Partida Rol por web

- No ha muerto, pero me consta que agoniza - Replico en cuanto a su comentario sobre la caballerosidad.

Me pongo al volante y río ante su ocurrencia - Tranquila, es un coche, no una nave espacial. Siéntate cómoda. Lo cierto es que he traído este coche porque me da suerte. No lo saco cada día, ya que es una edición limitada conmemorativa de las 500 millas de Indianapolis, sólo fabricaron quinientos como este. - Cuando le digo esto señalo con el pulgar al logotipo bordado en el reposacabezas.

Arranco el motor y me pongo en marcha. El ronroneo del corazón de esta fiera acaricia con un suave cosquilleo nuestros cuerpos.

- Ummm... Motor V8 con 400 caballos - Mi cara es de satisfacción.

Al cabo de pocos instantes, tras un certero golpe de gas, estamos inmersos en el flujo de coches que se mueven por las arterias de la ciudad un día como aquél.

- Perdona si te doy la brasa, pero los coches me gustan bastante, en especial éste, y a veces pierdo la noción de lo razonable y hablo demasiado cuando quizá el tema no resulta interesante para quien me escucha. Te doy permiso para darme una colleja cuando esto suceda. - Le aseguro con media sonrisa - De hecho, te lo agradeceré.

Diane rió ante las palabras de Gregor.

- No te preocupes... a mi me pasa lo mismo cuando hablo de ordenadores. Soy una de esas personas que se gastan el triple en ordenadores que en coches... que no tengo, por cierto. Y aunque no sea una máquina espacial... es una máquina. Cuando empecé a... mostrar mis habilidades, descubrí una cosa: nada de tocar máquinas directamente si estoy nerviosa. Aunque lo controlo bastante bien ya, la verdad...

Observó el coche con más atención.

- Un v8... entonces el consumo debe ser alto. Transmisión manual, supongo. ¿lleva un ordenador regulando inyección y demás, al estilo más europeo, o es más estilo americano?

Acabais llendo al Boston Common, y pasas un sabado agradable en compañia de tu hermana y tu hijo. Nathan te cuenta que va bien en los estudios, y que te confiesa que ha tenido una pelea con otro compañero por una chica que le gusta de su clase, Bethany Wright.

Tu hermana te cuenta que le va muy bien en el hospital, en lo personal ha salido con algunos chicos ultimamente, pero ninguno en serio. El ultimo es un bombero llamado Paul Allen, pero el buscaba algo mas serio, y ella lo dejo con el.

Sonrío ante las palabras de Diane y asiento cuando me explica el por qué prefiere no tocar las máquinas. Entiendo que debe tener alguno de ésos poderes que permiten interactuar con ordenadores y demás. He oído algo de eso alguna vez, pero es la primera vez que conozco a alguien con este poder. 

- Sí, el consumo es bastante alto, pero el placer que proporciona conducirlo lo compensa. - Respondo sobre el coche - Tiene transmisión manual de seis velocidades - Indico mostrándole el cambio de marchas, al tiempo que lo acciono para subir de marcha incorporándome al carril de más a la izquierda, ganando velocidad. Conduzco con seguridad, sin ser temerario, pero pisándole cuando la carretera lo permite. - Tiene inyección directa. Es un coche americano de pura cepa. - Concluyo con un deje de orgullo patrio en mi voz.

Con suavidad, esperando no incomodarla, comienzo a hablar de los poderes que me ha comentado que tiene - Entonces, por lo que dices, tienes un sentimiento especial para con las máquinas. ¿Puedo preguntarte cómo es eso? Me refiero a qué es lo que sientes cuando te comunicas con una máquina. - La miro de reojo un instante, viendo como intenta ordenar las ideas para responderme algo que yo pueda entender.

La Ducati de Hicks volaba por la Autopista 93 en dirección a los muelles de la ciudad. Siempre le había gustado ver el agua, los barcos, el río, la bahía... le proporcionaban cierta paz, cierta sensación de calma. La manera pausada y a la vez inexorable en la cual los diferentes cargueros atracaban en las correspondientes dársenas... el modo en el cual las grandes y pesadas grúas cargaban y descargaban aquellos descomunales contenedores y, en definitiva, todo el vaivén de gente yendo de un lado a otro proporcionaban a Hicks la idea de un conglomerado de funcionalidad y eficiencia que contrastaba con la vorágine de sensaciones que campaban por su mente. Pero allí tranquilamente podría pensar.

Lo había conseguido... era detective de Policía. Y estaba feliz por ello, ¡qué demonios! Pero la confianza que le acompañó durante su época en la Academia y sus primeros años como agente no iba a volver tan fácilmente... por muchas placas brillantes que le concediesen. ¿Era hora de dar un paso más? ¿Quizá era éste el punto de inflexión al cual siempre aludía la Doctora Heim en el cual habría que empezar a hablar de una recuperación progresiva? Andrew Hicks no era un cobarde... no era cobardía lo que sentía, lo había dicho mil veces. Y quizá precisamente movido un inconsciente arrojo de valentía tomó con fuerza el pequeño frasco que guardaba en el bolsillo de su chaqueta y lo lanzó en dirección al agua.

Aquella noche no consiguió dormir... necesitaba el contenido del frasco.

Antes incluso que comenzara a salir el sol Andrew ya estaba activo. De forma compulsiva había limpiado su casa, ordenado la ropa e incluso había movido de sitio algunos muebles. Todo seguía estando igual que cuando vivían allí sus padres y eso le angustiaba sin saberlo. En su mente se formaba la posibilidad de comprar muebles nuevos y que el desván de la casa diera cuenta de los viejos aparadores de roble y los sillones orejeros que tanto le gustaban a sus padres. Ummm... tendría que llamarles un día de estos. Seguro que se alegran... - pensó fugazmente.

Igual sucedía con la ropa... con excepción del uniforme casi toda la ropa que aun estaba en el armario le venía exageradamente grande tras haber perdido tanto peso en los últimos años. Que duda había que ahora tendría ocasión de volver a ponerse en forma pero probablemente para entonces todo aquello estaría pasado de moda. Y la asociación parroquial le agradecería el gesto.

Seguro que Brenda le recalcaría lo positivo que era todo aquello. Le había mandado varios mensajes en el día anterior pero no le apetecía responderlos. Ya hablaría con ella... Por lo pronto tenía que ir a la farmacia, quizá a algún centro comercial y, ineludiblemente, a la carnicería de Kalev.

Kalev era un tipo de ascendencia judía que regentaba una conocida carnicería en el centro de Cambridge. Generaciones atrás el establecimiento había atesorado bastante fama entre la comunidad hebrea de la ciudad, conformada sobretodo de profesores de la universidad, empresarios y banqueros, por tener un más que notable surtido de delicias kósher plenamente certificadas. Con el paso del tiempo fue haciéndose más tolerante con lo que comercializaba introduciendo productos para clientes no-judíos (o por lo menos no practicantes) como el cerdo, el conejo, etc. De cualquier modo, la realidad era que las costillas en adobo del bueno de Kalev eran conocidas de sobra en todo Cambridge. 

- Ummm... seremos nueve más parejas, hijos y mascotas. Calcúlalo tú mismo y luego paso a recogerlas.

Y ahora una ducha rápida y al Garden...

Harvard Gardens

Pese a que por su aspecto exterior no llama la atencion de muchos, el Harvard Gardens esta lleno de gente, especialmente un Sábado por la noche.

Lloyd, previsor, ha reservado una mesa para todos en el fondo del bar, lo que os da cierta privacidad. Según vais llegando, y tras esperar un rato a que os atiendan, el camarero os indica donde se encuentra vuestra mesa, y os acompaña hasta ella, tomando nota de lo que queréis tomar mientras esperáis a los demás.

Douglas, para variar, llega un poco antes de la hora pero como la mesa está reservada ya de antemano, no hay problema de dónde sentarse.

El CSI observa el trasiego de los camareros y la concurrencia, seguramente por deformación profesional... pero cuando vienen a tomar nota, él luce una cordial sonrisa

Una Miller High Life y unos champiñones rellenos, para ir abriendo boca pide, saludando a los que van llegando

Como Clair entra a trabajar el domingo en turno de tarde no tiene inconveniente para quedarse unas 3 horas con Nathan para que Darrell pueda empezar a congeniar con sus nuevos compañeros.

Darrell llega a tiempo de ver a Douglas pidiendo y se une: Lo mismo para mí , por favor. Se quita la chaqueta y se sienta. Buenas noches, parece que hicimos bien en reservar.

- Ahora verás... -Susurro, relamiéndome los labios. Va, hay que meter la negra en la tronera. Apunto el palo de billar y, zas, golpe seco. Fallada. Genial. Y va el otro y la acierta, así que veinte pavos menos. "No es mi día".

Parece que ya algunos van llegando, así que voy hacia la mesa reservada (pidiendo una cerveza en la barra) y me siento de manera que pueda ver el local. Doy un trago a mi birra antes de mirarles. Anda, el viejo y el... el... sí, ése, el de la perilla.

- Qué pasa -Saludo, haciendo el gesto de saludo militar de regalo-. 

Diane miró hacía el techo del vehículo, pensando como era lo de entender a los ordenadores. Se mordió el labio inferior, hasta que dio con un simil más o menos adecuado.

- ¿Sabes los dibujos estos que ocultan muchas imagenes dentro? Es como si viese muchas de esas seguidas y, al mismo tiempo, pudiendo ver todas los secretos que ocultan... Es lo más aproximado que se me ocurre la verdad. O como... como cuando tienes gente que esta muy acostumbrada a estar con animales y sólo con verles ya sabe lo que quieren decir.- se encogió de hombros.- Es complicado de explicar, lo siento

Diane entró en el bar mirando a su alrededor para buscar alguna cara conocida. Iba vestida de una manera mucho más informal que el día de la entrevista, camiseta de geek inside incluida. Al ver a Douglas, Gerald y Darrel en la mesa se acercó a ellos.

- Hola chicos... ¿no llego tarde, no?

- Tranquila, hemos pedido para amenizar la espera..entonces llega Gerald...buenas ¿cómo ha ido el billar?

Para cuando llego, sorprendentemente, ¡no soy la primera en llegar! No me lo creo...Imagino que tendrá que ver el haberme pasado un rato haciéndome bucles en el pelo. ¿Por qué? No sabría contaros por qué exactamente; imagino que estoy acostumbrada, igual que a ser puntual, a arreglarme un poco cuando salgo a tomar una cerveza.

Me acerco directamente a la mesa y saludo con mi sonrisa puntiaguda y un gesto de onda con todos los dedos de mi mano derecha.

-¡Buenas noches! ¡Cuánta puntualidad!-procuro no sonar demasiado sorprendida. Antes de sentarme y quitarme la chaqueta, le pido un botellín de cerveza a un camarero que pasa.

Pues sí, está bastante lleno esto. Aunque no me extraña, buen ambiente y buena cocina... le dice a Darrell dando un sorbo a su cerveza, y saludando con un gesto mudo a Gerald, que acaba de aparecer

Douglas ríe ante las palabras de Diane y Heaven, mientras pincha un champiñón Tranquilas, lo que ocurre es que por aquí corre suelto algún maniático que siempre llega antes de hora a los sitios! ¿Queréis probar uno? Están deliciosos...

Después de dejar a mi hija y sus amigas en casa, totalmente encantadas con ello, me dejo las llaves de la moto en casa y voy directo a la reunión utilizando el autobús, pese al rato que me cuesta llegar hasta ahí. Es precisamente por eso que no me sorprende cuando ya hay varios que han llegado antes que yo a la cita. Es por eso que, cuando llego al sitio que he reservado, me dedico a saludar al grupo con un gesto de la mano mientras me acerco, y de todas formas no he llegado tan tarde porque a alguno le va a tocar saludar más.

-Veo que ya habeis empezado a pedir, ¿eh? Creo que voy a aceptar ese ofrecimiento. -Digo en alto, aunque mirando a Douglas y sus setas, y pincho una con un palillo para llevármela a la boca. -Tan bueno como lo recordaba. ¿Os ha costado encontrar el sitio?

- Bueno, dice Darrell con gesto serio, estuve hay enfrente tres años, señala el hospital, así que digamos que ya he venido alguna vez.

- Comprendo lo que dices. - Le digo asintiendo con la cabeza.

No nos da mucho más tiempo a hablar, pues pronto llegamos a la dirección que me indicó Diane.

- ¿Es aquí? Bonito barrio - Le digo comprobando el verdor del parque que reverbera con las fachadas de los edificios, dando a toda la zona un cierto aire de irrealidad muy agradable.

El detective Hicks llegó al Garden con unos minutos de retraso... apenas quince o veinte. Se le había pasado el día volando con tantas cosas que había hecho. Hacía tiempo que no se sentía así de activo... así de bien. Paró la moto en la puerta y se quitó el casco. No es que fuese un tipo presumido pero al no haberse podido secar el pelo éste tenía un aspecto pegado por lo que sacudió un poco la cabeza y lo atusó levemente con los dedos. Bueno... quizá otro de los objetivos a corto plazo sea cortarse esta pelambrera... - pensó.

Al entrar en el local se paró un momento en la puerta y tuvo la fuerte sensación de que aquel lugar era nuevo para él. Habría jurado haber estado allí antes pero... quizá hubiesen hecho alguna reforma. De cualquier modo enseguida localizó la mesa de sus compañeros. Joder... ya habían llegado prácticamente todos. 

Se acercó con una media sonrisa en el rostro y saludó uno por uno. Dejó el casco en una silla y se quitó la chaqueta antes de sentarse mientras buscaba a algún camarero que pudiera atenderle... pero parecía que ninguno estaba disponible en aquel momento. El local estaba empezando a llenarse... ¿siempre había tenido tanto éxito el Garden? 

- Estoooo... - comenzó a hablar dirigiéndose a la chica que estaba sentada junto a su sitio. Mierda... ¿cómo se llamaba esta tipa? Piensa, piensa, piensa... - ... Hardie! ¿Te importaría pedirme una Coca Cola Light si aparece por aquí algún camarero? Yo tengo que... bueno, de la moto... vaya que... joder, que me estoy meando. - sonrió avergonzado. Llevaba unas semanas orinando cada veinte minutos como un jubilado. Tampoco es que le preocupara pero era tremendamente incómodo.