Partida Rol por web

Cerca de la frontera sur del Imperio, aquel pueblo parece de los primeros enclaves civilizados en el Imperio tras un largo viaje. Está cerca de anochecer, y no sería mala idea refugiarse allí. 

Además, parece que no eres el único aventurero que ha llegado aquí. 

El errar por las tierras del Imperio te ha acabado llevando, por azares del destino, a aquel pueblo. Pero por supuesto, tu no crees en ésas tonterías y sólo es un pueblo más. El caso es que pronto anochecerá, y no te vendría mal pasar la noche bajo techo.

Además, parece que no eres el único aventurero que se encuentra a las puertas. 

El deber de un servidor de Sigmar nunca acaba. Recién formado como iniciado, tus superiores han considerado una buena idea que tomes los caminos, andando por el Imperio y luchando contra sus enemigos, como el Dios Patrón hizo en su tiempo. Éso debería servirte para ganar una valiosa experiencia. Pero aún no has salido de la provincia que te vio nacer y formarte. Errando por los caminos, has llegado a ése pueblo de buenas gentes del Imperio. La noche cae, y es peligroso permanecer fuera cuando las lunas están presentes.

Sin embargo, parece que no eres el único aventurero a las puertas. 

La vida de un mercenario es dura, luchar y morir por unas míseras monedas... Y éso cuando tu pagador no decide usarte directamente como carne de cañón para no tener que pagarte. Sin embargo, de momento has decidido que una vida de aventurero evitando los sangrientos campos de batalla no está tan mal, hay más posibilidades de obtener algún karl que de que un kaudillo orco te destroce con su arma... Cosa que en el ejército no está tan clara. Pero la noche cae, y aquel pueblo parece acogedor. Seguramente en alguna taberna puedas buscar alguna tarea que realizar... Los aldeanos siempre necesitan tonterías, como que se cace a un zorro que se come a las gallinas, o que le des una lección a un canalla que ronda a tu hija.

Además, parece que no eres el único aventurero a las puertas. 

Como una de las provincias al sur del Imperio, Wissenland es un lugar tan bueno (y cercano a Bretonia) como cualquier otro para que un joven caballero de tu valía demuestre de lo que está hecho. Seguramente los bosques arrojen a tu encuentro una banda de forajidos, o de mutantes, de los que dar buena cuenta con tu espada... Evitando a la vez los duros saqueadores y engendros norteños. Aunque, por supuesto, tan cobardes pensamientos no caben en la cabeza de un caballero. Pero la noche cae, el momento de las heroicidades ha pasado y es hora de descansar. Aquel pueblo parece acogedor.

Además, parece que no eres el único aventurero que planea pasar la noche allí. 

Como tu tío solía decir antes de que desapareciera en uno de sus viajes: los halfling jóvenes deben salir a conocer el mundo más allá de la Asamblea, vivir aventuras, saber que no todo es tan bonito como pudiera parecer. Además, es una buena manera de hacer fortuna, probar comidas nuevas, obtener buenas recetas de cocina y cicatrices con las que impresionar a una buena halfling. 

Aunque de éso ya hace mucho, como tantos otros halfling jóvenes y revoltosos, has decidido salir a vivir aventuras. Tus andanzas te han acabado llevando a Wissenland, que sin estar demasiado lejos de la Asamblea, tampoco está cerca (además de conseguir evitar el paso por Sylvania). Sin embargo, el estómago y la creciente oscuridad te recuerdan que es hora de descansar tus pies cerca de un fuego, con un buen asado a ser posible. Seguramente en ése pueblo puedas satisfacer ambas necesidades.

Y además, parece que otros aventureros han pensado igual que tú. 

Dos guardias, armados con garrotes, os miran desde la puerta. Parecen bastante estrictos, aunque uno de ellos rompe ésa imagen cuando os sonríe y os saluda. Sin embargo, tapan la puerta, parece que a la espera de que los visitantes se acerquen. 

-Vaya, parece que no soy el único que viene a hacer un alto en este pueblo-pensó mirando a la gente que se había congregado en las puertas de la ciudad. Parecían casi todos guerreros, pero la verdad, no lo intimidaban, pues el era Timmy O'Toole, de los O'Toole de la Asamblea. Todo dicho.

Se acercó al guardia, y yendo al que había sonreido, se plantó delante de él, y con una amplia sonrisa, le dijo:

-Buenos días, señor. Mi nombre es Timmy O'Toole, de la Asamblea. Veo que el paso está cerrado, y la verdad es que estoy bastante cansado ¿sabe?. Me preguntaba si tenían la bondad de dejarme pasar, busco refugio en la posada.dijo sonriendo.

-Buenas tardes, señor O'Toole-dice el que sonríe a los recién llegados-por supuesto que puede pasar, aunque debe abonar un chelín, para el mantenimiento de los muros, ya sabe. 

Cuando llego a las puertas del pueblo, observo que no soy el único que quiere pasar la noche allí, hay un buen grupo de gente esperando a entrar. La mayoría parecen guerreros, pero destacan un pequeño halfling y un elfo, que parecen más inofensivos.

El primero que se acerca a los guardias es el halfling, puedo escuchar desde mi posición que los guardias le piden un chelín para el mantenimiento de los muros.

No se si lo del mantenimiento será cierto, pero como no tengo ganas de discutir y el dinero no es mi prioridad, preparo un chelín para pagar al guardia después de que pase el halfling.

¿Un chelin por el mantenimiento? Claro y los cobrais vosotros, pero para vuestro mantenimiento. No me gusta nada la actitud de estos dos guardias, pero supongo que es un pequeño gasto permitible, necesito descansar comodamente.

Me acerco con el chelin preparado.

Landuin tenía por costumbre viajar con el escudo afianzado en el brazo, sus viajes le habían enseñado los peligros que aguardan a quien defiende los ideales de la caballería pues eran demasiados los seguidores de ruinosos poderes que gozaban de realizar todo tipo de emboscadas y artimañas.

Un pueblo ideal para pasar la noche… en breve llegará el momento de descansar por hoy…  mejor una posada que un árbol del camino. Veremos que nos encontramos… hay cada villano en estas tierras… Pasando la mano por el lomo de su caballo avanzó despacio hacia la entrada, allí otros viajeros se congregaban en torno a la puerta custodiada por dos guardias, contemplando la escena parecía que un pequeño halfling era requerido a pagar por entrar.

Pago para conservar el muro… ¿serán tan honrados? Aquella costumbre era cierta en esas tierras, por desgracia, era tan conocida la costumbre como sabida la tendencia de demasiados guardias por guardar parte, si no toda, la recaudación de muros.

Mientras pensaba en la honradez de aquella pareja de guardias observó el muro y los viajeros con atención. El estaliano podría reconocerse a pies de distancia… vaya un elfo… esto si que es una sorpresa.

Paró su caballo frente a la puerta, detrás del grupo en espera de su turno, inmóvil en su silla.

-¡Señor! ¡Sí, usted!-dijo el guardia amable, refiriéndose al caballero-Me temo que hay que pagar un suplemento de 5 chelines por cada caballo o mulo de carga, señor. 

Un chelín??? No creo que este muro valga tanto.

Ramiro se acerca a los guardias y los saluda elegantemente quitándose el sombrero con un rápido y ágil movimiento.

Aquí tienen su chelín caballeros les dice mientras les da la brillante moneda.

Un grupo muy extraño quiere entrar a la ciudad, es raro, debo de estar alerta, cuando se junta gente de este tipo siempre surgen problemas. No me gustan los elfos, esos orejotas asaltan nuestro barcos camino de Lustria, si las cosas se ponen tensas será el 1º al que trinche con mi estoque.

-Pronto cerraremos las puertas para pasar la noche... señor caballero, señor elfo, ¿van a pagar?

Avanzo silencioso hasta la puertas, estoy cansado  y me duelen bastante los pies de tanto caminar, no presto mucha atención a los que estan a mi alrededor sino que me dedico a pensar si me quedará dinero para poder comer algo decente.Sin embargo la pregunta del soldado me saca de mis pensamientos.

---Sisisi..aqui tiene- digo mientras le entrego la moneda- ¿podria decirme donde hay una buena posada para pasar la noche?

Vaya parece que en estas tierras nadie entiende de caballos… meter en el mismo saco caballos y mulos es una locura pero hacerlo con los caballos bretonianos… eso es una estupidez… aunque al menos son amables estos campesinos… en aquel pueblucho casi acabamos dando una lección a esos necios… bueno amigo no diremos nada y pagaremos sin rectificar su error total, han sido simpáticos...

Tras una caricia al lomo del caballo avanzó tras el estaliano, colocando su escudo a la espalda y preparando las monedas, detiene su caballo ante la pregunta del elfo que bloquea la puerta esperando de nuevo su turno.

- Por supuesto que pagaré, tan pronto el elfo sea satisfecho y el paso quede libre – cortés realizó un leve movimiento de la mano derecha para que las monedas sonasen - Su cuestión es algo que varios de los presente querríamos saber si son tan amables -

El guardia simpático amplió su sonrisa, mientras ambos jóvenes guardias se apartaban del paso.

-Me alegro de que todos hayan pagado sin montar un escándalo... Hay gente que no se lo toma tan bien, ¿saben? Pero la ley es la ley. En cuanto a una posada... La mejor posada del lugar es El Halfling Alegre. Allí encontrarán una cena caliente, una cama cómoda o un poco de ambas. Está regentada por un matrimonio de halflings, como el señor O'Toole. 

Mientras os indica como llegar, el otro guardia cierra las puertas. Después, podéis ver como ambos deslizan dos buenos troncos de madera sobre soportes, como una especie de enormes pestillos, para asegurar la puerta. 

-Tome señor, aquí tiene la moneda para el muro. Son tiempos difíciles, aunque los goblin de ahora no son como los de antes, o eso dice mi tío abuelo Will O'Toole. Oye comentar el tema de la posada, y dice alegremente meintras pasa la puerta.

- Oh, compatriotas por estas tierras, habrá que ir a hacerles una visita! -y hechó a andar alegremente hacia dentro del pueblo, buscando la posada.

Después de pagar su chelín, Hans escuchó atentamente las indicaciones del guardia - Gracias por su información -. El iniciado se despidió de los guardias con un gesto cordial y emprendió la marcha hacia la posada del Halfling Alegre, deseoso de encontrar refugio tras el fatigoso día de caminata.