La cháchara de Tanka estuvo a punto de hacer perder la concentración a Antanas, pero por suerte parecía una persona bastante sugestionable y él mismo empezó a ser hipnotizado, lo cual era teóricamente imposible, nadie podía ser hipnotizado a menos que quisiese. Por un momento Antanas pensó en detener el experimento, pero por suerte la situación no escaló. De repente, D'Alembert profirió unas frases extrañas que no parecían propias de él, pero finalmente volvió en si mismo.
—Dábamos un paseo, en busca de un tal Nicolas D'Alembert, al que creo que conoce, —dijo Antanas, con una sonrisa socarrona—, y recordé un truco que aprendí en una conferencia sobre psicología en Zurich. ¿Que tal se encuentra, Monsieur? Deberíamos de salir de aquí, y buscar ambientes más sanos. Tenemos mucho de lo que hablar. Estamos todos, a excepción de Gascoine.
Creo que no quedó claro lo que hice antes. Quisiera observar en busca de algo oculto entre alguno de los presentes (o alguien que use un disfraz?). Si con la observación no encuentro nada, quisiera preguntar a alguno de los trabajadores por algyien conocido como Dentpourri, usando bajos fondos o Regatear. No sé qué efecto puede causar en D'Allembert el preguntarle él, pero si nada de lo anterior funciona, tendré que preguntarle a él.
Creo que no quedó claro lo que hice antes. Quisiera observar en busca de algo oculto entre alguno de los presentes (o alguien que use un disfraz?). Si con la observación no encuentro nada, quisiera preguntar a alguno de los trabajadores por algyien conocido como Dentpourri, usando bajos fondos o Regatear. No sé qué efecto puede causar en D'Allembert el preguntarle él, pero si nada de lo anterior funciona, tendré que preguntarle a él.
Ah, perdona. Pensaba que querías usar Ocultar con D'Alembert y estaba esperando por si querías declarar el gasto de algún punto. Mañana mismo actualizo la escena y ya te comento qué es lo que te cuentan.
Desmond recorre el fumadero con la mirada y se ausenta mientras deja a Antanas y a Tanka con el interrogatorio. A priori no encuentra nada raro. Aparte de los clientes más adinerados que le miran de reojo o la mujer del ehru, no hay nadie que le llame la atención.
En cuanto se acerca a los clientes más "aristocráticos" —y los únicos que llevan "acompañantes"—, estos vuelven a lo suyo. La única que le sostiene la mirada es la mujer que todavía arranca amargas notas con el arco del instrumento. Su voz, más parecida a un susurro, por poco se pierde entre la música.
El resto queda solo para Desmond.
—Estás buscando a alguien, ¿verdad? —preguntó la muchacha del ehru con la mirada perdida—. Este lugar está protegido, no le encontrarás aquí.
Cuando Desmond miró a los lados, todo parecía seguir igual. Si alguien más había escuchado a la chica, no daba muestras de ello. ¿Acaso eran imaginaciones suyas y aquel susurro formaba parte de alguna canción?
—Pero si de verdad quieres encontrarlo, bastará con preguntar en la calle. La noche le traerá, arrastrando sus harapos.
—¡Por-por supuesto que soy Nicolas D'Alembert! —contestó enfurruñado el coleccionista—. Pero he de decir que me interesa su propuesta. Ciertamente hablaremos mejor fuera de este… local.
D'Alembert tuvo que apoyarse en Antanas y en Tanka para levantar su tembloroso cuerpo. Estaba todavía más delgado de como lo recordaban, y sus ojeras tampoco parecían un síntoma de buena salud. Con cierta calma, recogió su libreta y su americana y comenzó a dirigirse hacia la salida, sin molestarse en comprobar si lo seguían. Antes de poner un pie en el primer escalón, se giró en redondo.
—Espero que disculpen mi curiosidad, pero ¿cómo consiguieron dar con mi paradero? Ni yo mismo logro recordar qué hago aquí o dónde estoy siquiera.
Desmond se había desligado unos momentos del grupo, aunque tenía la sensación de no haberse movido del sitio. Se vio a sí mismo siguiendo los pasos de Nicolas junto a sus compañeros.
- Parece usted bastante familarizado con el local, por la forma en que se dirige a la salida. No le juzgo. Yo mismo he venido aquí varias veces. Conozco el lugar y conseguí contactar con alguien que le había visto por la zona a horas en las que solo la gente que se ampara en la noche estaría por aquí. Lleva usted varios días visitando este barrio, espero de verdad que recuerde algo.
Camille, Dentpourri, Gascoigne, los periódicos, las anotaciones, la miel de Delfos, el Otoño de las eras... Eran tantas preguntas que a Desmond le hubiese encantado estampárselas en la mesa en forma de examen escrito a modo de interrogatorio en una de sus clases, pero sabía que era necesario esperar para increparle. Al menos de forma verbal.
Aprovechando su estado de confusión, quiero hacerme con la libreta de D'allembert mientras le acompañamos a la salida brazo en el hombro y tal. No me importa que mis compañeros vean la acción si con ello me resulta más fácil, al fin y al cabo acabaré enseñándoles la libreta.
Dime la dificultad si es pertinente antes de hacer el gasto en la tirada.
D'Alembert está bastante desorientado, por lo que no es difícil pillarle por sorpresa. Aún así, te pediré que hagas una tirada de Birlar (dificultad: 2).
Motivo: Birlar libreta
Tirada: 1d6
Dificultad: 2+
Resultado: 4 (Exito)
No gasto ningún punto, porque si saco un uno es igualmente un fallo (no?).
Mira, al final no hizo falta.
El Padre Mathieu se aclara cautelosamente la garganta antes de inclinarse un poco sobre la barra y mirar con cara de conspirador al hombre que sirve tras ella.
"Y bueno, estábamos interesados en un buen amigo que creemos solía dejarse caer por aquí. Un pintor algo famoso, un hombre de arte, joven...", añado una breve descripción de Allamand. "¿Le recuerda?"
Desmond, que estaba de pie observando a la muchacha del ehru, no tardó en unirse a sus compañeros mientras se disponían a abandonar el local. Cuando se acercó a D'Alembert, lo vio tan desorientado que decidió aprovechar y sustraerle la libreta; cosa que logró gracias a un ágil movimiento. El pobre coleccionista no se percató de nada mientras se daba la vuelta para preguntar.
—¡Vaya! —exclamó mientras se miraba las manos, todavía más confuso de lo que ya estaba—. Juraría que… Bueno, no importa. Debo haberla guardado o algo así —continuó parloteando mientras subía con parsimonia los escalones—. A lo que iba: ¿cómo lograron dar conmigo? ¿Acaso les ha enviado Gascoigne? ¡Por Dios santísimo, ya lo sé! ¡Por favor, díganme que no les envía mi Bibi*!
Narro la acción de vuestro compañero porque vosotros sí que la veis.
*La esposa de D'Alembert.
El camarero se acercó dejó la taza que estaba secando y se aproximó a ellos enarcando una ceja con aire pensativo.
—Por aquí vienen muchos escritores y algún que otro artista, pero no sabría decirles si la vida a logrado sonreírle a ninguno de ellos como para considerarlo "famoso". No obstante, sí recuerdo a un pintor como el que describen. Alto, rubio, ojos verdes y de buena constitución; pero hace semanas que no le veo. La última vez que estuvo por aquí parecía obsesionado con su "obra maestra".
El lituano, todavía receloso con la cordura de Alembert, prefirió no inquietarlo con los recientes descubrimientos, así que le contó una serie de medias verdades tranquilizadoras pero lo sufucientemente convincentes:
—Se sorprendería, pero en realidad fue todo una serie de coincidencias. Fuimos a inventariar las obras que quedaron en el estudio de Allamand y encontramos una caja de cerillas de este local. Nos llamó la atención, y decidimos echar un vistazo.
- La verdad es que Gascoigne está preocupado por usted. Lleva días sin poder contactar con usted. Seguramente su mujer también esté preocupada. Es tarde.
Desmond intenta aprovechar al máximo que Nicolas está con la guardia baja y lanza una pregunta directa, casi violenta.
- ¿Ha encontrado algo más sobre Camille? Es obvio que la estaba usted buscando.
No sé si ya estamos reunidos arriba con el resto, por si acaso no los marco.
Te confundiste de gordo en los destinatarios. ;)
Antoine lanzó una mirada de desaprobación al profesor. Cualquier persona con un poco de buen criterio sabía que no se debe de intervenir entre un psiquiatra y su paciente. Sin embargo, Antoine no ejercía a pesar de estar licenciado. Su interés por la materia era fruto de la mera curiosidad, y se mantenía al día gracias a gacetas y publicaciones médicas, pero no llevaba a cabo estudios propios ni tomaba pacientes —Mis padres y mi tío ya me han dejado rico como para tener que trabajar—,y por tanto D'Alembert no era su paciente, así que tuvo que aceptar esa impertinencia.
Arreglado
—Monsieur D'Alembert , disculpe que le importunemos con tantas preguntas, pero es necesario que entienda que su situación era cuánto menos extraña, aunque podría decirse que la nuestra, viendo cómo hemos llegado a encontrarlo a usted, tampoco es que sea de lo más habitual. Si no le importa que le haga una pregunta más, de carácter extraño,¿ por casualidad no habrá sido usted vigilado por digamos, un sin techo o un mendigo verdad?—
Los ojos de Tristán se abren como platos al ver que la descripción que daba el barman se correspondía con el Allamand que el grupo tenía de referencia. Esbozando una satisfecha sonrisa, el subastador se acerca al hombre y levanta una ceja de forma desmedida.
- ¿Esa es toda la información que tiene de aquel pintor? ¿Sabe algo más? ¿Algo que pueda ser... refrescado?
Diciendo esto, Tristán saca un franco y lo pone sobre la mesa, empujándolo ligeramente hacia el camarero mientras enarcaba de forma más exagerada su ceja y mantenía esa sonrisa que intentaba ser pícara y solo lograba mostrar que el subastador no tenía la más mínima idea de como conseguir información.
A lo mejor es tontería, pero por preguntar no se pierde nada. Está bajo los efectos del opio? O sea, estaba allí consumiendo, o está bajo la influencia farmacológica de otra sustancia?