Partida Rol por web

La celebraciones de los cinco años de la Batalla de los Cinco Ejércitos fueron desapareciendo como la bruma al salir del sol. El invierno pasó, frio y húmedo en las Tierras Ásperas dando paso a una incipiente primavera fresca que recibís con el mensaje de un viejo conocido.

Estimados compañeros,

Nuestro viaje por el valle del Anduin fue tranquilo. Por suerte, a los pocos días de dejaros en la puerta del Bosque Negro entramos en los territorios de Beorn la cual cosa, fuera de asustarnos, nos produjo una gran seguridad. Los valientes hombres del viejo Beorn nos protegieron en nuestro viaje al sur, a Rhosgobel. Nuestra caravana no sufrió más retrasos y pudimos llegar a nuestro destino sin más percances. Parece que fue una gran suerte encontraros aquella mañana tras el ataque de los bandidos que con tan mal ojo escogimos.

Belgo ha crecido mucho durante este viaje. A pesar de aquel terrible accidente que borró parte de mis recuerdos, gracias a mi hijo voy aceptando algunos sucesos. Me cuesta pero he llegado a entender que caí preso de la hechicería del Arroyo.

Pero bien, la razón de mi mensaje es otra. Al despedirnos de los Hombres de Beorn les contamos nuestro último percance, el de aquellos bandidos reunidos en una posada en ruinas. Estoy seguro que sabéis a qué grupo me refiero. Ragnacar el Previsor, viejo beórnida que nos guió por el valle, nos dijo que tenían identificado cierto grupo de bandidos que actuaban por los límites del bosque acechando mercaderes y que, creían, cometían el peor de los agravios, que era mentener alianzas con trasgos del bosque. Ragnacar me dijo que harían lo posible por darles caza pero se le echó en invierno encima.

Hace algunos días recibí un mensaje suyo, aquí en Rosgobel, pidiéndome si podía contactar son los aventureros que me acompañaron en el viaje al oeste, con vosotros, para pediros si podíais ayudarles a dar caza a aquellos bandidos pues parece que se han movido al sur, más allá de los límites del territorio beórnida.

Esta es la razón de mi carta, pediros si quisiérais ayudar a los hombres de Beorn a dar caza a aquellos bandidos. Si aceptáis, como creo que haréis, vais a dar una gran alegría a mi corazón. Me comunicó que os dijera que os esperan en lo más alto de la Carroca para debatir las posibilidades de tal misión.

Siempre agradecido,

Baldor

Ha sido un invierno duro. El frio se cernió de pronto sobre el valle del Anduin, la nieve cubrió los territorios beórnidas desde la Puerta del Bosque hasta el Viejo Vado soprendiéndote formando parte de una patrulla de caza que se dirigía hacia el sur a las órdenes de un viejo beórnida, Ragnacar el Previsor.

Ragnacar conoció un viejo mercader, Baldor. Parece que este, junto con su hijo y cuatro aventureros, cruzaron el Bosque Negro el pasado otoño cruzándose casi en la Puerta del Bosque, con un importante grupo de bandidos conpinchados con trasgos. Beorn parece que conocía la existencia de dicho grupo pero no le parecieron una amenaza hasta que, alertado, ha visto cómo acechaban el viejo camino. Destinásteis gran parte del otoño a buscarlos pero el invierno cayó sobre vosotros sin previo aviso y borrando cualquier ratro de vuestro objetivo. Abortásteis la misión a la espera de mejores tiempos.

Ha llegado la primavera, Beorn el cambiaformas ha estado vagando por el Valle. Cree que los bandidos se dirigieron hacia el sur a mediados del invierno. Quizás ya hayan cruzado el Vado, más allá de los territorios de Beorn. Pero el peligro es grande y corre la voz de que él mismo ha hecho llamar a los aventureros que acompañaron al viejo mercader para proponerles que vayan en su nombre a dar caza a los bandidos. Además has sabido que el mismo Ragnacar ha pedido que acompañes a esos aventureros. Beorn no puede cruzar el Vado, Ragnacar es muy viejo así que eres el hombre en quien confía tu clan.

Me dirijo a ver a Beorn con Ragnacar para que me de su bendicion.una vez recibida preparo el material y mi equipaje. Me despido de mi tio y parto rumbo al encuentro de los que seran mis nuevos compañeros de aventuras...
Quizas sea en esta aventura donde encuentre la paz en mi corazon...

La elfa saboreaba con calma una copa de buen vino tinto en la posada Legado de Selas, rodeada de sus camaradas. Las celebraciones por el aniversario de la batalla de los cinco ejércitos habían terminado, y con ellas el recuerdo triste, pero a la vez orgulloso, de su desaparecido padre, caído con honor en la lucha contra las fuerzas de la sombra. Aún conservaba el fantástico arco de su progenitor, su posesión más valiosa y la que más atesoraba.  

Curiosamente, la compañía era un fiel reflejo de la unión por el bien común que se logró aquel día: elfos, hombres y enanos colaborando codo con codo, algo impensable no tanto tiempo atrás. Escuchaba con atención la melosa, y en ocasiones pomposa, voz de Holdin, quien leía en voz alta la misiva recibida de parte de Baldor. Su corazón se alegraba de saber que el viaje del hombre y su chiquillo había acabado sin mayores percances, aunque la sombra de la duda perturbaba su mente... si tal vez hubieran hecho algo con esos bandidos, ahora no serían un problema.

Cuando Holdin finalizó la lectura, Sarunniel observó a sus compañeros antes de decir: Los hombres de Beorn son gentes fuertes y capaces. Quizá un poco incontrolados, pero de carácter honrado, y enemigos de la sombra. Si precisan de nuestra ayuda deberíamos brindársela. Además, no se a vosotros, pero a mi me causa desasosiego saber que esos canallas puedan estar causando problemas, cuando nos hemos cruzado en su camino y podríamos haber acabado con sus fechorías. ¡Aliados con trasgos, nada menos! El destino tal vez nos presenta una segunda oportunidad de hacer lo correcto ¡yo digo que la aprovechemos! - finalizó levantándose con ímpetu de su asiento, para enfatizar sus últimas palabras.

Asiento con la cabeza, metiendo la carta dentro de mi petate.

- Tiene razón Sarunniel. Salí de aquel encuentro algo molesto. Se nos ha presentado la ocasión de enmendar lo que, tal vez por temor, no hicimos bien. Yo digo que vayamos. Pero no sé que pensaréis vosotros. Discutidlo mientras voy a la barra. Thror se acaba de terminar su jarra, y lo mismo yo. ¡Vuelvo en un segundo!

Salgo hacia la barra, donde pido dos cervezas, mientras miro hacia todos lados. He sacado un sexto sentido para saber cuando y donde tocar para sacar unas monedas, y eso es lo que procedo a hacer. Quizá tengamos que salir pronto, y no sé cuando tendré otra ocasión como esta para comer caliente. Que menos que invite a mis amigos, y que menos que lo haga mediante lo que mejor se me da: tocar música.

Sentado en la mesa, con sus ropas de la fragua bastante agujereadas y algo ennegrecidas, degustaba de las exquisiteces que la taberna les ofrecia. Había sido una gran temporada en cuanto a las ventas, gracias principalmente a la conmemoración de la batalla. Y era momento de reponer las existencias. Eso le abría el apetito a cualquiera.

¡Ah, Baldor!-Reaccionó en su mente mientras escuchaba las suaves y rítmicas palabras de Holdin.- Que buena noticia recibir misivas vuestras.- Pensó. Mientras, en su mente se dibujaban escenas del pequeño Belgo dando saltos de acá para allá cual cervatillo, como debían hacer los niños. Algo en su interior añoraba la compañía de aquel jovenzuelo y sus sensatas palabras, junto a su sentido del deber, pese a su corta edad.

¡Maldición! Dijo tras beber el final de su jarra, golpeando fuertemente ésta contra la mesa tras las palabras de Holdin. Lo sabía, sabía que aquel gran grupo de rufianes traerían problemas. Debimos actuar cuando se nos presentó la oportunidad. Bufó.

¡Claro que iremos! -Alzó la voz.- Esos mequetrefes no van a salirse con la suya. Si hay algo que odie más que el pillaje es la traición a los pueblos libres, máxime sabiendose la sangre que ha debido derramarse para llegar a los tiempos actuales. Grrr... ¿Estáis conmigo?

- Siempre, amigo Thror.- Digo sonriendo mientras dejo las bebidas en la mesa: mi jarra, la de Thror... y otra para Brann y para Sarunniel.- Ahora, disculpadme mientras me gano la vida.

Me voy a un rincón, me subo a una silla y saco el laúd. Con voz fuerte y clara, proclamo.

- ¡Saludos, paisanos, visitantes, diplomáticos, guerreros y personalidades de todas partes! ¡Hoy, en exclusiva, os comparto el último espectáculo realizado por Holdin el Magnífico, bardo de estas tierras, aventurero a tiempo parcial, corruptor de damas...!- Guiño el ojo a alguna muchacha, sonrisa pícara en el rostro.- ¡...y animador de fiestas en general! De seguro, todos se saben la canción del "Enano y el barquero", pero para los que no, es muy sencilla: cuando llega al estribillo, añadimos un nuevo verso al final, diciendo "y le intenta pagar con un..." y con lo que sea, hacemos el siguiente verso. ¡Por ejemplo!

Empiezo a tocar.

- Un enano quería pasar por el río
Dijo al barquero: "déjame pasar"
"Primero el dinero", el barquero dijo
Y el enano, huraño, se empieza a rebuscar,
Y le intenta pagar con un... ¡ratón!
¡Todos conmigo!
¡No, no! Eso no es
Tiene que ser
Algo que valga
¡No, no! Eso no es
Busca otra vez
Ratones no van en mi barca.
Un enano quería pasar el río...

Ya se acababan las fiestas de conmemoración de la Batalla de los Cinco Ejércitos, y poco a poco las cosas volvían a la normalidad, aunque con ciertos matices.

¡Hay que ser ruín! Exclamó Brann al terminar de escuchar lo que decía la carta. Por supuesto que pueden contar con nuestra ayuda, esta vez les daremos su merecido. Pronunció el hombre antes de dar un gran trago a su cerveza viendo que Holdin se disponía a traer más.

A pesar de la misiva, Brann no iba a dejar que eso le ensombreciera el día y comenzó a aplaudir al ritmo de la música del bardo sonriendo abiertamente.

Los asistentes al Legado de Selas se han ido animando con la canción de Holdin. Aplauden y corean con ánimo todas las aportaciones tanto del bardo como de chicos, viajantes, mercaderes, camareros. ¡E incluso el mismísmo tabernero!

Dijo al barquero: "déjame pasar"
"Primero el dinero", el barquero dijo
Y el enano, huraño, se empieza a rebuscar,
Y le intenta pagar con un... ¡sonajero!

Los muchachos de Esgaroth rien las ocurrencias de Holdin. El resto observáis animados y riendo ante la escena pero no podéis dejar de pensar en las noticias que os ha transmitido Baldor desde el otro lado del Bosque Negro. El día pronto va cayendo hasta que la oscuridad se cierne sobre la ciudad y las estrellas tintinean en lo alto, reflejándose en las negras aguas del lago.

Tras varias semanas de camino, habéis atravesado el Bosque Negro sin demasiados percances. Algún que otro, la verdad. Pero solo queda en eso, pequeñas anécdotas para contar a la lumbre del fuego. El Sendero Elfo os ha parecido más tranquilo que en vuestro viaje anterior y mansamente, al salir de la oscuridad del Bosque Negro, habéis ido siguiendo el Anduin hasta los territorios beórnidas.

Tras varios días de tranquilo viaje hacia el sur, un amanecer, una immensa mole que no habíais detectado la noche anterior, se levanta ante vosotros: la Carroca. Talmente parece una montaña, pero de pura roca y situada en medio del rio. Solo es accesible desde vuestro lado del Anduin así que no os cuesta acceder hasta una estrecha escalinata que asciende pesadamente hasta lo más alto de la roca, hasta el lugar sagrado de los beórnidas. Justo a medio camino lo véis. Os había pasado inadvertido, quizás un leve movimiento a vuestras espalda a lo largo del camino. Pero lo cierto es que un immenso oso os observa desde el valle. Os mira, olfatea el aire y se marcha pesadamente.

En lo alto de la Carroca os esperan algunos hombres. Uno de ellos parece de mayor importancia que los demás. Está situado en un lugar central respecto al resto de hombres y acompañado de un muchacho joven. Todos ellos son hombres musculosos, de oscuros y desaliñados cabellos y barba. Visten gruesas pieles y os miran con recelo a medida que os acercáis.

El hombre que os ha parecido de mayor importáncia os mira y, de alguna manera, solo con una mirada os detiene. Es alto, fuerte y de piel muy curtida y tostada. Una gran cicatriz atraviesa su cara por su lado derecho. Su mirada, pausada y atenta, parece que os atraviesa.

- Bienvenidos forasteros. Os recibimos en nombre de Beorn y por consejo del viejo Baldor. Soy Ragnacar y mis hombres me llaman el Precavido. Estáis en lugar sagrado así que desearíamos que os presentárais. Agradeceríamos igualmente que dejárais las armas a un lado.

Me aclaro la garganta mientras me adelanto un poco.

- Mi buen señor Ragnacar, y mis buenos señores de las tierras de Beorn.- Empiezo.- Mi nombre es Holdin, hijo de Haldar. Soy un bardo errante, un aventurero y, cuando la ocasión lo permite, un digno caballero. A mi lado están Thror Brazo de Plata, veterano de la Batalla de los Cinco Ejércitos y compañero en nuestra compañía; a su lado está Brann de Esgaroth, un guerrero del norte y compañero en nuestra compañía también; y a su lado está Sarunniel Tinnumiriel, una arquera del pueblo de los Elfos del bosque Negro y, como no puede ser de otra manera, compañera en nuestra compañía. Nos hemos venido desde las proximidades de la lejana Montaña Solitaria para dar y recibir información sobre unos bandidos que acampan cerca de la puerta del bosque Negro. Mal asunto el que nos ha juntado, pero espero que podamos sacar algo bueno de ello.

- Está bien amigo Holdin hijo de Haldar, creo que tus palabras son sensatas. Por mi parte, os presento al joven Bredfort. Juntos estuvimos unas semanas tras la pista de los bandidos que mencionas hasta que el invierno cayó encima nuestro y tuvimos que parar la búsqueda. Hemos efectuado alguna batida más pero no hemos dado con ellos a pesar de tener algún indicio de que han atravesado el Viejo Vado.

Buenos dias aventureros soy Fredfort del clan de Ragnacar. Mi senor me ha puesto al corriente de los hechos y quisiera servir a la misma causa. Si me haceis un lugar en el grupo compartiremos empresa juntos.

Haciendo caso de la petición del líder beornida, deja a un lado, y en el suelo, su hacha y su escudo. Mantiene con gesto despistado su daga en el cinturón.

Aunque desconfiaba de los Beórnidas, pues de todos es sabido el rechazo de éstos a los enanos, admirada la tenacidad de su pueblo. Ya que habían sido capaces ellos solos de mantener aquellas tierras libres de orcos y trasgos. Razas igualmente odiadas por ambos pueblos.

Así es. Mi nombre es Thror Brazo de Plata y estoy aquí con el humilde objetivo de arrimar el hombro en la defensa de vuestras tierras.

Una vez sus compañeros se presentaron, decidió tomar la palabra. Muy bien. Pero si me lo permitís, podemos dejar las formalidades. Dijo en tono apremiante. El bardo podía ser hombre de palabras, pero Thror era de los que pensaba que los hechos ya hablan por si solos. Balor os habló de nosotros. Y estamos aquí en respuesta a vuestra llamada. Hay un bosque de camino aquí y no lo hemos atravesado para nada. Continuó. En su momento, nos topamos con esos rufianes y sabíamos que no tramaban nada bueno. Queremos deshacer el error que cometimos al dejarlos ir sin dar explicaciones. Aunque por lo que el mercader cuenta en su carta, las explicaciones ya no serán necesarias.

He aquí que hoy un grupo de personas provenientes de todas las culturas que en su día participaran en la batalla de los 5 ejércitos, tienen la posibilidad de volver a unirse para enfrentarse una vez más, al influjo de la sombra. Hoy son las tierras de Beorn, mañana puede ser Valle, Esgaroth o cualquier lugar de Rhovanión. ¿Uniremos pues nuestros brazos armados como hermanos contra éste enemigo común o platearemos desacuerdos irrisorios mientras el mal campa a placer?

Después del viaje a través del Bosque Negro, habían llegado al punto de encuentro, la Carroca. Verdaderamente impresinaba allí imponente en medio del río Anduin, un regalo para la vista, pensaba Brann mientras se acercaban.

Una vez en la cumbre y a petición de los Beornidas, Brann dejó sus armas a un lado sin un mal gesto, pues en aquella enorme roca no eran más que invitados.

Uno a uno, Holdin fue presentando a todos y cuando llegó el turno de Brann, éste inclinó la cabeza a modo de respeto. Un placer ayudaros en lo que se nos necesite. Añadió el hombre a la presentación del bardo.

- Veo que sois de pocas palabras. Por nuestra parte, ya habéis conocido a Bredfort. Él os acompañará en vuestra búsqueda. Creo que lo mejor es que expongamos, cada bando, qué sabemos de los tipos a los que queremos dar caza. Bredfort, puedes empezar con lo que descubrimos nosotros el pasado otoño.

Cuando Ragnacar hubo acabado guardó unos segundos de silencio ordenando sus recuerdos. cuando acabo levantó su mirada hacia sus nuevos compañeros y dijo: Mmmmm veamos.. En una de las varias cacerias que solemos hacer en otoño para guardar víveres para el duro invierno, nos encontramos a un grupo de hombres que tenían trato con trasgos, es más todo hacia indicar que tenían objetivos comunes.  Este avistamiento fue en la PUERTA DEL BOSQUE NEGRO. al principio no le dimos mucha importancia aunque los teníamos controlados pero desaparecieron y volvimos a tener noticias de ellos. estaban acechando a todo viajero y hombre de bien que utilizara el VIEJO CAMINO. Al conocer estos hechos nos dispusimos a ir a su encuentro pero el invierno se nos adelantó borrando todo tipo de huellas...

Al llegar la primavera reanudamos la búsqueda. Creemos que se han dirigido al sur, para no sufrir el rigor de el invierno aquí y es posible que hayan cruzado el VADO.

Hizo una breve pausa y nuevamente continuó - Debemos ir tras ellos y averiguar que hacían en nuestro territorio y que oscuro motivo existe para que hombres y trasgos se unan. HAY que darles caza!!!!!!

Tras estas ultimas palabras se le observó un brillo de ira en sus ojos...