Partida Rol por web

Bree en apuros

VI. El túmulo de Valandur

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19/02/2021, 09:44
Director

El inesperado giro de los acontecimientos hizo que Azaroth bajara su arma con la que había pretendido descerrajar al hobbit. Una lluvia de flechas élficas aterrizó sobre su bien acorazado torso, y solo alguna de ellas consiguió apenas hacerle algún efecto. Girándose y enfrentándose a la recién llegada, y también hermana, Gilmith, pareció cavilar un instante. 

Sin decir nada, y blandiendo amenazadoramente su espadón en el aire, avanzó a grandes zancadas contra el grupo de elfos arqueros que, a toda prisa, cargaban de nuevo sus arcos. Cuando llegó a la altura de Gilmith, su hermana, descargó un tremendo golpe con la empuñadura de su arma sobre la mejilla de la elfa, desplomándola al suelo y siguió adelante, embistiendo contra los elfos que le acompañaran para abrirse paso en dirección a las escaleras de ascenso a la superficie del túmulo.

Los aventureros estuvieron a la expectativa unos instantes, mientras auxiliaban a Gilmith y seguían escuchando aquellos chillidos espectrales procedentes de recónditos rincones de la gruta, acompañados cada tanto por gritos desgarradores de orcos infortunados. El señor del túmulo seguía reclamándolo para sí y cobrándose su venganza.

Al final, decidieron salir cautamente por aquellas mismas escaleras en espiral. Esta vez, encontraron la apertura descubierta y se escurrieron ladera abajo. El puesto de vigilancia orco estaba desierto y no tuvieron problemas en llegar hasta la pared de la "sartén" donde aquel asentamiento se encontraba. Lentamente fueron remontándola hasta llegar a la parte superior, y junto a una arboleda próxima, descubrieron las monturas de los elfos, cinco espléndidos caballos élficos. Sin dejar de mirar atrás fueron montándose en la grupa de los caballos, un jinete elfo y un aventurero en cada uno.

Un instante antes de partir, a toda velocidad, pudieron ver, en lo alto del cielo, la silueta de una bestia alada montada por un jinete, recortándose contra la luna de aquella oscura y fría noche, mientras se alejaba hacia el Norte.   

    *   *   *

Notas de juego

Bueeeno aventureros, creo que ha llegado el momento de bajar el telón de este acto y por ende de esta aventura. A pesar de que me encantan los combates, considero que no tiene mucho sentido embarcarnos en un larguísimo combate táctico donde las posibilidades de herir a Azaroth son mínimas y en cambio las de morir de una estocada suya son enormes. Al final, superado numéricamente - aunque por individuos bastante menos poderosos que él - Azaroth decide replegarse. Al final, su fracaso ha sido total: su chamán (su "llave" mágica en el túmulo) ha muerto, el tumulario ha despertado y se ha vuelto contra él y sus esbirros, gran parte de los orcos destacados allí también yacen asesinados, los huevos de la progenie de bestias aladas que se estaban incubando en el túmulo también han sido destruídos, las obras de perforación entre túmulos se han detenido abruptamente por falta de obreros y en el campamento de los esterlingas aliados cunde el caos... 

Todas estas desgracias que he enumerado son, de hecho, la crónica de vuestros éxitos. Abriré ahora una escena de epílogo donde se cierra esta trepidante aventura, aunque veréis que varios de los cabos sueltos bien pueden dar a una continuación en el futuro.

Por mi parte, no posteo nada más en esta escena y en breve abriré la de Epilogo. Buen trabajo héroes!!!

 

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22/02/2021, 08:14
Mithgannel

«¡Por las luces de Elbereth, Gilmith!», pensó Mith al ver a su hermana embestida por el malvado.

Se acercó con largas zancadas hasta ella, revisó el golpe de la mejilla y viendo que no era importante la abrazó con fuerza antes de que sus compañeros elfos pudieran tratar la herida.

Mientras los otros reaccionaban a lo ocurrido, Mith voló hacia los de menor altura y los abrazó hasta escuchar las quejas del mediano por el hombro.

Ruby, ¿te duele mucho? ¿Podrás seguir? Si no, te podemos llevar en volandas —murmuró con una leve sonrisa y señalando a los frescos arqueros elfos—. Oh vamos, no se preocupe por las apariencias en estos momentos, señor Moss. ¡Ah, esperad!

La elfa se quitó su fiel capa y se la ofreció a uno de ellos. Luego se aproximó al difunto Sigimun, y tras dedicar una breve oración por su espíritu lo despojó de los ropajes que pudieran servir para cubrir a sus compañeros. Tal vez no era lo más respetuoso pero sí lo más pragmático en aquellos momentos. Y al menos se podría decir que el tipo había hecho algo por ellos finalmente.

Una vez hechas las presentaciones y debatido el curso a tomar, la sinda acompañó al resto hasta el exterior de la caldera. Echando la vista atrás pudo observar al traumatizado Azaroth volar hacia el norte. Apretando las manos con rabia, se prometió algo con lo que tendría que vivir a partir de ahora.