Partida Rol por web

Las instalaciones son enormes, y cada vez notáis más frío. Finalmente, tras andar durante media hora por bloques de celdas, llegáis a un puesto de control, con dos guardias jaffa vigilando. Sin deciros nada, abren las puertas, que os llevan, tras un nuevo pasillo, hasta un ascensor. Os metéis en su interior, y este sube, automáticamente. Al poco, el fondo se vuelve transparente, y entendéis por qué hace tanto frío. 

Estáis en uno de los polos del planeta, o cerca. El paisaje, sólido, pero completamente blanco, os recuerda al que se puede encontrar en la Antártida, o en las regiones más al norte de Europa, Rúsia, Canada,... 

Smith miró a aquella copia barata mientras levantaba el arma en señal de amenaza

-Joder, si puede introducirse dentro de nosotros...-Smith se giro a aquel extraño individuo,- que te hace pensar que te escucharemos tan siquiera, mira lo que nos paso por ayudar a la otra puta, yo digo que la gaseemos y fin de la conversacion

Dante escuchó con atención el relato, enarcando una ceja mientras se dejaba ayudar por la doctora de manera sumisa.
-¿De verdad hiciste eso? Está claro que por algo eres la más lista del grupo- admitió con naturalidad para después practicar un par de disparos con la lanzadera.

Por suerte las había visto de cerca antes e incluso llegó a practicar con ellas por mera curiosidad en la base pero su puntería distaba mucho de ser acertada así que tendrían que basarse principalmente en el disfraz.

-¿El Rey Arturo...?- no pudo evitar reírse momentáneamente, resultaba chocante que Sirkka admitiera algo así con tranquilidad y eso le hizo pensar que quizá era la presencia de alguno de los militares lo que conseguía mantenerla en un estado algo más tenso habitualmente.
-Probablemente te confundas con Morgana pero no importa, ya te daré clases avanzadas de mitología si salimos de esta- propuso con tono de broma a sabiendas de que le interesaría tanto como a él la composición de las partículas que generaban los MPZ -Pongámonos en marcha.

Sin más dilación eso hicieron y por suerte los guardias con los que se toparon no opusieron resistencia... por el momento, pero el paisaje que les rodeaba resultaba poco alentador.
-Mierda... aunque en teoría en uno de los polos tenían el otro Stargate, ¿no?- frunció el ceño bajo el casco. En teoría ese Stargate debería estar bajo el dominio de los gemonites pero en realidad lo que más le preocupaba en esos momentos era el estado del resto del SG7 y el SG3. Resultaba sospechoso que ninguno de ellos estuviera en las celdas subterráneas.

La verdad no es que me sintiera como la más inteligente de ninguna parte en aquel momento, sino más bien, bastante insegura porque ahora no teníamos a ningún militar que nos salvara el culo y por muy listos que fuéramos los dos, éramos un blanco demasiado fácil para cualquiera.

- ¿ Clases particulares? - Pregunté divertida aunque realmente no es que la historia fuera algo que me gustaría saber. - ¿ No puede ser un café bien cargado mientras estemos en alguna parte donde no tenga que estar tan tensa? Esto me puede..

Hubiera continuado hablando pero ver que estábamos en alguna parte que había tantísimo hielo por todos lados y nada más, me hizo recordar primero a mi país y luego recordé que nuestros problemas " por torpes " se incrementarían en un lugar así.

- Dime que tienes alguna idea de por dónde empezar a buscar al resto por favor.. - Era más un ruego que cualquier otra cosa.

 Sus ojos se clavaron con una mirada compasiva en los de su compañero, aún cuando sabía bien que no estaba mirandolo a él, pues ya no era el marine...

 Que mierda...

 Apretó los labios y contrajo la frente en una expresión de confusión.

  - No. - Negó como petición a smith sin mirarle extendiendo el brazo derecho para indicarle que no lo hiciese. Sería poner en peligro la mente del marine.

 - Si la conciencia del marine no regresa de forma natural puede sufrir daños irreparables.

 No era experto en esa clase de temas, para eso estaban los jodidos doctores, pero coño, había visto suficientes películas de ciencia ficción y había leído los suficientes informes sobre el comando stargate como para saber que no podían precipitarse en la toma de decisiones.

 Compartió una mirada de soslayo con su Capitán y dio un paso al frente.

 - ¿Cómo podemos ayudarte? ¿Cómo podemos hacer que escuchen?

 Sólo era información, tenían que terminar cuanto antes con aquello o los efectos en el soldado podían complicar el resto de su vida.

  Podía haber mencionado que si se atrevía a conducir a aquellos insectos hacia ellos para protegerla, si olvidaba que se habían detenido un instante antes de matarla sin más, para dialogar, entonces puede que Hammer perdiese la fe en la humanidad...si es que se puede considerar a un bicho de estos con atributos humanos...

  Tenía conciencia...y hablaba como alguna clase de chamán.

 - No son oscuros. Nuestras intenciones son pacificas. - Explicó y coloco su puño sobre el pecho para ayudar a expresarse. Y aquello era en lo que creía Hammer, en que eran el primer rostro que otras razas veían sobre la Tierra, que eran los diplomáticos de aquella era estelar...y que aunque estaba dispuesto a meterle un tiro en el culo a cualquiera que pusiera en peligro a alguno de sus compañeros, no había pruebas de que la reina quisiese mal alguno...

 Había visto comportarse a aquellos bichos...más de cerca a las cucarachas...y no eran fieras salvajes y descerebradas, trabajaban como una jodida colmena en ocasiones, y recolectaban alimentos vegetales...

  - ¿Debemos confiar en que también hay colores puros en ti?

 Entonces miró a aquel cuerpo quitiquinoso, miró a la Reina directamente, hacia sus ojos como si esperase ver algún tipo de aura..

 todo sería más sencillo...desde luego...

La reina devolvió la mirada a Hammer, a través de la jaula en la que estaba metida. 

-Mi aura se compone de muchos colores, a veces son oscuros, a veces cantamos la guerra y la destrucción. Nos crearon para matar y odiar, nuestros amos, que son vuestros enemigos. Pero aprendimos. Evolucionamos, vimos la armonía, y salimos de la oscuridad. No queremos hacer más daño. Mis hijos ya están perdidos, yo puedo acabar con su dolor, con su sufrimiento, para que vuelvan a ser parte de mi, para enseñarles a escuchar, y a entonar. Pero no puedo hacerlo aquí. Mis hijos no me escuchan aquí.- 

Tras comprobar que el ascensor todavía tardará lo suyo en llegar hasta las plantas superiores Rosetti optó por volver a abrir su nuevo casco aspirando aire de forma un tanto exagerada.
Con lo poco que le gustaban los sitios cerrados sólo hacía falta combinar esa estúpida armadura con un ascensor. Por suerte no llegaba al punto de padecer claustrofobia.

-Hmm....- dijo de forma imprecisa tras la petición suplicante de Sirkka, pero a pesar de ello parecía bastante tranquilo y sencillamente pensativo -Creo que teniendo en cuenta donde se quedaron nuestros compañeros deberíamos poder encontrarlos desde esta base. Estaban rodeados de goa'uld y jaffa así que lo lógico es pensar que han sido trasladados hasta aquí o que al menos esta base está informada al respecto. Conclusión: deberíamos intentar acceder a alguna de las salas de control o seguridad de este lugar, aunque no será fácil- suponía que a la doctora se le daría bastante bien controlar las máquinas y la posible seguridad del lugar, además él seguiría ayudándola con las traducciones, pero por desgracia el problema seguían siendo los guardias.

-Si sólo encontramos uno o dos guardias no creo que haya problema teniendo en cuenta el factor sorpresa, si hay más ya...- dejó la frase en el aire pero recordando lo preocupada que parecía Parker decidió añadir -Seguro que nos apañamos, no te preocupes- le guiñó un ojo con confianza y se acercó al panel del ascensor para comprobar el total de plantas y, tal vez, algo de información.

Esa tenía que ser una base gemonite y quizá hubiera avisos o incluso paneles de control que les permitieran conseguir algo más de información acerca del lugar.

Al menos Rosseti parecía más seguro de sí mismo que lo que lo estaba yo en aquel momento y la verdad es que estaba bien, porque nerviosa no iba a hacer demasiado y sus palabras me tranquilizaron, aunque fueran tan ambiguas como decir que si aparecen babosas les echamos sal, pero no de dónde íbamos a sacarla.

- Está bien. Entonces lo primero que tenemos que hacer es intentar llegar a una sala de vigilancia sin que nos maten y desde allí, quizás podamos echar un vistazo para tratar de lozalizarlos. Lo suyo también sería conseguir algún plano del lugar..

Estaba vovliendo a hacer planes de nuevo y eso, era bueno, aunque seguía sin querer encontrarme con nada por el camino, claro.

- Espero que les encontremos a tiempo, son un poco " suicidas " sobretodo el idiota de Smith.. espero que no se le ocurra hacer nignuna tontería y ponha a McGraw y Hammer en peligro.

- Entiendo...

 Tom bajó el mentón unos instantes y después miró de soslayo al marine que estaba sobre el terminal, aquello era casi hilirante pero aunque Tom no siempre era fácil de convencer, menos después de lo que Karin, o lo que hubiese dentro de ella, habían hecho, pero parecía suficientemente seguro de lo que estaba a punto de decir.

 Alzó el mentón y dedicó una profunda mirada al Capitán, directamente a los ojos con todo el respeto que le debía. Podía simplemente negarse a escuchar, pero McGraw no era así, siempre había contado con su opinión...y, por algún motivo, Hammer tenía la necesidad de ayudar a alguien, de resarcirse y quitarse aquel mal de boca...había salvado una vida, eso lo sabía, y aunque era la vida equivocada, no podía arrepentirse de ello, cualquier criatura merece su vida, aún cuando plantearlo desde una perspectiva moral...pueda acarrear un castigo similar a la muerte para aquellos que son como los goa'ulds.

 - Quizás nos equivocasemos cuando pretendíamos ayudar a alguien en este lugar. Señor - Su voz era comprensiva e incluso dulce. Reconocía su error con ella, y también el aprecio que le tenía a la vida así como a sus formas.

 - Quizás...todo sea confuso y los que necesitaban nuestra ayuda de verdad eran ella y sus hijos. Puede que no tengan capacidad para hacernos volver a casa, pero ha demostrado ser inteligente, y a pesar de su aspecto - Miró a la reina entonces, adoptando una posición cauta Sin ánimo de ofender - Creo que deberiamos ayudarla.

  Solucionariamos el "problema" de una forma diplomática, si es capaz de organizar a sus hijos todo esto terminará.

 Pero cabía la otra opción...que aquella inteligencia se volviese contra ellos. ¿Olvidaría ,sencillamente, el favor que los tau'ri le habían hecho?

  Por ello esperó a que el Capitán opinase, porque era un hombre con experiencia...Tom, por el rabillo del ojo, cuidaba de que el estado del soldado que estaba siendo controlado no variase, no le deseaba ningún mal, pero su conexión con la reina podía llegar a salvar muchas vidas en el futuro.

-Entonces que, ¿La soltamos?- Dice, con un tono de ligera ironía Makepeace. -Me parece que no, Sargento. ¿Quiere usted tener esa cosa corriendo suelta por ahí, sabiendo de lo que son capaces sus... "hijos"? Es un riesgo que no se si estoy dispuesto a aceptar. Su misión era explorar el planeta para ver si era seguro, y la nuestra es llevarles a todos sanos y salvos a casa. Yo digo que acabemos con esa cosa y salgamos de aquí, cuanto antes mejor.- 

El ascensor asciende, durante varios minutos. Casi como si fuera lento a propósito, para ir mostrando el paisaje del exterior. No tiene botones, por lo que lo más probable es que asciendo hasta un solo destino. No podéis dejar de observar que, pese a que hace frío, no es algo letal, ni mucho menos, como de hecho debería serlo en el polo sur (o norte) de un planeta con tanto parecido a La Tierra. Una temperatura de unos 5, 6 grados sobre cero, menos un grado, a lo sumo, nada que no pueda soportarse con ropa abrigada y un café caliente. 

Finalmente, el ascensor frena poco a poco, hasta detenerse por completo. Por la altura del paisaje, debéis estar a unos cuatro cientos metros sobre el nivel del suelo. Cuando se abre la puerta, un hombre de color, el primado, que habéis visto antes, os espera. Coge por un brazo a la doctora Parker y se inclina para observarla con atención, quitándose el casco. Luego mira a Rosetti, un guardia jaffa, o eso parece. 

-Bien, trae al otro prisionero. Yo la llevaré ante Morrigan.- Dicho lo cual se aleja con la doctora cogida de un brazo. El ascensor ha llegado justo al pie de unas escaleras enormes, de piedra, u hormigón, quizás, que llevan a una puerta metálica. Todo tiene una decoración muy espartana, con un parecido más que evidente a la base del comando Stargate, pero mucho más grande y espacioso. Hay muchos jaffa haciendo guardia. 

Reflexionó un momento sobre lo dicho. Aquello no cuadraba, y no lo hacía para nada. Lo que había visto de los skaald era de todo menos hermoso. Parecía más bien una plaga de langostas, incontrolables y peligrosas. Semejantes criaturas, netamente concebidas para la destrucción, no podían haber sido creadas "para la paz", como sugería la reina.

El pobre Piscatella seguía bajo los efectos de la reina, y él se acercó al ordenador, donde estaba preparado el comando de liberación del gas. Luego, miró al "abducido" y le habló a la reina a través de él.

-Tu mensaje es ahora muy oportuno, "majestad". Pero tus hijos han intentado matarnos ahí fuera. No he visto nada bello en ellos, y si que he visto que usan nuestros cuerpos para reproducirse en mayor cantidad. Tus hijos tienen formas que parecen haber sido concebidas para la guerra, el exterminio y la lucha por la supremacía de una raza. Los gemonites quizá sean maquiavélicos, quizá te hayan utilizado a ti y a tus hijos para hacer el mal. Pero ellos forman parte de mi raza, y yo he jurado defenderla contra cualquier enemigo que pueda hacerle frente en esta galaxia. ¿Acaso he de creer que si os dejamos un planeta para vosotros solos, os vais a conformar con él, sin interferir en otros planetas cuando el que se os asigne se os quede pequeño? En mi planeta hay criaturas parecidas a ti y a tus hijos. Los llamamos insectos, y sus colonias se reproducen continuamente si no hay factores que limiten su crecimiento, como algún tipo de condición climática o depredador.

Parpadeó, mirando a sus hombres. Si le controlaba mentalmente a él, sabrían que era el momento para accionar el botón, o abrir los portillos y matar a la criatura a tiro limpio.

-Dime, reina. ¿Por que hemos de dejarte vivir? ¿No tomarías represalias contra nuestra raza, sin hacer distinciones? ¿No están tus hijos diseñados para hacer el mal, para propagarse por este o cualquier planeta donde sean liberados? Nosotros deseamos salvar a este planeta y sus habitantes, pero sobre todas las demás cosas, deseamos volver a nuestro propio planeta, y rescatar a nuestros amigos de las manos del ser que habita dentro de tu creadora, un goa'uld, un parásito dentro del cuerpo de Rosemund. Ese es nuestro objetivo.

-Nosotros venimos de un lugar muy lejano.- El cuerpo de Piscatella se giró, lentamente, hacia McGraw, con movimientos torpes. -Nuestros creadores, los maestros, cantaban la guerra, era su sino. Sus colores eran oscuros, y crueles. Nos crearon, para la destrucción, para cantar la muerte de sus enemigos. Pero aquellos enemigos se apiadaron de nosotros, me hicieron ver la luz, me mostraron la verdad. Sentí el dolor de miles en mi corazón, y a partir de entonces canté armonía, y paz. Nuestro hogar era blanco, era verde, y vivíamos en paz. Pero estas criaturas, a los que llamáis Gemonites, nos exterminaron, nos sacaron de allí, para servir en la guerra. Cogieron mi semilla, la usaron para crear criaturas oscuras, servidas de la muerte. Mis hijos, aún así. Quise cantar para ellos la armonía, la paz, la serenidad que sentía, pero me los arrebataron, antes de que pudiera enseñarles a cantar y escuchar. Siento su dolor, les siento perdidos. Sentí como les hacían daño, sentí el dolor, la tristeza, y la venganza. Yo solo pude llorar por ellos. No deseamos guerra, dolor y muerte. Solo queremos volver a nuestro hogar, cantar allí la armonía de nuevo.- 

A través del cristal, aquel insecto gigantesco se gira, y clava sus seis ojos en los de McGraw. 

De repente, varias imágenes empiezan a venirte a la mente, como recuerdos, flashes. No sientes dolor, ni sensación alguna. Simplemente, imágenes y recuerdos que desfilan ante ti. Un insecto, una especie de araña de seis patas. Un rayo de luz, luego voces crueles, experimentos. Recuerdos de un gran dolor, de un gran pesar. Luego un rugido, una batalla. Como alguien salido de tu propio sino muere, y esa muerte multiplicada por millones. Una nave, surcando el espacio. Una nave con pensamientos, con vida propia. Una jaula, y más experimentos. Luego alguien, una mujer de cabello rubio, que calma un ansia de matar, y la transforma en calma, en sosiego, en paz. Luego un planeta selvático, donde esa reina reposa, junto a cientos de huevos, en un claro. Un ser extraño, con ojos medio humanos alas, pero de forma humana, con una apariencia pacífica, incluso amistosa, atractiva en cierto modo. Luego un Stargate, disparos, voces, oscuridad. Luego a la doctora Rosemund y al oficial Görem hablando, y sonriendo. De nuevo, el recuerdo de un gran dolor, de tristeza. Y por último, una voz en tu cabeza. 

-Estos son mis recuerdos, de mi, y las mías antes que yo.-  

Rosetti no tuvo más remedio que ceder el "brazo" de la doctora. Si sólo se hubieran topado con un par de ellos... pero evidentemente no había sido tan fácil como ambos hubieran deseado.
Lo único mínimamente positivo de todo aquello es que parecían estar cerca del Stargate y si Morrigan estaba en esa sala probablemente el resto de sus compañeros también. Aunque todavía desconociera sus estados.

Asintió obedientemente al primado y una vez éste empezó a alejarse dió un pequeño rodeo por los pasillos colindantes hasta confundirse con el resto de jaffa para internarse en la supuesta sala del Stargate.

  No hizo mención alguna de lo que makepeace recomendaba, no tenía palabras que dedicarle aunque si le concedió una mirada encorvando las cejas hacia abajo y frunciendo levemente el ceño en petición de algo de compasión...acabó enarcando una ceja mientras observaba, después, a la reina y al capitán y escuchaba la conversaicón que mantenían a través de Piscatella.

  Guardó silencio, y sólo pudo añadir mirando a su oficial al mando..

 - Exactamente lo que sentimos nosotros. El deseo de regresar a casa.

 A nosotros nos esperaban seres queridos, o almenos un mundo donde poder estar a salvo, donde sentirse seguro y bajar por un momento la guardia. Lo que le esperaba a la reina estaba entre dos opciones, la primera era la destrucción.

 - Aunque muera, si no tiene forma de comunicarse con sus hijos, los que, hay que decir, no me parecieron actuar bajo ningún patrón no instintivo, no libraremos al planeta del caos que están generando con sus con sus acciones. Sólo nos cobraremos una vida, quizás inocente.

 Negó...aquello sería arduo incluso para un filósofo, incluso considerando todos aquellos axiomas como verdaderos el razonamiento pendía de un hilo igual que los dedos de los marines para darle fin a aquel gigantesco insecto.

 La segunda opción era la redención y el perdón...

 - Igual que nosotros somos el ejemplo de todos los Tau'ri que no tienen la opción de estar aquí, podrían nuestros actos comprometer la relación con otras civilizaciones, más avanzadas o no, y llevarnos a la guerra...actuando por instinto, matando para defender a los nuestros...no nos gustaría que generalizasen y pensasen que todos los seres humanos harán eso sin pensarselo dos veces, sino que..incluso cuando potencialmente podemos actuar de forma negativa, tenemos la voluntad de hacer el bien.

  No creo que la reina haya leído a Rousseau, ni a Hobbes, puede que nisiquiera Piscatella lo haya hecho. - Añadió aquella coletilla para que cualquier detractor no objetara más cosas.

 - Pero si este bicho, en el mejor sentido de la palabra, - dijo esperando que no se ofendiera pues la vida de uno de sus hombres estaba en sus...¿garras? - posee la voluntad de hacer el bien, la paz, si está al nivel intelectual para sopesar entre lo bueno y lo malo en su libre albedrio...entonces yo creo que debería estar libre.

 Selló sus labios, algo resecos por la charla y bajó el mentón mientras comprobaba por el rabillo del ojo el rostro del Capitán.

  Haga...lo que tenga que hacer, Señor.