Partida Rol por web

Campanas de sangre

Nuevo capitulo (Abrazo Amanda)

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17/10/2017, 21:56
Narradora

 

Nuevo Capítulo

 

 

Martes, 10 de Noviembre de 1918

20:00 h

 

Amanda se encontraba releyendo uno de los pocos libros decentes que tenía Matilde, la prima de su marido, en aquella modesta casa de ladrillo y paredes escayoladas todavía sin pintar en Sheffield. Se trataba de una novela que hacía alabanza al amor posesivo, escrito por una mujer -auqello era algo que Amanda sabía- con pseudónimo de hombre. Una mujer que a juzgar por sus historias sabía muy bien lo que las editoriales querían publicar, lo que los maridos dejaban consumir y lo que las mujeres menos curiosas gustaban leer.

Pero aquella novela era mejor para Amanda que cualquier conversación con Matilde. Esa mujer no hacía más que interrogarla, intercambiar palabras con la prima de Richard parecía un juego de ajedrez, la escritora debía medir muy bien la información a la que la dejaba acceder pues ambas sabían que si vivía con ella era para que fuera los ojos y los oídos de su primo. Todo, absolutamente todo, le llegaría por carta al frente.

Los finos dedos de Amanda pasaron la pagina decimosexta de la novela a tiempo que un golpe seco sonaba en el piso superior y hacía resonar las tuberías de plomo emparedadas reverberando en toda la sala que ella ocupaba.

Algo había caído en el piso de las habitaciones, y a juzgar por la ausencia de Matilde y la ausencia también de carreras, probablemente ese algo, fuera su prima política.

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18/10/2017, 15:50
Amanda Hamilton

Las letras danzaban en mi mente, y mis dedos acariciaban el papel, dándole ritmo a las palabras. Era la cuarta vez que releía el libro y aún así lo saboreaba. Me acercaba peligrosamente al final del capítulo y de una escena interesante, la descripción que hacían de Howard, un hombre "de corazón ardiente y labios con sabor a fresa", así como otra miriada de pequeños detalles. Me encantaba. Ojala los de Rick fuesen así, el sabor a fétor enólico era lo único que habían tenido en los últimos tiempos. Y luego diría que no manteníamos relaciones porque yo no quería: ¿Cómo íbamos a hacerlo si carecía de capacidad eréctil por el abuso de la cerveza? El decía que tenía un amante, y en alguna ocasión no se había equivocado. Estaba tan harta de moratones sin recompensa más allá de gritos que necesitaba algún tipo de bálsamo para el alma.

Hubo un estruendo en el piso de arriba. ¿Qué demonios pasaba?  No importaba. Con la voz de gorrino apunto de ir al matadero que exhibía Matilde habitualmente, lo sabría en pocos segundos. Me permití el lujo de terminar la escena, total, sólo distaban escasos párrafos del final del capítulo. Alguna otra persona habría gritado para preguntar lo ocurrido, pero yo lo odiaba con toda mi alma, los susurros y palabras de tono comedido tenían mucho más encanto. No quería romper el momento. Si acaso, terminada la lectura ya me acercaría. 

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26/10/2017, 10:53
Narradora

Las líneas corrían por delante de tus ojos como solo una habitual de la lectura podía hacer correr. Pero a diferencia de los meros habituales, lograbas hacer que cada letra tomara vida, los conceptos sabían envolverte, las metáforas revoloteaban como mariposas a tu alrededor y cada sutileza se iluminaba como un faro en mala mar. Los libros no siempre eran buenos, pero tu entrega en la lectura sabía apañarlo.

Tras el golpe sordo, el silencio te acompañó el resto del capítulo no hubo gritos, no hubo pasos, ni carreras, ni más golpes. La casa estaba en calma, en una milagrosa calma que solo era comparable a la libre soledad.

Notas de juego

No quiero forzar ninguna acción o inacción por lo que lo dejo aquí. Si quieres indicarme qué harás edito y sigo.

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26/10/2017, 18:21
Amanda Hamilton

Mis manos se cernieron sobre la siguiente página, el momento mágico había pasado.... Y tenía ganas de leer más. ¿Para que ir a ver a esa vieja bruja o a lo que fuera que se había oído? Eso fue hasta que me acordé de "Sebastián", el pequeño gatito que desde hacía unos meses era mi mayor aliado en esta celda. Si el pobre había cometido alguna tropelía o le había pasado algo, no me lo perdonaría. Mi prima ya me había insinuado que se tenía que ir, a lo que yo me había opuesto con comentarios satíricos. No era algo que hubiese mejorado la relación entre ambas, y si por algún casual había roto algo o le había pasado cualquier cosa .... Habría que limpiar los desperfectos antes de que ella se diese cuenta.

Cerré el libro con cuidado, respirando por última vez el olor a papel, y lo coloqué en la estantería con cuidado. Aproveché que no estaba leyendo para encender un cigarrillo, y tras dar un par de caladas, subir al piso de arriba en silencio. Sólo esperaba que fuese una necedad propia de una mente paranoica tras tanto clima de hostilidad en esta casa.

- Tiradas (1)
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31/10/2017, 00:24
Narradora

El cigarrillo tardó en prender, la humedad del edificio empezaba a pasar factura al papel. Y aunque era una suerte que los libros más nuevo se resistieran a arrugarse, las cerillas y los cigarrillos se resentían. Y todo porqué Matilde se negaba a terminar de encalar las paredes hasta no elegir papel.

Ya desde las escaleras pudiste oír el grifo del baño dejando correr el agua como si en esa casa sobrase el dinero. Tu dinero principalmente. Aquello podía explicar porqué Matilde no había corrido a pelar al gato, incluso las brujas se lavaban de vez en cuando, se derritieran o no.

Una incursión a las habitaciones te permitió comprobar que nada se había roto o caído en los dormitorios pero al volver al pasillo distribuidor la respuesta se plantó frente a tus ojos como una inmensa flecha roja.

Un charco de agua enrojecida se escurría por debajo de la puerta del baño sin que el murmuro del agua cesara.

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31/10/2017, 19:03
Amanda Hamilton

Ni rastro de Sebastián. Parece que el pequeño rufián no había hecho nada esta vez. ¿Habrían sido imaginaciones mias? En fin, no iba a perder más el tiempo, tenía una lectura que retomar. Mis pasos ya reverberaban en dirección a la escalera cunado pude descubrir que era ese chapoteo. O más bien lo percibieron mis pies, pues el charco era ya considerable. Me aparté, asqueada mientras mis zapatos estaban mojados. Me descalcé rápidamente y fui a dar la luz, otra vez. Mientras tanto mascullaba entre dientes, no sólo costaba dinero el agua, sino también arruinaba la tapicería. Mucho no organizar las paredes, pero luego, aparte de un incordio de mujer, era totalmente descuidada.

La sorpresa no tardó en resultárme desagradable. Aquel líquido no era meramente agua, sino sangre mezclada con ella. Las nauseas subieron por mi garganta. Había quien decía que ese humor era poesía. Discrepaba, en un relato resultaba fantástica, en la vida real, un incordio. Siempre me había considerado una mujer fuerte, pero la vista de la misma nunca me había resultado agradable, es más, ahora que me fijaba podía captar su penetrante hedor... Era cierto que estaba en un momento del mes especial, o al menos esa es la excusa que me puse a mi misma, porque tuve que apoyarme en la pared. Fue sólo un instante, nada más. Si no hacía algo luego me iba a tocar fregar más que en los cuentos de hadas. Quien me habría dicho a mi que se cernía sobre mi otro tipo de relato, uno que daría mil vueltas a mi punto de vista.

Abrí la puerta para arreglar el desaguisado. Un lector avispado se habría preguntado por qué en mi relato no había mencionado a mi diablo particular ¿Es que no tenias sentimientos? Hacia quien empuña el látigo, ninguno. Ya había tenido yo un problema hace un mes con un esguince, y la piedad no había sido una de las virtudes de Matilde. ¿Por que iba yo a tenerla? Si hacía algo por ella, era por las posibles represalias. Abrí los goznes mientras formulaba una mueca cada vez menos agraciada.

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05/11/2017, 10:45
Narradora

Al otro lado de la puerta pudiste encontrar una bañera desbordada cuyas aguas estaban completamente tintadas de carmesí. Matilde se encontraba sumergida en ellas, a excepción de sus cabellos y una de sus manos que caía fuera de la tina de cobre bruñido.

Las baldosas del suelo habían dejado de ser blancas para mostrar los caminos que los ríos de sangre aguada habían hecho antes de asomarse al pasillo para pedir ayuda o regodearse ante alguien. Aunque por lo tardío de su aviso casi parecía el segundo caso.

Matilde no era amante de el cabello largo, y aun así estos era lo suficientemente largos y densos para flotar en el agua ocultando su rostro desesperado por oxigen y consciencia y la herida en su cabeza que había dado lugar a ese desastre. 

El golpe había sido contra el borde de la bañera, aquello era evidente pues todavía quedaba un nenúfar granate bajo las aguas desbordadas y la posición del cuerpo a medio camino entre el descanso y un ensayo de contorsionismo demostraba que se había vuelto a caer en el agua después de haber intentado salir. Para Richard aquella escena no hubiese sido agradable, incluso después de haber estado una semana en el frente. Pero no era Richard quien tendría que limpiarlo.

Unos pasos chapotearon en el agua que había llegado al pasillo y un maullido confesó que aquel mirón era Sebastian el cual te miró ladeando la cabeza con curiosidad como preguntándote qué ocurría ahí.

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05/11/2017, 15:53
Amanda Hamilton

La escena me dejó petrificada, y como para no estarlo. La brujería había pagado sus fechorías, de una forma que no esperaba ¿En serio era un cadáver lo que veía? Al menos no parecía mostrar signos de vida. Habían pasado ... ¿3, 4 minutos desde el golpe? No sabía decir. Si antes me había mareado, ahora estuve a punto de vomitar, al menos hasta que el mundo empezó a alejarse de mi. Era extraño, como si este no fuese mi cuerpo, sino que lo viese todo de la perspectiva de un espectador de una obra de teatro. Nunca pude imaginar que Amanda Hamiltón pudiese ergirse tan rápido, hacer una pequeña mueca y cerrar el agua como si no fuese nada. Todo lo que le dedicó al Matilde fue una mirada de desprecio. El problema era que hacer ahora. Hizo una seña al gato.

- Sebastián, mira, cariño, la malvada que te tiraba fuera del sillón se ha desmenuzado el cráneo. Yo... ¿Qué hago con ella? Tengo que llamar a alguien ... pero el mundo quizás estaría mejor sin ese espanto de mujer. Es ... extraño, sé que es mi culpa por no haber venido antes, pero lo que siento es ... regocijo y calma, quizás ya no me importunará más. ¿Soy una mala persona? Me siento como Macbeth ante la duda de la traición. El problema es: ¿Qué dirán los vecinos? Dorothy es adorable, y si cayese la sospecha de que yo la he hecho algo, bueno, no quiero una Ophelia destrozada por mi culpa*. Me da rabia intentar salvarla ... qué demonios, siento la tentación de dejarla tirada. Y además tengo que limpiar todo esto ...  Voy a ver si sigue viva, realmente, no sea que se despierte y escuche este monólogo. ¿Tú que opinas, cariño?

La bañera se iba vaciando. Amanda intentó aupar el cuerpo, que chorreaba un liquido de olor penetrante, buscando un latido de pulso, algún sonido de respiración, con ... ¿Esperanza? Su mente era un pozo de confusión. No era una mujer sádica, pero en esta ocasión.... una caricia de placer ronroneaba a su alma. Ojala ... ojala su alma cruzase en la barca de Caronte, atravesase las puertas del infierno o lo que diablos hubiese al otro lado.

- Tiradas (1)

Notas de juego

*Ophelia es un pj de Hamlet, que ante los acontecimientos que discurren en la obra acaba volviéndose loca.

Amanda está en un fenómeno de desrealización :P (muy frecuente en los traumas, si fuese muy repetido si que sería un trastorno psiquiátrico xD)

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06/11/2017, 20:09
Sebastian

El gato entró olisqueando cada punto donde luego iba a poner las patitas. Curioseaba ajeno a la sórdida escena en la que se adentraba como si fuese un personaje que hubiese perdido su pie de línea. sus orejas se inclinaban escuchando tu monólogo sin que sus ojos acompañaran esa atención soslayada.

Un maullido contestó a tus pasos hacia la bañera y otro cuestionó el hecho de que hundieras tus brazos en el agua rojiza para intentar levantar a la llamada bruja. Los golpes del agua liberando el peso de Matilde entre tus brazos hizo que Sebastian saliera corriendo en busca de un escondite que encontró a un lado del armario de las toallas. Despreciaba el agua tanto como temía ver a Matilde alzada.

No necesitaste buscar en demasiados libros dentro de tu memoria para tener claro que era tarde para la prima de Rick. Su cuerpo apenas retenía calor, el corte de su cabeza era tan pronunciado que solo hubiese tenido una oportunidad fuera del agua, aunque no se podía esperar que hubiese tenido una gran vida con ese daño cerebral. Y luego estaban esos ojos, casi desorbitados deseando oxigen igual que los labios azulados hinchados y separados como los de un pez. Puede que Matilde se hubiese desangrado pero antes, el sueño la había ahogado.  

Notas de juego

Anota aquello que tiras, porfa. Por ejemplo: Inteligencia + medicina (conocimientos médicos)

Por casualidad, ¿sabes por qué no sale el sistema de dados de mdt?

 

Me gustan tus aclaraciones, espero no sonar repelente pero soy actriz y he interpretado a Ophelina xD

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06/11/2017, 23:57
Amanda Hamilton

Los más oscuros deseos de Amanda se habían hecho realidad. Nunca pensó que la muerte fuese tan suculenta. Posó el pesado cuerpo, sin demasiada delicadeza, y lo observó un momento. Matilde nunca había sido bonita, se había casado con un anciano por el sabor del dinero y en unos meses había resultado viuda. La muerte la favorecía un poco, su alma odiosa y sucia había quedado bien definida.

Tenía que llamar a alguien, pero primero había que limpiar aquel desastre, si esto seguía así, el suelo iba resentirse por la maldición de la difunta. Dio unos pasos largos, fuera de la estancia, buscando algo que la sirviese para deshacer el desaguisado. Tuvo bien cuidado de quitarse la ropa y los zapatos antes de salir, un reguero de últimos hálitos no debía impregnar toda la casa. Dantesco sería el mejor adjetivo para la escena. Ella se relamió y a su vez estremeció en su interior. Era el material perfecto para un relato o una escena, la familiar llorosa envuelta en un morboso aliento humano mientras sollozaba por las esquinas. Bueno, realmente ella no lloraba, una mueca que mezclaba un millar de emociones era lo que colmaba su rostro, pero aquello no era tan poético, aunque por otro lado, daba más personalidad a la protagonista. Las figuras planas e idílicas eran un recurso muy útil para las partes más periféricas de la escritura, pero la vida humana era un prisma con millones de reflejos, y la mejor ficción se sustentaba en algunos pilares de verdad.

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10/11/2017, 16:37
Narradora

Demasiados trapos quedaron teñidos con la sangre de Matilde y demasiada agua había como para que el recuerdo del accidente no quedase grabado en la madera del pasillo. No era nada difícil de arreglar, con dos tablones ese desagradable evento podía ser borrado para siempre pero por el momento ahí seguía dispuesto entre habitaciones para despertar su memoria como cuento de buenas noches.

Sebastian no ayudó lo más mínimo, aunque tampoco hubiese sido razonable perdirle que lo hiciera. Su curiosidad le mantuvo atado a tu sombra, alargando su cuerpo para olisquear los trapos que entre tus manos retiraban el desorden y huyendo hasta el bajo del armario cada vez que se veía descubierto.

Tardaste una larga hora en tenerlo todo limpio, a excepción del cuerpo, pero lograste reducirlo a una pila de trapos y a Matilde.

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11/11/2017, 21:06
Amanda Hamilton

La hora transcurrió sin más incidentes, bueno, tantas como las heridas de la madera. Amanda la hizo en completo silencio, entre el júbilo y llanto. El acabado no era perfecto, pero si lo suficientemente efectivo como para no dar por perdido todo el cuarto de baño. Quedó la escritora al fin sola con el cadáver, mejor dicho, quedé yo sola con el cadáver. Mientras me había mantenido en movimiento había conseguido vencer el espanto, pero ahora que el cuadro estaba acabado, las lágrimas me doblegaron. ¿Y que hacía yo con el cuerpo ahora? Me encogí en una esquina, dando la espalda a la pared y al mundo.

Transcurrieron unos minutos hasta que conseguí salir de mi posición acuclillada y retorné al mundo. Al menos, nadie había visto el lamentable espectáculo de mi llanto. Porque era lamentable. Si los hombres no lloran, ¿por qué las mujeres si? Eramos iguales, no, en mi fondo albergaba la esperanza de que alguna vez se diese la vuelta a la tortilla, y los superásemos.

¿A quién llamar? Elaine había llamado con la muerte de su madre al párroco, pero tal idea me desagradaba. Ellos vendían sermones que eran veneno para la mente. No había un dios salvador, esa mentira era un arma para encarcelarnos, para que un grupo dominante se hiciese con el control. Sólo iba a la iglesia por guardar las apariencias, pero si podía me quedaba siempre en un segundo plano y desaparecía a la menor oportunidad. Cualquier otra persona hubiese llamado a alguien, pero yo ... necesitaba escribir esto, mis errores y mis aciertos, soltar la pena e intentar aclararme, antes de tomar una resolución. No me sentía con fuerzas para salir a la calle y pedir ayuda.

Mi redacción me sorprendió. Tenía la respuesta a mi novela, la que tiempo había buscado. Había siempre rehusado la crueldad y la muerte en mis escritos en exceso, pero plasmarlos en el papel me permitió desterrar la angustia y rabia que sentía dentro. Nunca había escrito tan visceral, y me deleité con mi oscuro mundo. Por una vez, no escribía para mis lectores, lo hacía pensando realmente en mi misma. Asimismo me asustaba. Si podía plasmarlo, ¿podría cumplir con lo aquí escrito? Del dicho al acto no hay tantos pasos como pretenden que creamos. Hoy tenía una crisis existencial. ¿Quién era yo y a qué me dedicaba? Había visto la muerte cerca, peo esta me había marcado. Yo podía morir mañana. ¿No merecía aquello una nueva revisión a mis creencias? Pero tendría que esperar, corriendo no ganaba nada más que errores y desvaríos de una cabeza alterada.

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14/11/2017, 23:36
Narradora

De nuevo la narrativa era un oasis para Amanda. Para ti. Las palabras nacían empujadas por la adrenalina, acumulándose en líneas, estás en párrafos y éstos en capítulos que contaban más de lo que cualquier lengua podía soñar.

La novela avanzaba conforme tus manos menguaban en su temblor y cuanto te había hecho vivir Matilde, inclusive y sobretodo tras su muerte, quedaba expuesto, desde tu interior al mundo. La verdad estaba siendo grabada en papel mientras Sabastian descansaba en el sofá que siempre le era prohibido.

Pero completado el relato ¿Qué vendría después?

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17/11/2017, 19:05
Amanda Hamilton

Mis manos se detuvieron, sumergidas en unas secreciones que alguien había decidido llamar sudor. No podía continuar. Tenía un bloqueo, y eso merecía un cigarrillo. pero parar significaba hacerse cargo del cadáver. Un cadáver que según recordaba no tardaría demasiado en empezar a impregnar la casa con el olor a corrupción y moscas. Además, si no llamaba a alguien la gente empezaría a hacerse preguntas.

Con asco en el rostro, fui a coger un pañuelo y un abrigo negro, dispuesta a internarme en el frío de la calle, no sin recoger algo de dinero y las llaves de la vivienda. Estuve apunto de usar el vistoso abrigo de mi pariente fallecida, pero sería demasiado escandaloso. Encendí mi vicio mientras me internaba en el frío glacial. Robert Haslow era un viejo policía retirado. Vivía relativamente lejos, pero había sido amable conmigo, quizás él sabría a quien acudir. Un escalofrio me recorrió, no sabía si era el tiempo invernal o mi propia mente.

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20/11/2017, 21:48
Narradora

La comisaría de Sheffield quedaba relativamente lejos de todo, parecía posicionada para que la policia tuviese una excusa eterna para los errores de gestión que desembocaban en no estar nunca en el lugar requerido o al tiempo oportuno.

A aquellas horas prácticamente no había un alama en las calles de la ciudad, la guerra había vuelto la noche, la niebla y el frío más tenebrosos de lo que muchos escritores habían intentado antes. Sheffield estaba fatigada, apenas quedaban farolas funcionales y pocas o ninguna era la mujer que se atrevía a poner un pie fuera de casa después del toque de queda no declarado oficialmente.

Pero Amanda no solo salió sino que acertó el camino a comisaria. El edificio oficial era de anchas paredes de piedra y requería la capacidad de subir tres escalones antes de que una puerta metálica diera acceso al pasillo recepción y al retrato del rey.

El teléfono de la comisaria sonaba en alguna sala interior de la misma, vacía como prácticamente todo el edificio. Fue la casualidad quien quiso que Robert Haslow estuviera ajustándose el abrigo dispuesto a salir cuando Amanda Hamilton entraba en el lugar.

- Buenas noches, señorita Hamilton - saludó él escurriendo el bulto que fueran a traerle con un gesto tan educado como poco dispuesto a alargar la conversación-.

 

 

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23/11/2017, 19:42
Amanda Hamilton

Las manos se me estaban congelando. La noche era agreste, como la vida misma. Con la reconstrucción, las calles se habían restaurado apresuradamente. La propia infraestructura de la ciudad estaba mal dispuesta, como aquella comisaria. Mi cabeza divagaba por aquellos momentos.¿Qué iba a decir? ¿Un llanto melodramático saldría de mi rostro?

Y sin embargo, fue el alivio lo que se reflejó en mi rostro al observar a Robert. Parecía cansado, pero esta noche quedaban cosas por hacer.

- Yo ... discúlpeme, señor Haslow. Yo ... bueno .... ha habido un accidente en la casa .... y cuando llegué a la ducha ....- hice una pausa y expiré hondo - Mi prima ... acaba de fallecer. Se ... se dio un golpe en la bañera ...

¿Así, tan de golpe, lo decía? ¿No me caía un rayo divino por haberlo disfrutado? Me rostro parecía un cadáver, pero en mi interior saltaba una niña feliz. Lloré, no porque me importase Matilde, sino por mi alma. Una risa de gozo y desolación. Reconozco que hubo una parte de teatro, en todas las cosas existe, no era difícil canalizar una emoción. Pero también era real. Yo era un monstruo que acababa de nacer ... una pecadora, el primero de un descenso sin retorno a los infiernos. Y ... no me arrepiento de mi camino. Era algo necesario, para comprender al mundo tienes que haberlo visto todo, o sino, pierdes la mirada de escritor y pasas a ser un mero lector que no sabe traspasar su realidad...

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24/11/2017, 17:48
Robert Haslow

La prisa empujaba con ella el desinterés que el policía intentaba apartar de su rostro pero que se hizo evidente en el cambio de peso de sus talones a sus puntas conforme Amanda exponía algo de un accidente. La primera palabra que captó su atención lo suficiente como para que sus pupilas se comieran gran parte del verde de sus ojos fue "ducha", la segunda "fallecer".

Pero fue la última la que dibujó un mohín en sus labios y conjuró la humildad en ese hombre de ley.

Su diestra subió al bombín que retiró para juntarlo con el corazón: 

- Lamento oírlo, señorita Hamilton, mis condolencias -sonrió intentando resultar reconfortante sin poder evitar quedar algo incómodo-. Si quiere esperar dentro, puedo ofrecerle una bebida caliente y avisar al señor Shepard y al párroco para que... retiren el... a su prima. 

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26/11/2017, 22:45
Amanda Hamilton

- Yo... le estaría agradecida.. por todo - Había sido tan fácil. Pensé en que quizás me preguntaría más detalles, estas cosas no ocurren todos los días. Por otro lado quizás pensase que no era el momento, pero ... ¿es que acaso él tenía pavor a la muerte? La guerra nos había demostrado que era algo acechante a cada vuelta de la esquina, pero mi percepción era que la sociedad empezaba a volverse débil y huir de vuelta.

Bajé la cabeza. Era culpable por no haber intentado salvarla y sin embargo recibía un premio. Qué extraña era la vida. El escalofrío que me recorrió no fue helado ni doloroso, sino de ... ¿Cómo describirlo? Tensión, fascinación .. Necesitaba volver a escribir, imperiosamente, un relato aparte, una forma de liberar mis pensamientos.

Lo único que no me gustó de su comentario fue encomendar el cuerpo de Amanda a la vieja fe, caduca. Pero era socialmente necesario. Quizás fuese lo mejor, un lugar acorde con la propia Matilde.

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03/01/2018, 23:23
Robert Haslow

El policía asintió satisfecho consigo mismo y volvió a subir las escaleras que llevaban a comisaría para abrir la puerta y dejarte pasar.

No entró hasta que tu te habías separado unos metros de la puerta y una vez dentro también se movió guardando las distancias contigo hasta llegar a su escritorio y tomar asiento.

Siéntese —ofreció con un gesto de mano hacia una silla y luego usó esa misma mano para tomar bombín que había olvidado en su cabeza y dejarlo sobre la mesa—.

En algún punto de la comisaría sonó uno de los pocos teléfonos existentes en Sheffield pero fuera quien fuera no fue merecedor del tiempo de Haslow como tu habías sido.

El policía tomó una hoja y su pluma

¿Puede...puede darme su testimonio? —preguntó temiendo malmeter con su trabajo— O si prefiere... ¿lo escribe? Y mientras llamo al levantador o... O no si es más difícil.

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09/02/2018, 19:42
Amanda Hamilton

Cada paso por la escalera reverberaba para mi, todo con una solemnidad que no contribuía nada a mantener un ambiente amable. El guardaba las distancias, visiblemente incómodo. Ni siquiera el sonido de una llamada lejana parecía atenuar el momento. ¿Y si ... y si pensaban que yo era la culpable? En cierta forma lo era, al fin y al cabo. Las palabras pasan al olvido y se desdibujan, las letras permanecen, y son inconfundibles. Pero las trazas de papel seguía siendo hipnóticas. Lancé un profundo suspiro, me limpié con un pañuelo, y me enfrenté a mi confesión. No ... no podía, Amanda Hamilton tenía miedo de la verdad. Taché un par de veces, confusa. Y entonces lo entendí. No tenía que ser yo misma quien escribía el relato, sólo necesitaba ... ser un personaje. Al fin y al cabo, dicen que la vida es sueño y los sueños son ¿Quién soy realmente? Sólo sé que proyecto una mirada poética al mundo.

Había gozado del teatro, pero nunca lo había dominado tanto como la novela, y ahora añoraba no haberle dedicado más atención. Me puse una máscara, un rostro falso. Y comencé a escribir, con más seguridad. La historia la escriben los vencedores, ¿cuantos engaños nos habrán contado? Mentí, o al menos adorné el relato. La Amanda de mi relato era una mujer temerosa y concienzuda, no una adicta a las palabras, que pese a sus diferencias, quería a su prima. No había oído el traspiés, estaba haciendo labores en el piso de abajo. Había ido a por una manta para el frío, cuando el murmullo del agua la había alertado. Su prima ya yacía inmóvil cuando llegó, no había un resquicio de vida en ella. Era una mujer sin sangre fría, que lo primero que había hecho había sido desplomarse, no limpiar, y sólo tras un par de minutos había conseguido acometer la tarea. Tuve que morderme un par de veces la lengua mientras la tinta corría, un gesto instintivo para no dejarme poseer y ser demasiado prolija con las palabras. Al final quedó un texto culto pero seco, de frases cortas, con algunos errores y tachones, que normalmente me daría vergüenza entregar, pero dado el momento, eran adecuados.

- Aquí ... aquí tiene.

Notas de juego

Hello, vuelvo a la caza :P (quiero mi droga literaria xD)