Partida Rol por web

Caminé en silencio junto al Conde, con porte humilde mientras escuchaba sus palabras. Sabía que eran ciertas, pero eso no las hacía menos dolorosas... En apenas unas horas había recibido demasiados golpes, demasiadas puñaladas... Aunque todas ellas le mostraban que era fuerte, que podía... No, que debía, seguir adelante... Él se merecía que no se rindiera y haría lo que fuera, lo que fuera, para obtener lo que deseaba y para que él pagara por sus actos... 

- Gracias, mi señor... Lo entiendo perfectamente... Le agradezco la oportunidad de poder seguir viendo a su hijo Ponç ya que en estas tierras apenas hay jóvenes de mi edad o de edades parecidas... Salvo mi hermano - Pareció costarle decir aquella palabra, pero debía hacer un esfuerzo - Su fiel sirviente y el resto del servicio... Y ellos... Ellos no están tan versados como su hijo... - Quería dejarle ver que igual que ella conocía su lugar también conocía el lugar del servicio... 

Miré con cortesía al Conde - ¿Puedo haceros una pregunta extraña, Mi Señor? Vos conocéis mucho más sobre la corte y los asuntos de estado que una ignorante muchacha como yo... ¿Qué opina de las cruzadas? Temo por la vida de mi hermano... Sé que Dios vela por su alma... Aún así... No puedo preguntarle a madre pues para ella es doloroso y padre... Padre no gusta hablar de estos temas... - Bajé mi mirada y mi cabeza de nuevo - Lamento importunarle, Mi Señor... - Realicé una cortés reverencia. 

Debía averiguar más cosas sobre mi hermano y la posible fulana con la que compartía el lecho... Además, debía intentar reunirme con tío Manel... Demasiadas cosas, demasiado poco tiempo y demasiados peligros... El paseo con Ponç era esencial y crucial... Necesitaba a los señores d'Empúries de mi lado... 

Ok, no hay problema en esperar, así te damos tiempo a seguir con los demás.

Me sorpendí de que la enfermedad del Barón, ni que sea en forma de habladurías y rumores, hubiese llegado tan lejos en la distancia a oídos de toda la Península. Eso explicaba la presencia del docto Hassan en su corte, en cualquier caso. Traté de seguir la explicación del médico como buenamente pude. Una vez hubo conlcuido, le respondí:

-Ciertamente, no le ocupa a usted determinar quien fue la mano que suministró el veneno. Como bien ha dicho Pèire, esa tarea recae sobre nosotros. Los archivos de la guardia son un buen punto de comienzo. Por favor, Pèire, te pido que actues con discreción y cuidado. Si el asesino estaba dispuesto a llegar tan lejos como para matar al Barón, ¿qué otras trampas y subterfugios no habrá dispuesto para mantener oculta su identidad? No confíes en nadie.

-Hassan Ben Saghr -hice el mayor de los esfuerzos en tratar de pronunciar su infiel nombre de forma correcta -creo que no es necesario decir tal cosa a un hombre de su inteligencia, pero por su propio bien, nada de lo que aquí se ha dicho y revelado puede ser repetido fuera de estos muros.

Luego, pedí cortésmente a ambos ancianos que se marcharan, necesitaba un rato a solas con mis pensamientos y mis recuerdos. Hacía tanto que le Barón se encontraba en ese estado, la persona que le suministrase el veneno debía ser alguien que ya hubiese estado en el castillo por aquel entonces y que todavía siguiera allí, incluso si la mente tras aquel acto no lo fuera, quizás alguno de los criados.... Poco a poco, traté de elaborar una lista de nombres, de todos aquellos que podrían haber tenido la oportunidad de acercarse tanto al Barón, sirvientes o nobles, extraños o familiares.

Como siempre, al entrar en los aposentos de mi señor esposo me encuentro con quel el buen anciano Pèire ya se encuentra allí, atendiendo las necesidades del Barón Carles. Me fijo que su aspecto está mejorando, se están haciendo progresos. No hay demasiada oportunidad de establecer conversación alguna sobre el día tan importante que nos aguarda porque prácticamente unos segundos después mi cuñado irrumpe en la habitación.

-¿Qué ocurre, Manel? Ha de ser importante si la mera formalidad de llamar a la puerta antes de entrar ha sido tan flagrantemente vejada.

Me sobresalte un poco con la entrada de Manel, a este paso no veo otra estación. Todo se está poniendo muy oscuro y sombrío.

Que le trae por aquí, con tanto ímpetu.

Yo no he dicho que entrara, simplemente he avisado que voy, lo he hecho por si acaso me encuentro con alguien por el camino, ^{_{guiño guiño al master}}.

Cuando diga que entro me podéis acusar de lo que queráis pero veo que estabais deseando que lo hiciera... Atchus atchus.

Bueno, si no se me necesita, necesitaría salir en busca del Padre Rodrigo. Tengo que hablar con él de un tema personal.

Hago una pequeña reverencia y salgo de la estancia, cerrando las puertas tras de mí.

Buenos días maese Peire. digo mientras me cruzo con el anciano que sale de la habitación de mis señores. Necesitaba vuestro sabio consejo con relación a un acontecimiento que se está sucediendo actualmente, ¿Puede acompañarme un momento a la habitación de nuestros señores? Esto concierne al destino más inmediato de la casa.

Al oírle pospongo mi marcha.

Claro que si, estaré encantado de acompañarle. Si es tan amable de guiarme hasta halla.

Claro, no hay tiempo que perder, gracias Maese.

Entro detrás de Peire en los aposentos de mi hermano y mi cuñada.

Mis señores, digo mientras hago un cortés saludo a medio camino de una reverencia.

Me alegro de ver que recuperas tus fuerzas de nuevo hermano, pronto podremos volver a salir a cabalgar juntos. Todos hemos rezado por vuestra recuperación.

Me tomo mi tiempo antes de contar lo que está sucediendo a expensas de ellos. Sin duda iba a ser un golpe duro para ellos, quizás mucho más para mi cuñada, pero, no había alternativa, quizás me costase que me creyeran pero era necesario hacerles partícipes de todo, a fin de cuentas no podía tomar aquellas decisiones que se debían tomar de forma unilateral sin contar con ellos. 

Querido Hermano, he de contaros algo, pero concierne a vuestro segundo hijo, Vincenç, y no se como hacerlo.

De sobra sabéis todos que nunca me ha gustado aquello de dar rodeos, y que la sutileza es un don que Dios en su infinita sabiduría decidió no darme, así que lo diré tal cual ha acontecido. Espero a que presten toda su atención y que hagan algún gesto para que empiece.

El pueblo está lleno de actividad, de jolgorio y de juglares tocando canciones. Allí, gente venida de todo el reino se da cita, campesinos con burgueses y pequeña nobleza, bebiendo. Así que Pep, el Taverner, está haciendo el agosto.

Cuando bajas, te observa y te presta atención.

-- Buen día tengáis, mi señor Dionís. ¿Qué os trae por aquí?

El barón observa, en silencio.

La pregunta pilló al Conde de improviso.

-- ¿Las Cruzadas? Por supuesto son el deber de todo cristiano al llevar la Cruz a las tierras infieles y recuperar los Santos Lugares de las manos paganas... --se nota que te está dando una respuesta pregenerada, está desconcertado y no sabe qué decir.

-Buenas Pep! Pues que va a ser, un vaso de buen vino, del que tú ya sabes, no del que das a los forasteros, jajajaja. Como está esto! Menuda animación. ¿Ha pasado algo especial estos dias? Con el ambiente en el castillo, casi no pasaba por aquí desde que empezó todo el cuento del torneo... Por cierto, sabes que el barón se encuentra mejor. Ha sido una buena noticia!

Los juglares tocan flautas y laúdes y animan el lugar con el sonido de su felicidad.

-- ¡No me digas! Cuánto me alegro, de verdad. Aquí en Villegat empezábamos a creer que estaba maldito. Y, oye, ¿cómo está Vicenç? Hace mucho que no lo veo por aquí. ¡Te lo pregunto porque siempre correteáis de aquí para allá!

Te desliza un buen vaso de hypocras, el vino especiado y dulce que guarda para los señores del Valle. 

-El bueno de Vicenç. Está muy ocupado. Tiene grandes planes y parece que todo le va viento en popa, pero ya no podemos salir a cazar como antes ni venir aquí de juerga. A ver si pronto consigo que salga de sus quehaceres y lo traigo de nuevo por aquí. Por cierto, traigo un encargo de él. A ver si encuentro en la taberna alguien que me pueda hacer un trabajillo.

Dejo unas monedas y cojo el vino para darme una vuelta por la taberna a ver si encuentro a alguien de poca monta que me de la sensación que cumplirá un encargo. Quizá un soldado que hayan despedido por mal comportamiento o algun joven ayudante de ramadero 

De repente, ves justo a la persona que estabas buscando. Un muchacho, algo más joven que tú, con pinta de estar pasando hambre y la mirada avispada de aquellos que no aceptan su condición social. Vuestros ojos se encuentran durante un instante.