Partida Rol por web

- Bueno, ya estamos todos. Eneko ha sufrido un pequeño... Percance- dijo la voz del súper, sonando esa vez más siniestra e imponente que las veces anteriores. Hubo un silencio que duró varios minutos, pero después se le volvió a escuchar en el confesionario-. Debajo del sillón encontraréis un traje ignífugo... Os hará falta, al menos a uno de vosotros- comentó, siendo evidente que disfrutaba con aquello.
De repente y antes de que pudieran darse cuenta, algo en los rincones comenzó a incendiarse. No consiguieron distinguir qué exactamente pero el fuego se propagó rápidamente y comenzó a rodearles. Era obvio que el traje les haría falta y que sólo podría usarlo uno.

El fornido Antxon vacila un momento creyendo que es una broma pesada, pero luego corre hacia el traje desesperado y empieza a ponérselo.

-No sé qué está pasando, pero yo no quiero morir quemado. Lo siento chicos. Intentaré echar la puerta abajo para poder sacaros, pero el traje es mío!

Me quedé varios segundos en blanco, el Super, las llamas, el traje...

Cuando recobré la conciencia Antxon corría hacia el traje. No hacía falta ser muy listo para ver que alguien como yo no tenía nada que hacer con aquellos dos fornidos. Mi única baza era apoyarme en alguno de ellos, o en ambos.

- Antxon, quedate el traje. ¡ Pero por tu madre que echas esa puerta abajo o de aquí no sale nadie vivo!

Dije echandome una mano a la espalda como si llevar algún objeto afilado. No parecería muy verosímil sin camisa y con los pantalones de ayer, pero esperaba que con la tensión del momento ni lo pensara; y la amenaza fuera el empujoncito necesario para que aquellos... ¿85 quilos? echaran una puerta abajo.

- Bienvenidos a Bloody Big Brother...- dijo la voz siniestra de aquel nuevo súper, riéndose a carcajadas, sonando de lo más tétrico.
Los concursantes estaban acorralados, las llamas cada vez estaban más cerca. Entendieron que el lugar había sido rociado con gasolina y por eso se propagaba tan rápido. Empezaban a sentir el calor en su piel, empezaban a quemarse lentamente... Y por el nombre del concurso entendieron que aquella edición no era como la esperaban. Todo había cambiado.

Antxon, con el traje ya puesto, intenta salvar a sus compañeros echando la puerta abajo. Coge carrerilla y...

Antxon consiguió tirar la puerta abajo con su increíble fuerza, llevando consigo el traje e impidiendo así que las llamas le envolvieran. Cuando miró hacia fuera se dio cuenta de que las dificultades no acabarían ahí. Si conseguían salir los tres con vida se tendrían que enfrentar a un jardín repleto de plantas carnívoras que amenazaban con devorarles. Eran altas y entre los tallos se podía pasar, siempre y cuando se tuviera gran agilidad para hacerlo.
Sin embargo, aún tenían que salir del confesionario en llamas y sus compañeros probar suerte para esquivarlas sin quemarse vivos.

|Confesionario|
Ojalá lo supiese... No creo que sea para otra votación, no tendría sentido... saludo a la chica con un leve movimiento de cabeza y me siento en el suelo con la espalda apollada en la pared y la cabeza mirando al techo. Joder qué hambre... No había tenido ni tiempo de pillar un soso vaso de leche.

Los ojos de Ezequiel parecen los de un conejo desollado, casi fuera de sus órbitas. Se lleva las manos a la cara, con los músculos de los brazos tensos, crispados. Y grita.

- ¡DIOOOOS!- sale de su garganta atea por entre los dientes a punto de estallar. Ni siquiera siente cómo ese grito le desgarra. Y su cabeza..., su cabeza es la de un pajarillo asustado que se mueve a espasmos, mirando a cualquier parte sin ver más que una muerte segura. Dicen que, en estos casos, a uno se le pasa la vida por delante. Mentira. El cerebro candente de Ezequiel sólo tiene espacio para un terror tan intenso que le nubla la vista y adormece su instinto de supervivencia. Lo acuna manteniéndolo rígido y sólo le dá licencia para volver a invocar a ése en quien no cree.- ¡¡¡ DIOOOSS !!!

 Podría haber incluso tres trajes ignífugos en esa sala, además de un extintor de carga infinita. Zeke habría ardido de todas maneras. Aquello era demasiado para el niño pijo, cobarde y pusilánime que en el fondo es. Ni siquiera pudo percatarse de la maniobra de Rusty, echándose esa mano a la espalda, o la rapidez de Antxón en hacerse con el salvavidas. Sólo hay fuego y calor. Y miedo.

 Pero también hay un puerta que se viene abajo, y ahí es cuando el horror deja por un instante de cantar su nana y Zeke despierta. Una salida que se revela al tiempo que le sobreviene un acceso de tos y llanto. No hay otra forma.

Antxon se levanta aturdido, visualizando una puerta partida en trozos en el suelo y se agarra un poco el hombro, el cual tiene un poco tocado. Es como aquellas veces que duermes de un solo lado y te levantas con el hombro dolorido, pero enseguida recuerda qué hace allí y la adrenalina hace que deje de sentir dolor al instante.

-¡Ezequiel! ¡Rusty! ¡¿A qué coño esperáis?!

Se queda mirando alrededor y ve plantas carnívoras y no puede reprimir un grito.

-¿Quién ha puesto esto aquí? ¡Si hace media hora que entré y no estaba! ¡Las putas plantas no crecen en una hora me cago en Dios! ¡¿QUERÉIS DAROS PRISA?!

Tras mis palabras me percato de que el resto ya esra dentro del confesionario. -De verdad que estoy cuajada -pienso para mi mientras abro la puerta para entrar

Ezequiel y Rusty consiguen salir del confesionario, aunque lo hacían envueltos en llamas. Habían conseguido esquivar algunas pero no todas pues el fuego se había propagado demasiado rápido y les había acorralado. Habían atravesado literamente las llamas y eso tenía consecuencias. Si no apagaban pronto el fuego que cubría todo su cuerpo morirían abrasados.
Además, pocos metros les separaban del bosque de plantas carnívoras, que parecieron sonreír al verles. Estaban hambrientas y todas esperaban el momento en que se adentraran entre ellas.

Antxon espera muy impaciente a que los demás salgan. Intentará salvar de las llamas al primero que consiga ver salir por la puerta, ya que no está dispuesto a entrar en ese infierno, porque sabe que los trajes ignífugos no duran una eternidad y acaban quemándose. Así que, con la esperanza de poder tener un compañero que pueda ayudarle a superar las plantas carnívoras y poder salir de esta mierda de lugar, intenta escudriñar en la oscuridad a ver quién es el que va a poder lograr salir primero.

Salgo del confesionario cubriéndome la cara con el brazo, justo cuando me siento fuera y empiezo a recobrar algo de esperanzas noto como la pernera del pantalón empieza a aferrarse a la piel con un dolor que jamás había sentido antes, mientras estaba envuelto en llamas no podía pensar en nada, pero ahora me daba cuenta de que todo yo era una puñetera antorcha. Me lanzo al suelo casi por instinto y empiezo a rodar lentamente, me siento magullado y con cada giro el dolor se hace mas fuerte. En un último aliento miro a Antxon con los ojos vidriosos y la cara llena de hollín. Y mientras tiendo una mano despellejada y de color negruzco hacia la fría careta del traje ignífugo lanzo una última súplica por mi vida.

- Ayudame, porfavor, ayu...

El dolor se vuelve insoportable y no logro articular más palabras. Impotente me retuerzo en el suelo mientras rezo para que termine este suplicio.

- Muy buenas, chicas- dijo la voz del súper.
Se dieron cuenta de repente que no era la misma voz femenina que habían escuchado desde que comenzó el concurso. Era un hombre, mucho más imponente y siniestro. Arrastraba las palabras y parecía disfrutar por algo que ellas no lograban entender... Aún.
- Debajo del sillón encontraréis un traje ignífugo... Os hará falta, al menos a una de vosotras- dijo aquella siniestra voz, mientras en cada rincón del confesionario se creaban diferentes incendios, propagándose rápidamente para crear un círculo de fuego alrededor de las tres concursantes.

 Zeke siempre había cuidado su piel. Limpiadores faciales con aroma de lavanda y estragón, aftershaves sin alcohol, exfoliantes de microesferas blancas en agua de manantial, tónicos de esencias cítricas y bálsamos de complejo T-10. Oler su cara después del afeitado era como darse un paseo por Rivendel en primavera. Ideal.

 Ahora, tirado en suelo y retorciéndose, gritando como un animal por el dolor físico más intenso que existe,...su piel ya no está tan hidratada. Ni mucho menos.

 Algunas tiras de pellejo, unas más pequeñas y otra más grandes, quedan adheridas al piso y se funden humeantes mientras se revuelca. Gira sobre sí mismo, a un lado y otro mientras parte de su cuerpo arde. El fuego destruye la carne, la carboniza..., y ya no huele a lavanda y estragón.

 Más bien a sudor quemado y tocino de cerdo a la brasa.

... Qué cojones... En serio?! Pero que mierda de programa era este?! Eramos tres, joder!! Miro a las dos chicas con los ojos como platos. Igual había alguna manera de salvarse las tres, o al menos dos... Mierda... Qué... Qué hacemos? Qué ha pasado? Quién es ese?! Joder!!

| CONFESIONARIO |

- ¿Qué ha pasado? ¿No te ha quedado claro? ¡Vamos a morir quemadas! Bueno, rectifico... VÁIS a morir quemadas- dije, mientras el pánico se apoderaba de mí y me lanzaba corriendo hacia el suelo, cerca del sillón. Cogí el traje y empecé a ponérmelo-. Lo siento chicas, pero yo no quiero morir aquí y mucho menos quemada- comenté, mientras mi voz empezaba a sonar entrecortada por la tos que me provocaba el humo.
No me importaban ellas ni me importaba nada, solo yo.