-Adelante. Mi..."conjetura" contempla la posibilidad de que mi "amiga" muera antes de matarte yo, sí. Y como te he dicho, es un riesgo que estoy dispuesto a aceptar-contestó Frank mientras seguía avanzando-Si esto es un negocio, para que funcione tenemos que ganar los dos. Si bajo el arma y acepto conducirte hasta Glec no gano nada, me arriesgo a perder a mi cliente más importante y quedo a merced de una niñata impulsiva con las hormonas disparadas y demasiadas ganas de demostrar lo dura que es. Si bajas el arma y retomamos las negociaciones donde las dejamos, ambos podemos ganar. Así que esa va a ser mi única oferta.
Levanto el arma apuntando hacia el cielo y le sonrío a Frank.
- No hagas ninguna tontería. Baja tu ahora el arma.
Espero la reacción de Ade.
Me retiro rápidamente de la gemela, pero no saco mi arma. En estos momentos la cosa pinta mal y no quería empeorarla. A pesar de todo, mi mano juega cerca de ella por si acaso fuese necesario.
Frank asiente y baja el arma.
-Buena chica. Bien...hablábamos de una cantidad de dinero a cambio de dejaros marchar sin más. Transfiérelo a mi cuenta y no se hable más.
Saco la maleta y la dejo caer en el suelo, a los pies de Frank.
- Ahí tienes todo el dinero que he robado a los Bellocchio. Es todo vuestro si os acompaño a donde habéis quedado con Glec y luego me ayudáis a escapar.
-No le pìerdas ojo-dijo Frank mirando a Ade mientras se acercaba a coger la bolsa para comprobar lo que había en ella-.
Contó el dinero a groso modo intentando sacar una idea aproximada de lo que había. Luego miró a Ade y cantó la cantidad.
-¿Qué dices?
- Ciento cincuenta mil es mucha pasta Frank. Mucha pasta. ¡Vamos! Vamos al encuentro de Glec.
-Bien, ¿tenemos un trato entonces?-dijo Frank cogiéndose el dinero-Primero pondré el dinero a salvo y trataremos esta herida. Creo que puedo confiar en la Madre Yolanda para ambas cosas. Luego iremos a renunirnos con Glec.
Entrecierro los ojos.
- Está bien, supongo que puedo confiar en vosotros.
No muy de acuerdo con mis palabras y aún sabiendo que puedo caer en una trampa, me presto a ir a donde han dicho.
La idea de ir a ver la Hermana Yolanda no era mala del todo. Y teníamos un montón de pasta. Eso si, quizás la Hermana quería parte del botín. Pero eso ya se discutiría más adelante.
- Vamos entonces. No tenemos tiempo que perder, los soldados pueden estar buscándonos. Y Glec nos está esperando.
-En marcha pues-dijo Frank-Será mejor dar un rodeo. O coger un transporte público.
Dicho esto, Frank comenzó a andar hacia la parada de taxis más cercana y de allí pidieron pasaje para la Iglesia.
El viaje en el taxi se hace largo y tenso. Tanto Ade como la gemela se mueven nerviosas en la parte trasera, acariciando delicadamente y no de manera sutil sus armas. Cuando el Taxi para en la puerta de la iglesia, ambas se bajan del taxi sin quitarse la vista de encima.
Frank bajó y siguió a las dos mujeres hasta el interior de la iglesia. Cuando tuvo ocasión, cruzó una mirada con Ade y arqueó las cejas y luego movió los ojos hacia la mocosa, haciéndole ver que la situación quedaba en sus manos. Dentro de la Iglesia estarían en su terreno. Podrían deshacerse de ella, quedarse el dinero y cobrar la recompensa. Al fin y al cabo, ese era el plan inicial de Ade y ahora sería más fácil que nunca llevarlo acabo. Quedaría el hermanito, pero esperaba poder cobrar por ella la mitad de la recompensa.
Una vez dentro de la iglesia me dirigí junto a Frank y la gemela al lugar de las curas, intentando que me vieran el menor número de personas. Una vez dentro de la habitación, cierro la puerta.
- Siéntate ahí, - indico a la gemela. - Y tu allí, Frank, también estás herido.
Y cojo los utensilios para curar primero a la gemela, intentando que diera la espalda a Frank. Le hago una señal a Frank para indicarle que ahora es un buen momento para cogerla presa y desarmarla. Miro de reojo el arma de ella y me dispongo a cogerla cuando Frank le apunte a la cabeza.
Coordinando mis propios movimientos con los de Ade, me acerco sacando el arma y la apunto en la nuca, a la vez que Ade echa mano del arma.
-Bien. Se acabó.
Y cogiendo su brazo derecho, se lo llevo a la espalda retorciéndolo para inmovilizarla.
Todo sucedió demasiado rápido. Había caído en una trampa. Cuando noto la pistola de Frank sobre mi cabeza, mi mano se mueve rápidamente hacia mi arma, pero cuando noto que no está en su sitio, veo que Ade la tiene en su poder y me está apuntando con ella. Agacho la cabeza sonriendo y me encojo de hombros esperando a ver que pasa.
Frank golpeó a la gemela con un golpe seco en la nuca, para dejarla inconsciente. Luego intentó conseguir algo con la que atarla, mientras Ade le apuntaba.
- Llamamos a la Hermana Yolanda, ¿no? Estamos en su territorio. ¿Que hacemos con Glec?
-Si, claro-dijo Frank-Habrá que hablar con la monja y pagarle. Además debemos arreglar la entrega de la mocosa y el precio. Pero antes...
Frank desnudó a la muchacha y la ató.
-No pienses mal, pero creo que este traje tiene algo...extraño. Tengo curiosidad por echarle un vistazo con calma. Y si mis sospechas son ciertas, valdrá una pasta en el mercado negro. A ver si le puedes conseguir algo para taparla.
Supongo que encontré algo conque atarla.