Partida Rol por web

Cerca del Iridium; Tucson

12 de Septiembre, 2001 - 08:03 pm

La noche se presentaba larga, incierta, y sin nada que hacer. En comparación con el resto de días que llevaba desde su regreso, aquel estaba siendo el más tedioso de todos y particularmente dañino por otras razones. Estaba ahí, el pacto, al alcance de su mano y era como si una pared invisible le separase de aquel ansiado deseo. Tenía que esperar, y cada minuto que pasaba la sensación de que algo iba a ir terriblemente mal se incrementaba en el fondo de su estómago. No sabía cómo lidiar con ello, pero quizá pudiese pasar el rato de forma que la frustración no se le subiese a la cabeza.

Cerca de las ocho, tras una vuelta por la ciudad en su burra, paró cerca de la entrada del Iridium con una cosa en mente: la pelirroja. Podía ser nada o podía ser algo, pero era una forma tan buena como otra de pasar el rato. Se encendió un cigarrillo mientras esperaba, contemplando la puerta de la que salía música jazz. No había nadie en el exterior esta vez, probablemente por el fresco que se había levantado aquella tarde. Tras varios minutos, una puerta lateral del local que estaba a algunos metros de la principal se abrió y su objetivo salió abrochándose la chaqueta bajo la luz de una farola cercana.

Se encontraba apoyado en la burra, con el cigarro en la boca y dejando que el humo se disipara poco a poco. La mirada y la sonrisa de Rose no se sintieron de la misma manera durante la cena, pero cualquier cosa en la que echar las horas era buena para quitarse aquellas cosas de la cabeza.

Cuando Rose salió por la puerta lateral, el motero buscó su mirada con una sonrisa agradable. Bajó el cigarro de la boca a su mano, incorporándose y dando un paso en su dirección. - ¿Te viene mal tomar una copa? - preguntó, ladeando la cabeza

La muchacha, que no se había percatado de su presencia, dio un respingo al escucharle hablar tan cerca de repente.

-¡Jesus! ¿Eres siempre tan discreto? -comentó con sorna intentando disimular el pequeño susto que se había llevado. Se recolocó el bolso y guardó las manos en los bolsillos mirándole de arriba abajo. Sonrió con gracia, pero de forma diferente a cuando estaban en el bar, quizás más íntima-. No eres exactamente la clase de tipo con el que suelo ir de copas.

- A veces un poco menos. - respondió a su primera pregunta, por retórica que fuese. Dió una calada haciéndose a un lado para dejarle más espacio, dejando que mirase y continuase hablando antes de seguir. - Siempre hay una primera vez para todo, dicen. Pero ya imagino que estarás hasta arriba de que se te acerquen a la salida del bar. No puedo decir que no les entienda. -

Aun con esas dió un par de pasos más en dirección a la moto, como si aquello hubiese sido una negativa por parte de ella, pero no era más que parte del juego. Estaba interesado, pero tampoco podía parecer que lo estaba demasiado.

Darryl sabía cómo bailar, y ella también. Rose no dejó que se alejase mucho antes de volver a hablar sin quitarle los ojos de encima.

-Sabes cómo halagar a una mujer, ¿hum? -comentó con una suave risa-. Tampoco he dicho que fueses a ser el primero... ¿Darryl? Si no recuerdo mal. Pero pareces un tipo de palabra.

Sus ojos saltaron a la moto con curiosidad, y se acercó observando con cautela.

- Recuerdas bien. Y quizás me costaría más halagarte si lo que he dicho fuese mentira... pero realmente creo que es así. - le dijo con sinceridad: aunque el Iridium era un local con bastante más clase que los que estaba acostumbrado a tratar donde más bien le intentarían meter un billete de cinco en algún hueco de la ropa con intención de saber la hora a la que sale y si tiene novio. Aun así, estaba seguro de que más de un cliente se le había acercado como él.

Un tipo de palabra. Visto lo visto, podría decirse que de algún modo lo era... aunque fuese con su propio decálogo moral. - ¿Has montado alguna vez en una? - su mirada ya le decía que no, pero la pregunta era de rigor - No te preocupes, es mansa. -

Se pegó un poco más a la moto para pasar una mano por el asiento de cuero. Aquella si que era una preciosidad sobre la faz de la tierra, muy superior a la pelirroja y casi hasta superior que Raven, a sus ojos. Todo un caballo ganador que había estado con él en el albor de su decadencia y durante la misma, hasta aquel mismo día. - Puedes subir si quieres, no te voy a comer por ello. -

-No, la verdad -admitió, pasándole la mano por el manillar como si fuese de cristal. Parecía entender lo valiosa que era (que lo era, tanto económica como emocionalmente), y eso era digno de mencionar. Había gente que trataba a las motos como basura y sin respeto, y chavalillos imbéciles que se creían que podían tocar la moto de otro sin permiso. Cuando Darryl sugirió que se montase, Rose se apartó el pelo para mirarle de reojo con una sonrisa traviesa-. Que lástima. Pero no, gracias.

Como si hubiese cambiado de parecer, se retiró un paso apartando los ojos de su preciosidad para volverlos hacia él.

-Supongo que estás esperando a la señorita Ogden.

Al principio su mirada de soslayo le sacó una sonrisa divertida, pero al apartarse y mencionar a Raven los labios se le apretaron de forma casi inconsciente, aunque se llevó lo poco que le quedaba del cigarro a la boca para darle una última larga calada y mantener el humo mientras tiraba la colilla a sus propios pies y la pisaba con la bota. Fue entonces cuando soltó el humo hacia arriba para que no la alcanzara.

- Para nada. Ya he hablado con ella todo lo que tenía que hablar, así que tengo la noche libre. Iba a irme a casa si te soy sincero, no ha sido el mejor día de mi vida, por eso quería invitar a algo a la persona que mejor me ha tratado hoy y al menos tener una conversación amena sin pretensiones. - intenciones aparte, realmente necesitaba hablar con alguien sin que el tema de conversación fuesen vampiros, hombres lobo, corazones rotos o traumas del pasado

La muchacha pareció más relajada.

-Oh. Pensé que como antes hablásteis se marchaba ahora contigo. Perdona. Sencillamente no me gustaría interrumpir sus asuntos. Aprecio mi trabajo -explicó agitando la mano para quitarle importancia al asunto. Volvió a sonreír y se miró la indumentaria. Bajo la chaqueta larga asomaba el reborde de una falda de tubo hasta las rodillas-. Creo que no visto lo más adecuado para ir ahora mismo en moto, pero conozco un sitio aquí cerca que nos podría hacer el favor. Si sigues interesado...

Iba a responder a lo de Roxane: podría decirle que no era nada de eso, o también podría decirle que su relación era meramente laboral, pero quería dejar a esa mujer de lado en el tema de conversación todo el tiempo posible.

- Por supuesto, te sigo. Si no lo estuviera no habría esperado aquí. - le sonrió, contento de que las preocupaciones de la pelirroja se centraran únicamente en si tomar algo con el contacto de su jefa iba a poner en peligro su trabajo. Rose no parecía saber nada sobre él y eso era muy bueno. Esperó a que ella le indicara la dirección y echar a andar para abrir la boca. - ¿Cómo es trabajar en el Iridium, Rose? Hace un par de días que vine por primera vez... y realmente me quedé sorprendido con el local. -

Rose ladeó la cabeza señalando la dirección para que le siguiera. Nadie querría relajarse en su propio lugar de trabajo, y por supuesto Darryl quería dejar atras a Raven lo antes posible. Cruzaron la calle y giraron a la derecha, que daba a una plaza bastante bonita concurrida de tiendas que ya empezaban a cerrar.

-Exigente, pero merece la pena el esfuerzo que requiere. Es un lugar peculiar, como ya imaginas, y pagan bien por un trabajo bien hecho. -Pudo apreciar sincero agrado en sus palabras, y la verdad es que para trabajar en aquel entorno se debía necesitar gente de confianza, y eso solo se conseguía manteniendo a la plantilla satisfecha. Además, a juzgar por la calidad de sus ropa y el cuidado de su apariencia, se notaba que Rose no era una muchachita cualquiera-. ¿Sólo hace un par de días que vienes? Eso es extraño.

- Bueno, definitivamente Tucson no es Nueva York ni ésto es el Upper East Side, así que debe ser gratificante poder trabajar en un lugar con tanta categoría... - y más con alguien tan poderoso como Roxane Ogden por encima, aunque no tenía muy claro hasta dónde sabía Rose que alcanzaban las redes de su jefa. Echó un vistazo a aquella plaza tan bonita y definitivamente se dió cuenta de que Lake Atwood no podía hacerle ni sombra a Tucson.

Miró a Rose más directamente ante su pregunta, frunciendo ligeramente el ceño. - ¿Por qué es extraño, si puedo preguntar? No llevo ni una semana de vuelta en Arizona y antes ni siquiera conocía este local... tampoco es que visitara demasiado Tucson. -

-No mucha gente se entrevista con Ogden, ni con Ogden padre en vida, nada más llegar a Tucson. Asumo que serás alguien importante, sin intención de meterme donde no me llamas. Es solo que... Eso, me ha llamado la atención.

Rose mantuvo la sonrisa y señaló una cafetería que imitaba en la fachada el estilo renacentista europeo.

-Aquí es. ¿Te parece bien?

- ¿Importante? En absoluto. Sólo soy alguien que conoce a la gente equivocada. - le dijo algo resignado, pero intentó recuperar el tono. ¿Era realmente el ghoul importante? Él no lo veía así.

Echó un vistazo a la cafetería, esbozando una sonrisa curiosa. Europeo, ¿eh? - No sé por qué esperaba algo menos elegante... - debía estar hablando con una chica bien, cada vez lo tenía más claro, pero no estaba acostumbrado a tratar con mujeres así, pero en absoluto era desagradable - Me parece perfecto, al fin y al cabo diriges tú. -

Se acercó a la puerta para abrirla y dejarla pasar, dedicándole una sonrisa y una larga mirada mientras entraba.

El lugar perdía algo por dentro, aunque seguía siendo de más clase que a los que Darryl acostumbraba. Rose agradeció su gesto y caminó recta sin siquiera echar un vistazo hacia una mesa vacía que quedaba justo entre la barra y un ventanal. Era una mesa de madera alta con tres taburetes también de madera. Rose usó el asiento extra para dejar la chaqueta y el bolso. Ahora lucía un conjunto sencillo pero vistoso: blusa con generoso escote sin perder la dignidad en ello y una falda marrón por encima de las rodillas.

Un camarero se acercó en cuanto estuvieron acomodados para tomarles nota. Con la misma actitud coqueta que en el Iridium, Rose sonrió y pidió.

-¿Sería tan amable de traerme un café largo con leche fría y un sadwitch vegetal? Gracias. -Esperó a que Darryl pidiese y el camarero se marchase para mirarle de nuevo mientras se recolocaba las hombreras de la blusa-. Suelo venir a cenar muchas veces y sirven el café recién molido. Nada de polvos. Bueno, Darryl Emerson, ¿qué ha llevado a un chico como tú a invitar a una chica como yo a unas copas que llegarán tras mi cena? No lo he olvidado.

Miró el local con calma, algo más relajado ya. Se llevó las manos a los bolsillos hasta que llegaron a la mesa, donde se quitó la chupa y al ver que no podía colgarla en el taburete la dobló con cuidado. - Con permiso. - le dijo antes de colocarla sobre el bolso y chaqueta de la propia Rose. La pelirroja era deslumbrante, y aunque quizás bajo aquella primera capa de estilo podía estar tan rota como las demás... el ghoul no tenía mucha intención de ir mucho más allá, si es llegaba hasta algún punto.

Le dijo al camarero que no quería nada, pero cuando Rose comenzó a hablar maravillas del café del lugar le entró el mono de beber un café irlandés, así que continuó escuchando lo que ella decia mientras el camarero atendía el pedido. Soltó una breve risa ante su pregunta e hizo un asentimiento cuando especificó que no se había olvidado de las copas. - Me sentí tremendamente mal por haber llegado al Iridium buscando a Drew y no buscándote a ti, aunque me era algo difícil hacerlo sin conocerte antes. Además como te he dicho hace nada que volví, así que es muy satisfactorio poder sentarme con alguien a charlar sin trabajo de por medio. - hizo una pausa para apoyarse en la mesa con los brazos, cruzando las manos sobre la madera - Y más si es con una chica guapa. -

-Y siempre es agradable que un desconocido guapo te invite a unas copas. -Le hizo un guiño de vuelta-. Creerás que miento, pero no pasa tanto en el Iridium como supones. ¿A qué te dedicas en Tucson?

- Buena pregunta. - respondió sin pensar, apoyando la cabeza entre el índice y el pulgar. ¿Cómo responder a eso? "Me dedico a evitar que un montón de gente peligrosa mate al club de moteros al que pertenezco" sonaba mal. "Estoy mediando entre una manada de hombres lobo y tu jefa la vampiro para evitar una guerra abierta que haga de Tucson y Lake Atwood un infierno." sonaba infinitamente peor. Así que tras pensarlo un instante, alzó la mirada para volver a hacer contacto visual con ella. - Digamos que soy algo así como un chico para todo, el que hace el trabajo que otros no quieren hacer. Normalmente gente como tu jefa. -

Y así era como se explicaba la labor de un ghoul que iba de un lado para otro buscando sangre sin revelar nada específico sobre ello. - No es un buen trabajo, pero es lo que me ha tocado y lo que sé hacer. -

La confusión y el misterio de aquella frase hizo que su interés se intensificase. Rose apoyó un codo sobre la mesa quedando esa extremidad sosteniendo su mentón.

-Suena como si fueses una mezcla entre un asesino a sueldo y el chico de la basura. Pero no tienes la actitud del primero ni el tufo del segundo, metafóricamente hablando, y sin embargo se te nota ligeramente agriado por todo ello. -La muchacha alzó el mentón sin apartar la mirada. Tenía unos bonitos ojos marrones ensalzados por el pigmento oscuro del maquillaje-. Deben de pagarte muy bien para hacerlo.

En ese momento el camarero les interrumpió para colocar sobre la mesa el pedido de Rose, y Darryl aprovechó para pedir aquel café irlandés que tanto se le había antojado.

No pudo evitar una carcajada a caballo entre la diversión y la amargura. Realmente había sido más como el híbrido perfecto entre el cobrador del frac y el chico de la basura, dedicándose a limpiar la mierda que tanto el club como Raven había ido dejando. El problema de Darryl es que había generado su propia basura en el camino y que ahora todo aquello amenazaba con ahogarle. Iba a contestar cuando el camarero llegó y pidió el café, esperando a que se fuera para contestarle sin apartar la vista de aquellos ojos marrones tan preciosos.

- Podría decirse que algo así, pero si fuera un asesino a sueldo sería el menos discreto del mundo, y si no fuera una persona discreta creo que Roxane Ogden no me hubiera dejado hablar con ella una segunda vez, así que puedes estar segura de que no me dedico a matar a nadie. - le dijo con cierto tono juguetón - El problema con mi trabajo es que no me pagan, Rose. Como dijiste soy un hombre de palabra... y cuando el resto la usan para pedir y pedir y abusar es cuando a uno se le tuerce el día y acaba invitando a una camarera del Iridum a tomar una copa. Así que recuérdame que el primer brindis sea por los tocapelotas que abusan de su gente de confianza. -