Partida Rol por web

Rosetti emitió un gruñido de frustración y empezó a mirar en sus bolsillos pero al final sólo encontró algún pañuelo usado, un bolígrafo y una brújula. Quizá si fuera algún tipo de show televisivo hubiera podido ingeniárselas con aquello pero lo cierto era que no se le ocurría que podía hacer con ello... hasta que la lanzadera le sacó de sus pensamientos.

Se acercó a los barrotes con el ceño fruncido y al distinguir el sonido de "apagado" dudo sólo unos segundos antes de tirar la brújula contra uno de ellos para comprobar que realmente estaban desconectados.

De ser así, zarandearía los barrotes por si su sistema de apertura se basaba sólo en la electricidad y si no habría que recurrir al bolígrafo para hurgar en la cerradura... aunque esa posibilidad se le antojaba casi imposible.

Era su mejor opción, porque era su única opción. Miró a Makepeace, como disculpándose por haberles metido en aquel embrollo. Realmente, esta vez el humanitarismo había estado a punto de costarles la vuelta a casa. Aunque eso, todavía, estaba por ver.

-Entendido, oficial. Vamos para allá -dijo por radio.

Luego miró a los suyos, y hasta Piscatella había dejado de trastear infructuosamente el ordenador. Asintió, despacio, como tratando de convencerse.

-Si Rosemund está allí, allí estarán los nuestros. Y si allí hay un stargate, es nuestra mejor oportunidad de volver a casa. Ahora, nos toca jugar a ser los buenos aliados. Pero manténgase alerta. En este planeta, al parecer, nadie es trigo limpio, aunque pueda parecerlo. Vigilen las 180 en todo momento.

Les hizo un gesto con la cabeza.

-¿Vamos?

Los barrotes apenas si se mueven. Pero al zarandearlos, observas como uno de ellos se mueve hacia un lado, apenas unos milímetros, como si se tratara de la tela de una cortina. 

Al mover hacia un lado los barrotes, se abren hacia los lados sin dificultad, como si se tratara de una persiana. Muy fácil, quizás, incluso, un grave fallo en el diseño. 

Makepace asiente. Mira hacia el Sargento Piscatella, el cual le devuelve la mirada. 

-Bien, pues nos vamos. ¿Piscatella?- 

-Señor, estos controles son muy básicos. Básicamente, aunque hay cientos de rutinas para experimentos varios, hay dos operaciones. Una para lanzar un gas que mate a la reina y otro para liberarla. Eso, claro, si lo leo bien.- Makepeace asiente. 

-Pues mátela, con suerte eso acabará con la plaga, un problema menos.- Se gira hacia vosotros, dibujando media sonrisa. -A no ser que haya alguna objeción.- Los marines del Sg3 preparan su equipo, sin importarles demasiado el destino de la reina Skaald, que no es más que un bicho gigante. 

Salir de la celda era lo importante y de momento, eso ya lo había conseguido. Ahora tendría que moverme por allí y tratar de buscar a mis compañeros, si es que estaban por algún lado, pero para ello debía de ingeniármelas de algún otro modo, que no me apetecía demasiado que me descubrieran en el intento.

Metí las mano por las axilas del hombre que había sufrido la descarga y lo arrastré hasta la celda. Mostrando una sonrisa porque se me acaba de ocurrir una forma de camuflaje perfecta, aunque me tocaría estudiar un poco primero.

La idea era simple: Ponerme su armadura, coger su arma, intentar averiguar como funcionaba esta segunda y luego ponerme a caminar por ahí buscando a los demás con la esperanza de no entontrarme con nadie. Así que sin pensármelo dos veces, comencé a quitarle aquella armadura y a ponérmela yo.

-¿Qué demonios...?- musitó para sí mismo extrañado tras conseguir algo de movimiento en uno de esos barrotes.
No estaba muy seguro de cuanto tiempo estaría la corriente desconectada y de si los que habían disparado eran amigos o más enemigos así que tenía que darse prisa... pero evidentemente era un campo que no dominaba en absoluto e improvisar sobre la marcha al respecto le resultaba un tanto confuso.

Se centró pues en el único barrote que parecía un tanto más suelto y lo agarró con ambas manos para intentar apartarlo del todo.
Quizá no sirviera de mucho pero le permitiría sacar todo el brazo para intentar alcanzar la cerradura. O al menos eso esperaba.

La armadura del jaffa es complicada, debe montarse y desmontarse. Pero ya has tenido la oportunidad de estudiarla y saber de su montaje lo suficiente como para poder ponértela, aunque con algo de esfuerzo. El jaffa es un hombre alto, calvo, musculoso de piel albina, con el símbolo del cuervo grabado en la frente, similar a su casco. 

Una vez la armadura completamente puesta, casco incluido, te dispones a avanzar, cuando distingues, a lo lejos, la figura de un hombre, que sale de su celda. Al poco, te das cuenta de que es el doctor Rosetti. Él te mira, asustado. 

Al mover hacia los lados los barrotes, estos se apartan suavemente, como si fueran una persiana, dejándote el paso libre. Fuera, un inmenso pasillo, de varios cientos de metros. A lo lejos distingues una figura. Un jaffa, que te mira, curioso. 

Salir de la celda no supuso mucha victoria para Rosetti, pues en realidad lo más peliagudo sería escapar de la zona controlada por esos jaffa y su goa'uld dominante, supuestamente Morrigan.
Al ver el largo pasillo arrugó el gesto con desagrado. Si sencillamente era recto resultaría casi imposible pasar desapercibido. Podía ir ocultándose en otras celdas si éstas estaban abiertas pero era una estrategia bastante desesperada y con pocas probabilidades de éxito. Aún así no parecía que tuviera más opciones.

Al distinguir al jaffa al fondo no pudo evitar quedarse un par de segundos aturdido. Resultaba extraño que no le hubiera disparado desde el principio pero tampoco podía arriesgarse así que tras avanzar apenas unos metros se metió en otra celda (que dejó evidentemente abierta) para ocultarse de su vista y esperar a que se acercara.

Dudaba mucho que pudiera contra él cuerpo a cuerpo pero si sobrevivía tendría algo que contar a sus nietos.

Llevaba un rato intentado ponerme aquella armadura, que no era fácil y aunque me parecía una aténtica guarrada haberme tenido que poner lo mismo encima que llevaba otro hombre me había parecido una buena idea. Salí dispuesta a buscar al resto, pero alí en mitad del pasillo vi a Rosseti, quien también parecía estar bien y eso, me hizo sonreir debajo de aquel enorme casco.

Sin decir nada, me lo quité lo más rápidamente que pude que y con una sonrisa comencé a caminar hacia él, pues no podía ni imaginarse lo que me alegraba de verle.

Quizás a él le quedara mejor que a mí este trasto, ya que a fin de cuentas, mi compexión era más fina que la de un hombre e incluso notaba como se me movía la armadura en los hombros al caminar. No es que fuera una máquina haciendo poco ruido, pero con eso seguro que aún muchísimo menos. Era cuanto menos horrible para andar y pesaba.

Rosetti se mete en otra celda, mientras el jaffa camina hacia él. Al poco, este se quita el casco, y cuanto menos, lo que hay en su interior es una sorpresa agradable. Es la doctora Parker. Tiene que agacharse para que se le vea la cara, la armadura le queda grande.  

Consultó la hora, mientras Makepeace le hacía la pregunta. No veía razón para dejar a la reina con vida. Seguro que se habían llevado consigo lo más importante de ella, y si tenía voluntad propia, dejarla con vida supondría que los bichos seguirían campando a sus anchas por el planeta, controlados por ella.

-Seguro que se han llevado de ella lo más importante, y ahora es poco menos que un cascarón vacío. De todos modos, creo que estamos más seguros saliendo de esta sala si ella está muerta. Si sigue teniendo capacidad para controlar a sus "hijos", dejarla viva sería una insensatez.

Solo esperaba que, una vez muerta, la plaga skaald del planeta terminara.

Rosetti a punto estuvo de lanzarse sobre el jaffa y acabar ambos revolcándose por el suelo pero al distinguir que se quitaba el casco y teniendo en cuenta su extraña actitud optó por refrenarse hasta distinguir a la doctora Parker dentro.

-Maldita sea, casi me da un infarto- se cogió un instante el pecho pero después acabó por reírse -Te daría un beso pero creo que romperías la mandíbula- comentó despreocupadamente antes de erguirse del todo -¿Tengo que hacerme pasar por tu prisionero?, ¿cuáles son las novedades?, ¿y los demás...?- empezó a preguntar de forma precipitada y seguida.

Lo de haberse quedado quién sabe cuanto rato inconsciente y apartado del grupo le dejaba con demasiadas incógnitas sin resolver.

La verdad es que tuve que echarme a reir con sus palabras y las pintas que debía de tener, pero en seguida me recompuse yagarrando a Rosseti de la mano lo arrastré a una celda y comencé a quitarme la armadura.

- No sé, pero al menos un abrazo hubiera estado bien.. Ponte tú la armadura que a mí me queda muy grande y a su dueño ya no le va a hacer nignua falta.. digamos.. que se murió aunque no fuera por muerte natural..

Le fui dando las cosas rápidamente y diciéndole como se ajustabas, ya que yo ya había tenido que hacer mi propio " lego " hacía unos minutos.

- Me he despertado en la celda sola y estaba el jaffa ahí vigilando esto.. pero bueno, parece que en vez de suicidarme la idea funcionó.. y eso.. que pensaba buscaros, pero no sé nada.. tan sólo que tenía que salir de ahí como fuera..

El arqueólogo retrocedió unos pasos para dejar espacio a su compañera y la ayudó en el incómodo proceso de ir quitándose la armadura de cuervo. Cuando ya faltaban sólo las botas la rodeó y le dio un abrazo corto pero estrecho.

-Nunca es tarde, ¿no?- le sonrió y empezó a armarse entre resoplidos de disconformidad. ¿Cómo podía alguien luchar con todo eso encima? A él no se le daba bien ni siquiera con ropa cómoda...
-¿Suicidarte? Creo que no acabo de entenderte... ¿fingiste que te suicidabas y cuando entró conseguiste dejarlo seco? Joder yo no hubiera sabido ni donde clavarle el boli y esa era mi única "arma secreta"...- optó por callarse antes de seguir dejando patente su torpeza y cuando por fin estuvo ataviado le prestó el bolígrafo a Sirkka para que le dibujara el símbolo en la frente.

-¿Sabes qué? Creo que la goa'uld es Morrigan, diosa celta de la muerte y la destrucción principalmente. Supongo que eso no nos ayudará mucho pero bueno...- se cubrió con el casco y finalmente empezó a caminar, sujetando del brazo a la doctora como si arrastrara a una prisionera contra su voluntad.

Piscatella hace un breve saludo militar, y se prepara para accionar el botón del gas, cuando se lleva la mano a la cabeza. Cierra los ojos, y abre la boca. Abre de nuevo los ojos, parpadea un par de veces, y luego niega con la cabeza. Musita algo, y alza la mano, preparado para darle al botón, cuando de repente cae de rodillas, soltando el rifle y llevándose ambas manos a la cabeza. Grita de dolor y luego cae. Obviamente, os quedáis todos mirando, sorprendidos. Makepace se acerca, pero al dar dos pasos, Piscatella se levanta de nuevo. Pero ya no es el Sargento. Sus ojos están completamente en blanco, y su expresión es neutra, vacía por completo de emociones. 

-Lamento dañar a esta criatura, pero era necesario. No sufrirá más daño del necesario. No entiendo vuestra canción, y debía comunicarme con vosotros. Veo vuestros colores, y son claros, son puros, hermosos. No como los otros.- Su voz es parecida a la de un Goa'uld, como si hablaran dos personas a la vez, con diferentes voces. Pero al contrario que los Goa'ulds, su tono de voz parece liviano, dulce, armónico y bien estructurado, vacía de emociones. Además, su tono de voz es femenino. 

Makepeace alza el arma, pero vacila. Duda. No va a disparar a uno de los suyos, siempre que haya la más mínima posibilidad de salvarle. 

-¿Que es lo que quieres?- Pregunta, apuntando a Piscatella, o lo que antes era el Sargento Piscatella, a la cabeza. 

-Solo tiempo, tiempo para poder comunicaros mis intenciones. Mis hijos no cantan mi canción. Ahora están perdidos, solos, ya han olvidado a escuchar. Fueron arrebatados de mi lado. Sentí su dolor, su tristeza, sus ruegos, su ira, y luego su venganza. He intentado cantar para que la harmonía reine en sus corazones, pero no saben escuchar.- 

La figura del Sargento avanza, poco a poco. Camina mal, como si no supiera coordinar los miembros, como lo haría un zombi de película barata. 

-Siento vuestros corazones, y vuestras mentes. Y veo colores puros, pálidos. No son oscuros.- 

Prácticamente estaba bromeando con lo del abrazo, aunque claro, seguramente mi forma de bromear distaba mucho de la habitual así que cuando me dio el abrazo me quedé un poco soprendida, pero sonreí cuandos e separó pues en verdad agradecí el contacto, ya que incluso había pensado que nos aldría de aquella celda viva.

Iba pasándole la armadura mientras le explicaba lo que había hecho, más que nada porque me lo preguntó, porque no solía dar datos sin tener demasiado claro lo que había hecho.

- El caso es que tenía mi bisturí de emergencia y como veía que no podía desactivar la electricidad desde dentro de la celda, recordé algo de sus armas y bueno, lo único que se me pasó por la cabeza fue hacer que me disparara con los barrotes en medio claro. - Le señalé la forma de encajar una de las piezas y le ayudé con otra, como si lo estuviera vistiendo para carnavales. - Lancé el bisturí en su dirección penosamente mal, pero bueno, la electricidad primero acabó con él y luego su disparo con la electricidad.. Te diría más pero no tengo respuestas..

Una vez estuvo listo le di el arma.

- Creo.. que se dispara así y que no tiene ninguna clase de retroceso, pero yo soy nula en cuanto al manejo de armas..

Sus palabras sobre la diosa ya me dejaron cara de idiota y ya no me molesté en ocultarla. Estábamos juntos en eso y mi orgullo empezaba a desaparecer para dejar paso a mi " yo misma ".

- Si te digo que a mí ese nombre me suena a película del Rey Arturo o algo parecido? Sabía lo de Odín y Thor porque nací en Finlandia pero no me pidas más que lo mío es la ciencia..