Partida Rol por web

El día era soleado, con rayos generosos que derretían la nieve acumulada en la larga noche. Paseando a caballo por el bello valle de Alós, y era casi posible olvidar los sucesos acaecidos durante la noche de vigilia, ahora tan lejana con la aparición del astro rey y el cantar de las aves que revoloteaban ante la pequeña comitiva. Sentían algo parecido al optimismo.

Delante iban Dionís, guiando, y su padre adoptivo, Pèire; detrás, la dama de Alós, Maria, y su hija Clara. Los dos grupos conversaban entre sí en voz no demasiado alta, aunque lo suficientemente baja como para que las conversaciones no se solapasen y pudieran decirse las cosas que no se habían podido decir hasta entonces con un poco de intimidad.

El viejo sendero era casi irreconocible debido al desuso, pero Dionís era un buen guía y no temían perderse.

-Pues parece que vamos a tener un buen día. Eso sí, hay que apresurar un poco el paso, no quisiera que la noche nos volviera a coger desprevenidos. Tenemos que bajar hasta el puebo y, una vez allí, emprender el camino hasta el siguiente valle, cruzando por Monte Angelet. LLegaremos al vecindario de Oix y desde allí subiremos hacia la torre. Pero ya no hay camino, así que tendremos que dejar las monturas y hacer la última aproximación a pie. 

Dije, con un tono de voz informativo pero escueto. Quería que todo el mundo estuviera preparado. La ascensión no iba a ser fácil, aunque la nieve se funda, en lo alto de la carena va a quedar suficiente grueso para hacer el paseo más que comlicado. 

-Querido Pèire, decís que lo que impregnaba la tierra era sangre? Conocéis el motivo porque alguien pudiera hacer algo parecido a eso? Me habéis educado en el camino de Dios, pero no me habéis hablado mucho de artes oscuras. Y parece un buen momento si sabeis algo...

Esas historias son tabú, y más en los tiempos que corren, hablar o solo por el hecho de conocer los símbolos relacionados con ello, puede hacer que seas juzgado.

Mi entras lo digo se me nota que estoy preocupado, por el tema del símbolo. Rezo para que sea un garabato sin sentido para meter miedo, odiaría tener que mandar un mensaje al clero sobre este asunto. Después de unos segundos en silencio, continúo hablando.

Si las circunstancias cambian con los tiempos, como otras veces hicieron te contare algo, pero ten en cuenta que la mayoría de cosas relacionadas con esas artes, son atroces y requieren de la más vil de las creencias.

-Sí, un día espléndido. -respondí a Dionís. Y lo era. El agradable sol de invierno invitaba a sentarse bajo un árbol y despreocuparse, olvidar las obligaciones y responsabilidades. La tentación fue fugaz pero palpable. Me asenté mejor en mi caballo, un animal viejo pero muy inteligente, que hacía la mayor parte del trabajo, necesitando apenas que lo guiara. Jamás me había entendido del todo con aquellos animales y las pocas veces que había cabalgado, lo había hecho por necesidad. Dejé que Dionís se adelantara un poco más, con Pèire, pues él conocía mejor que nadie el camino. -¿Habéis dicho que hay una parte del camino a pie? Vaya...

Me fui quedando más rezagada, de forma intencional, pues me daba una oportunidad ideal para hablar a solas con mi hija.

Estaba sumamente concentrado en las palabras de Pèire. Entre eso, el hecho que, ni me habia percatado que Maria y Clara estaban dejando espacio y el ruido de los cascos de los caballos, apenas percibí que ellas estuvieran hablando...

-Entiendo el recelo que tenéis al hablar de ciertas cosas. Siempre habéis sido cauto y la protección que me habeis brindado ante estos temas ha sido extrema. Muchas veces os he visto leer libros que cerrabais asustado en cuanto yo entraba a la habitación y siempre he respetado vuestra cautela. Pero si tengo que enfrentarme a fuerzas desconocidas, requiero saber con que debo protegerme. Será suficiente el arco y la espada o voy a necesitar algo más poderoso?

Entonces me dí cuenta que no estaba siendo todo lo honesto que requería el momento. Así que le conté mi sueño a Pèire.

-Tengo que confesaros algo que no conté esta mañana. Si bien al principio creí que la torre era un buen refugio, en cuanto estuve allí percibí algo que no me gustaba. Las señales (y con ello no me refiero a la espiral) el ambiente. Todo me pareció hostil. No puedo especificar el motivo exacto, pero me dí cuenta que tenia que protegerme, y sobretodo, proteger a Vicenç de lo que pudiera suceder. Así que me preparé para una guardia nocturna larga y poco agradable. El cansancio y el frio me obligaron a un esfuerzo titánico (Dionís usaba esta palabra sin conocer muy bien el significado), pero conseguí mantenerme en guardia hasta que Vicenç se despertó. Estaba inusualmente activo, teniendo en cuenta la hora de la noche y lo que le cuesta a este chico despertarse. Me propuso un cambio de guardia y, aunque no estaba muy seguro de dejarlo a él, también sabia que era imprescindible descansar y recuperarme si quería asegurar estar en condiciones para regresar el dia siguiente. Así que me tumbé y me dormí. Y entonces empezó el sueño... Un sueño terrorífico que todavía ahora me ronda la cabeza.  

Me encontré de lleno en medio de una gran ciudad. Una ciudad amurallada, como me habéis contado que es Barcelona o Tarragona, con un puerto importante. Pero las construcciones no son como las nuestras. Són exóticas y con formas nada usuales. Lo curioso es que, aunque no he estado nunca en este tipo de ciudad, pude recorrer las calles y observar los detalles de las puertas, ventanas y balcones por los que transitaba. Iba con mi espada en la mano y una antorcha que apenas iluminaba pero que me permita ver más de lo que yo quería ver. Mis sentidos no respondían perfectamente como si un manto cubriera mi faz. Pero podía oír perfectamente el zumbido constante de millares de moscas revoloteando por dónde antes habia personas y vida.

Y el olor. Un olor que ya habia olido en la torre, un olor metálico y rojo que se me metía por la nariz hasta que era demasiado insoportable. Y el zumbido de las moscas que se me metía en la cabeza. Y la extraña percepción de no saber si se trataba de un sueño o de una realidad. Hasta que el zumbido y el olor dieron paso al ruído del rebaño de ovejas corriendo por el prado. 

¿Tenéis idea de que fué lo que soñé o que significado puede tener?

Mi pequeño Dionís, puede que sean recuerdos muy antiguos que han salido a la luz, ten en cuenta que no siempre has estado conmigo o simplemente tu imaginación, basada en esos libros y mapas que te mostré hace años cuando empecé tu formación.

Puede que ese olor haya despertado algún recuerdo de cuando eras un infante, pero el hecho de despertarse con el olor a muerte, significa que hay algo en tu memoria que quiere despertar, pero tu subconsciente sabe que no debe enseñártelo, porque te hará mas mal que bien; así que no trates de pensar en ello puede ser peor de lo que crees.

Mmmm, también puede que tu subconsciente quisiera huir de ese lugar que olía a muerte y lo relaciono con los relatos que te contaba de la invasión franca a Barcelona.

Mi rostro estaba sonriente de poder salir de aquellas paredes, observaba el paisaje con detenimiento disfrutando de su belleza mientras intentaba memorizar nuestro trayecto, por si en algún momento habría que volver. 

- Si, ciertamente hace un día espléndido... Y es un hermoso paraje... ¿A pie? Será placentero entonces... 

La verdad es que cabalgar no me desagradaba y padre me había enseñado a montar para poder desplazarme con tranquilidad sobre un corcel. Observé que madre se retrasaba un poco para poder hablar conmigo, así que hice lo propio. 

Aunque estaba hablando con Pèire, no podía permitirme ningún error. Por este motivo, extremé la precaución a medida que nos íbamos alejando del pueblo. Estaba pendiente de cada recodo o cada lugar estrecho por si pudiera haber alguna sorpresa escondida. Fué entonces que oí las palabras de Clara y me dí cuenta que estábamos dejando mucha distancia entre ambos equipos. 

-Estimadas señoras. No os quedéis rezagadas. A medida que nos alejemos del castillo, tenemos que ser más prudentes en el camino. 

Desoí las palabras de Dionís, haciendo como que no lo había entendido bien. Necesitaba aquel momento a solas con mi hija. ¿Cuánto hacía que madre e hija no disfrutaban simplemente de la compañía de la una y la otra? Demasiado, me lamenté. Mi niña ya no era ninguna niña y su aspecto hermoso y radiante en aquel soleado día sólo hacía por confirmármelo. ¿Cuándo, en qué momento, me había sido arrebatada su infancia, su inocencia? No era sorda ni ciega, los cuchicheos y las risitas que compartía con sus tías y con las otras mujeres del castillo no me pasaban por alto, aunque no las compartiera conmigo. Decidí que lo mejor sería hablar con franqueza, aunque primero, más valía tantear el terreno:

-Clara, me gustaría poder hablar contigo acerca de cierto asunto que ha llegado a mis oídos. Creo que son rumores sin fundamento, habladurías de las que los criados gustan de inventar, pero quisiera que me las desmintieras. Dicen que te traes cierta cosa entre manos con tus tías, las solteronas, una cierta actitud poco pudorosa para una joven que muy pronto estará en edad de conocer a su esposo -el tema del matrimonio no había sido puesto encima de la mesa con la frecuencia necesaria, ahí reconocía mi error, pero mi hija sabía suficientemente que aquel era su deber como mujer. Mis palabras eran ciertamente ambiguas, sin dar nombre a los hechos, pues quería que fuese ella la que los reconociera. 

Contemplaba maravillada el paisaje, con el sol iluminando las hojas húmedas por la pasada nieve. Hacia tiempo que no disfrutaba de un paseo agradable lejos de las paredes del castillo, paredes que en ocasiones parecían ahogarme. Iba pendiente del camino y de madre, después de todo parecía querer hablar tranquilamente conmigo... La verdad es que no recordaba ya el tiempo que madre y yo habíamos estado en un momento relajado como aquel... 

Clara, me gustaría poder hablar contigo acerca de cierto asunto que ha llegado a mis oídos. Creo que son rumores sin fundamento, habladurías de las que los criados gustan de inventar, pero quisiera que me las desmintieras. Dicen que te traes cierta cosa entre manos con tus tías, las solteronas, una cierta actitud poco pudorosa para una joven que muy pronto estará en edad de conocer a su esposo.

La tranquilidad del momento quedó rota con las palabras de madre... ¿actitud poco pudorosa? ¿Con las tías? ¿solteronas? ¿Por qué usaba aquella palabra tan soez?

- Madre... No os entiendo ni sé a qué os referís... ¿Qué actitud poco pudorosa? Con quien más tiempo paso es con tía Catalina, eso no voy a negároslo... Pero ella es la más parecida en edad a mi y con quien más puedo compartir los momentos de costura, música y lectura... 

Curiosamente en otras circunstancias evitaría mirar a su madre a los ojos pero sentía curiosidad por dichos rumores, pues desconocía a qué se debían... 

- Madre... ¿A qué os referís exactamente?  Y si, sé pronto deberé conocer esposo... - Mire con cierto temor a madre - ¿Cómo es? ¿Estaré a la altura?...

Inmediatamente, por la expresión de sorpresa de mi hija, vi que posiblimente me había excedido en mis palabras y me apresuré a corregirlas.

-Oh, querida, no te preocupes, ya me has oído, lo más probable es que sean crueles mentiras contadas por alguna criada envidiosa. Hablan de que tenéis puestos los ojos en algún joven de Alós, pero se rehusan a darme nombre alguno. -Decidí relajar un poco la tensión del ambiente cambiando de tema, tampoco era necesario hacer un drama de aquello, ni alarmar de forma innecesaria a Clara, si decía la verdad. -Pero acaso, ¿no es algo natural que la mirada se nos vaya de vez en cuando hacia las formas bellas de la juventud? Siempre y cuando solo sea la mirada, claro. -Sonreí. No era nada habitual que lo hiciera.

-Sobre tu esposo, digamos que tu padre y yo tenemos algunos nombres sobre la mesa. A mí me gustaría que fuese alguien cercano y digno de confianza, pero ya sabes como le gusta a tu padre que un hombre tenga todo un largo historial de hazañas y heroicidades a sus espaldas. Si las cosas estuviesen de otro modo, nada me sería más placentero que, al llegar la primavera, pudiésemos organizar un gran torneo al que invitar a estos hombres y pudieras conocerlos. No tienes que tener miedo, eres hija mía, en todo caso, serán ellos los que tengan que estar a tu altura -dije con orgullo.

Hablan de que tenéis puestos los ojos en algún joven de Alós, pero se rehusan a darme nombre alguno

- Claro que no pueden daros nombre alguno madre... Pues no conozco a ningún joven de Alós más allá de aquellos que están en el castillo... Y dignos de mi posición sólo conozco a mis hermanos, a padre y a tío Manel... Y ellos son familia no jóvenes a los que ver con ningún tipo de mirada que no sea la del respeto y la admiración... Y el cariño de la familia, claro. 

Clara sabía de lo que hablaban los criados pero estaba tranquila porque sabía que no iba con ella pues ella no había conocido a nadie en quien posar sus ojos... No sabía si eso era bueno o malo...  

- Confío en padre y en vos, madre. Se que vuestra elección será la adecuada, tanto para mi como para la familia... No voy a negaros que sería agradable presenciar un torneo así y poder conocerlos... Lo sé madre.... Me ha instruido la mejor, ¿verdad? - Le dedico una sincera y amigable sonrisa a madre. 

https://www.youtube.com/watch?v=1-jFNEvKSYs

Justo en ese momento, la pequeña comitiva divisó al sur una pequeña formación de piedras talladas sobre las que crecía el musgo. La luz del sol se filtraba entre las hojas de los árboles dando una sensación cálida y acogedora de lo que era, a todas luces, un pequeño cementerio construido en mitad del bosque.

Me sorprendió descubrir tan cerca del camino lo que parecía ser un cementerio olvidado. Sobretodo porque no recordaba que ayer pasáramos por aquí aunque estaba seguro de que la ruta que estábamos haciendo era la misma. Quizá, simplemente, nos desviamos unos metros ayer buscando la pieza que perseguíamos, o quizá, simplemente, ayer estábamos distraídos hablando de batallas con Vicenç. 

El caso es que le eché un vistazo  rapido sin parar mucha atención al lugar.