Partida Rol por web

Mi mente daba vueltas a toda velocidad, ya había intentado observar si había algún cable, pero me entretuve mirando aquellas rejas, como si todo mi humor o todo lo que pasaba por mi cabeza se viera reducido a aquello.

- Vamos Sirkka, tiene que haber algo que se pueda hacer.. que no se diga que tú no has tenido una idea.. puede que lo que se te ocurra no sea factible, vale, pero de ahí a que comiences a parecerte a un militar..

Mis pensamientos eran de ánimo y tras un suspiro, volví a observar a mi alrededor, tratando de poder lozalizar desde una ranura en aquella celda que parecía un mismo bloque hasta algún cable o algo que me hiciera pensar que por ahí podía transmitirse la corriente, aunque esperaba no tener que meter la mano entre esos barrotes, ya que por muy bien aisladas que estuvieran mis botas, seguía haciendo tierra con el suelo, lo que sería suicidarme con aquel voltaje, seguro.

Ese voltaje era mortal, y si sus constructores eran mínimamente inteligentes, habrían construido los cables lejos del habitáculo de la celda. Por más que miras alrededor, la celda parece compacta y sin ninguna clase de apertura, cable, trampilla o similar. Sin embargo, si recuerdas algo. Las armas de energía Goa'uld son eso mismo, armas de energía, tanto la lanzadera como la pistola ZAT, energía generada gracias al Naquadah. Nunca nadie se ha entretenido en probar esa energía mezclada con la corriente eléctrica. El jaffa vuelve de nuevo, y se planta frente a tu celda. Y te das cuenta de que su traje es de metal... 

-Tenia que haberles vendido como tenia pensado y no haberles dado una oportunidad

Smith se golpeo la cabeza con una de sus manos, ya era demasiado tarde para pensar en nada, dejando de lado que nadie les iba a ayudar

-Se ha ido sin llevarse a la reina??  Y para que cojones se ha llevado a los dos doctores, eso es imposible, estaba muy decidida a bajar ahi fuera como fuese. ,- Smith se giro con rabia hacia su lider en esta mision,-Capitan, pido permiso para ir y machacar a esa reina, o al menos vigilarla por si la Goauld vuelve, no se rendira tan facilmente, se le notaba en los ojos que la clave de su mision era la reina insecto. Nadie nos va a ayudar, para ellos somos extraños y ella...en fin, ella es una maldita Goauld...cualquiera la temeria, pero a mi me apetece verla una vez más, no me dejo darle a probar explosivos serios

Hammer bajó el mentón y sonrió de medio lado, aunque no era una expresión de alegría o contento, sino una mueca vacia.

 apretó el puño y los mitones de cuero crujieron, tenía los dedos agarrotados, se miró las manos y se cercioró de que sus armas estaban dispuestas. Comprobó el cuchillo desenvainando la hoja unos centímetros, luego la golpeo para que hiciese tope en su vaina. Preparó la pistola, había gastado alguna bala, y acarició a su querida ametralladora, la única fémina que jamás le fallaría.

  Miró de reojo a Smith para prestarse su atención, aún le pitaban los oídos pero lograba entenderle aún cuando necesitaba ayudarse de leer sus labios para hacerlo. Smith estaba lleno de un odio que, en buena parte, entendía...pero había algo más. No había llegado allí por nada, aunque no le inspiraba admiración.

 - Los insectos son un arma. - Recordó Tom. - Un arma pensada para acabar con los pueblos Goa'ulds. No sería sino una forma de aniquilar a los Jaffa, y sin mundos de los que retribuir adoración, tecnología y riquezas, se verían exiliados y condenados a vagar por el universo como oportunistas.

  Aunque...ya lo sean...

 - Según he oído, pensaban utilizar esa misma plaga en la Tierra para probar su efectividad. Aunque eso puede ser mentira, una forma de convencernos con facilidad.

 Pero entre o no la Tierra en todo esto, todos hemos comprobado que son una plaga molesta. No sé si le habrán hecho esto a este mundo. No han necesitado explosiones, destruir sus edificios, sólo ha bastado con exiliar al espacio a su población.

 Deduzco de esto dos posibilidades, aunque es probable que haya más.

 La primera es que sea verdad, que la reina y sus crias sean un arma contra los goa'ulds y quieran eliminarla. Y...o...la segunda, que no sea una amenaza para los goa'ulds o si lo es, no importe, sino que es el arma perfecta para ellos, para aniquilar a los pueblos que se oponen a ellos.

 No sería raro...después de todo, ...

 Hizo una pausa...alzó el mentón y su nuca chocó suavemente sobre la pared. Sus párpados cayeron y cerró los ojos.

 - En la biblia se narra algo similar.

 Cuando Los Egipcios no permitieron que los judios fuesen liberados, pues eran sus esclavos y gracias a ellos, no a otra cosa, podían vivir como vivían, Dios envió plagas...

 Una de ellas era una plaga de langostas.

 explicado el simil que rondaba en la cabeza del sargento, volvió a abrir los ojos y observó a su Capitán, esperaba su conclusión y sus ordenes, como siempre, dispuesto. Se separó de la pared y aseguró el arma en su hombro.

  Decida lo que decida, estoy con usted.

Justo cuando Hammer termina su discurso, se activa la radio de McGraw.

"Les dije que no se fiaran de ella, les dije que la trajeran, a ella o a su cabeza. Pero no hicieron caso, y ahora la amenaza ha escapado del planeta, y puede que infecte a toda la galaxia. Y no lo vamos a permitir. Nos vemos empujados a nuestra última opción. No obstante, su reputación como raza aún le precede, por lo que dispone de una oportunidad para convencerme de que no le deje morir en este planeta, Capitán."

Makepeace mira extrañado la radio, y una vez se vuelve ha hacer el silencio, mira a McGraw. 

-Capitán McGraw, la reina de esos bichos sigue aquí.- Señala el contenedor, donde el insecto aún sigue vivo en su interior. No obstante, ahora respira con algo más de dificultad, y podéis ver dos brutales herida en su espalda, como si le hubieran arrancado algo. Una especie de líquido verde y viscoso emana de las heridas, como lo haría la sangre espesa de las entrañas. -¿Que hacemos con ella? Dudo que dejarla ahí sin más traiga nada bueno.- Se gira hacia sus hombres. 

-¡Piscatella!- Este de inmediato se adelanta. 

-Señor.- 

-¿Puede manejar ese computador?-

-Puedo intentarlo, señor.- Dice el Sargento, mientras se acerca, y lo examina.

Rosetti parpadea repetidas veces cuando el jaffa le observa pero no dice nada. ¿Un cuervo?, ¿a quién puede estar sirviendo? El único dios egipcio con forma de ave que se le ocurre en ese momento es Thot, sin contar con Horus claro, y parece poco probable que representen a esa divinidad por lo cuál el arqueólogo se queda un tanto aturdido... y pensativo, hasta que su guardia empieza a alejarse.

-¡EH!, ¿¿hay alguien ahí??- espeta en voz alta esperando que alguno de sus compañeros se encuentre en una de esas celdas cercanas.

Lo único que se me ocurría era absolutamente un suicidio y seguramente me iba a doler, pero a falta de mejores opciones, pensé que era mejor morir intentando escapar que morir porque habían querido meterme un bicho dentro que iba a acabar privándome de mi voluntad y si había algo que quería muchísimo era a mí misma, aunque no estuviera bien reconocerlo.

Me giré para sacar el bisrturí que tenía bien guardadito y luego me volví a dar la vuelta, pegándome a la pared del fondo pero sin llegar a tocarla, seguía sin gustarme tanta electricidad en un mismo lugar. Levanté la cabeza y di un silbido, mientras claramente levantaba la mano para enseñar el bisturí a mi custodio y luego, sin pensármelo dos veces, lo lancé como si aquello fuera una partida de dardos y tuviera que clavarlo en una diana.

Esperaba que cuando disparara a aquellos barrotes debido a mi gesto, por algún motivo de refracción para el que aún no se me había ocurrido ninguna fórmula matemática hiciera que su disparo saliera rebotado hacia él, sino, esta sería la última idea descabellada que pasaría por mi cabeza, casi con total seguridad.

De todas formas, seguía sin haber solucionado el problema de qué hacer aunque me quedara sin guardia, pero a falta de pan..

El bisturí sale disparado hacia la pared, volando de la peor manera posible. Sin embargo, al llegar al arco eléctrico, un chispazo hace que la electricidad se desvíe, y por un segundo, una estela eléctrica siga al bisturí, que va a impactar en el guardia jaffa, haciendo que un rayo se estrelle contra su coraza. El guardia queda frito en cuestión de segundos. Antes de caer muerto, el jaffa dispara su lanzadera contra uno de los barrotes. De repente un nuevo chispazo, y la electricidad deja de correr por los barrotes. 

Ya no hay electricidad ni guardia, pero aún hay barrotes. 

Ahora era cuando debía darme prisa si no quería que me encontraran antes de que vieran al guardia muerto, y no estaba segura de qué era lo que tenía que buscar, pero si no había cerradura tan sólo podía significar que aquellos barrotes saldría del techo o de una de las paredes, por lo que deguro que había alguna forma de " hacer trampas " y abrir aquella puerta.

Por si acaso resultaba que me iba a ponder a hacer el tonto, agarré los barrotes e intenté desplazarlos con las manos, hacia los laterales y hacia arriba, no fuera a ser que ahora que se habían quedado sin electricidad se hubieran abierto o desactivado los cierres.

No podrían usar esos aparatos, no sin ayuda. Había sido la doctora, junto a Rosetti, en un computador con un programa sin duda más básico que aquel y habían tenido que emplear todo su intelecto para ejecutar un protocolo de seguridad. Así que aventurarse a probar era como intentar comprender el funcionamiento de un cazabombardero sin saber nada de aeronáutica.

Se pasó la mano por el mentón, pensativo. Considerando todo aquello. Entonces, la radio se activó, y mientras Görem soltó su discurso, él escuchó a la vez a Makepeace. Miró a la reina, pensativo. Se habrían llevado algo de ella, algo importante. No le cabía duda de que era lo más importante.

Mantuvo el silencio un momento, considerando sus opciones. Si no contaban con los gemonites, por recelos personales, no llegarían muy lejos. Estaban en un planeta hostil, y siendo hombres de guerra que no sabían entender el lenguaje de svoriin, la tarea de encontrar a sus compañeros iba a resultar poco menos que imposible.

Debía calmar al gemonite, y ser capaz de cooperar con los suyos. Si no, estarían condenados. Es curioso, pensó, la de vueltas que había dado todo desde que habían pisado aquel planeta presuntamente abandonado.

Al cabo, abrió el canal de la radio y habló.

-Görem, le dije que yo no era un asesino. Juzgo a las personas por lo que me demuestran ser, no por lo que otros me cuentan de ellas. La "doctora goa'uld" me contó también cosas sobre usted, y no me voy a parar a considerar cuanto de verdad había en sus palabras. Ya le dije que los asuntos de este planeta no me importaban. Al menos, hasta que ella se ha desenmascarado. Es una goa'uld, y los goa'uld son enemigos de mi pueblo, de su pueblo y de todos los pueblos de esta galaxia que pertenecen a nuestra raza. Y eso lo convierte en mi guerra. En nuestra guerra.

Hizo una breve pausa antes de seguir.

-Usted quiere salvar a su planeta, y yo también lo deseo. Y no es porque me haya enamorado de sus ciudades en ruinas, y de su forma de ser, sino porque ahora es también nuestra responsabilidad. He mantenido mi palabra, y había llegado hasta la reina skaald con la doctora, para juzgar la situación por nosotros mismos. No hemos matado ni herido a ninguno de los suyos, porque los gemonites no son nuestros enemigos. De hecho, ahora ustedes son los enemigos de nuestros enemigos. Y eso nos convierte en amigos. Por eso, aparquemos nuestras diferencias. Venga aquí como aliado, y le ayudaremos a destruir a la goa'uld Rosemund. La reina skaald sigue viva, aunque herida. Creo que han extraído algo de ella, algún tipo de órgano interior. Usted sabe más sobre eso que nosotros.

Aquél guardia te recuerda algo. Quizás fue algo que oyeras, quizás un informe, puede que de el jaffa Teal'c, puede que de alguno de los miembros de la Tok'ra, en alguno de los escasos encuentros con estos. No obstante, te viene a la cabeza un recuerdo, un rumor, algo sobre una señora del sistema, que tomó el nombre de la deidad celta de la destrucción, Morrigan. Su símbolo es un cuervo. 

Por un segundo, se forma un silencio incómodo. Görem parece sopesar las posibilidades, y por un momento, tenéis miedo de que no conteste. Pero lo hace. Tras el par de minutos más largo de vuestra vida, la radio se activa de nuevo. 

-Dejando llegar a la Goa'uld hasta la reina Skaald han cometido un terrible error. Pero si lo que dice es cierto, si de verdad quiere arreglar esto, entonces suba usted, y todo su equipo. Tenemos lanzaderas, y pretendemos lanzar un asalto a la base del polo, donde tenemos otra puerta, aún activa. Pretendemos evitar que ese maldito gusano escape. De nuevo.- 

De repente, oyes el inconfundible sonido de una lanzadera Goa'uld, a lo lejos. Los barrotes frente a ti, la única apertura de la celda donde estás, que estaban protegidos por una fortísima corriente eléctrica, de repente se apagan.