Partida Rol por web

Gruk miró de forma intermitente, aún confuso, el cuerpo sin vida del cultista y a la mujer cautiva; seguía sin comprender porque se había ensañado con ella en lugar de luchar o correr. Y eso, por supuesto, le hacía dudar de la elfa. ¿Y si ocultaba algo? ¿Era más peligrosa que él, incluso atada? El enorme ogro cruzó los brazos sobre el pecho acorazado y entrecerró los ojos, que clavó en la prisionera.

—¿Quién ser tú? —preguntó hosco—. Hombrecillo querer matarte por encima de todo, Gruk querer saber por qué. ¿Elfa poderosa guerrera? No parecérselo a Gruk.

Por fin había acabado aquella maldita lucha. Miró atrás, hacia sus compañeros muertos, y suspiró. Esperaba que aquello valiera la pena y realmente tuvieran una oportunidad contra la tal Mano Púrpura, aunque dudaba aquello último. Murmuró una breve plegaria a Ulric por sus camaradas caídos.

— Son prisioneros, Gruk, y el cultista claramente no estaba en sus cabales, o se hubiese defendido de nosotros. Seguramente quería hacer un último sacrificio a su oscuro señor antes de morir —le respondió al ogro, a ver si se calmaba.

Se agachó frente a la mujer que el cultista había atacado antes en lugar de defenderse. Sus ojos se fijaron primero en las puntiagudas orejas, y arrugó un poco el gesto. Los elfos en general no eran de fiar, pero estaba herida, así que acabó por quitarle la mordaza y desatarla. Rasgó un pedazo de tela de alguna parte y, si ella se lo permitía, le cubriría la herida con presión, para que al menos dejase de sangrar.

— No es el toque de Shallya precisamente, pero evitará que te desangres al menos.

Sin esperar su respuesta, se movió hasta quedar delante del otro hombre, también quitándole la mordaza y empezando a deshacer sus ataduras. Al menos este parecía humano, y tampoco se veía tocado por el caos. Podría ser peor. Al terminar, se levantó con pesadez, y apoyó parte de su peso en el báculo, que tenía una cabeza de lobo tallada en la parte superior.

— Soy Magnus, seguidor de Ulric —se presentó—. ¿Cómo acabasteis prisioneros de estos cultistas?

Gruk resopló, sin estar totalmente convencido de eso, pero sin intervenir. Siguió en el sitio, esperando respuestas, y observando atentamente a los recién liberados prisioneros. Habían perdido a un amigo y a Lambert, y quería saber a cambio de qué.

No alcanzó a comprender que le empujaba a ese desalmado a seguir tratando de darle muerta a ella y no al enorme ogro que arremetía contra su captor. Fuere como fuere, estaba viva, a duras penas, pero viva. Respiraba algo agitada mientras la desataba uno de ellos, y aceptó el trozo de tela que colocó sobre la herida y ella misma aplicó presión para contener la hemorragia. Con un poco de dificultad por el dolor, se puso en pie y miró con suspicacia al enorme ogro.

Soy una gran guerrera - dijo con total y absoluta seguridad, sin sentirse intimidada por el corpulento ser, o al menos, ese aspecto daba - Lollenda Angaina, podréis llamarme por mi nombre si así lo deseáis - miró al sacerdote y parpadeó - gracias por salvarnos, fuimos capturados tras una emboscada, yo protegía a un emisario y él... - y no acabó la frase, no queriendo ni atreviéndose a hablar en nombre de Gilbrecht, era su derecho, no el de Lollenda.

Gilbrecht se puso en pie, desempolvandose los pantalones y el largo abrigo a manotazos, antes de arrearle una patada en la cara al cadáver del cultista. Le hubiese escupido si no tuviese la boca seca. 

Gilb... - Se cortó, pues la voz le salió bastante ronca. Carraspeó, y volvió a hablar con mas claridad - Gilbrecht Auslander. Gracias por el rescate, Magnus, me aseguraré entregar un donativo al templo de Ulric antes de marcharme de la ciudad, y considéreme en deuda con usted si no es suficiente con una moneda de oro para su culto. 

Gilbrecht se encaminó hacia los sacos donde sabía que sus captores habían guardado sus cosas y las de Lollenda, y tras asegurarse donde estaban las pertenencias de suyas y donde las de la elfa, comenzó a sacar sus cosas tras darle a la cazadora su bolsa. 

Gilbrecht observó a la mujer y notó su reticencia a decir más de la cuenta, por lo que él trató de mantener también un mínimo de privacidad sobre el asunto. 

Mi mentor y su patrón mantenían negocios y yo estaba reunido con ella cuando nos emboscaron. No conozco los motivos de estos cultistas, ¿quizás fuimos elegidos al azar, simplemente carne para el sacrificio? Prefiero no saberlo. 

El ogro resopló ante la bravuconada de la elfa; no veía mucho músculo en ese cuerpo tan fino, así que dudaba de esas palabras tan grandes en una boca tan pequeña y rosada. Además, no se fiaba tanto como Magnus.

—Gruk creer que Lolle...Lolna...Lo... Mmm. Gruk creer que Lola ocultar algo. Y Gile también. A Gruk no gustar secretos. Pero saber que no ser cultistas, Gruk querer venganza por matar amigos. ¿Vosotros querer venganza también por intentar matar o salir corriendo?

Mientras el aprendiz iba relatando su parte, la elfa fue directa hacía donde había visto asomar parte de su arco, y empezó a recuperar todas sus pertenencias, comprobando con marcialidad que estuvieran en buen estado antes de colocarlas donde correspondía. Se quedó mirando al ogro y ladeó la cabeza - dime, ¿quién no tiene secretos? - le preguntó con una sonrisa un tanto burlona asomando de entre sus labios - nos habéis salvado la vida, y por mis ancestros que os estoy agradecida, pero quedarnos aquí parados, dudo que haga que las cosas fueran a mejor - miró al sacerdote - decidme ¿por qué estáis aquí? - quiso saber.

— No todo el mundo, pero por el momento... no vale la pena ahondar en aquello —respondió a la elfa, con los ojos entornados, luego encaró al hombre—. Bien hallado, Gilbrecht —se retiró un par de pasos, para poder verlos a los dos sin tener que estar moviendo la cabeza, hasta eso hacía que le dolieran las heridas—. Estamos siguiendo al grupo desde hace un buen rato, se hacen llamar la Mano Púrpura, y tenían la intención de contaminar el suministro de agua de la ciudad para generar... caos, supongo. Lo que sea que estén echando hace que los hombres se conviertan en mutantes, ya hemos tenido que despachar a varios —suspiró—. Como podréis haber visto, hemos perdido dos hombres, agradecería cualquier apoyo que pudierais prestar, al igual que el templo de Ulric.

El iniciado terminó de hablar y empezó a registrar los cuerpos de los cultistas muertos en busca de algo que pudiera arrojar algo de luz acerca de sus objetivos de manera más específica, una nota con órdenes o algo por el estilo. De no encontrar nada, empezaría a caminar hacia el pasillo inexplorado.

Registras a los cultistas, no tienen nada que os indiquen cuales son sus planes, cada cultista tiene una espada, una daga, una ballesta, 7 virotes y una linterna.

Magnus se adentra por el pasillo inexplorado que os lleva hasta otra caverna. Las paredes de esta caverna natural están cubiertas con huellas de manos pintadas y símbolos.

Tres sacos de dormir más se disponen en un extremo de la cámara, y en el otro se ha construido un altar improvisado a partir de cajas rotas y otros pedazos de madera. Está cubierto por un paño de color púrpura, y en la parte superior hay dos gruesas velas negras y un cráneo humano. Las velas están encendidas, y la iluminación principal está producida por un gran farol sobre un soporte de hierro en el centro de la cámara.

En esta habitación se encuentra un hombre amordazado vestido con las ropas de la guardia de la ciudad, seguramente un sacrificio como iban a ser Lollenda y Gilbrecht de no haber sido rescatados. Pero el prisionero no se encuentra solo, sino que está acompañado de cuatro cultista y su líder. Parecen que os están esperando con sus espadas preparadas para el combate

—¡JA, JA, JA! —rió al ver a los cultistas—. A ver que gran guerrera eres —retó a la elfa, mientras él mismo cargaba, pico en mano, contra aquellos necios atemorizados.

Empero, no todos se habían acobardado, quedándose inmóviles, y logró esquivar el golpe.

—Gruk pensar que no deber moverte tanto —dijo molesto.

La elfa no respondió al ogro, no iba a entrar a esos juegos y dejar que los actos hablaran por ella. Ahí estaban, en la guarida de esos desalmados que la habían secuestrado. Se quedó donde estaba y con su arco preparado, disparó sin pensarlo mucho errando el disparo por lo precipitado de este.

Fawkes levantó la mirada un poco con un ojo morado y algo de sangre en el labio, al ver que estaba a punto de montarse una pelea se puso a mover los brazos entre sus cuerdas como buscando liberarse, era esperanzador para él.

Gilbrecht agarraba su báculo con ambas manos, analizando a los 5 cultistas desde la distancia. No quería acercarse mucho y arriesgarse a ser trinchado por las armas de estos, y aún le dolían las articulaciones de haber estado atado hasta hacia poco. Se concentró, apoyando uno de los extremos de su báculo en el suelo e intentando canalizar su poder en la otra punta, pero los vientos de la magia parecían no querer ayudarle en ese momento. 

Magnus observó primero al guardia atado, y luego a los cultistas. Suspiró, pues había pocas probabilidades de salir vivo de ahí, sobre todo teniendo en cuenta sus heridas. Los superaban por un cuerpo, y aunque estaban aterrados por la presencia de Gruk, el iniciado sabía que eso duraría poco. Sin embargo, el ulricano se abalanzó sobre el líder de los cultistas, pensando que si derrotaban a su líder, los demás se rendirían. Lamentablemente, sus heridas le pesaban bastante, por lo que su golpe salió desviado.

Lollenda al ver que había más enemigos se dispuso a disparar su arco de forma apresurada, queriendo vengarse por como la habían tratado esos seres, pero cuando está a punto de disparar la cuerda de su arco se rompe, al parecer aquellos malditos habían roto su preciado arco.

El jefe de los cultistas y algunos de ellos no se movieron por temor a Gruk, pero uno de los que sí pudieron moverse se acercó a Gilbrecht creyendo que sería el más vulnerable, pero éste consiguió esquivar el golpe que iba hacia él.

El otro cultista que no temía a Gruk, viendo que él era el motivo por el que sus compañeros no atacaban, decidió que sería a él a quien mataría en primer lugar, el ataque con la espada del cultista fue bastante potente, tanto como para atravesar la armadura y las defensas del orco, por suerte cuando el acero llegó a la piel de Gruk ya no llevaba tanta potencia y únicamente le hizo un pequeño corte

Magnus falló su ataque al intentar golpear a uno de los cultistas, seguía muy débil a causa de sus heridas, pero no cesaba en su empeño, agradeció internamente a Ulric de que ninguno de los enemigos fuese a por él.

Gilbrecht intentaba concentrarse para lanzar un misil mágico, pero al tener a uno de los cultistas delante de él no conseguía concentrarse, por lo que su magia no acudió a él.

Gruk, por su parte, cargó contra el cultista que estaba atacando a Gilbrecht, pero se desvió en el último momento al ver que podía golpear a su nuevo compañero, por lo que su ataque quedó en nada

Lollenda se quedó estupefacta, como podía ser posible aquello. Ya la tenían apresada, la iban a matar, ¿cómo iban a estropearle el arco hasta dejarlo inservible? no alcanzaba a entender como habían previsto que podría escaparse, pero así había sido. A pesar de ello, decidió guardar el arco y desenvainar la espada; aunque cuando sacó su acero, comprobó con un rápido vistazo si se lo habían mellado o enrobinado.

Lollenda revisó su espada por si tenía alguna muesca, no se veía nada a simple vista.

El jefe de los cultista pareció reponerse de la impresión principal que le había producido ver a Gruk y comenzó a recitar un encantamiento, Magnus entonces se percató del sueño que tenía, los ojos se le cerraban, no era al único, pues Gruk también sentía como los ojos le pesaban.

El cultista que luchaba contra Gilbrecht estiró demasiado el brazo donde tenía la espada y terminó haciéndose daño, quejandose de un dolor en el brazo de la espada no consigue atacar al joven hechicero.

Gilbrecht agarró su báculo como si fuese una larga porra y fue a estampársela al cultista que le atacaba, pero la verdad sea dicha, no parecía haber fuerza tras del golpe. 

Magnus sintió sus sentidos embotarse, pero se mordió la lengua para combatir aquella sensación que sin lugar a dudas no era del todo natural. Agitó la cabeza varias veces, y con gesto ceñudo volvió a intentar golpear al líder de los cultistas, esta vez impactando contra él con fuerza.