Partida Rol por web

Y de esa manera nuestros desdichados héroes comenzaron su carrera pirata. Enrolados inconscientes en la tripulación de Harrigan, cuando despertaron se hallaban ya a bordo del "Amargura", velero pirata de no muy buena fama.

Si la vida del marino no es fácil, imaginad como lo es la de los piratas de más baja estofa bajo el mando de uno de los más sanguinarios piratas.

Poco a poco vais recuperándo la consciencia. Vuestros recuerdos son borrosos y tenéis un horrible sabor metálico en la boca. Estáis en una estancia muy poco iluminada, y sentís gran humedad a vuestro alrededor. El bamboleo constante de la habitacion os hace daros cuenta de que os encontráis a bordo de un barco y empeora aún más el malestar que sentís.

La poca luz que se filtra a través de los tablones que forman las paredes os permite ver que además de vosotros, hay otras dos formas tiradas en el suelo a vuestro lado.

La félido irguió sólo la mitad de su cuerpo. Quiso ponerse en pie, pero finalmente terminó sentada. Trató de observar el lugar, pudiendo distinguir a algunas de las personas que habían en la posada ayer.

- Yo no recuerdo haberme embarcado.

Todo el lugar se movía, de modo que estaban en el mar. Era de suponer que en el barco del tal Harrigan del que tantas alabanzas había escuchado la noche anterior. Siguió sentada, tratando de recuperarse un poco.

- Me llamo Kissia.

Dijo deseando que el sopor pasara.

El hombre de pelo negro se incorpora hasta quedar sentado sobre sus posaderas, las piernas espatarradas sobre la madera. Encogiéndose sobre sí mismo, se agarra la cabeza con ambas manos. Por la madre de todas las ballenas! Qué coño hago aquí?

Levantando sus ojos con pesadez, pues el dolor de cabeza no le deja comunicarse con las distintas partes de su cuerpo con la rapidez que él quisiera, repara en las dos figuras que le acompañan en esta situación tan lamentable. Yo... os recuerdo. Estábais ayer noche en la Doncella Imponente, ja! Explicaos, bellacos! Para quien trabajáis? Por qué me habéis retenido contra mi voluntad y la de mi diosa? Hablad antes de que invoque la justicia de la Reina de los Piratas! No tenéis ni idea de con quién os enfrentáis!

Me llamo Kissia.

Parpadea. Bueno, no era la respuesta que esperaba, pero era un principio. Err... yo soy el padre Ramah. Pero no vires el rumbo! Responde lo que pregunté! Mujer...! Gato...! Gata...! Joder, tú!

La mujer gato cayó en la cuenta de que estaba en el suelo. Aún no estaba en condiciones de levantarse, así que se quedó quieta, escuchando al hombre parlotear.

- ¡Yo no te he traído aquí! Me parece que durante la borrachera, o después, nos trajeron. Lo de las jarras gratis... lo hicieron para ablandarnos. Pues no es mala táctica, seguro que lo hacen así todos.

La joven ya tenía claro que se había enrolado cuando estaba borracha o que la habían raptado. Una de dos.

- ¡Seguro que nos dirigimos a asaltar una embarcación! Voy a necesitar mi lanza, ¿la veis por aquí?

El ruido de voces hizo que Jask abriese los ojos. Mientras se sostenía con uno de sus brazos, para mantener el equilibrio, con el otro se sujetaba la cabeza. El dolor de cabeza que sentía era punzante, como de resaca. - ¡Resaca! Mierda, nos han drogado o golpeado en la cabeza, seguro... - Pensaba interiormente el joven espadachín. Cuando por fin abrió los ojos, no sin algo de esfuerzo pues la luz le molestaba sobremanera, vió a dos figuras conocidas, las cuales estaban intercambiando palabras entre ellas. Tanto a la félido como al hombre los vió la otra noche en el bar, cada uno en sus cosas, y parecía que estaban tan sorprendidos como el.

- La félido tiene razón. Tengo un dolor de cabeza de mil demonios. Puede que nos drogaran o nos dieran un golpe en la cabeza, pero el hecho es que estamos los tres en la misma situación. - Al oír el nombre de la félido, al presentarse, hizo lo propio. - Mi nombre es Jask.

Acto seguido, comenzó a rebuscar por los alrededores para ver si encontraba sus pertenencias, sobre todo su estoque.

Kissia y Jask buscan desesperadamente sus armas, pero sin suerte. Tanto ellos como Ramah apenas tienen la ropa que les cubre. Todo lo que llevaban, equipo y dinero, parece haberse volatilizado.

Sin embargo, parece que en el registro los piratas han obviado algunos objetos Ya sea porque no los encontraron debido a las prisas y a la oscuridad, o porque los consideraron inútiles.

Por ejemplo, Jask todavía llevaba su bandolera, aunque vacia, y la daga de Kissia seguía firmemente atada a su tobillo, semioculta entre su pelaje. Además, Ramah todavía tenía su bolsa de componentes para hechizos. Unos piratas sin experiencia magica alguna no vieron nada que mereciera la pena sustraer allí.

Antes de que pudiesen hacer algo más que palpar en la oscuridad, oyeron unos pasos aproximándose. La puerta se abrió y la luz de una linterna sorda iluminó la fea cara del Maestro Azotes.

Llevaba un látigo en la mano, y en su cara se entreveia una sonrisa que más parecía una mueca de dolor. Al ver a los tres secuestrados todavía no despiertos del todo les gritó.

El sol sobre el penol y todavía así? Arriba, asquerosos grumetes! A cubierta a recibir vuestras órdenes inmediatamente antes de que el Capitán Harrigan os convierta en salchichas y haga que Tripas de Pez las fría para desayunar!

Viendo que dos personas aún permanecían en el suelo inmóviles restallo su látigo sobre ellos repetidamente. Cuando aún así no sucedió nada, de una patada Azotes les dio la vuelta. En sus caras rígidas se podía ver como una espuma negruzca salía de sus bocas.

Bueno, se ve que no a todo el mundo le sienta igual el cóctel especial de la "Doncella".
Vosotros! Primera tarea. Subid estas dos piezas de carne a cubierta y arrojarlas por la borda. Ya holeis vosotros mal como para que se añada al hedor del barco el tufo de estos dos.

Azotes se giró y se encaminó escaleras arriba. Antes de desaparecer por la puerta se giró y les espetó Más vale que os deis prisa. Mi látigo no está satisfecho azotando cadáveres.

Kissia deseó tener garras en los dedos cuando llegó el tiparraco y les soltó lo de la bebida. ¡No les bastó con emborracharles, sino que les drogaron incluso!

No tenía prácticamente nada de su equipo encima. Se había escapado la daga, eso sí. No le dijo nada al tarado, pero en cuanto se marchó, se acercó a los cuerpos de los dos muertos y empezó a registrar con velocidad. Quizá les quedara algo interesante o algo que pudiera vender, o cambiar.

- Al final nos tendrán que devolver nuestras cosas. ¿Cómo vamos a luchar si no?

Era de cajón. Al final toda la tripulación tendría que luchar y eso los incluía a ellos. Aunque no quisieran, vamos.

Kissia palpó los dos cadáveres que les habían ordenado tirar. Parecía buscar algo que, al igual que su daga, se les hubiese pasado por alto a los piratas.

En uno de los cadáveres encontro una daga similar a la suya, y en la bota del otro notó algo extraño. El tacón estaba mínimamente desplazado, y en su interior en un escondrijo la félida descubrió dos piezas de oro.

Estaba bien. Sus pesquisas habían conseguido que encontrara algo de valor. Ella ya tenía una daga, así que inmediatamente guardó una de las monedas en su bolsillo. Entonces comenzó a cambiar los otros dos objetos de mano mientras canturreaba una cancioncilla con su melodiosa voz. Al terminar, el arma había quedado en su mano izquierda así que la hizo deslizar por el suelo hacia Jask. La moneda, por contra, la arrojó con cuidado hacia Ramah.

- Intercambiadlos si queréis.

Una vez resuelto aquello, la felina, que parecía ser la que más rápido actuaba, tomó uno de aquellos cuerpos para trasportarlo y fue buscando el camino a cubierta.

- Ahora estamos juntos en esto. Si nos apoyamos, sobreviviremos. Formaremos un gran equipo.

Estaba acostumbrada a decir esas cosas, para motivar y que la gente trabajara mejor. No es que estuviera deseando liderar a esos dos, pero le gustaba dar energías a las personas.

Cuando Kissia agarro el cadáver este dió un pequeño respingo. A continuación giró la cabeza y un chorro de vomitó grisáceo se proyectó desde su boca, seguido de unos feos tosidos cuando su cuerpo volvió a probar el aire.

Ramah asiste estupefacto a la aparición del hombre de látigo, y al descubrimiento de los cadáveres y lo que se les pide que hagan. Sin embargo, esta vez no protesta, seguramente por algún instinto innato de supervivencia, bastante desarrollado en su caso. Levantándose, coge la moneda que le lanza Kissia (no era este el nombre de una especie de cangrejo...?), y tras morderla, la guarda en el bolsillo del pecho de su camisa. Por mí está bien así, gruñe.

Asiente después a las palabras de la félido. Estoy de acuerdo. De momento vamos a seguir con vida, y después ya cortaremos la red que nos ha pescado como si fuéramos inocentes larvas de anguila de agua dulce.

Coge de los pies al otro cadáver, esperando que Jask haga lo propio desde las axilas. Es entonces cuando el que iba a coger Kissia reacciona y vomita. Joder! Menudo día! Estás bien, muchacho?

Y de pronto Aliena notó que alguien la alzaba. Su cabeza le daba vueltas y notaba su estomago revuelto. Lo último que recordaba era un loco pagando rondas de cerveza en algún tugurio de Puerto Peligro

¡Quitame tus manos de encima si quieres volver a ver la luz del sol! 

Cuando abre los ojos ve una felido moviendo su cuerpo. Alguien se dirige a ella desde lo lejos

Joder! Menudo día! Estas bien, muchacho?

No. Esa mierda que me habéis dado me golpea la cabeza sin cesar. Y a ti te debe haber afectado la vista si me confundes con un muchacho.

- ¡Vaya, otra mujer! - Pensó interiormente Jask, al ver que el supuesto cadáver era en realidad una joven y brusca pirata, deducido por los modales que mostraba. Tras ver que se empezaba a calmar un poco y dejar de dar sacudidas a diestro y siniestro, Jask dejó la daga, de vuelta a su bota. La había sujetado por si era necesario usarla contra aquella mujer, que hasta hace un momento era un cadáver camino de las aguas bravas del mar.

- Cálmate, mujer. Estamos en la misma situación que tú. Los tres nos despertamos hace un rato igual de mareados y drogados. Si anoche anduviste por "La doncella imponente", seguro que Azotes y sus pirtas te soltaron algo en la bebida, como a nosotros. - Comunicó a la recién despertada.

- La mejor opción de salir de esta es que permanezcamos unidos, pues todos estamos en la misma situación. - Comentó, repitiendo las palabras de la félido, a medias. - Mi nombre es Jask, por cierto. ¿Y el tuyo?

La félido se alejó en cuanto la notó moverse, buscando ganar distancia por si era necesario luchar. Como la chica estaba igual de perdida que ellos habría que ponerla al tanto y eso estaba haciendo Jask.

- Estamos a bordo del barco de Harrigan. Nos han secuestrado, imagino que para trabajar forzados o servir de carne de cañón. Trabajadores baratos, vaya. Tenemos que subir a cubierta y tirar a este desgraciado al mar. Así vemos cómo está el patio.

Tomó al otro de los cuerpos y lo zarandeó por ver si se movía o no. Luego empezó a tirar de él.

- Yo soy Kissia. Coge de los pies, por favor.

Indicó para que se fuera moviendo, pues ahí parados no hacían nada.

Los comentarios de sus compañeros tranquilizan a Aliena.

Mi nombre es Aliena, y si, como decís estaba en la Doncella imponente anoche. Por lo que veo el malnacido de Harrigan esta detras de todo este embrollo.

Siguiendo las indicaciones de Kissia toma el cadaver por los pies

Yo soy Aliena. Por Besmara que vamos a salir juntos de esto. ¿Qué debemos hacer con este infeliz?

Cuando tras pasar por las tripas del barco llegáis a cubierta os dais cuenta de que os encontráis a bordo de un velero de tres palos de considerable tamaño. Puerto Peligro y el continente no son más que una pequeña franja marrón muchas millas a popa que continúa alejándose.

Alrededor del palo mayor se apiñan los tripulantes mirando hacia el castillo de popa, sobre el que agurdan dos personas. Una de ellas es un varón garundi fornido y musculoso con la cabeza afeitada, una larga barba trenzada con anillos de oro y un parche en el ojo; está claro por la deferencia que se le prestan que es el Capitán.

La otra persona es un hombre más joven con una incipiente calvicie que luce a una larga coleta negra. Viste un abrigo largo y blande un látigo de nueve colas muy usado.

Me alegra que os hayáis unido a nosotros por fin! Aunque Azotes comento que solo había tres vivos.

Tras ello miro a Azotes con cara despectiva, tras lo que el os fulminó con la mirada.

Os agradezco que os hayáis enrolado “voluntariamente” a mi tripulación. Soy Barnabas Harrigan. Capitán -Barnabas Harrigan para vosotros; aunque nunca debéis dirigiros a mi. Solo tengo una norma: no me habléis. Me gusta hablar, pero no me gusta que me habléis. Seguid esa norma y nos llevaremos bien.

Ah, una cosa más. Incluso contando a los nuevos reclutas, andamos muy cortos de personal. Asi que estoy dispuesto a conservar la tripulación que tengo. Pasaré por la quilla a todo aquel que mate a otro. Señor Plugg! Si es tan amable de convertir en piratas a estos marineros de agua dulce, me ahorrará tener que meterlos en el sudadero durante un año y un día antes de convertirlos en una empanada de carne.

Terminado el discurso el Capitán se aleja, dejando solo al hombre del gato de nueve colas. Éste desciende a cubierta, y, en cuanto llega, recibe a Azotes. Este cuchichea con él mientras os señala. Plugg asiente y se acerca a vosotros.