Partida Rol por web

Quizás se haya dirigido ya a Kurnit. Miremos allí primero.

Comienzas a mirar por el despacho de Kurnit y por donde suele ir el jefe de personal de la base.

Sin embargo no ves m´s que a Kurnit recibiendo las atenciones de un par de hembras Psyclo.

Pasan más de 2 hors y aún no has localizado a Ortneg. En la zona de prsonal no aparece. Sólo te qudan las zonas de ocio, servicios y exteriores de carga.

Maldita sea donde estará ese bastardo. he de encontrarle cuanto antes. Una vez tengamos una pequeña charla no creo que suponga ningún problema. Vamos, donde demonios estás.

Finalmente Terl le encuentra yendo de la zona de ocio al exterior por la puerta norte.

Ahora Terl debe decidir si marcharse ya para recortar tiempo o esperar para ver que ocurre.

Hacia el exterior... ¿que demonios estará intentado esa rata? Será mejor no andarse con remilgos a acabar con este asunto rápidamente. Terl prepara nuevamente su pistola desintegradora. Ortneg sabe demasiado para sobrevivir y, después de todo, él es quien controla las cámaras de seguridad.

Terl se dirige a la salida de la cúpula. Allí pregunta a uno de los centinelas que le informa que Ortneg ha ido en dirección al angar de despegues. Con cara de pocos amigos. Ni le saludó.

Terl continúa en esa dirección hasta el oscuro angar de lanzaderas. La noche se cierne sobre la cúpula. La iluminación está interrumpida, ya que esa noche no se esperan más salidas, no como la de llegadas que siempre funciona.

Aparentemente no hay nadie allí, pero es muy extensa. En la pista del angar hay varias lanzaderas preparadas para el día siguiente. Unas tres a cada lado de las dos plataformas bien definidas que la configuran.

Terl observa detenidamente el hangar en busca de alguna presencia. No parece haber nadie allí. Quizás Ortneg haya preparado una de esas lanzaderas para salir mañana a reconocer mis yacimientos. Será mejor revisarlas en busca de algo que pueda darme algo más de información. El jefe de seguridad se dispone a iniciar el registro de las lanzaderas.

Mientras Terl revisa las diferentes lanzaderas, nota como unos pasos detrás de él resuenan furtivamente y una voz apagada le pregunta.

¿Ya era hora, donde estábais?

Terl se da la vuelta enojado, esperando ver la cara de quien osa dirigirse a él con tal atrevimiento y, aunque nunca lo reconocería, esperando que no se tratase de Kurnit.

El que te ha hablado es Ortneg, que al ver tu cara se queda petrificado, cambiandole la cara de forma. Parece dudar entre salir corriendo o quedarse aguantando el tipo.

Finalmente te habla en voz baja.

Hola Terl, ¿has... has visto a los de mantenimiento por aquí?

Parece dudar.

Es que me enviaron una... un parte de avería. Y me estoy encargando yo mismo de las revisiones... Ya sabes que hay mucho incompetente.

Se acerca a Terl algo más seguro de sí mismo.

¿También te ha llegado ese mensaje de mantenimiento?

Terl reacciona violentamente ante las palabras de Ortneg. El despreciable sin lugar a dudas miente. El rostro del Psycho refleja toda su ira, apunto de descargarse sobre su interlocutor. Sus miradas se cruzan, penetrando como un cuchillo a Ortneg.

¿Que demonios haces aquí, sabandija repugnante? ¿A quien esperabas? Será mejor que hables cuanto antes, y procura no hacerlo en voz muy alta, no vaya a ser que llegue quien sea que esperas.

Terl agarra a Ortneg y lo arrastra por la fuerza a un punto poco iluminado del hangar. Si se empeña en no hablar, será necesario descubrir con quien pensaba encontrarse. Una vez en la oscuridad, el jefe de seguridad se encarga de que Ortneg vea bien su pistola desintegradora.

Ortneg se intenta resistir a la fuerza de Terl, y no ser llevado a rastras antes de que éste saque la pistola láser.

Pero ¿qué haces? ¡Espero a los de mantenimiento! ¡INFORMARÉ A KURNIT DE ESTE ABUSO!

¿Que crees que estas haciendo? ¿Pretendes enfrentarte a mi, Ortneg? Creo que por un momento se te ha olvidado QUIEN soy YO y QUIEN eres TU. Terl forcejea tan sólo un segundo con Ortneg, que no es capaz de resistir la fuerza del jefe de seguridad. El brazo de Terl atenaza la gargante de su interlocutor, arrastrándole hasta un lugar más oscuro dentro del propio hangar.

Terl empuja a Ortneg al suelo y rápidamente desenfunda la pistola desintegradora, apuntando directamente al estúpido que tiene ante él. Ahora será mejor que empieces a hablarme de lo que estabas haciendo aquí y, como ya te dije, procura no hacerlo en voz demasiado alta.

Ortneg no es capaz de resistir la enorme fuerza del corpulento psyclo de seguridad.

Cuando da con su pesado cuerpo de más de 300 kg contra el suelo, ve como Terl saca la pistola desintegradora.

Ortneg traga saliba a duras penas.

Ya te lo he dicho. Dice atemorizado con un hilo de voz.

Aún así parece rehacerse y con algo más de ímpetu habla a Terl tratando de levantarse.

Los de mantenimiento están a punto de llegar. Sería muy problemático para tí que te vieran apuntando al jefe de finanzas con tu arma.

Mira a su alrededor, como buscando algo.

Terl observa los intentos de Ortneg por salvar su pellejo. Sabes, tienes razón. Sería un problema que siguieras aquí cuando lleguen. Sin mediar más palabras Terl dispara su arma contra el jefe de finanzas.

Terl no pestañéa y dispara su arma contra Ortneg. El cuerpo del psyclo se desploma en el suelo mientras intentaba levantarse.

La descarga del arma resuena durante unos segundos en el angar, acallando el grito del jefe de finanzas. Del que un hilo de sangre negruzca sale de la herida abierta en su costado. No tarda en dejar de moverse y respirar está muerto.

Terl mantiene el cadáver de Ortneg donde nadie pueda verlo por el momento. Igualmente, él mismo se queda oculto en las sombras, esperando a ver con quien demonios venía a encontrarse esa sabandija.

El tiempo pasa y no llega nadie. Al cabo de unos minutos largos entran en el angar dos operarios de mantenimiento. Se dirigen a una de las lanzaderas.

Esperaremos un poco más antes de salir de aquí. ¿Que te parece Ortneg? Veamos que hacen esos dos. Terl sigue sin creer que Ortneg hubiera dicho la verdad. El jefe de finanzas estaba nervioso y asustado, algo se traía entre manos sin ninguna duda.

Terl observa con detalle el trabajo de los operarios siempre que estén a la vista. Si ve que alguno porta algo que pueda ser sospechoso, su pistola aún continua preparada.

Los operarios sacan una pieza del motor de una de las lanzaderas. Al dejarla en el suelo uno de ellos se ríe y dice airosamente.

Ya lo tenemos, con esto acabamos... ¿Que piensas hacer con él?

El otro le hace un gesto para que no hable tan alto.

Te quieres callar, que aquí hay cámaras. Ese Terl he oído que si te mira mal te manda a las colonias de Sanjan, ha extraer mineral derretido. Eso es un infierno. Me lo llevaré a mi habitación y en el próximo envío se lo mandaré a mis hermanos de Psyclo.