Partida Rol por web

Esperáis cuarenta horas, casi dos días, encerrados allí. La doctora Rosemund no habla del todo bien vuestro idioma, por lo que le cuesta explicar las cosas. Le falta vocabulario. Sin embargo, su información es casi lo único que consigue entreteneros. Ella, sin nada más que hacer, aunque con muchas cosas en la cabeza, os explica la historia de Svoriin, del surgimiento de los Skaald y los detalles técnicos de la base. 

Al parecer, el inicio de su población es difícil de establecer, se cree muy antiguo. Hay leyendas de Thor, de Dioses y héroes, gigantes y enanos, pero nada científico, nada que haya sido descubierto gracias a las excavaciones arqueológicas que se han hecho. La historia empieza a ser clara gracias a los inicios de los llamados archivos de Gard, datados en 5.000 años de antiguedad, ahora guardados en formato virtual en la Midgard, una inmensa estación orbital que alberga a parte de la población, unos 250.000 habitantes. Hay siete estaciones más, algunas más grandes, que alojan un total de 5.000.000 de habitantes. Gard fue la primera gran religión que unificó su mundo, algo así como el cristianismo, aunque con Thor a la cabeza como Dios principal, y con unas normas morales ligeramente diferentes, que hablan de la guerra y de la lucha, y de como justificar la guerra y cuando no, etc. 

Esta religión logró imponerse sin rival durante cerca de 2.500 años, hasta que surgió un hombre llamado Gemön. Un hombre del que se sabe poco hasta los 25 años de edad, cuando se declaró profeta de Thor, y creó una secta, con directrices distintas a la iglesia de Gard, el movimiento Gemonite. Este movimiento creció y se estableció, tras la muerte de su creador, a los 53 años, como una religión. Inmediatamente después, obviamente, empezó la lucha y la guerra. Svoriin se dividió en dos naciones, los Gemonites y los Gard. Una guerra que se prolongó (con largas treguas y tratados, pero sin llegar jamás a la paz definitiva) por milenios. Curiosamente, jamás descubrieron la pólvora, pero en su lugar crearon una sustancia química, el "Dengiverdøden", el dador de muerte, en su lengua, que impulsa los proyectiles de un modo similar, aunque deja esa estela azul que le habéis visto al arma. Las armas evolucionaron, como las terrestres. Cañones, bombas, guerra naval, artillería avanzada, cohetes, rifles de repetición, aviones, satélites, guerra electrónica... Sin embargo, hubo algo que les hizo parar. El descubrimiento del Stargate. 

Fue el mayor descubrimiento de su pueblo. Gard y Gemonite se hicieron eco del hallazgo, y en un primer momento, fue solo una excusa para hacer la guerra. Hasta que los Gemonites consiguieron activarlo, e ir a través del Stargate. Pero lo que descubrieron no fue nada bueno. Todo lo contrario. Encontraron a los Goa'uld. 

Ese fue el punto de inflexión para toda su cultura. Los Goa'uld atacaron, de forma masiva, y la batalla por el planeta duró meses. Fue finalmente en la órbita del planeta donde consiguieron vencer a sus enemigos, y retrasar una invasión que era inevitable. Las tropas Gemonites rechazaron por tierra a los Goa'uld, empujándolos de nuevo al Stargate. Tras la batalla, se celebró una asamblea, donde Gemonites y Gard hicieron la paz. Duró un mes. Se unieron, la ciencia Gard y el belicismo Gemonite, consiguiendo así la nación de Svoriin. 

Para entonces, Karin Rosemund se acababa de convertir en doctora, con las mejores notas de su promoción, varios premios por su trabajo y cientos de menciones honoríficas. Fue reclutada para ir a través del Stargate, como parte de varios equipos, para encontrar algo con lo que equilibrar la lucha contra los Goa'uld. En un planeta abandonado, encontraron una dirección de stargate con 8 chevrones. La usaron, y fue en ese equipo, formado por casi 50 miembros, donde encontraron a los Skaald. Era un laboratorio bioquímico, una suerte de laboratorio biológico, pero de tecnología absolutamente desconocida. Allí fue ella misma quien encontró un huevo. El primer Skaald, la reina. 

Trajeron el espécimen al planeta y con el crearon una súper arma biológica. El encargado del proyecto fue el oficial Görem, el cual trabajó estrechamente con la doctora Rosemund, para crear a los Skaald. La reina mentenía un estricto control sobre la progénie, por lo que vastó con controlar a la reina. Los resultados no pudieron ser mejores. Fueron enviados al planeta Goa'uld como tropa de choque, seguidos por amos Gemonites. Los Skaald aniquilaron a los Goa'uld y arrasaron el planeta, eliminando por completo incluso al señor del sistema. 

Pero obviamente, aquello no fue el final. Görem, que consideró aquello solo como una prueba, usó a los Skaald para sus propositos, tratando de coger el poder, con un golpe de estado. Pero no le salió bien, pues al intentar "reprogramar" a la reina, esta quedó libre de su ligadura y lanzó a todos los Skaald contra ellos. No hubo modo de detenerlos, por lo que los supervivientes se retiraron a las estaciones orbitales, esperando poder recuperar el planeta en un futuro. Solo ella supo la verdad, y Görem la declaró terrorista, alegando que fue ella misma quien hizo aquello. manipuló las pruebas, y la condenaron a muerte. Ella escapó, y llegó de nuevo a Svoriin, en parte para reunir pruebas, en parte para matar a la reina y acabar con los Skaald. Görem está allí para terminar con éxito su reprogramación, y acabar lo que ya empezó, al mando de varios pelotones de la muerte Gemonite (la élite militar, de la que ella misma recibió entrenamiento). Oficialmente, la misión de Görem es cazarla a ella. 

Luego, la doctora Rosemund os explica la disposición de la base. Básicamente, está divida en 6 pisos bajo el suelo y 3 pisos sobre el suelo. La instalación por la que entrasteis es una exposición, un museo que expone la historia del Stargate, salas de reuniones, bar, restaurante, etc. Era el centro público del centro aeroespacial de Sonden, la ciudad capital de Svoriin, donde os encontráis. Por supuesto, hay varias ciudades. Antes de la rebelión Skaald, su población total era de 3.000.000.000 de personas. Los tres pisos sobre el suelo son, básicamente, los alojamientos de los oficiales y el equipo civil, científicos, sobre todo. Bajo el suelo, están las instalaciones, por supuesto cerradas al público y al personal no autorizado. Laboratorios de pruebas, sobre todo dedicados a la investigación militar y al desarrollo de armas biológicas. 

La reina Skaald está en un laboratorio sellado de alta seguridad, en la planta -6, en un enorme laboratorio de pruebas, que básicamente es toda la planta. En el piso -5 están el resto de laboratorios, en la -4, el sector de desarrollo científico militar, dedicados a la investigación exclusiva de todo aquello que proceda del Stargate, el piso -3, ingeniería, energía y máquinas, en el -2 administración y oficinas, y en el -1, alojamientos de los soldados y suboficiales. Cada piso tiene unos 400 metros cuadrados de superficie, y son completamente cuadrados, divididos por sectores aislados, como cubos unidos por diferentes conductos, que pueden ser aislados por el protocolo que la doctora Parker activó. 

La historia es interesante, discutís y aclaráis algunos puntos, pero parece verdadera, o al menos, la doctora Rosemund está segura de ella. No obstante, eso solo da para las primeras diez horas. Rosetti traduce parte de la tablilla electrónica encontrada, resulta ser un científico de aquél mismo proyecto Skaald, y sobre todo confirma la historia. La primera noche es eterna. Ataques intermitentes de los Skaald se suceden, y apenas podéis dormir un par de horas seguidas. Las provisiones no son muy generosas, y debéis racionarlas. 

La mañana es más tranquila. Los Skaald parecen parar, y os dejan dormir y recuperar parte del sueño perdido. Lo que se agradece. Coméis vuestras últimas provisiones, y recuperáis algo de fuerza. Os dais entonces cuenta de que los ataques han cesado, desde hace ya muchas horas. La doctora Rosemund insiste en que no salgáis. Discutís. Y es entonces cuando la radio se activa. Pero no es Görem, ni ningún nativo del planeta, eso seguro. No lo oís bien, se oye mal, con interferencias. 

-Aquí S... a Sg.... mos.... Pro....as.......ados.....iudad.... pla..... ¿Algui.... no.....re.....be? Aq.... Co....nel.... Mak.....ce.....¿Algu..... es..... a...... frec....ia?-  

Esa voz... Juraríais que la habéis oído en la base, en el NORAD. Os suena demasiado.  

La historia nunca había sido mi fuerte, pero por suerte contábamos con Rosetti quien seguro recordaría todos aquellos datos sobre quién " abusó " de quién en no sé que guerra y esas cosas. Lo que realmente me pareció interesante fue lo de la tecnología, a lo que no dudé en preguntar todo lo que pude, aunque al final opté por no pasarme ya que al final los demás me iban a terminar amordazando si no para de preguntar por cosas que no comprendían.

Lo que sí que hice mientras respondía a preguntas sobre cosas que ni me interesaban, fue apuntar lo que había hecho, o lo que recordaba haber hecho con el ordenador, ya que estaba segura de que volvería a hacer falta, aunque suponía que ella sabría hacerlo, pero más que nada por si en algún momento no estaba o pasaba cualquier cosa.

Si dijera que aquella noche no pasé miedo mentiría. Desde la llegada a este planeta había estado más cerca de morir o de que me quisieran matar que en toda mi vida y sentir cómo éramos atacados una y otra vez, como intentaban abrirse paso para llegar a nosotros, no ayudaba a calmar los nervios, al menos los míos.

- " No se cansan nunca.. " - Murmuré cuando se me cerraban los párpados para acto seguido volver a abrir los ojos como platos debido a otro mar de golpes y sonidos extraños.

Por fin, a la mañana o eso decía mi reloj que seguía funcionando, todo el alboroto aquel cesó y antes de saber si volveráin a insistir, incluso antes de saber si el resto dormiría, ya me había hecho una especie de pelotita en un rincón y caí profundamente dormida debido al cansancio. Después de dormir y de comer algo, tampoco es que pudiéramos saciarnos, todo se veía un poco menos negro, así como gris oscuro, aunque no me cabía duda de que volvería a ponerse negro " vacío " en cuestión de horas, quizás incluso de minutos.

Cuando escuché aquellas voces, me quedé helada y tardé unos momentos en comprender alguna palabra, pero que no era suficiente como para completar una frase, eso seguro. Ahora quien debía responder a aquello era McGraw así que mi vista se clavó en él, esperando que lo hiciera. 

Habían pasado dos días entre restos de bichos en descomposición. No era algo agradable, pero según la doctora era necesario. Al cabo, llegaron a acostumbrarse al olor, aunque en eso unos demostraron más entereza que otros. Smith pareció sosegarse, y eso le gustó. Debían estar todos juntos, pasase lo que pasase.

La doctora les regaló con la historia de su mundo, y de lo sucedido. Era una historia peligrosamente parecida a la de la Tierra, y llegó a considerar que podía extraerse de ella valiosas conclusiones en su particular guerra contra los goa'uld. Sea como fuere, la versión le convencía, porque encajaba con todo lo dicho. De cualquier manera, parecía que se hacía necesario terminar con la reina skald.

El agotamiento de los víveres comenzaría a ser un problema. El cuerpo humano podía sobrevivir varias semanas sin comer, a costa de debilitarse, pero el agua era muy necesaria, y tras dos días, y a pesar del racionamiento, su nivel había bajado bastante. Entonces, sucedió lo inesperado. Una transmisión entrecortada, al parecer procedente de un equipo stargate que había llegado al planeta. ¿Una añagaza de los gemonites? Quizá. Pero en su situación, tendrían que arriesgarse.

-Doctora Rosemund, ¿Hay manera de que recibamos la señal de modo más claro?

Después de esa pregunta, no perdió el tiempo y respondió por la misma frecuencia.

-Aquí McGraw del SG-7. Repito. Capitán McGraw, SG-7. Estamos atrapados en el subterráneo del edificio de cristal frente al stargate. Edificio de cristal, nivel -1*. Repito, edificio de cristal, nivel -1. Intenten guarecerse bajo techado, criaturas hostiles muy numerosas ocupan el planeta. Repito, guarézcanse bajo techado. No confíen en el oficial Görem, ni en los gemonites. Repito, no confien en los gemonites. Intentaremos mejorar la comunicación. Cambio.

Sabía que la mitad de lo que iba a decir les iba a llegar mal. Eso si les llegaba. De ahí el que repitiera dos veces los conceptos principales. Suponía que uniendo los huecos de las interferencias podrían entenderles.

Los minutos e incluso los segundos parecían eternos en aquellas cuatro paredes. Al menos podían sentirse mínimamente seguros después de haber sellado el lugar pero aún así conseguir lo que él consideraba una proeza para después tener que limitarse a esperar y pasar hambre resultaba frustrante.
Escuchó las explicaciones que Rosemund iba dando de vez en cuando acerca de su historia, de las guerras y del complejo en sí.

-¿Hasta el nivel -6? Como en un callejón sin salida vamos...- opinó torciendo el gesto, empezando a imaginarse múltiples maneras y posibilidades de morir ahí abajo solucionando una guerra que ni era suya ni les importaba demasiado.
Tras dos días interminables, los golpes parecieron cesar aunque el arqueólogo ya se había habituado tanto a ellos que apenas los había notado las últimas horas.

-Tendremos que salir tarde o temprano, no podemos esperar eternamente. Quizá estén despistados con algo- dijo a Rosemund, aunque su "teoría" pareció cobrar más forma cuando se iniciaron las conversaciones por radio. Tal vez habían enviado a otro SG en misión de rescate... lo cual no auguraba nada bueno en absoluto.

-Si abrimos las compuertas seguro que la señal mejora. ¡Pero sería mejor que se retirasen!- espetó bastante alarmado al comprobar que el capitán les indicaba que siguieran en aquel planeta maldito que probablemente les causaría la muerte o el secuestro para uso como rehenes. Así los gemonites podrían asegurarse de que ellos mataban a la reina... y tal vez también a la doctora.

  Mientras Karin relataba la historia de BP6-3Q1 mi mirada buscaba sus ojos mientras escuchaba atentamente sus palabras, podría entenderse que además de poder aportar información de vital importancia era un entretenimiento dulce para los oídos...

  No se sobrepasó en su interés por ella, podía parecerlo pero no era la clase de gente que se compromete con tal facilidad, y por osado que pareciese, nunca daría un paso como ese en la Tierra...el único inconveniente era que no estaban en la Tierra, aunque eso no parecía facilitar las decisiones de aquel sargento.

 Dedicó buena parte de su tiempo a racionar las provisiones, había traído de más, asique no tendrían demasiados problemas para darle de comer a una persona más, el agua podía empezar a ser un problema y aunque el planeta parecía estar provisto de esta se encontraban en una situación en la que conseguirla iba a ser dificil. Cuando estás destinado en Irak y...en general, sitios de clima árido te enseñan que tener agua en la boca ayuda a que poco a poco, con la respiración, consigas hidratarte, así reduces el consumo de agua y la sensación de sed....por otra parte...el era piloto de cazas y no había tenido muchas ocasiones para ponerlo en práctica.

  Observó a McGraw, tenía mucho respeto por ese hombre, pero sobre todo por lo que era, ningún hombre común pasaba las pruebas para convertirse en lo que él era...eso te marca de por vida, se notaba en su mirada, se notaba en sus actos, en sus decisiones incluso en la forma de reprender a aquellos que desobedecen sus ordenes.

 Smith...aquel tipo era...curioso, no había coincidido con él, aunque ambos eran de la USAF...y en buena parte eran casi opuestos en muchos sentidos. no pude evitar negar para mi mismo al analizarlo por el rabillo del ojo, se notaba un tipo bravo, con caracter, era algo importante para ser un mando, pero quizás no lo fuera precisamente por eso...puede que se excediera en sus "deberes" como tal. Pensé sobre si le habrían degradado en alguna ocasión, la mala conducta, la falta de disciplina es algo que se paga caro en el ejército.

 Luego estaban los civiles, nadie se lo había dicho, pero eran sencillamente...la leche, una puta locura. Ningún civil en su sano juicio estaría ahí, parado, más o menos tranquilo, en una situación así, incluso un soldado podría estar cagado de miedo, pero ellos tenían una voluntad propia de los exploradores del pasado, sin miedo a lo desconocido. Parker me recordaba a las empollonas del instituto, esas mismas que me despreciaban por mi poca sutilidad o mis intereses banales. Tenía tanto o más caracter que smith, de eso estaba seguro, sin embargo poseía control sobre sus acciones, le debíamos la vida en buena parte, aunque cualquiera habría hecho lo mismo por ella, somos un equipo...independientemente de eso le debía un chicle y...Hammer, nunca olvida un préstamo.

  Al final parece que si nos encontramos una extraterrestre...

 Dante. Un tipo común si no lo miras con detenimiento. Creo que trata de llevarse bien con el equipo, y estoy seguro de que le cuesta un gran esfuerzo hacerlo, no parece de esos doctores que se pasen el día de conferencias entre sus colegas, es un arqueologo de campo, de los mismos en los que, alguna vez, de pequeño, yo mismo soñé con ser.

  Sonrio ante los recuerdos de mi niñez y miro discretamente casi con complicidad a Karin mientras el Capitán trata de contactar. Me pongo en pie y me ajusto la ametralladora, vuelve a tener cada uno de los proyectiles, me he encargado de ello, puede que no tenga tiempo de recargarla cuando lo necesite. Camino hacia Dante y le doy un golpecito en la espalda, con camaradería.

 - Tranquilo. ¿No ha quedado demostrado ya que somos la creme de la creme? - Le guiño un ojo y me acerco al Capitán mientras compruebo los posibles desperfectos en la seguridad de la sala.

  Bien...toca movernos, ya estaba harto de estar de brazos cruzados...

 Jodidamente harto.

De nuevo recibís una transmisión, si cabe peor que la anterior, pues solo es un montón de estática. Parece que lo que impide que las comunicaciones lleguen de forma adecuada es el cierre del protocolo. La Dra. Rosemund se dirige hacia el ordenador, y lo mira, aunque no teclea nada. Tras examinar la pantalla por unos segundos, se vuelve. 

-No se quien hizo este programa, pero es... Fantástico... Aunque no se por donde empezar...- Murmura, empezando a teclear con cuidado. Poco a poco coge confianza, y sonríe. -Ya lo tengo. Fuera ya no hay enemigos.- Dice, tras lo cual abre las puertas de contención. Aún hay cuerpos de aquellos bichos, pero ya no parece haberlos vivos. -Ya deberían poder hablar por radio.- 

No hace falta que esperéis mucho. Enseguida recibís la comunicación, ahora mucho más nítida que antes.  

-Aquí el Sg3, les habla el Coronel Robert Makepeace. A cualquiera que pueda oírnos, estamos en la ciudad, más allá del edificio de cristal del Stargate. Atrapados, fuera hay numerosa presencia hostil.- 

Smith se habia mantenido cayado en todo momento,  ya nada de lo que ocurriera alli le interesaba, pero la comunicacion de otro grupo parecia haberle sacado un poco de su ensimismamiento.

- Es imposible que otro SG este aqui, nadie antes habia venido aqui y el portal esta hecho añicos, por lo que se supone que la señal debe de venir de...de donde coño viene!!

Era demasiado descabellado pensar que habian ido a por ellos por la tardanza y mas descabellado aun que supieran los simbolos para marcar el startgate del polo norte, pero quizas un minimo de esperanza de salir de ese maldito lugar brillo en los ojos de Smith

Las noticias puede que no fueran las mejores del mundo, sobre todo porque aquellos hombres debían de estar rodeados en aquel momento por insector gigantes que querrían hacer que nuestros compañeros se les unieran a la fuerza, pero si ellos habían venido, quería decir que había por donde salir y eso, sin duda, era una de las mejores noticias que había escuchado desde que me había despertado.

Hubiera preguntado por la ubicación del stargate por el que había venido, saber las coordenadas no estaría nada mal y las coordenadas en las que se encontraban ellos también, aunque contábamos con el problema de que debíamos salir de nuestro " cubo sellado " antes de dirigirnos a ninguna parte y quizás nos pudiera costar más de lo que ha simple vista parecía.

En aquel momento saqué la brújula de mi bolsillo y comprobé si dentro de aquel lugar había la suficiente poca electricidad estática como para que esta funcionara.

- Deberíamos pedirles sus coordenadas y las del Stargate por el que han llegado.. - Dije sin elevar demasiado la voz para que fuera McGraw el que preguntara ya que era quien estaba hablando con ellos y por lo que parecía no estaban en situación de mantener uan conversación con muchas personas a la vez..

La doctora era de gran ayuda, al comprender mejor la tecnología de aquel planeta. Sin embargo, ahora había que dilucidar donde estaba el SG-3, y si como algunos sugerían era realmente el SG-3, o una simple maniobra para despistarles. Tomó la radio, y volvió a hablar, cauto en el preliminar.

-Aquí el capitán de navío McGraw del SG-7, estamos en los subterráneos del edificio de cristal. Me alegra escucharles. El planeta está lleno de unas criaturas llamadas skald, que se reproducen contagiando a los seres humanos. Cuidado con las picaduras. Hemos encontrado fuerzas humanas hostiles, una facción de un pueblo llamado gemonites, al mando del oficial Görem. No se fien de ellos.

Dejó una breve pausa.

-Por favor, confirmen. ¿Han llegado desde el stargate frente al edificio de cristal? Cambio.

Rosetti observó como la "nueva" doctora se encargaba de todos los comandos con la misma facilidad con la que él navegaría en google. Si hubiera llegado antes seguro que no habrían tenido tantos problemas para activar el sistema de seguridad... Pero tampoco tenía demasiado mérito considerando que era su propia lengua y tecnología.

Enseguida se centró en la comunicación por radio y su expresión se tornó un tanto confusa pero sobretodo extrañada. Algo parecía no encajar del todo.
-Tenemos que movernos antes de que vuelvan los skald- apremió a todos, no podían perder demasiado tiempo con las comunicaciones por sorprendente que resultara la presencia de otro equipo SG.

  Miraba a su alrededor y Tom sólo veía posibles rutas por las que aquellos malditos insectos entrasen para devorarles, sin embargo se mostraba bastante tranquilo más ahora que tenía la ametralladora en las manos, su pequeña, la había echado mucho de menos...

 Frunció ligeramente el ceño en su expresión siempre afable y contrajo su mejilla dibujando una especie de sonrisa de soslayo que no era tal...observó al Capitan para estar al corriente de la conversación y cuando Liisa y Dante hablaron clavó su mirada en ellos de modo informal, se notaba la tensión en el ambiente.

  - Si vuelven Smith y yo daremos cuenta de ellos, descuida. - Susurro con ánimo al arqueologo, más para animarle y subir la moral del grupo que para hacerse ver como una máquina de matar. No tendrían muchas posibilidades, pero era mejor que estuviesen convencidos de que mientras estuviesen unidos allí no iba a pasar nada malo.

 - ¿Teneis todas vuestras cosas? Será mejor que no dejeis nada por aquí. No sé vosotros pero yo preferiría no volver en un tiempo. -

 Le dijo tanto a la doctora como al doctor y les guiñó un ojo en un gesto de confianza.

 - Sin ánimo de ofender, claro. - añadió ante Karin, aunque no estaba seguro de que le estuviera escuchando...

La radio responde rápidamente a la pregunta de McGraw. 

-Afirmativo, pero no podemos volver por ahí. Está destrozado.-

Caben dos posibilidades. Si lo que dice es cierto, es una posibilidad alentadora de que hayan venido refuerzos, pero aterradora a su vez. Si el stargate funciona como puerta de entrada pero no de salida, entonces pueden seguir enviando comandos Sg... que podrían encontrarse de cara con los Skaald y sin poder volver.

Y obviamente, que todo aquello sea una trampa. Aunque no deja de ser mucha información. Robert Makepeace lleva al mando del Sg3 bastante tiempo, sabéis quien es, y su voz, aún con la distorsión de la radio, suena como la suya. 

Tras escuchar aquellas palabras mi mente se puso a hacer sus propias cavilaciones, sin poder hacer nada para evitarlo. Quizás, si nos deshacíamos de los bichos y teníamos el tiempo suficiente para poder intentar que el mecanismo de llamada volviera a ser bidireccional, ya que eso de que pudiera venir mucha gente pero que no pudiera salir me sonaba más a una muerte segura o a una repoblación sin querer más que a cualquier otra cosa.

La verdad es que en aquella conversación podía decir más bien poco. Así que una vez tuve todas mis cosas listas para continuar, me fui poniendo la mochila y colocando las cosas para proseguir la marcha. Sabiendo lo que había por ahí abajo, saqué la pistola que tan poco me gustaba. Esperaba no tener que volver a usarla, aunque sabía que en el fondo, estaba pidiendo un milagro y los milabros, no existen, tan sólo las improvabilidades.

Una vez lista, levanté la vista hacia mis compañeros y hacia aquella doctora, esperando a ver qué era lo que esperaban que hiciéramos a continuación. Yo ya había optado por el silencio y la escucha, total, con deprimirme una vez al año era suficiente.

Consideró durante unos segundos qué hacer. ¿Arriesgarse a salir afuera y caer en una trampa? ¿Proseguir su camino en una misión bastante peligrosa para matar a la reina skald? Si se trataba de una broma, o un engaño, estaba muy bien elaborado. La voz era la de Makepeace, y los datos que daba eran buenos. Sin embargo, todavía resistía una duda: ¿Por qué no habían recibido ninguna de las comunicaciones programadas desde el stargate? ¿La señal no llegaría si no se transmitía desde el subsuelo del planeta? Era dificil de discernir.

Avanzar en solitario era tan o más peligroso que arriesgarse a comprobar aquello. De cualquier modo, ahora tenían a una aliada nativa, que podría ayudarles a esclarecer las cosas. Tomó la radio y abrió el canal un momento.

-Stand by, SG-3 -dijo.

Hizo una seña a sus hombres, y entonces les habló.

-Creo que merece la pena comprobar. Si vamos a enfrentarnos a la reina, toda ayuda será poca, porque si se trata de un ser con inteligencia autónoma, me resisto a creer que no sea capaz de llamar a sus legiones en su defensa, en un momento dado. De cualquier modo, si son compañeros y han llegado aquí, no podemos dejarles a merced de los hombres de Görem, para que los utilicen como moneda de cambio, y nos impidan terminar nuestro trabajo.

Miró a la doctora Rosemund.

-¿Es usted capaz de identificar la procedencia de esa señal y ver si existe un camino más o menos seguro hasta allí?

Y luego miró a sus hombres.

-¿Que opinan? Me plegaré a lo que decida la mayoría. Avanzar en solitario o arriesgarnos a comprobar.

- Más efectivos harían que los hombres de ese tal Görem se lo pensasen antes de usar la fuerza y nos vendría bien ayuda contra la reina si las cosas se ponen feas allá abajo, Señor.

 Respondió Hammer completamente convencido con una sonrisa en el rostro, aunque se había afeitado para la ocasión su semblante se tildaba algo más grisaceo, parecía tener bastante calor en aquella habitación, seguro que agradecería tomar algo de aire fresco para variar.

 - Y...con el debido respeto, se decida lo que se decida, creo que no podemos abandonar a nadie, Señor, nunca dejamos a nadie atrás. Si están perdidos será mejor que les mostremos un camino, Capitán.

 Asintió, se apuntaría a un bombardeo y...en este punto, no le sorprendería contemplar o sufrir uno en aquel maldito planeta. Las funcionarias del gobierno eran guapas, pero el clima y el problema con la plaga de mosquitos no lo convertían en un lugar demasiado apetecible para unas vacaciones. Quizás después de que pasasen los exterminadores...se convertía en un bonito lugar para salir los días de descanso...pero...de momento tenían que centrarse en hacer lo posible por sacarlos a todos de allí, haciendo lo que tuvieran que hacer.

La escueta respuesta del SG3 y las intenciones de Hammer no convencieron del todo al arqueólogo, el cuál dejó clara esa opinión torciendo el gesto antes de decidirse a hablar.
-Tenéis razón en que no podemos dejarlos ahí sin más y en que nos vendrán bien sus refuerzos, tanto a ellos como a nosotros, pero no creo que sea muy práctico que hagamos de niñeras y tengamos que salir a cogerles de la mano para que entren. Es un equipo entrenado, como nosotros, lo lógico sería que quedemos en un punto intermedio para no andar perdiendo tanto tiempo- después de eso se encogió de hombros y se cruzó de brazos dejando clara su opinión.

A fin de cuentas sería el capitán el que tendría que decidir teniendo en cuenta a todos aunque Sirkka no parecía dispuesta a abrir la boca desde hacía un buen rato.