Partida Rol por web

La oleada de suerte se le acabó a Paul cuando se virote salió de su ballesta hacia el techo de la cueva muy lejos de su objetivo. Pero un ser ogresco se despertó... Paul intrigado pensó con quién estaría aliada aquella criatura que había estado durmiendo tan placidamente.

Gruk bostezó, abriendo la boca tanto que casi podría haberse tragado al desconocido pequeñajo de haberlo tenido más a mano. Aquella siesta le había sentado genial, aunque poco a poco comenzaba a recordar dónde estaban y que había sucedido, y empezó a sentir ira por haberse perdido la diversión.

—Gruk enfadado —gruñó mientras recogía su enorme pico y se iba poniendo en pie, mirando de paso alrededor; solo quedaban un par de enemigos—. No matar nadie aún, dejad uno para Gruk —exigió, entrecerrando los ojos mientras analizaba quien estaba en mejores condiciones, para ir a por él.

El combate se alargaba, quizás demasiado, y aquello ya pesaba en los músculos del iniciado de Ulric. Magnus intentó volver a clavar su daga en la humanidad del cultista al que se enfrentaba, pero su cuerpo sencillamente se rehusaba a actuar de forma competente, por lo que falló casi estrepitosamente.

Magnus estaba acostumbrado a su báculo, aunque no era un hombre de edad avanzada caminaba con él, luchaba con él, por lo que estaba acostumbrado a su peso, a la distancia que tenía que mantener con los enemigos a la hora de usarlo, con otras armas en cambio era más inepto, manejaba la daga con torpeza y se vio reflejado cuando intentó inutilmente apuñalar al cultista que tenía delante.

Gilbrecht con su báculo consiguió golpear al cultista que lo había dejado malherido, pero su golpe fue tan débil que no le hizo el más mínimo daño a su enemigo. El contraataque del cultista fue mayor, clavó su espada en su abdomen, solo los dioses sabían por qué no había muerto después de ese ataque.

Gruk con un gruñido se levantó con lentitud, recogiendo el pico que estaba en el suelo y mirando como había enemigos a los que tenía que aniquilar, solo quedaban dos, pero con suerte conseguiría volver a manchar de sangre su pico. Paul estaba más pendiente del ogro que acababa de despertar que de las personas a las que estaba atacando, la ballesta se disparó sin que él mirase, impactando en el suelo.

Fawkes tuvo más suerte, de sus nuevos aliados, solo él había conseguido herir a uno de los cultistas, aunque solo le hizo un pequeño corte en el brazo que no suponía ningún riesgo para su vida. 

El cultista que lucha contra Fawkes pierde el equilibrio, consigue no caer al suelo, pero pierde la oportunidad de golpear a su enemigo

Fawkes sigue enfrascado en la pelea contra el cultista al que hirió, no teniendo compasión ninguna por él al caer al suelo y pretendiendo atravesarlo en el mismo suelo aprovechándose de la situación.

- ¡Muere hereje!

No obstante las cosas no pintaban muy certeras para el soldado.

Gruk avanzó pesadamente, regocijándose en el hecho de que le habían dejado un par de enemigos para él; después de la siesta, se encontraba completamente descansado y con fuerzas para derrotar no a dos, sino a un batallón entero. Iba a tener que conformarse.

En cuando tuvo a uno de los cultistas cerca, levantó el pico y, con gruñido, lo dejó caer.

La racha de Paul se le estaba acabando quizás era aquel ogro en pie y con un pico de minero lo que hacía que sus tiros errasen... pues por ahora debido a la nueva incorporación del grupo de aquel ser musculoso entre humano y gigante hacía que los tiros de Paul erraran. Paul maldecía para su adentro, y más cuando solo quedaban dos de aquellos adversarios y que en tan buen punto de mira tenía a uno de ellos. 

Magnus volvió a gruñir al fallar en su ataque, pero volvió a intentarlo, esta vez empuñando la daga con el filo hacia abajo, y abalanzándose sobre su oponente mientras mantenía contraído su brazo herido contra su propio cuerpo.

Magnus le hizo un pequeño corte con su daga al cultista, si seguían así les iba a costar acabar con aquella amenaza. Aún más cuando Gilbrecht falló el ataque contra el cultista.

Gruk con fuerzas renovadas después de la siesta que se había tomado, golpeó a uno de los cultistas, aquél que estaba luchando contra Magnus y Fawkes, su pico se clavó en el brazo izquierdo del cultista dejándolo gravemente herido.

Paul fallaba sus disparos, ya casi había acabado el carcaj de virotes que había comprado, pero por lo menos aún le quedaba otro de repuesto. Fawkes no tuvo mejor suerte, atacaba al aire, el haber estado maniatado tanto tiempo había atrofiado sus manos.

Al levantar el pico, manchado ya de sangre, una sonrisa casi infantil (de no haber sido por lo salvaje) le iluminó el rostro, dándole ánimos para continuar la feroz embestida. Tanto ánimo le hizo mover con poca eficacia el arma, que rieló de un lado al otro sin más, hasta que en una chocó con la cabeza del cultista.

Paul siguió atacando con su ballesta a su adversario esperando sentirse mejor, es decir más calmado, para así recuperar la racha anterior.

Al menos ya le había acertado, y eso era algo decir, así que cuando vio la sangre del cultista manar por la pequeña herida, el ulricano volvió a apuñalarlo con renovado vigor, esperando que su corrupta vida siguiese escapando de su cuerpo a borbotones hasta fenecer.

Magnus clavó la daga en la pierna del cultista que ya de por si estaba gravemente herido, fue más de lo que el cultista pudo soportar y acabó muriendo. Solo quedaba uno.

Gilbrecht intentaba en vano golpearlo con el báculo, no debería ser tan difícil, solo quedaba él. Gruk gruñó, no le habían dejado matar al cultista, pero aún quedaba uno, con fuerza clavó su pico en la cabeza del cultista acabando con él.

Ya con el último de ellos muerto podíais tomar aire, la elfa por fin volvió en si para ver que todo había acabado. Al observar la sala mejor veis que que justo al lado de esta habitación, como en un anexo, hay una pequeña cámara que se utiliza como despensa. Además de un pequeño barril con polvo en su interior, además hay tres espadas cortas y una lanza, todas ellas claramente identificables de fabricación Skavens.

No parece haber ninguna otra salida ni lugar de interés en esta cueva.

Gruk estaba enfadado, aunque no tanto como si aquél último golpe no hubiera acabado con la vida del cultista que restaba. Además, estaba descansado, así que era un punto a favor; solo quedaba beber para apagar su sed, para lo cual había que volver a la ciudad. En esos túneles, de todas formas, no había nada de utilidad, más que armas de penosa calidad —no podía esperarse mucho más de las ratas— y un barril que, al no contener cerveza u otra bebida potente, no llamó en absoluto su atención. Si varios de sus amigos —bueno, uno de ellos y el bretoniano— habían muerto para eso, sinceramente había sido una gran pérdida a cambio de nada. Y encima ahora, en lugar de tres, tenía a media docena de pequeñajos por allí danzando. Si, Gruk estaba molesto y gruñó.

—Gruk querer salir de aquí e ir a taberna —dijo encogiéndose de brazos—. Gruk aburrirse aquí y haber demasiada gente —añadió hosco.

Lollenda, aún mareada por el golpe, se apoyó en la pared y observó como el mundo, que daba vueltas, poco a poco iba estabilizándose hasta que las figuras que veía solo eran una. Miró al grupo y envainó la espada para luego coger el arco y observarlo de cerca,  tenía que repararlo, se sentía desnuda sin el.

Viendo que el lugar no ofrecía nada más que la peligrosa evidencia de que los hombres rata podrían estar cerca. Aquello le erizó el vello y deseó, en su interior, que los cultistas solo tenían esas armas y nada más - ¿salimos de aquí? - preguntó sin mucho interés en conocer a los nuevos, necesitaba irse de ahí.

Magnus sonrió cuando el cuerpo de su oponente cayó inerte al suelo, girándose para encarar al otro, aunque demasiado tarde, pues Gruk ya estaba finiquitando ese asunto también. El iniciado acabó por envainar la daga, manteniendo siempre su mano herida bien pegada a su cuerpo, y levantó el báculo del suelo.

El ulricano no tardó demasiado en acercarse al barril, mirando el contenido del mismo con el ceño fruncido.

— Esto es lo que estamos buscando, sin duda —alejó el rostro del barril, mirando a los demás—. Alguien debería informar a la guardia y también al templo, no me atrevo a dejar el barril sin vigilancia, estoy seguro de que esos hombres no son los únicos que pertenecen al culto, y lo más probable es que quieran recuperar... lo que sea que contenga el barril —miró a Gruk, al mediano y al soldado, la elfa todavía parecía demasiado aturdida—. Creo que lo mejor será que el ogro y el mediano busquen ayuda. El soldado, el mago y yo podemos quedarnos resguardando la evidencia —miró de soslayo a Fawkes y a Gilbrecht—... o bien podría hacerlo yo solo, como prefiráis.

Su mirada acabó por recorrer de arriba a abajo a la elfa, pues no confiaba del todo en ella.

— Sois libre de hacer lo que queráis —le dijo hoscamente.

Viendo que la reyerta había acabado, manchado de algo de sangre que no era suya y ya un poco más tranquilo. Fawkes envainó su espada.

- Gracias por sacarme de ese aprieto.. estos herejes me emboscaron y pretendían sacrificarme como a cualquiera de sus víctimas. Soy Fawkes Valdemar, soldado a las ordenes de Ulrich Schutzmann. después de su presentación reparó un poco en el resto de gente en la sala, viendo lo más inusual, una elfa y un ogro. Claramente su confianza era un poco más visible en los hombres del imperio que eran Gilbrecht y Magnus.

- No creo que sea conveniente separarse demasiado, somos bastantes así que podemos hacer dos grupos de ser necesario, yo me quedaré aquí también, tengo que remendarme y recuperar parte de mi equipo.

—Gruk no perder tiempo, cargar barril. —Con mirada hosca y pasos pesados, volvió a la salita y lo rodeó con los brazos. Por desgracia, al intentar levantarlo, se dio cuenta de que pesaba demasiado incluso para él. Gruñó—. ¿Alguien ayudar?