Partida Rol por web

Tras llegar nuevamente al ascensor, el doctor Rosetti inspiró hondamente, algo que no le sirvió d emucho dentro del absurdo casco que cubría toda su cabeza. La verdad es que era molesto pero suponía que tras años de llevarlo encima no debía ni notarse... y esa idea le producía algún que otro escalofrío.

Finalmente caminó con paso firme hacia el pasillo que se abría frente a él y por el que se habían llevado a Parker. En el fondo esperaba y deseaba que el resto de "héroes" del equipo se encontraran ahí, mucho más preparados que él para una situación de peligro tan directa como esa.

Estaba jodida, total y absolutamente jodida. Aquello era una auténtica putada y mis ojos, miraban a cualquier parte, como si quisiera buscar un lugar para salir corriendo, sólo que sabía que no había escapatoria posible. Si no hacía algo rápido aquí se habría terminado todo, pasaría a ser " ello " y desde luego que la idea era cuanto menos terrírifica, no, algo tenía que hacer, aunque fuera llorar pero tampoco venían las lágrimas a mis ojos en aquel momento, a pesar de que me sentía como una rata en la jaula de un laboratorio, una de esas monadas que al final se te acababan muriendo mientras experimentabas con ellas.

- Eso no es muy alentador Sirkka. - Me dije a mí misma descartando aquel pensamiento. - Vamos.. tienes que ganar tiempo, algo que haga que se entretenga mientras tus compañeros vienen a por ti, porque sino no sales de esta..

Si en aquel momento midieran la actividad de mi cerebro seguramente rompería alguna de las escalas mientras buscaba una solución, pero al final, lo único que me quedaba era hablar.

- Bueno yo sé que puedes desear mi cuerpo, no te voy a decir que no sea atractiva.. - Hablaba como si de verdad me lo creyese. - Pero podría decirte que a parte de lo que genéticamente ya no tengo bien, he sido picada por al menos un par de bichos de este planeta y puede que incluso tenga alguna infección parasitaria.. - A parte del párasito que quieres ponerme tú, claro. - Lo que quiero decir, es que por muy buena apariencia que tenga, igual luego te arrepientes de haberte quedado conmigo.. seguramente te haría débil y de lo único que gozo es de un buen cerebro, pero casi no le sacarías probecho porque utilizarías el tuyo.. - aunque sea el de un gusano amorofo.

Morrigan te mira. Duda, pero finalmente, asiente. 

-Cierto, tienes razón. Un cuerpo limpio de infecciones es más cómodo de habitar. Me alegra ver que al fin entiendes tu destino, y que lo aceptas, Tau'ri. Pensé que sería más difícil.- Hace una seña al primarca, y este te coge y te lleva hacia el caldero, una especie diferente del aparato de regeneración Goa'uld. Básicamente, un cambio de diseño. 

Te encaminas por el pasillo, algo más largo que el anterior, e igualmente austero. Sin decoraciones, sin nada más que una pared de color metal brillante, más bien blanquinoso, y unas señas en la pared, a modo de indicación, en idioma, por supuesto, Gemonite. Al final del pasillo llegas a una sala, con tres caminos. A tu derecha, una puerta, con una indicación, y a la izquierda, otra. Justo frente a ti, unas escaleras, que llevan a unas puertas dobles, custodiadas por dos jaffa, uno a cada lado. 

A pesar de que aminoró el paso, Rosetti no llegó a detenerse en su avance pues eso hubiera dejado demasiado claro su titubeo.

Su mirada viajó a izquierda y a derecha, dándose cuenta enseguida de que las escaleras custodiadas eran sin duda las que conducían a la "sala importante" así que sin más rodeos se dispuso a subirlas sin más. A fin de cuentas era un jaffa, se suponía que debían dejarle sin más... pero estaba bastante seguro de que precisamente en ese momento habrían cambiado la "política de privacidad" para sacrificios.

Aquella respuesta tampoco me gustó.. aunque esperaba que al menos el que fuera a curarme las posibles infecciones la llevara el tiempo suficiente como para dar tiempo a los demás a venir a buscarme. No tenía modo de irme, modo de salvar la vida si no eran ellos quienes aparecían y me socorrían, así que me dejé arrastrar sumisamente hacia aquel aparato, sabiendo que tan sólo era confianza en mi equipo lo que me quedaba en aquellos momentos.

Seguía sin saber rezar, como tantas veces había querido hacer desde que estaba en aquel lugar así que simplemente bajé la cabeza y esperé a que hicieran lo que quisieran hacer conmigo. Fue en aquel preciso momento cuando me enteré claramente de lo que siente un prisionero cuando ha sido condenado a muerte y que aunque sea inocente ve que su final se acerca a pasos agigantados.

  Tom no diría nada más, había expresado su opinión y quizás era más de lo que debía de hacer el sargento delante del Capitán, después de todo la decisión era suya aunque con ella debiese tomar en cuenta la de todos los que estaban bajo su mando.

  El silencio era una forma de darle un respiro, sabía que estaría considerando las posibilidades, para Hammer eliminarla sería condenar al planeta a estar invadido por centenares de insectos sin control, y no sólo eso, sería convertirse en poco menos que asesinos, no muy diferentes a los goa'ulds o incluso a los gemonites que aún cuando no se había topado cara a cara con ninguno entendía seguían una ética que en el mundo ideal del Sargento no funciona, el fin no justifica los medios.

  Se acercó a su Capitán, agachó el mentón aproximando sus labios para que pudiese oir sus palabras.

  - Señor...ya sabe lo que opino. Pero decida lo que decida, estoy con usted.

 Le apoyó e inmediatamente se retiró tomando la ametralladora entre sus manos adoptando una posición mucho más erecta, con el mentón en lo alto y dispuesto a no volver a inmiscuirse.

Smith se puso una mano en la cabeza intentando aliviar el dolor de cabeza producido, instantes despues veia a aquel ser como mas peligroso de lo que era antes, si tenia esa facilidad de trastocar las mentes ajenas, quien no les decia que se volveria contra ellos, aunque quizas su poder les pudiera ayudar

-Tsk, maldita sea, alguien tiene explosivos o controladores a distancia por radio, dejemosla en libertad, demonios estamos perdiendo demasiado tiempo en esta basura, atemosle un maldito explosivo al cuerpo, si nos la intenta jugar sera la primera en visitar a su Dios Insecto

Te diriges con decisión, sin apenas detenerte, hacia la puerta vigilada, como lo haría un guardia jaffa. Sin embargo, justo cuando te dispones a subir, otro jaffa te interrumpe. 

-¡Eh, tu!- Te vuelves, casi por instinto. El jaffa lleva unas ropas, una especie de vestido, femenino, mitad de guerra, mitad de gala, parecido que al que llevaría una guerrera celta de la antiguedad, una princesa o una reina, quizás. -Llévalo a Morrigan.- Espeta. 

Aún en contra de la opinión de Makepeace, el mismo Piscatella libera a la reina. Se abre el contenedor de cristal, y esta emite un chillido ensordecedor. Al poco, el mismo sonido estridente resuena como un eco en toda la estación. Lo reconocéis, es el ruido de las cucarachas, el que hacían al atacar. De repente, sentís como os invade un sentimiento de gratitud, y una palabra os llena la mente: Gracias. La reina se va por un conducto que se abre al final del contenedor, que no sabéis hasta donde conduce. 

Rosetti se giró más tenso que una estatua pero por suerte el movimiento quedó disimulado gracias al armatoste que le cubría así que extendió los brazos y cogió el vestido ceremonial cuidadosamente, asintiendo obedientemente al jaffa que se lo había acercado para después girarse y continuar subiendo las escaleras con el pulso acelerado y los ojos algo desorbitados.

Se había librado por los pelos... de momento.

Con el vestido en una mano, como si recogieras la colada, entras. Las puertas dobles dan acceso a una sala relativamente pequeña, parecida a la sala de reuniones del comando stargate. Varias pantallas y consolas de mando, unas pocas sillas, y al fondo, una mesa, con algo remotamente parecido a una máquina de café, que parece rezumar un líquido de color marrón. En el centro, una mesa de metal, preparada con prisas para una especie de ritual. Al fondo, una máquina de regeneración Goa'uld, un sarcófago, aunque este es de tono negro, intentado imitar, sin variar apenas su forma, un caldero. 

Dentro de la sala, dos guardias jaffa, la Goa'uld y el primarca, que te clavan la vista según entras. 

-Bien.- Dice la Goa'uld, al verte entrar. -Espera ahí, jaffa. Ten preparadas mis ropas. En cuanto tome a la prisionera Tau'ri como nueva anfitriona querré vestir adecuadamente. Tu.- Señala a uno de los jaffa. -Ve a buscar al otro prisionero.- 

Rosetti se quedó plantado junto a una de las paredes con complejo de perchero. En una mano sostenía las ropas y en la otra lo más importante: la lanzadera.

Observó el sarcófago en silencio y se preguntó donde diablos habrían metido a Parker. Tenían que traerla allí tarde o temprano para hacer la conversión, de eso no cabía duda... aunque no estaba muy seguro de como acabaría todo eso.

Cuando mencionaron a otro prisionero rezó interiormente para que se tratara de Hammer o del Capitán. Si conseguía librarle de su escolta tendrían más posibilidades de deshacerse de los jaffa allí presentes aunque si pensaban ir a buscarle a él mismo tal vez acabaran cancelando el ritual al percatarse de que ya no estaba ahí...