Esperad! —les llamó, alzando la voz—. ¡Vamos con vosotros!

Al ver al fuego fatuo hay un aspaviento, pues era ahora cuando decidía esperarnos para que le siguiéramos y no antes. Al menos no podía decir nadie que el fuego fatuo había desaparecido, lo que pasaba es que era bastante travieso y no había esperado a nadie.

-_{^{¡A buenas horas!}}- le reprocho cruzándome de brazos, para que vea que no estoy contenta. Pero vuelve a irse y atravesando una pared. _{^{-¡No, espera!}}- le grito, o lo intento, porque no quería que se marchara por reproche. En realidad no estaba enfadada, solo quería que nos hubiera esperado, es lo correcto y lo que había que hacer por educación.

Me giro a Neakail.

^{_{-¿Sabes atravesar paredes?}}- le miro con un interrogante, porque yo no me veía capaz de pasar por el camino por el que supuestamente había ido Alice. Lo que se oye tras nosotros no me alienta a dar media vuelta tampoco. Aunque una voz hace que me sobresalte, es Mest sin su pelirrojo.

¿Por qué no ha ido con él? ¿Se habrán enfadado?

^{_{-¿Te has enfadado con tu pelirrojo? Yo no sé por qué no ha querido hacer el trato con el dragón, aunque lo entiendo porque era un dragón bastante maleducado-}} asiento ligeramente para mí.

El fuego fatuo les había esperado. Eso era, sin duda, buena señal. Algo de inteligencia debía tener, aun cuando... ¡La puta pared! 

- ¡No!  - exclama, casi de forma coral de Leonore. - ¡Su puta madre! - añade por su cuenta, percatándose después de la presencia de Mest. Preguntándose en que momento se había separado del grupo... ¿antes o después del puto basilisco?

Le interrogaría, le reprocharía... aunque fuera por encontrar el mero desahogo que regala a veces el refunfuñar. Pero el fuego se iba y no había tiempo. Podrían seguir el tunel, pero perderían tiempo y quizá fuera en dirección opuesta a la que había ido el fuego. Así pues, ignorando las palabras de Mest, aquel golpe que no había sonado bien y respondiendo la pregunta de Leonore:

- Déjanos cruzar al otro lado de la pared - susurra, procediendo después a una danza particular:

El olor almizclado de Kyran aún amenazaba con hacer ronronear a Deanna mientras proseguía, impregnado en su suave pelaje, y en su ropa, después de que la hubiese apretado contra su cuerpo. El corazón le latía desbocado, por la euforia del momento y por el miedo que había pasado. 

- Para nada. Era previsible. Que sacaras una puerta y enfocases al bicho con su propio reflejo... Estaba cantado, fijo. Y es una pena no haber podido jurar. Tenía unas ganas tremendas de comprometerme a hacer lo que nos dijera ese bicho.-dijo, avanzando a su lado, respondiendo a su pregunta, con una sonrisa, para luego parpadear, quedándose quieta, durante un instante- Sí claro, lo sabe todo el mundo. Y diamantes también. -respondió a su pregunta, dibujando una expresión confusa- ¿A qué te refieres con una tía igualita que yo?- preguntó, agarrándolo del hombro, acercándosele, como si de pronto el que respondiese a esa pregunta lo fuese todo para ella- Y sin bromas. ¿Una tia como yo? Quieres decir... ¿Como un doble? ¿Con las mismas orejas preciosas, el mismo pelo...? ¿Tenía los ojos igual que yo, o los dos iguales? ¿O todo era... Una media verdad? - dijo, asaetándolo a preguntas, antes de continuar, soltándolo. 

Se me hinchó el pecho como el de una paloma al oír las cosas que decía el sátiro. Vale que podía haberse extendido un poco más, que me lo había ganado de sobra... Pero bueno, al menos se daba cuenta de que había sido la hostia. Y desde luego a él le había librado de un buen problema. Tendría que acordarme de pedirle el teléfono luego, por si en algún momento necesitaba que me lo devolviera.

—Sí, ellos solos... —dije negando con la cabeza, hablando sin decir nada de la inutilidad de los dos que se habían pirado. Estaba claro que los héroes somos los que habíamos derrotado a un maldito basilisco. Luego apreté un poco el paso.

Acto seguido, las palabras de la pooka supusieron un cumplido en condiciones precisamente por negar todas las cosas que yo sabía. Seguí caminando, más animado, aunque cuando me agarró del hombro me quedé quieto yo también. La verdad es que no tenía muy claro si estaba usando lo de su doble como excusa para acercarse más, o iba en serio. Es que además, coño, había dicho que sin bromas, la maldita pooka, y eso podía ser justamente lo contrario... O eso mismo. Por un lado era normal que quisiera pegarse a mí. Ahora era un puto héroe: las pibitas iban a hacer cola, estaba claro. Pero por otro, faltaban unos cuantos ronroneos en el aire para creer que era sólo eso.

—Ojos iguales, sí —dije como si eso no fuera tan importante—. Arabella. Una mentora de puta madre en lo de matar basiliscos y... —Puse cara de interesante—. En otras cosas. Una lianta de puta madre, encantada de tener un Cluricháun cerca. La más hábil ladrona del Reino de las Manzanas.

Tras esas palabras miré hacia adelante, indeciso. Si el sátiro había seguido caminando era un buen motivo para continuar... Pero también para quedarnos.

- ¿Q-qué?- dijo, tras escuchar ese nombre- ¿Dónde...? ¿Cómo puede... ? Espera... A ver... ¿Estás hablando en serio?- preguntó, haciendo de pronto un verdadero esfuerzo por tratar de mantener la calma- Bella, mi Bella... ¿Es tu mentora? Pero... ¿Qué edad tienes tú? ¿Qué edad tiene... Ella? ¿Cuándo pasó todo eso? 

-¿Enfadado? !Claro que me he enfadado! ¡Mira que hacer algo tan estúpido!- protesta Mest refunfuñando. -Y no era un dragón, era un puto basilisco. ¿Cómo la soportáis?- dice exasperado. -Eh, chico, no me ignores. Te estoy hablando... sé que puedes oírme. Ni tú eres tan banal como para no escucharme- le espeta acercándose hacia él.

Neakail realiza su danza con rapidez y posa ambas manos sobre la roca sólida. Su susurro es suficiente para generar un ruido de vibración en el muro. Pronto una pequeña línea luminosa marca la silueta de un rectángulo del tamaño de Neakail, y a vuestros pies todo el túnel comienza a vibrar lentamente.

Lentamente aquella sección del muro gira hacia afuera, como una pesada puerta de roca sólida que siempre hubiese estado allí, revelando una habitación del otro lado: oscura y polvosa, no podéis ver muy bien, pero podéis sentir que del otro lado de la puerta se encuentra la fría sensación del mundo otoñal, y que este portal os permitirá salir del Ensueño. Sin embargo, es difícil decir de dónde o cómo y no tenéis lumbre para ayudaros, ni siquiera la del fuego fatuo.

Mientras observáis lo que sucede, podéis escuchar una voz que viene de dónde estaban vuestros compañeros (y el basilisco): —¡Esperad! —parece Kyran —. ¡Vamos con vosotros!-

* * * 

-¿Y si nos separamos?- suenas dubitativo. Eras joven, o al menos eso crees.

-Pues nos separamos y ya está. No nos vemos nunca más- te costaba saber si lo que decía era verdad, era mentira, o era muy Pooka de parte de tu mentora.

-Me refiero... Si tienes que escapar antes... o yo tengo que escapar, ¿Cómo nos reunimos nuevamente?- insistes, temeroso.

-No vamos a tener que separarnos. ¿Entendido? Tengo todo minuciosamente calculado- pero esta vez tenías la impresión algo más fuerte de que mentía. Suspiras exasperado, pero no dices nada más.

* * *

-Bien. Te ayudaré- suenas más seguro, han pasado algunos años. Pero se siente diferente. -Te debo una o dos cosas. Con esto estamos a mano- negocias con tu mentora.

-Me debes un millón, copón. Y con esto, estaríamos novecientos noventa y nueve mil novecientos noventa y nueve a uno.- responde ella con seriedad.

-Nos van a matar a ambos. El barón Orkney tiene vínculos con la corte sombría. Si llegan a encontrarnos, no vamos a salir vivos de esta. ¿De verdad vale la pena una cría que ni es capaz de hablar?- Arabella sisea amenazantemente. Mensaje recibido, tema sensible.

-Orkney es un cerdo. Lleva años criando a infantiles, para convertirlas en parte de su harem. Les lava el cerebro, y si entran en crisálida... así que el plan es sencillo. Esta noche planea mover a sus prisioneros a otra mansión. Tu generas una distracción y yo salto sobre su pedófilo cuello y le clavo esto- dice mientras saca una caja negra que destapa. En su interior, una hoja plateada refleja la pálida luz de la lámpara y te hace sentir incómodo inmediatamente: se trata de una daga de hierro frío.

-No, esta vez no. Quieres mi ayuda, será en mis términos. Yo salto con la daga sobre el cabrón, tú te llevas a tu hermana lejos y no nos volvemos a ver nunca más.- la miras con la misma severidad, disimulando todas sus dudas. Ella no parece dispuesta a protestar.

* * *

Tienes recuerdos inconexos, rotos, incompletos. Caóticas escenas de gritos, fuego, el sabor a humo en tu boca, el olor ceniciento en tu nariz, la sensación en la boca del estómago de que todo había salido terriblemente mal. Tú, buscando una vía de escape por entre las sombras de árboles y las llamas creciendo. La imagen de Arabella contra un tronco, sosteniendo en sus brazos a una pequeña niña de dos años con los ojos de colores diferentes y orejas de gato, y las voces de vuestros enemigos buscándoos.

-**!- su voz es débil. Hay una daga de hierro frío clavada en su estómago. Una que recuerdas muy bien. -Llévatela. No puedo hacerlo yo.- dice en referencia a la pequeña. Sientes rabia, impotencia, una frustración inmensa, y miedo.

-No seas idiota, nos iremos...- pero ella te interrumpe.

-Os alcanzo luego. No puedo... ahora- tose sangre. La niña comienza a asustarse. -Ve... corre. Os alcanzo luego- mentía. Cuando un Changeling muere por Hierro Frío, su alma jamás reencarna nuevamente. Este era el final del camino para Arabella.

Tomas a la niña entre brazos. Sabes que los hombres del duque están cerca. Tragas saliva. Debes irte y dejar allí a tu mentora. Lo sabes. Tus músculos reaccionan lentamente.

-Ahora sí estamos a mano- susurra ella, mientras le das la espalda.

* * *

Todo es confuso, pero aquello... aquello sucedió hace más de 100 años. El aire victoriano de los vestidos, de las cosas. No fue reciente, fue hace una o dos vidas atrás. Tampoco recuerdas mucho de Deanna, aunque en tu memoria sabes que la cargaste. Te separaste de ella pronto, pero no estás seguro de cómo o en qué circunstancias. Había cientos de otros recuerdos, algunos felices, otros menos, pero necesitabas poner tu cabeza más en orden. Pero ciertamente, el final no había sido lo que esperabas...

Errol y Deanna se detienen mientras Kyran intenta avanzar, ganando distancia entre ambos. Es cuando el Sátiro siente una vibración en la tierra, como si las rocas del túnel estuviesen reaccionando a algo. La oscuridad es profunda y no está seguro de poder ver lo que ocurre más adelante. Sin embargo, sí que escucha la voz de sus compañeros que se han dejado de mover, y los extraños y variados sonidos de las quimeras a su alrededor.

Luego escucha un ruido seco, algo se ha movido, pero tampoco podría distinguir qué. ¿Había aparecido algo imprevisto más adelante? ¿Estaba el Ensueño cambiando? Nada parece cambiar en teoría y no obstante, sentía que algo estaba sucediendo.

Kyran no detuvo su paso al notar que la cueva parecía vibrar, pero su ceño se frunció un poco. Miró por encima del hombro y lanzo su voz hacia los dos que se estaban quedando atrás, ajeno por completo a su conversación.

-¡Vamos, joder! -les apuró-. ¡Ya hablaréis después!

Tras esas palabras apretó más su caminar hasta que prácticamente se convirtió en una carrera. No estaba seguro de saber de dónde le nacía esa necesidad de comprobar que Leonore y Neakail estaban bien, pero cuánto más parecía cambiar el Ensueño, más prisa sentía por alcanzarlos.

Con los pies aún quietos y los ojos puestos en la pooka, de repente el momento pareció cambiar bastante. Vale, lo de Arabella había sido más cortarrollos de lo que pensaba. Suspiré y me llevé pulgar e índice a los ojos para frotármelos. Quizá decir eso había sido una mala decisión. Ahora ni la tía buena ni yo íbamos a estar centrados. Al menos, el basilisco ya estaba muerto.

—En otra vida, hace más de cien años —le dije, pero la prisa del sátiro me hizo llevar la vista en su dirección.

—¡Ya vamos!

Sabía que debíamos seguirlo, pero de repente empatizaba con la pooka más de lo que habría querido. Si yo perdiese a Steph... Joder, este era uno de esos momentos que si pasan en otra circunstancia le bajan cualquier erección—. No me acordaba hasta ahora —continué, tirando un poco de ella para seguir avanzando. A partir de ahí mi actitud cambió. No era fácil que me dejase de chorradas, pero entre esta pooka y la otra lo habían conseguido—. Tú eras un bebé y te tenía un puto barón para explotarte sexualmente en cuanto fueras una cría. Tu hermana quiso montar una misión suicida para sacarte de ahí... Era una puta locura, así que parte del plan era no volver a vernos luego, porque iban a darnos caza.

—Yo te saqué de allí, y creo que esa fue la última vez que la vi, aunque no estoy seguro del todo.

Vale, eso era demasiado tiempo de seriedad. Y como siguiésemos por ese camino no íbamos a pillar al sátiro en la puta vida. Así que di un paso a un lado para mirarla de arriba a abajo y recobré un poco la compostura, que en este caso quería decir dejar de parecer un puto amargado.

—Y joder, cómo has crecido, ¿eh? —añadí con una media sonrisa—. Venga, hablamos luego.

Y con esas palabras eché a correr. En otras circunstancias esa misma frase era previa a pensar en cómo escaquearme para evitar la charla. Odiaba las conversaciones difíciles. Todas ellas se volvían más fáciles si uno desaparecía y la otra persona daba por hecho lo que quisiera. Como que estaba muerto. Vale, ese no era un buen ejemplo. Pero en este caso sí esperaba tener esa conversación. Era algo que sentía que le debía a alguien... Aunque estuviéramos a la par.

El ex amigo del pelirrojo quiere ser ahora amigo de Neakail y parece un poco exaltado. Seguramente es porque no sabe que a Neakail no le gusta mucho hablar, ni conocer gente nueva, pero ya lo iría sabiendo si iban a ser amigos. Él mismo hace algo que bien podría haberme ayudado cuando llamaba al fuego fatuo, pero ya era tarde. Frunzo levemente el ceño porque no sabía que podía atravesar paredes.

-_{^{Si sabías atravesar paredes no tenías por qué escuchar detrás de la puerta de Lady Ban}}- le digo y luego miro tras nosotros, pues se oyen las voces del resto. -_{^{Hay que esperarles, tenemos que ir juntos y no podemos perdernos u Orsi se enfadará.}}

No era la primera vez que hacía algo así, pero quizá si que se trataba de la ocasión más espectacular. Cuando la piedra se mueve, les abre paso a la oscuridad. Al otro lado de la parece parece que... ¿acababa el ensueño?.

- ¿El fuego ha salido del Ensueño? - murmura, extrañado y sorprendido por aquel movimiento extraño. Sin embargo, había ido para allá y el tiempo no se detenía, consciente de que aquel portal se acabará cerrando. Duraban pocos minutos.

En ese momento, algo le hace mirar hacia la dirección de donde habían venido. A priori, parece la voz de Kyran y acaba diciendo algo que bien podía también responder a lo que acababa de decir Leonore. 

- ¡Dos prisa, teneís un minuto! - dice de vuelta en esa dirección, mirando despues a la sluagh - Orsy tiene motivos peores por los que enfadarse. Tienen un minuto, el portal se va a cerrar. Si tardan más, cruzaremos sin ellos.

- Hace más de cien años...-dijo, de pronto decepcionada y desconsolada, respirando hondo- Claro. Me acuerdo... Me acuerdo perfectamente. Tanto como para... Tener que preguntarte cientos, miles de cosas.-respondió, dejándose llevar, notando cómo la voz le temblaba y una suerte de tristeza indefinida se alojaba en su pecho. 

Durante un instante, Bella había sido algo presente. Había pensado en aquello que llevaba esperando durante años, y hasta se había indignado, momentáneamente, preguntándose que, de haber ocurrido, por qué aquella imagen suya que era Arabella, no la había buscado. Y sin embargo, todo, finalmente y como siempre, quedaba en el pasado. Un pasado del que a penas recordaba nada. Tan sólo unos retazos.

Unos retazos tan valiosos como sus preciosas orejas suaves y su instinto felino, se dijo, mientras echaba también a correr. 

Kyran aparece corriendo en medio de la oscuridad, aparentemente intacto. Detrás de él viene Deanna y Errol, ambos tan completos como habían estado atrás. De nuevo estáis reunidos y es entonces cuando el Clurichaun nota a Mest con sus ojos azulados, quien le lanza una mirada ofendida y se dirige hacia el agujero a la izquierda, mumurando un -gilipollas-

Entonces notáis que justamente, sobre la pared sólida, vuestro compañero Nocker parece haber abierto una abertura rectángulas sobre la roca sólida, del tamaño de una puerta, que lleva hacia un cuarto oscuro del otro lado. Podéis sentir el linde del Ensueño y el frío exterior del mundo otoñal. Del otro lado se estaba fuera de las caóticas energías de esta dimensión, y la oscuridad sólo permitía ver siluetas imperfectas de un cuarto sumido en las tinieblas.

No hay más que silencio de éste lado del túnel y del otro, y sin embargo, como siempre, la incertidumbre parce estar pisándoos los talones mientras el tiempo, ciertamente, apremiaba.

Apenas había tenido tiempo de asentir a Deanna antes de echar a correr. Mientras lo hacía traté de centrarme en lo que había pasado antes de esa conversación, más que en los recuerdos de Arabella y ese tipo de cosas serias. En lo que habíamos conseguido. Al hacerlo me sentí bien. Poderoso. Con una sonrisa en la boca apreté el paso, y al llegar adonde los otros y ver a Mest le hice un gesto de victoria.

—Cobarde —le dije con complicidad, más metiéndome con él que otra cosa—. Hemos ganado por paliza. Estaba controlado.

Dicho eso analicé un poco mejor la situación. No entendí muy bien qué hacían marchándose de donde estábamos, aunque no sería yo quien se quejase de volver al mundo otoñal. Sin embargo...

—¿Qué ha pasado? —les pregunté—. ¿Y el fuego fatuo? ¿Y Alice?

Kyran detuvo la carrera al alcanzar a los chiquillos que habían tomado la delantera. Se pasó una mano por el pelo, colocándolo en su lugar y se colgó el arco del hombro, como lo había llevado antes. Miró alrededor, a la puerta abierta, a Leonore y Neakail y finalmente también a la quimera huidiza, tratando de hacerse una idea de la situación. 

El pelirrojo puso en voz alta las dudas que él mismo también tenía, así que sólo se cruzó de brazos, esperando que alguien explicase lo que estaba pasando. Y, mientras tanto, sus ojos estudiaron con más atención a la sluagh y el nocker, comprobando que estuviesen sanos y salvos, aunque esa preocupación no se la iba a reconocer ni a sí mismo.