Partida Rol por web

Acabáis de llegar a Middenheim desde vuestro pueblo natal, que fue invadida por una gran fuerza de Hombres Bestia, uno de los muchos restos esparcidos de una fuerza enorme del caos que se extendió desde el norte, y que recientemente fue derrotado ante las murallas de la Ciudad del Lobo Blanco.

Además de los refugiados que habéis acompañado hasta la seguridad, lleváis con vosotros una reliquia sagrada desde su santuario en la aldea: un antiguo icono con la efigie de Sigmar. En lugar de ver esta reliquia caer en manos de los Hombres Bestia, la habéis llevado a Middenheim con la intención de entregarla al Templo de Sigmar allí.

Vosotros, y los refugiados que habéis traido, habéis sido alojados temporalmente en el abarrotado barrio de Southgate Ostwald. Varios almacenes vacíos de allí se han convertido en campos de refugiados. Voluntarios de la ciudad, supervisados por las sacerdotisas de Shallya, atienden a los heridos y enfermos y da otros tipos de ayuda también a los refugiados, muchos de los cuales llegaron a la ciudad únicamente son su ropa

Finalmente habían llegado. A pesar de los mutantes, de los hombres bestia, de los vigilantes elfos y de... bueno, a pesar de ellos mismos, finalmente habían llegado a Middenheim, y se habían puesto a salvo detrás de sus plateados muros. Sin embargo, no todo era color de rosa.

En aquella ciudad tan sólo eran unas decenas más de los miles que buscaban refugio en la ciudad del Lobo Blanco, por lo que fueron alojados en un abarrotado barrio en uno de los peores sectores de la ciudad. Bueno, al menos estaban a salvo.

Magnus, que aún tenía en su poder aquella sagrada reliquia de Sigmar que antaño llegó a llevar el Padre Dietrich, se despidió de los habitantes de Untergard y de sus "compañeros" de viaje. Poco después partió hacia el templo de Sigmar con el propósito de, fiel a su palabra, entregar aquella reliquia.

Unas muletas...unas sucias muletas para curar la pierna- fue lo poco que le dieron las sacerdotisas de Shallya, eso junto a la promesa de que guardaría reposo.

Ese reposo duró un día, después de aquello, el inquieto Lambert salió de aquel oscuro almacén que olía a vómitos y muerte. Las sacerdotisas le habían avisado, no podía apoyar la pierna y mucho menos caminar

El Sol le dañó los ojos al salir, poco a poco, pudo acostumbrarse y empezó con dificultad a pasear entre las calles de Southgate Ostwald.

Aquel lugar, lleno de refugiados junto a los edificios destruidos que se veían de tanto en tanto, era algo impactante.

El bretoniano buscaba a un médico o sanador que pudiera ofrecerle un mejor tratamiento que el de las sacerdotisas.
 

Por fin, después de tanto viaje, tantas manchas, golpes, roturas y tanto picor en la cara puedo quitarme la máscara y cambiarme la ropa con tranquilidad, me tomo un momento para pensar en mis cosas, y una vez que me he tomado el momento y con mi nuevo uniforme limpio y listo iba siendo hora de salir a la calle. 

Las calles de la gran ciudad son enormes, todo lleno de gente, con prisas por llegar a ningún lado, es agobiante, y lo peor de todo es saber que no tengo recursos para nada, va siendo hora de buscar un trabajo, así pues me moveré por las callejuelas de la ciudad buscando alguna fuente fácil de ingresos.

Por fin habíamos llegado a Middenheim, por fin podríamos descansar a salvo de amenazas del Caos pues no pudieron ni podrían salvar las murallas de la ciudad del Lobo Blanco... Pero no éramos los únicos, claro, miles de refugiados desplazados de las zonas rurales y sin posibilidad de defenderse se congregaban aquí y, como a todos, nos metieron en unos hacinados almacenes donde las sacerdotisas de Shallya junto a voluntarios de gran corazón ayudaban en lo que podían.

Mis antiguos compañeros desaparecieron al poco de llegar, cada uno sumido en sus negocios e intereses, quedándome solo con los niños, los civiles y el capitán Schiller, líder de facto de esta triste comitiva. Me acerco a él. Capitán, GRUK querer ayudar, a construir o a destruir, dar igual. Así conseguir comida para GRUK y niños, ¿tú conocer a alguien? GRUK fuerte y saber hablar bien, GRUK bueno.

Y le regalo una preciosa sonrisa ogra, llena de colmillos amarillentos, con la intención de hacerle notar la buena voluntad que mis palabras desprenden.

Aunque el grueso de los Middenheimeses son devotos seguidores de Ulric, la deidad patrona del Imperio también tiene muchos seguidores en la ciudad, sobre todo, afirman los cínicos, entre los que desean el favor del Emperador. El segundo mayor templo de Sigmar en el mundo (después del de Altdorf, la capital del Imperio) está impresionantemente construido para asegurarse de que, incluso en el corazón del territorio Ulricano, Sigmar no es descuidado.

El sumo sacerdore es Werner Stolz, conocido por el sonoro título de Alto Capitular de Nordland, cargo que ha ocupado durante muchos años. Como uno de los sacerdores de mayor rango en el culto de Sigmar, está bien considerado por el Gran Teogonista en Altdorf, y hay rumores de que algún día él mismo aspire a este elevado puesto.

Al llegar eres recibido por el Padre Morten, un hombre bajito de unos cuarenta años, con el poco cabello de color marrón grisáceo peinado de una manera graciosa

-Buenas tardes hij..., vaya un iniciado de Ulric -dice al ver tus vestimentas y el símbolo sagrado que cuelga de tu pecho-, esto si que es una sorpresa. ¿En qué puedo ayudaros?

Buscas un galeno, es difícil encontrarlo, porque la mayoría está atendiendo a los heridos de guerra, pero finalmente encuentras a uno que está dispuesto a ayudarte

-Por cinco chelines de plata puedo curarte esa herida de la cabeza, pero la pierna..., está bastante mal, por diez puedo intentar hacer algo con ella, quizás consiga que puedas apoyarla, pero claro, todo depende de lo que estés dispuesto a pagar

Ambos tenéis el mismo objetivo, buscar un nuevo trabajo, el capitán está demasiado ocupado, no puede daros trabajo ya que allí no tiene poder alguno, pero os recomienda ir a la Rata Ahogada, la taberna más cercana por si allí han oído de alguien que necesite ayuda. 

No os habéis alejado más que un par de calles cuando un par de guardias os para

-Bienvenidos a Middenheim -dice el más alto de los dos, en un intento de parecer agradable con solo un éxito parcial-. Al comandante de la guardia le gustaría hablar con ustedes acerca de los Hombres Bestia que habéis encontrado. ¿Si quisieseis venir con nosotros, por favor?

Salgo con bastante prisa en la dirección que me habían indicado, al salir no puedo evitar fijarme en el enorme ogro que lleva la misma dirección que yo, entonces sin dilatar el encuentro me acerco a el - Voy a por trabajo a ver como se puede ayudar, si vamos juntos en algo reduciremos el riesgo - entonces miro de arriba a abajo al ogro - lo reduciremos mucho, la verdad, cooperamos.

Una vez estamos transitando las sinuosas calles repletas de gente 2 guardias se nos acercan, una parte de mi no puede evitar la desconfianza, pero otra parte quiere creer que nos van a ayudar. Escucho con la mano en el pomo de la espada, y la otra mano en una postura algo extraña "bueno, no van a ayudar pero tampoco a robarnos, por el momento, vamos a ver que podemos conseguir" - Verán, estaríamos encantados de ir con ustedes, pero ha sido un viaje muy largo y estamos sin ningún tipo de recursos, ni dinero ni comida, si nos pudieran proporcionar alguno de ellos estaríamos encantados de dar toda la información que podamos.

Aún en el corazón del culto a Ulric, los seguidores de Sigmar querían asegurarse de que nadie se olvidara de quién era la deidad patrona del Imperio. Magnus, en aras de ser diplomático, entró lo más silencioso y bajo perfil posible, todo para no encender la ira de los sigmaritas, que sin duda eran muchos más en el seno de su témenos.

Cuando fue recibido por aquel sacerdote, Magnus inclinó la cabeza levemente en señal de respeto, pues aquel hombre era, pese a todo, un sacerdote ordenado.

— Han pasado décadas desde que visitase el templo de Sigmar por última vez... Era apenas un niño, desconocedor de las verdades del mundo y de los dioses... —el iniciado miró al sacerdote a los ojos—. Esto me gusta menos que a ti, sacerdote, pero la promesa a un hombre muerto trasciende las creencias religiosas —el iniciado sacó el símbolo de Sigmar entregado por el padre Dietrich semanas atrás. Al contemplar el símbolo, Magnus se percató de que en realidad no había pasado tanto tiempo, a pesar de lo que sentía en ese momento. Suspiró—. Esto fue entregado a nosotros por el Padre Dietrich, de Untergard. El pobre cayó en una trampa y se encontró con su dios, pero antes de expirar consiguió fuerzas para hacernos prometer que entregaríamos el símbolo en el templo —entonces el iniciado extendió la reliquia hacia el sacerdote Morten—. Así que eso hice.

-Rezaremos una plegaria por él- dice el Padre afligido, en el momento en que coge la reliquia sus ojos se abren un poco- ¡Increíble! -dice-. ¡Este es el icono de Sigmar más antiguo que he visto nunca! Basta con mirar el oro todo el trabajo de los bordes, es enano, estoy seguro de ello. ¡Y el estilo de los trajes de época, tiene la antigüedad suficiente para haber sido elaborado durante su vida! ¡Has traído un tesoro muy grande por cierto, y en nombre del templo, muchas gracias- va hacia uno de los despachos y vuelve con una bolsita- Por favor, acepta estas monedas en agradecimiento -dentro de la bolsita puedes ver 25 coronas de oro y un colgante de plata con forma de martillo- Sé que no dejaréis de lado vuestro colgante con el lobo, signo de vuestra congregación, pero espero que lo aceptéis como agradecimiento del templo y que todos vean que es posible un entendimiento entre seguidores de ambas deidades

Lambert escuchó al galeno...

No va a trabajar gratis, eso es obvio....-pensó mientras se llevaba la mano a la bolsa de las monedas.

- Tomad, 16 chelines de plata. Es todo lo que tengo. Eso sí, intentad recuperar la pierna. Si no correr, al menos poder volver a andar.

Haced lo que podáis, me pongo a vuestra disposición, maestre.- dijo el bretoniano mientras le ofrecía los 16 chelines de plata.

Miró al médico y luego a su pierna herida, el color morado había desaparecido, pero por dentro de la extremidad, sabía que no iba a curarse bien si no acudía a alguien experto.

Solo con reposo no curaría.

- Malditas sacerdotisas- maldijo en su interior mientras se preparaba para un viaje de dolor, iban a curarle sí, pero la rehabilitación no iba a ser un camino de rosas.

-Con 15 chelines será suficiente -te dice el galeno

Raja tu pierna, el dolor es insoportable, ves que por dentro hay pus, comienza a echar líquidos que te queman, pierdes la consciencia en varias ocasiones, cuando vuelves a abrirla, no sabes que ha hecho, pero la pierna ha dejado de estar hinchada, tienes un par de puntos que seguramente te dejarán una buena cicatriz, pero sientes la pierna como nueva, puedes apoyarla e incluso te sientes con energía para echar una carrera. El pequeño corte de la cabeza también te lo ha curado, dejándote como nuevo.

No te has alejado más que un par de calles cuando un par de guardias te para

-Bienvenido a Middenheim -dice el más alto de los dos, en un intento de parecer agradable con solo un éxito parcial-. Al comandante de la guardia le gustaría hablar con ustedes acerca de los Hombres Bestia que habéis encontrado. ¿Si quisieseis venir con nosotros, por favor?

A Magnus le pareció irónico haber recibido más de aquel sacerdote sigmarita en un día, ignorando por supuesto todo lo que el mismo había dicho acerca del símbolo, que todo lo que los ulricanos, sacerdocio y devotos por igual, le habían dado en su casi dos décadas de fiel servicio. Sin embargo, los sirvientes del lobo no buscaban recompensas materiales, por lo que el iniciado no pensó menos de su culto por aquello. Con gesto solemne, Magnus recibió la bolsa de monedas y también el colgante. ¿Estaría ayudando a sanar un cisma ancestral o solamente estaría poniéndose a sí mismo en la pared del huracán? el tiempo lo diría.

— Agradezco la recompensa, sacerdote —respondió Magnus—. Ayudaré a los pobladores de Untergard... asumo que es lo que el sacerdote hubiera querido —dijo, y luego se despidió. Se retiró del templo con el mismo silencio con el cual había entrado, y se dirigió ahora al templo de Ulric a presentarse y a presentar sus respetos.

Al final el ogro y el extraño humano enmascarado unen sus caminos en busca de algo útil que hacer y se dirigen, siguiendo las indicaciones del capitán Schiller, a una taberna cercana a ofrecer sus servicios.

Por el camino dos guardias los interceptan con un requerimiento del capitán de la guardia. Antes de que el ogro pueda decir nada, el enmascarado negocia ir a cambio de dinero o comida...

Mmmmmm, comida.... Sí, a GRUK le gusta mucho la comida y tener mucha hambre también. 

Se empieza a palmear la panza con alegría.

Houuuu, houuuuu, houuuuu y la cerveza también gustar mucho a GRUK.

No te has alejado más que un par de calles cuando un par de guardias te para

-Bienvenido a Middenheim -dice el más alto de los dos, en un intento de parecer agradable con solo un éxito parcial-. Al comandante de la guardia le gustaría hablar con ustedes acerca de los Hombres Bestia que habéis encontrado. ¿Si quisieseis venir con nosotros, por favor?

-El comandante os podrá dar comida, incluso trabajo si él lo ve conveniente, ¿monedas? Supongo que depende de lo que contéis, de todas formas, solo él puede ofreceros algo, nosotros solo estamos aquí para acompañaros ante él- dijo el guardia que había hablado anteriormente

Miro al bueno de Gruk al oir eso - En vez de buscar el trabajo parece que el trabajo nos ha encontrado a nosotros, perfecto - en ese momento hago un ademán con la mano hacia los guardias mientras asiento con la cabeza dando a entender que les seguiremos por detrás.

Prosigo el camino con total calma y en silencio, si me hacen alguna pregunta contestaré utilizando monosilabos y de forma hosca.

Perdió el conocimiento varias veces, aquella operación fue algo duro..pero necesario. El pus salia a borbotones y tras las curas, la pierna se desinfló hasta recuperar su estado natural.

Tras varias horas donde no sentía la pierna, vió como el doctor empezó a coser la herida, limpiándola con cura y delicadeza.

Estuvo varios dias recuperando y con la pierna en alto, el galeno se centró en la herida que tenía en la cabeza, curándosela también.

- Dos nuevas cicatrices con dos historias bien diferentes...-pensó Lambert mientras se miraba la pierna y la cabeza en un espejo.

- Una producida por los hombres bestia y otra por ese mierdecilla religioso...por cierto, ¿donde estará? ¿habrá ido a entregar la reliquia? Bahhh, poco importa eso...- se dijo a si mismo.

Se atrevió a caminar, primero con la muleta y luego sin ella, la pierna había mejorado sorprendentemente y Lambert no pudo más que darle un fuerte abrazo al médico.

- Gracias una vez más maestre, contáis desde hoy con un amigo. Os debo mi pierna y mi salud. Que la Dama os bendiga.- dijo con alegría mientras se separaba de él.

Al salir, sintió la pierna un poco rara al principio, después de varios metros sintió que podía apoyarla sin problema, empezó a avanzar cojeando levemente mientras sonreía, el destino le había dado otra oportunidad.

- Ahora a buscar algo con que ganar dinero. No tengo ni un penique en el monedero- dijo Lambert mientras buscaba a alguien que necesitara ayuda y estuviera dispuesto a pagar por ello.

Tras cruzar varias calles, unos guardias se detuvieron delante de él. El más alto le habló, en un tono poco amigable, típico de los guardias imperiales.

Al comandante de la guardia le gustaría hablar con ustedes acerca de los Hombres Bestia que habéis encontrado. ¿Si quisieseis venir con nosotros, por favor?

- Claro, claro...informaré a vuestro capitán sobre todo lo que vimos en nuestro camino hacía Middenheim. Ahora bien, me gustaría poder comer algo si es posible, siento decir que llevo un día sin probar bocado y las sopas de las sacerdotisas de Shailla, aunque no las desmerezco, no es que llenen mucho el estómago.- dijo el bretoniano entre sonrisas.

Decidió acompañar a los guardias esperando poder probar bocado.

Magnus examinó a ambos guardias durante un segundo.

— He vuelto a Middenheim tras muchos años llevando la palabra de Ulric, y me gustaría posar mis ojos sobre la amada llama azul que arde en el corazón de nuestro templo... si eso está bien con ustedes, buenos hombres —respondió finalmente, con cortesía de piedra.